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Jungkook dejó algunos trastes en la mesa auxiliar. Jimin estaba sentado cerca de la chimenea. El fuego creaba luces y sombras sobre su rostro, así como un halo dorado.

Se pegó las piernas al pecho y apoyó la barbilla en las rodillas con la mirada perdida. No había comido mucho, pero sí se había terminado la tostada con mermelada.

—Cariño —llamó. Jimin alzó su mirada hacia él. Jungkook sacó unos papeles de su bolsillo—. El acuerdo que firmamos.

—Ah...

—Ya no lo necesitamos —Jimin frunció el ceño confundido. Abrió los ojos en grande cuando Jungkook rompió los papeles a la mitad.

—¿Q-qué haces?

Su esposo arrugó los papeles y los lanzó a la chimenea. El fuego lo consumió al instante.

—Ahora el único papel que nos une es el de nuestro matrimonio, cariño.

Jimin sonrió y mordió sus labios. Le encantaba esta nueva etapa. Ambos necesitaban saber cómo querían recorrer el camino que tenían por delante.

—¿Qué te gustaría hacer, Jiminnie?

Jungkook se acercó y le acarició la mejilla con los nudillos.

—Mmm... No lo sé.

—¿Cuánto tiempo quieres quedarte aquí? ¿O prefieres volver a casa? —una presión se instaló en su pecho—. ¿Vas a volver a casa?

Jimin notó cómo se sentía. Le cogió la mano y con una sola palabra, erradicó su preocupación.

—Sí.

—Perfecto. Bien... ¿Cuando?

—¿Podemos quedarnos aquí unos días? Si tienes que volver, ¿Puedo ir yo después?

Jungkook negó con la cabeza.

—No pienso irme de aquí sin ti. Si quieres quedarte, nos quedamos los dos. También podríamos venir en verano.

—La hilera de casitas ya no estarán el verano próximo...

—¿Por qué?

—El dueño murió el año pasado. Su hijo va a venderlo todo. Y tengo la sensación de que el que lo vaya a comprar, derribará las casitas y construirá una más moderna.

—Lo siento, cariño. Sé que este lugar es especial para ti.

Jimin le sonrió y le dió un beso rápido en los labios.

—Tengo mis recuerdos aquí. Y tengo un buen recuerdo que nadie ahora.

—Podemos crear nuestros propios recuerdos juntos. Nuevos.

Jimin asintió, apoyando su cabeza en el hombro de Jungkook.

—¿Quieres que compre este sitio para ti? Si quieres que lo haga, lo haré. Sabes que no es problema para mí.

—¡No! No, Jungkook. No tienes que comprar todo este complejo turístico. ¿Qué narices harás con todo esto?

—Si te hiciera feliz, lo lo compraría. Ya se nos ocurrirá algo. Seguramente sea una buena inversión. Podríamos reconstruirlo e incluiríamos una casita exclusivamente para ti, igual que está.

Jimin se inclinó hacia él con los ojos llenos de lágrimas y le besó en la comisura de los labios.

—Gracias, Jungkookie, pero no. El hecho de que te ofrezcas significa para mí más de lo que te imaginas.

Jungkook lo volvió a besar.

—Igual lo haré —dijo sonriendo. Parecía un niño pequeño, planeando una travesura.

Ambos se recostaron en el sofá. Las piernas de Jimin sobre el regazo de Jungkook.

—Vamos a tener que contestar a un montón de preguntas cuando volvamos.

—Lo sé. ¿Crees que podrán perdonarnos? —preguntó Jimin.

—No lo sé. Dong Wook se había mostrado muy comprensivo tras nuestra conversación. Me animó y deseó suerte. Es posible que no tenga trabajo, Jimin.

—¿Qué vas a hacer?

—A lo mejor tenemos que mudarnos. Puedo tantear el mercado en Estados Unidos o en Italia —Jimin asintió con la cabeza, jugando con ella anillo en su dedo—. ¿Me acompañarás?

Su esposo levantó la cabeza y lo miró a los ojos.

—Iré a donde sea contigo, Jungkook.

—Muy bien, perfecto. Encontraremos la solución juntos.

—¿Y si no hace falta?

—Me llevaré una alegría tremenda. Me gusta trabajar para Choi.

—Está bien. Todo lo estará.

—¿Es tan sencillo para ti? Después de todo lo que ha pasado, ¿Harás el equipaje y me seguirás?

Jimin apoyó la cabeza en el sofá.

—Te amo, Jungkook. Si tienes que irte, yo también iré. El pasado es eso: pasado. Ha desaparecido, del mismo modo que el acuerdo que has quemado. No quiero regodearme en él ni echártelo en cara. Así no funciona el amor. Así no funcionó yo.

En un abrir y cerrar de ojos, Jungkook lo tuvo sentado sobre su regazo. Empezó a besarlo con toda emoción. Todos sus pensamientos y sentimientos iban en ese beso. El amor, el deseo, la necesidad, el alivio de haberlo encontrado... Y la alegría, la alegría del futuro por delante dónde estaría junto a su Jimin.

Jungkook lo apegó más a su cuerpo, anhelando más de él de todas las formas posibles. Lo estrechó con fuerza entre sus brazos. Deslizó sus manos por debajo de su camiseta, acariciándolo suavemente mientras gemía bajito.

—Por favor, amor —suplicó. Ya necesitaba más de él.

—La... La cama —susurró Jimin contra su boca—. Llévame a la cama, Jungkook.

Él ya estaba de pie con Jimin en sus brazos. No hacía falta que lo repitiera.

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