xviii. thougths

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xviii
( thoughts )

ERAN, QUIZÁS, LAS cuatro de la mañana y Skyler Carstairs llevaba un buen rato dándole vueltas a pensamientos en su cabeza. Se encontraba acostada boca arriba, con sus inusuales ojos plateados clavados en el techo de su cuarto. A pesar de ser verano, la noche esta notablemente fresca, así que Skye se había puesto encima una sábana para cubrirse en todo lo que llevaba del verano. ¡Hacía mucho calor! Debido a aquello, se cuestionaba seriamente si debería cerrar la ventana de su habitación, por donde corrientes de aire fresco entraban a la habitación. 

Por décima vez en lo que iba de la madrugada, Skye analizó su cuarto de esquina a esquina y de arriba a abajo. Su cama de un metro cuarenta se encontraba en el centro de su habitación, apoyada en una pared. Tenía un espejo de cuerpo completo a un lado, con un marco que le permitía apoyarse en el suelo, el reflejo mostraba la puerta de su habitación —desde que Skye había aprendido que los espejos eran portales y que atrapaban energías, había movido su espejo para que mirase a su puerta—, sobre este había una bufanda amarilla colgada y amarrada a la bufanda una corbata amarilla con negro. 

En la esquina izquierda estaba su escritorio, lleno de sus libros del curso pasado. Habían rollos de pergaminos por todas partes y Skye estaba bastante segura de que había dejado su tintero abierto. Había estado haciendo los deberes que le habían dejado por vacaciones, pero no había terminado. Hizo una nota mental de preguntarle a Luke si podría asesorarla con sus deberes. La silla del escritorio estaba llena de ropa, Skye también había aprendido que las sillas podrían ser una invitación a espíritus, ella no quería espíritus en su habitación, así que procuraba dejar siempre algo en la silla. Tenía una biblioteca pequeña frente a su cama y a su costado derecho estaba su closet, perfectamente cerrado con llave. 

Galileo dormía plácidamente sobre la biblioteca, dentro de su jaula. Durante un tiempo, su búho estuvo completamente cargado de trabajo. Skye se mandaba cartas con Susan constantemente, hasta su amiga le dijo que saldría de vacaciones y que no estaba muy segura de poder enviarle contestaciones inmediatas. Así había sido, llevaba más de un mes sin saber nada de Susan, más que extensas cartas donde la pelirroja le contaba cosas sobre sus viajes y le enviaba dulces de todas partes, de Italia, de París y otros lugares. De igual forma, Skye le enviaba contestaciones notablemente cortas, pues no tenía mucho que contar. Soltó un suspiro, mientras se quitaba la sábana de encima y se ponía de pie. 

Estaba harta de observar las sombras que se formaban en su techo debido a la luz de las linternas del alumbrado público. Skye se acercó a su ventana, mientras agarraba las sedosas cortinas blancas que se balanceaban con el viento. Las corrientes de aire sacudieron su cabello. Skye recordó que quería cortarlo, así que hizo una nota mental de decirle a tía Jane. Se estremeció y replanteó la idea de cerrar la ventana. Levantó la vista al cielo y ladeo la cabeza cuando sus ojos se toparon con la luna radiante, luciendo majestuosa en el cielo oscuro. 

Luke había dicho, un tiempo atrás, que la profesora Thorne le había puesto cierta presión en hacer una redacción sobre la luna. Skye sabía todos los datos que un aficionado podría conocer. Controlaba los mares, era un satélite y que un astronauta había pisado la luna 5 días después del 16 de julio —la fecha de cumpleaños de Luke era su marca, sabía que 5 días después de aquello, había sido pisada la luna por primera vez— en 1969. Pero el saber todos aquellos datos no hacían que Skye dejase de maravillarse cuando la veía alzarse en el cielo. Soltó las cortinas y se apoyó en el marco, sacando la cabeza por el hueco de la ventana, cuando, de repente, lo vio. 

Sobrevolando las casas de Londres, un auto volaba por el cielo. Skye parpadeó dos veces, no muy segura de si era el sueño jugándole una mala pasada o si realmente había un auto volando por los cielos de Londres. Cuando se dio cuenta de que era bastante real, sonrió con incredulidad. ¿Qué hacía un auto volando en Londres? Entonces, miró su calendario, pegado sobre su escritorio. Corrió hacia él, notando que era, de hecho, el cumpleaños de Harry y Holly Potter y no pudo evitar preguntarse... ¿acaso Harry y Holly eran la razón por la que había un auto volando?

Pensar en el chico azabache de bonitos ojos azul celeste, le revolvió el estómago y las palabras de la carta de Susan volvieron a resonar en su cabeza. No estaba muy segura de si ese era el orden correcto pero habían ido algo así:

   "... yo no creo que Harry te esté evitando, Skye. Después de lo que pasó con la piedra bendita (o como se llame) ustedes volvieron a ser amigos, aunque nunca supe que fueron amigos oficialmente, lo cual me hiere, no te voy a mentir. Es decir, ¿por qué no me contaste? Sobre todo cuando fue malo contigo, hubiese tenido una linda charla con él sobre los modales, de igual forma y volviendo al tema; ustedes son amigos ahora, él no te odia y no tendría razones para evitarte.

   Realmente que Harry no te devuelva las cartas no es lo que me preocupa realmente. Si te soy honesta, le he echado cabeza a tu situación y yo, en tu lugar, no le hubiese vuelto a escribir luego de la primera carta sin respuesta, lo que me lleva a pensar que, quizá, le has tomado bastante cariño a Potter y con todo esto, a lo que quiero llegar es: tal vez, bajo ciertas circunstancias, matices y presiones sociales, ¿te gusta Potter? Y no como amigos, así que no puedes tirar el ejemplo de que también te "gusta" Neville, hablo de gustar gustar, así como a mi me gusta el italiano que trabaja en el restaurante, que por cierto..."

Skye se había escandalizado sobre manera cuando había leído aquello. ¿Cómo era posible que Susan pensase semejante locura? Skye solo se había preocupado por Harry porque eran amigos y con su historial, era bastante obvio que la única respuesta viable era que Harry la estuviese volviendo a sacar de su vida, sobre todo porque él le había prometido que le escribiría. De repente, se le revolvió el estomago y se sintió enferma. Pensar en Harry la ponía así, la ponía rara, así que decidió que era hora de que se dejase llevar por el sueño, por lo que volvió a la cama y se enrolló en su sábana, cerrando los ojos hasta quedarse dormida.












❛ ֍ ❜












CUANDO EL SOL salió, Skye se había refugiado bajo su cobija, pero su plan para evitar la luz solar y seguir durmiendo un poco más, se fue bastante por el caño, cuando el horroroso calor del verano la envolvió por completo y ya no era capaz de respirar bajo las sábanas. Con pesar, las quitó de su cuerpo y bostezó unas tres veces antes de sentarse en la orilla de su cama, mirando la pared de la derecha. Lamentaba el haberse quedado despierta hasta las altas horas de la madrugada, ahora, en consecuencia, tenía demasiado sueño, pero la luz la había despertado.

Talló su rostro con las manos y las dejó apoyadas en su mejillas mientras bostezaba de nuevo, parpadeó un par de veces y luego miró a la mesita de noche al lado de su cama. Había un porta retratos con la foto mágica que tía Jane le había regalado en su cumpleaños, el año anterior. El constante ciclo de su madre sonriendo a la cama y luego mirándo a la pequeña bebé en sus brazos, la hizo sonreír y se preguntó si su padre había sido quién había tomado la fotografía. Aquello le calentó el corazón, pues le ponía muy feliz, pensar que la mirada sonriente a la cámara era porque su madre le sonreía a su padre. 

Entonces, Skye pensó que querría tener a alguien a quién sonreírle de aquella forma mientras le sacaban una fotografía. 

Y, como si de una ola se tratase, los recuerdos de la carta de Susan inundaron sus pensamientos. Sintió un escalofrío recorrerle a espina dorsal a pesar de hacer bastante calor en aquellos momentos. «... ¿te gusta Potter? Y no como amigos, así que no puedes tirar el ejemplo de que también te "gusta" Neville, hablo de gustar gustar...» Skye frunció el ceño ante el pensamiento y no pudo evitar preguntarse ¿qué se sentiría estar enamorado de alguien? No lo sabía para nada, obviamente, pero si tuviese que definirlo desde sus propias palabras, Skye lo compararía con la sonrisa de su madre en aquella foto. 

Habían muchos tipos de amor, pensaba Skye. Estaba el amor que le tenía a Susan, aquel que le llevaba a hacer lo que estuviese en su alcance para hacerle sonreír, luego estaba el amor que le tenía a tía Jane o a Luke, aquel que la impulsaba a hacer que se sintiesen orgullosos de ella. Pero, de igual forma, estaba aquella cosa rara, que Skye no quería reconocer como amor, que sentía cuando miraba —o pensaba— en Harry Potter. Era una sensación que la ponía enferma, muy enferma, pero en un buen sentido. Le revolvía el estómago y le hacía sudar las manos, pero no la hacía sentir tan terrible como cada vez que recordaba al profesor Quirrell y su estúpida maldición dolorosa. Entonces, se dio cuenta de que estaba pensando en Harry y sacudió la cabeza. 

«Basta, Halia —pensó mientras se ponía de pie, tomaba su toalla y salía de su habitación—, vamos, piensa en otra cosa. ¡Piensa en Hogwarts!»

De repente, fue como si otro balde de agua helada de cayese encima. Sintió su cuerpo sacudirse con horror y se apresuró a entrar al baño, para evitar que alguien la viese en ese estado. Estaba horrorizada, pues había recordado la razón por la que había estado teniendo insomnio las noches anteriores y por qué su mente parecía querer dispersarse a Harry Potter —¡de nuevo aquel nombre— y no ha otra cosa, al verdadero problema: había peleado con tía Jane sobre ir a Hogwarts. Había sido desastroso, recordaba. Días después del cumpleaños de Luke, tía Jane había lanzado la bomba de que estaba considerando sacarlos de Hogwarts y mandarlos al estúpido colegio francés. 

Luke tuvo suficiente —aunque si Skye era honesta, desde su cumpleaños se había estado comportando de forma diferente— y saltó en gritos, insultos y palabras prohibidas, alegando que si tía Jane los sacaba de Hogwarts, entonces Luke haría lo que fuese para que el ministerio se los llevase a él y a ella, lejos de tía Jane. Había sido una situación bastante horrible, si le dejabas opinar. Tía Jane había llorado, gritado y amenazado, pero Luke parecía de otro planeta amenazó también, ¡a su propia madre! Y luego ambos se habían ido, azotando las puertas de sus respectivas habitaciones. 

Skye se duchó mucho más rápido de lo que normalmente lo hacía. Había lavado su cabello, cepillado sus dientes y se había mirado al espejo un poco, notando ojeras muy leves. Hizo una mueca al verse al espejo. Se veía igual que siempre. Las raíces de su cabello eran un poco oscuras, sin embargo, seguía teniendo aquel color plateado que la caracterizaba. Sus ojos se veían de raros con ese color plata y de, alguna forma, hacían juego con su cabello. Bufó y salió corriendo, metiéndose en su habitación, evitando encontrarse al resto de su familia. Ese día se vistió un pantalón corto de jean y una camiseta blanca con un fénix amarillo estampado. Desenredó su cabello y luego, inhalando con profundidad, salió de su habitación hacia la cocina. 

En ella, el ambiente estaba muy tenso, como esperaba, Luke leía un libro, sentado en el comedor mientras tomaba café. Tía Jane estaba en la cocina, trabajando en un par de sándwiches. Skye se sintió extremadamente incómoda ahí, sin embargo, saludó. 

—Buenos días —dijo dudosa, pasando tras tía Jane. Nadie respondió su saludo, así que decidió hablar un poco más, para no sentirse tan mal—. ¿Todavía queda café? 

—Queda un poco... —empezó a hablar tía Jane, mientras señalaba la cafetera medio llena. Skye siguió con la mirada el punto que la mujer rubia señalaba, sin embargo, la voz de Luke interrumpió la interacción. 

—Es mío —espetó el niño rubio desde su silla en el comedor. Skye giró la cabeza para verle. Llevaba una camiseta blanca, con la silueta de un dragón en color rojo plasmada en todo el centro. Su cabello estaba en punta, como siempre, pero su vista seguía clavada en el libro. 

—¿Qué? 

Tía Jane había soltado los panes para realizar el quinto sándwich con muchísimo enojo y se había girado a enfrentar a su hijo. La mujer tenía el ceño extremadamente fruncido, los labios fruncidos y las aletas de la nariz se movían con violencia debido al enojo que sentía por dentro. Tía Jane cruzó los brazos y levantó una ceja al ver que Luke no parecía moverse. Skye apretó los puños con nerviosismo, era la primera vez desde que tenía memoria que Luke y tía Jane peleaban, así que realmente no sabía cómo actuar. Estaba asustada. El niño sentado solo levantó la mirada lo suficiente para conectar la vista con la de su madre a través de las pestañas. 

—Dije —empezó con todo fastidiado—, que el café restante es mío. Yo lo hice, si ella quiere, que se haga el suyo ella misma.

La peliplateada pasó saliva con fuerza. No podía negarlo, le estaba doliendo muchísimo más de lo que quería admitir, no sabía de donde salía toda esa actitud horrible que estaba teniendo Luke en aquellos momentos, mucho menos que la tratase de aquella forma. Entonces, vio que tía Jane se estaba poniendo realmente roja del enojo, así que decidió hablar, antes de que se pelearan de nuevo. 

—Tiene razón, es su café —con un encogimiento de hombros, giró en su lugar para tomar un termo de las repisas de color rojo—. Guardaré tu café aquí y me haré el mío, espero no te moleste, Lukey. 

—No me digas así. No me gusta. 

—Claro —Skye sintió un escalofrío bajarle por la espina dorsal. El tono que había usado Luke realmente daba miedo. 

Después de eso, tía Jane tuvo que respirar profundamente y se puso a terminar de preparar los sándwiches, mientras Skye esperaba a que el café estuviese listo. Se sirvió en un vaso, le sirvió un poco a tía Jane y a Luke le rellenó la taza. El rubio la miró a los ojos y le sonrió en forma de agradecimiento, fue una sonrisa triste que a Skye le destruyó por dentro sin saber exactamente por qué. Se sentó junto a su primo, justo a tiempo para que tía Jane le pusiera dos sándwiches a cada uno en frente. 

—La próxima semana iremos a comprar sus materiales para Hogwarts —y se marchó con su plato, cerrando la puerta de su habitación con un golpe seco. 

Lo siguiente que supo Skye, es que una ola caliente la recorrió por completo. Se sentía feliz, eufórica. Se creía capaz de saltar por todas partes, de correr un maratón si era necesario, se sentía demasiado feliz de que tía Jane les permitiese ir a Hogwarts para cursas su segundo año escolar y no los mandaría a el colegio francés. En realidad no estaba segura si Luke había tenido mucho que ver con aquello o si había sido un factor externo, pero se lo atribuiría a su primo. Por esa razón saltó sobre él, rodeándole el cuello con sus brazos. Una sonrisa gigante se plasmó en su rostro mientras se colgaba del cuello de su primo, cerró los ojos y se dejó disfrutar ese momento antes de que Luke la quitara de encima, pero para su sorpresa, el rubio soltó una risita alegre y rodeó a Skye con sus brazos.

Fue como si el viejo Luke regresara por unos segundos. Por esa razón Skye no pudo evitar pensar que, en realidad, nunca se había ido, sino que algo estaba sucediendo con él para que actuase de aquella manera. Pensó, después que la noticia de no poder asistir a Hogwarts le había caído bastante mal, pero, en realidad Skye no entendía por qué quería ir tanto al colegio, no era como si alguno de los dos la hubiese pasado especialmente bien. Entonces, ella recordó el cumpleaños de Luke y lo feliz que se veía volando en su escoba, jugando una versión curiosa de quidditch con Neville y con Susan y, supuso, que si no fuese por el colegio, ellos dos jamás hubiesen sido capaz de hacer amigos. 

—Gracias, Luke —murmuró ella en voz baja. 

El rubio soltó a Skye de forma muy lenta. Ella se separó a penas pudo y le regaló una sonrisa radiante a Luke. Tomo un bocado de uno de sus sándwiches, sonriendo al ver que tía Jane le había doble queso, tomate y lechuga al suyo. Se sintió mucho más feliz de lo que estaba antes. 

—¿Gracias por qué? —preguntó el rubio, abriendo su sándwich y examinando que no tuviese tomate.

—Por hacer que tía Jane no nos sacara de Hogwarts —Skye habló a penas tragó. Tomó su café y le dio un sorbo—. Hacer amigos es difícil, no quisiera volver a pasar por eso de nuevo. 

—Literalmente, conseguí que mamá nos dejara quedarnos porque la amenacé. No deberías agradecerme por nada, deberías odiarme por eso —Luke habló con voz muy baja, como si no quisiera que nadie lo escuchara, ni siquiera la misma Skye. Después de decir aquello, mordió su sándwich y masticó con mucha lentitud, como si ni siquiera quisiese comer. 

Entonces, Skye le miró fijamente, parpadeó dos veces. Los días después de ese suceso, había pensado que Luke no se había arrepentido para nada de aquel suceso, había sonado tan seguro al respecto que hasta Skye lo había creído capaz de alejarlos de tía Jane a base de mentiras. Pasó saliva y se obligó a recordar a Luke como realmente era, un niño alegre y sonriente... bueno, Luke realmente no era así, pero si era muy gracioso cuando cosas "malas" le pasaban, porque siempre se las arreglabas para contarlas de forma cómica. Luke, en realidad, era un niño herido con un gran corazón, ella lo sabía. 

Pero no podía evitar recordar aquel suceso después de su cumpleaños. Había actuado tan extraño, que ella no ya no sabía que pensar. 

—Entonces, ¿por qué actuaste de aquella forma? —preguntó Skye, comiendo su sándwich por completo y agarrando el segundo entre sus manos mientras masticaba bastante rápido.

—Porque debemos ir a Hogwarts, Skye —respondió Luke, dejando el sándwich sobre el plato. Miró a Skye.

—¿Por qué? 

—Solo..., debemos —respondió con un toque de fastidio en su voz. Se puso de pie, agarró su plato y tomó su taza de café, sin decir palabra se metió a su habitación, cerrando la puerta sin cuidado y causando un ruido parecido al que hizo tía Jane al irse del comedor. 

Skye se quedó sentada en el comedor con la vista en el pasillo, dónde estaban las puertas de las habitaciones. Bajó la vista a su regazo y realmente tuvo ganas de llorar mientras comía su segundo sándwich. No entendía lo que estaba pasando con su familia. ¿Por qué? ¿Por qué todo tenía que arruinarse? Terminó de comer con un nudo en la garganta que le hacía casi imposible tragar los bocados de su comida. Skye suspiró cansada. Terminó su café y muy juiciosamente, fue a al lavaplatos, donde lavó su plató y su taza, dejándolos a un costado para que se secaran. 

A paso muy lento, caminó por el pasillo hasta su habitación. Escuchó un ruido, un gruñido y miró hacia la puerta de Luke. 

—¡Maldita sea, Calígula! —la puerta se abrió y pudo ver cómo Luke cargaba a la gata entre sus brazos para luego arrojarla al pasillo—. No te quiero dentro si te vas a comportar así.

La escena le rompió el corazón, porque Luke entró a su habitación de vuelta, con un portazo y luego la pequeña gatita blanca comenzó a soltar maullidos cortos, mientras trataba de meterse a la habitación por la ranura bajo la puerta. Skye caminó hacia el animal, cargándola entre sus brazos y mirándo la puerta de la habitación de su primo. ¿Qué demonios sucedía con Luke? Se supone que el amaba a esa gatita, ¿por qué la trataba así? Suspirando, se metió a su habitación, sin cerrar la puerta por completo, en caso de que Calígula quisiese salir. 

La dejó sobre su cama, y con maullido lastimero se acomodó en una almohada, con la vista clavada en la puerta semiabierta. Skye caminó hasta su escritorio. Acomodó los libros en una pila y enrolló los pergaminos en los que había tratado de hacer sus deberes. Sacó un nuevo pergamino y comenzó a escribir. 

   "Querida Susan: 

   Las cosas siguen igual, a la última vez que te conté, no sé si recuerdas. Y no, no me refiero a Harry Potter, aunque eso también ha estado igual y sin ningún tipo de cambio, no ha devuelto ninguna carta y no me sorprende ya si no lo hace, pero no es de él de quién he querido hablarte. Es de Luke, sí, de él. Ha estado muy extraño, eso también lo sabes, te lo conté antes, pero aunque creímos que sería una etapa, que volvería a ser el mismo, sigue igual. 

   Hoy, por ejemplo, no me dejó utilizar el café que é había hecho en la mañana, alegando que yo podía hacerme el mío sola, y sí, es una estupidez que me preocupe por algo así de minúsculo, pero tu y yo sabemos que Luke no es así. Sigue peleado con tía Jane por el tema de Hogwarts (iremos a comprar los materiales la próxima semana, quizá podríamos vernos, no lo sé) y ahorita mismo, Calígula está echada en mi cama porque Luke la sacó de su habitación, ¡él mismo! No entiendo qué le sucede, Susan. 

   De igual forma, no quiero molestarte mucho con cosas deprimentes. Cuéntame, ¿cómo te terminó de ir en tus vacaciones? Quiero saberlo todo sobre el chico italiano que trabaja en el restaurante, ¿acaso es mucho mayor que tu? ¿O tiene una edad aceptable, recordando que tu tienes 12 años? Espero tu pronta respuesta.

Con cariño, 

Skye"

La peliplateada dobló el pergamino en cuatro partes y luego la metió en un sobre, también hecho de pergamino. Utilizando el sello de la familia Carstairs que tía Jane le regaló, derritió un poco de vela negra y plasmó el sello, cerrando el sobre. Escribió en la parte trasera el nombre de Susan y luego, se acercó a Galileo, sacándolo de su jaula. El búho graznó sonoramente, cuando logró salir de su jaula y Skye le sonrió amablemente. 

—Gali —empezó—, podrías, por favor, llevarle esta carta a Susan —le dijo. 

En respuesta, Galileo graznó de nuevo y la niña se acercó a la ventana que llevaba todo el verano abierta. Sacó el brazo donde estaba su búho y este salió volando por los aires, perdiéndose casi de inmediato. Skye quedó apoyada en el marco de su ventana, mirándo el horizonte con un puchero en el rostro. Suspiró de nuevo. La cabeza le daba vueltas y comenzaba a dolerle, sentía que tenía mil y una cosas por las que pensar, que las horas del día definitivamente no alcanzarían para cubrirlos todos. No quería empezar su nuevo años en Hogwarts de aquella manera, pero ya comenzaba a aceptar la idea. 

Pensó, que la distancia le vendría bien a Luke. Pensó, que la soledad le vendría bien a tía Jane. Pensó, que el hecho de que se fueran tan lejos, les vendría bien a ambos y podrían solucionar sus problemas, sintiéndose un poco más aliviada, se apartó de la ventana y creyó que sería buena idea cerrar el tema de su familia. Se acostó en su cama, Calígula se reacomodó, pegándose al costado de Skye y la niña cerró los ojos un par de segundos, decidiendo que dejaría su mente descansar de tantos pensamientos. Se quedó dormida en poco tiempo, estaba demasiado cansada. 












bebés, volví con el primer capítulo del segundo año de skye, un poco de relleno para iniciar con el drama de este actoooo 

bueno hablemos, qué le está pasando a luke?? está muy rarito eh y pobre cali, no merece nada de lo que le pase, culpemos al rubio JAJAJAJAJ y skye toda enamoradita, lo está ni siquiera sé por qué, harry no fue el mejor xd

nos vemos en el próximo capítulo y trataré de actualizar más seguido, mientras tanto pásense por best years, también trataré de actualizar por allá más seguido. creen que sería buena idea también ir publicando los capítulos de holly para dar movimiento por allá o me espero a el tercer acto?? anyways, les quiero un montón de vdd, son les mejores lectores del mundo, besitos en las patas 













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