Capítulo 37

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—Fue hace tiempo—carraspeó y centró sus ojos en el centro del círculo que habíamos formado—. Ahora me toca a mí. Moira, ¿verdad o reto?

Su capacidad para controlar sus emociones y mantener la calma me sorprendió. Me sentía mal por la pregunta que hice, porque de una forma u otra, traje recuerdos que seguramente prefería mantener en el olvido. 

Verdadcontestó Moira.

—¿Cuál es tu habilidad?—preguntó entornando los ojos—. Conozco la de Ruby, que son las pociones. También la de Cleo, que controlar el aire. La mía es la cartomancia, pero desconozco la tuya.

Transferencia de lesiones.

—Genial—bufó Phoebe—. Será mejor que nos andemos con cuidado. 

Por si lo has olvidadodijo Gwen, hacer magia requiere mucha energía y no creo que Moira quiera perder su tiempo y su energía en ti.

Phoebe frunció sus labios y no dijo nada. Quizás fue consciente de que sus comentarios no llegaban a ninguna parte. 

—Ruby, yo te elijo a ti—dijo MoiraTe noto decaída... ¿Verdad o reto?

Retocontestó. Fue la primera en elegir esa opción. 

Me di cuenta de que Moira hizo un pequeño mohín al escuchar su elección. 

—Te reto a que digas lo primero que pensaste de Nina. 

¿Pero qué...?

Miré a Moira, pero ella estaba demasiado concentrada en escuchar la respuesta de Ruby. Si no fuera por la música, el silencio hubiese resultado demasiado incómodo.

—Vamos, Ruby. No seas tímida. Ella no se va a enfadar. 

Ruby posó sus ojos en mí. ¿Cuál era la finalidad de esa pregunta?

—Lo mismo que pensé cuando yo llegué aquí—se giró hacia ella—. Que no debería estar aquí. Ni ella, ni yo, ni ninguna de nosotras. ¿Verdad o reto, Cora?preguntó seguidamente. 

Verdad.

¿Estás intentando sabotear el trabajo de alguna de nosotras?

Cora se quedó atónita, al igual que el resto de personas que estábamos allí. Abrí los ojos, sorprendida y miré a Gwen, que a diferencia de mí, tenía una expresión serena. 

¿Enserio me acabas de hacer esa pregunta?—soltó una risotada.

—¿Crees que bromearía con algo así?

La sonrisa se esfumó de su rostro. 

—No—confesó—. Pero siento que hayas desperdiciado tu oportunidad conmigo. No soy la única que tiene secretos aquí.

Sus palabras estaban cargadas de razón. Todos los allí presentes guardábamos secretos. Tanto los falsos brujos, como las siete maravillas de Morgan.

—Es sólo un juego—Cleo intentó suavizar el ambiente—.Cora, es tu turno.

¿Verdad o reto, Phoebe?

Verdaddijo mientras una sonrisa tiraba de sus labios.

¿Alguna vez has matado a alguien?

El rostro de Phoebe palideció. Cerró los ojos y espiró con fuerza. 

Sí—un escalofrío recorrió mi columna—.El pasado no es algo que podamos cambiar y tú lo sabes mejor que nadie.

***

A diferencia de la mayoría de nosotras, los chicos evitaron hacerse preguntas personales. Tras el juego improvisado, cada uno volvió a lo que estaba haciendo anteriormente. Cleo me ofreció un vaso con un líquido ambarino, pero lo rechacé amablemente y ella no insistió. El tiempo parecía transcurrir con lentitud, pero los cuerpos de mis compañeros cada vez estaban más cerca. Tuve la intención de irme con Gwen, pues ambas estábamos solas, pero su mirada me indicó que lo mejor era mantener las distancias. Situada a poca distancia de la puerta y deseando salir por la misma, divagué en mis pensamientos. El doble sentido impregnó cada pregunta y cada respuesta. Las reacciones estuvieron cargadas de sinceridad. Ni el rostro de Gwen ni el de Phoebe salían de mi mente y todo eso se unía a lo que sucedió ante de ir a esa ridícula fiesta. 

—¿En qué estás pensando?

Los profundos ojos azules de Kai estaban fijos en los míos. No fui consciente de lo cerca que estaba de mí hasta el instante en el que rozó mi mejilla con el dedo índice. Me aparté y sonreí brevemente. 

—En nada en especial. Sólo estoy un poco cansada. Creo que no tardaré en irme. 

Rodeó mi muñeca con cuidado y habló en voz baja.  

—Más bien pareces aburrida. ¿No vas a beber nada?

—No. Además, no me encuentro muy bien.

—¿Es por lo que ha dicho Phoebe?

Lo miré de nuevo, pero hubo algo en sus ojos que me hizo sentir extraña.  No parecía el de siempre. El tono de su voz y su forma de actuar era diferente.

—No tiene nada que ver con ella. 

Coloqué mi mano libre sobre su muñeca y traté de apartarlo. Estaba comenzando a ponerme nerviosa. Kai bajó su mirada y suspiró.

—Lo que has dicho, ¿es cierto?

—¿A qué te refieres?

—A nosotros.

¿Nosotros?

—Lo que sea que hayas bebido te está empezando a pasar factura—dije lentamente mientras daba un paso hacia atrás—. Somos compañeros y nada más. 

Traté de girarme con la intención de salir por la puerta pero volvió a atrapar mi muñeca.

—Espera, Nina...—sus ojos estaban más abiertos de lo normal. Un mechón de pelo rubio se deslizó por su frente al inclinarse en mi dirección—. No...no te vayas. 

—Me estás haciendo daño, Kai—en ese instante me soltó y se llevó una mano al pelo, desordenándolo. Chasqueó la lengua y abrió la boca con la intención de hablar, pero levanté la mano—. Me voy ahora mismo. Será mejor que tú tampoco tardes en mucho en irte a descansar.

Coloqué la mano sobre el pomo de la puerta, la abrí y salí de allí como alma que lleva el diablo. Cuando me llevé la mano al corazón, noté la velocidad con la que latía. No sabía si el resto nos había visto, pero de lo que estaba segura era de que la actitud de Kai fue de lo más extraña. La próxima vez que nos viéramos se mostraría profundamente arrepentido. Casi podía visualizarlo. 

Sacudí la cabeza y traté de poner orden a mis pensamientos.

Tenía asuntos más importantes de los que ocuparme porque mis recuerdos no iban a volver por arte de magia


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