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A pesar de haber mucha gente, en esa gran habitación parecía que solo estaban ellos tres. Song-I, Jimin y Jungkook disfrutando de la dulce voz de aquella chica.

La anciana delante de ellos en su silla de ruedas. Y la pareja de esposos sentados detrás, tomados de la mano y sonriéndose de vez en cuando.

—¿Ya habías venido antes? —preguntó Jungkook en voz baja, acariciando el dorso de su mano con el pulgar.

Jimin apoyó su cabeza en su hombro y negó.

—Por el trabajo, no podía. A veces, cuando la venía a visitar por las noches, la encontraba dormida y no podía platicar con ella.

—Lo siento por eso.

—No te disculpes.

—Claro que debo hacerlo, a veces hacías horas extras en vano —recordó cuando se aprovechaba que Jimin era su asistente para hacerle mandatos cada dos por tres.

—Estaba acostumbrado a ello, además, necesitaba el dinero.

—De ahora en adelante no será así, te lo prometo.

Jimin se alejó poquito y le sonrió. Ambos volvieron a dirigir su vista hacia la joven que cantaba en el escenario improvisado.

Disfrutaban estar al lado del otro, con los dedos entrelazados y sus anillos decorando el lindo acto.

el musical había llegado a su fin. algunos empleados de la residencia estaban desmontando el escenario y jimin se ofreció a ayudarlos, mientras jungkook llevaba a song-i a su habitación.

la abuela park se mantenía en silencio, para suerte de ellos, se encontraba lúcida, hace unas horas no sabía en qué lugar se encontraba y comenzó a tratarlos  como si fueran desconocidos.

era la primera vez que jungkook la había visto así, le sorprendió mucho en un principio pero jimin le explicó que esas actitudes se presentarían más seguido, pues su enfermedad cada día avanzaba más y llegaría un momento en el que ya no supiera ni siquiera su nombre.

abrió la puerta de la habitación y con cuidado ingresó con song-i, acomodando su silla de ruedas y levantándola de esta para acostarla en su cama.

—¿Se siente cómoda? —preguntó Jungkook, arreglando las sábanas—. ¿Desea agua o algo de comer?

—Nada de eso, jovencito —la anciana lo miró unos segundos en silencio y le dió una palmadita a la cama para que este sentará a su lado.

Jungkook titubió un poco, pero finalmente se acercó e hizo lo que le estaba pidiendo.

—Quiero hablar contigo sobre mi Jiminnie.

—¿Sucede algo? —preguntó nervioso, pensando en si había olvidado la vez que le dijeron que se habían casado.

—¿Quieres mucho a mi hijo, verdad? —Jungkook asintió, mirándola directamente a los ojos. Song-I sabía que estaba siendo sincero, no eran necesarias las palabras. Ella misma había visto como lo trataba.

—Claro que si, quiero mucho a Jimin. No dude de eso, por favor.

—No lo dudo, muchacho. He sido testigo de cómo lo tratas, tu mirada es sincera al igual que tus palabras. —Song-I tomó la mano de Jungkook. Sintiendo la calidez de ellas—. Solo quiero que, sea la situación que sea, sepan arreglar cualquier situación que se les presente.

Jungkook la miró confundido, pero aún así la escuchó.

—Los matrimonios tienen sus altos y sus bajos, no sé enojen, conversen. Habrán personas que no les gustará verlos juntos, pero lo importante será que sepan sobrellevarlo.

—No la entiendo, Song-I.

—Jungkookie —dijo con dulzura, acariciando su mano—. Ya estoy vieja y ahora mismo soy consciente de que en cualquier momento yo ya no estaré en este mundo.

El corazón de Jungkook se oprimió cuando escuchó aquellas palabras. Le había tomado tanto cariño a esa mujer que le afectaba. Era como su madre, la sentía como si de verdad lo fuera.

—No quiero que mi Jiminnie se quede solo, no como cuando era niño. Mi bebé ha pasado por mucho y no me gustaría que sufra. Sé que se preocupa cada que viene a verme, no quiero que esté así. Quiero que tenga días felices, y ahora que estás tú aquí, quiero tener la certeza de que de verdad estarás al lado de él y que no es un simple juego.

A Jungkook se le cristalizaron los ojos al escucharla. Cada palabra hacía que su corazón se apretara y su pecho doliera. Apretó las manos de Song-I y acercó su rostro escondiéndose en ellas.

La anciana lo miró y sonrió pequeñito, llevando su otra mano a su cabeza, dándole caricias. Escuchó un sollozo. Para todos era raro escuchar al gran Jeon Jungkook verlo llorar, siempre mostrándose con su aura indiferente, pero ella había visto algo más allá en él.

Algo que ni siquiera sus padres pudieron darse cuenta, Jungkook tenía mucho amor retenido por dar, tenía un corazón noble, y aunque sabía que había cometido errores en el pasado, él estaba dando todo de sí para hacer bien las cosas con esta nueva oportunidad que se le presentó.

—¿Te han dicho eres un llorón, jovencito?

Jungkook sorbió su nariz, riendo y levantando la vista. La mujer delante de él lo miraba con dulzura y una sonrisa decorando su rostro.

—No së cuando fue la última vez que lloré así —pasó sus manos por su rostro, secándo sus lágrimas—. Lo siento .

—Nunca pidas disculpas por llorar. Así es como te desahogas y nadie tiene que  retenerte a hacerlo.

—Gracias.

—Eres un gran hombre —dijo Song-I de repente, alisando las sábanas que cubrían sus piernas—. Y no dudo que estarás con mi Jiminnie para toda la vida.

—Confías mucho en mí.

—Porque sé qué clase de persona eres y no del que todos hablan. Me lo has demostrado y a Jiminnie también.




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