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POV JUNGKOOK

Jimin se quedó dormido antes de que llegáramos a casa. Sabía que estaba agotado, así que decidí dejarlo dormir. Abrí la puerta, lo saqué del auto en brazos para llevarlo a su habitación. Parecía muy pequeño entre mis brazos, con la cabeza apoyada en mi hombro.

Descubrí que era incapaz de apartar la mirada de él mientras subía las escaleras. Una vez en su dormitorio, lo dejé en la cama, sin saber qué hacer con el traje. Al ver que se movía un poco, le dije que era mejor que se quitara el terno y conseguí quitárselo de a poco. Acto seguido, volvió a quedarse dormido.

Me agaché al lado de la cama y lo miré de arriba abajo. Solo su ropa interior cubría lo que tenía que cubrir de mis ojos. Aunque siempre había creído que no era mi tipo, descubrí no sin sorprenderme que su cuerpo me resultaba atractivo.

Le pasé un dedo por la clavícula con mucho cuidado y desde allí descendí por su pecho hasta su abdomen. Su piel era suave. Se estremeció sin llegar a despertarse y se puso de costado mientras murmuraba algo incoherente.

Le aparté los mechones oscuros de la cara para examinarlo a placer. Sus mejillas regordetas y suaves, su nariz pequeña y sus labios carnosos y tentosos. Las ojeras oscuras desaparecerían y esa belleza serena y sencilla que otros veían, yo por fin lo había descubierto.

Moví la cabeza por el extraño rumbo de mis pensamientos con respecto a Jimin. Había sido un día lleno de emociones que pocas veces había experimentado, si acaso lo había hecho alguna vez. Sabía, sin lugar a dudas, que se debía al hombre que tenía delante. Aunque no entendía el porqué.

Mi cuerpo reaccionó a lo que veía y la vergüenza me abrumó. No debería estar comiéndomelo con la mirada mientras él dormía. Me apresuré a taparlo con las sábanas hasta la barbilla y apagué la luz. Cerré la puerta y me fui a mi habitación, listo para enfrentarme a una noche de sueño inquieto.

Sabía que por la mañana Jimin me pediría que le contara sobre mi pasado. Y también sabía que se lo contaría porque se lo debía.

Después de ducharme, me miré en el espejo. Miré a ese Jungkook externo que tantos envidiaban. Ese Jungkook que cubría a la persona vacía y perdida que llevaba dentro. Una persona a la que yo había desterrado y escondido hacía muchos años y que Jimin estaba a punto de sacar a la superficie.

Me estremecí y solté la toalla, que cayó al suelo. Me aterraba esa conversación.

Atravesé la habitación y abrí la puerta de par en par, aunque sabía que esa noche no habría resoplidos reconfortantes.

Me metí en la cama, víctima de un extraño anhelo.

Porque deseaba que él estuviera allí acostado, esperándome.

Jimin.

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