Al parecer la noche había transcurrido de maravilla. Platicando anécdotas de niños, algunos detalles que pasó durante su vida, su convivencia… Cosas triviales.

Suni comentó.

—¡Cierto! Jimin, casi se me olvida. Estoy en un grupo de yoga y la semana que viene empezaremos. Pensé que podría gustar participar. Yo asisto a todas las clases, incluso a las de principiantes, porque me encanta.

Jimin la miró con interés. Quería intentarlo.

—Claro, me encantaría —dijo sonriendo—. ¿Cuándo?

—Los martes por la tarde, es un curso de ocho semanas para principiantes. Después, habrá una pausa antes de continuar con el siguiente nivel.

El brillo que relucía en los ojos de Jimin se apagó. Jungkook lo miró preocupado.

—No puedo —dijo con un deje de tristeza—. Todos los martes hay un musical en la residencia de ancianos y le hago compañía a mi abuela.

Jungkook escuchó atento a Jimin. A él también le gustaban los musicales y su esposo quería ir a esas clases de yoga… Entonces, fue ahí cuando el deseo de hacer lo posible por Jimin despertó.

—Yo la acompañaré.

—¿Qué?

—Tú ve a yoga. Hace mucho que quieres probar. Yo cenaré con Song-I y la acompañaré a los musicales. Sabes que me encantan. —respondió guiñandole el ojo—. A lo mejor te ayuda a mantener mejor el equilibrio.

—¡El yoga es genial para eso! —exclamó Suni, entusiasmada.

—Pero será todos los martes —señaló Jimin.

—No te preocupes, cariño. Supongo que Song-I y yo tendremos todos los martes una cita para ver esos dichosos musicales.

Jimin mordió su labio inseguro y se inclinó hacia Jungkook para susurrarle.

—Mmm… ¿Estás seguro?

—Sí —contestó, también en voz baja—. Me gustaría pasar más tiempo con Song-I. —Lo miró a los ojos—. En serio.

Jimin sonrió y besó la mejilla de su esposo.

—Gracias —le dijo al oído.

Jungkook enternecido por aquella acción, se acercó más a él y besó sus labios.

—De nada.