5.

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Advertencias: Yoongi!Alfa x Hoseok!Omega. Temática de mafia. Smut. Narración de prostitución. Angst, drama, fluff, y un montón de otras cosas.

... A él no le importa que haya recorrido un mal camino en Los Ángeles...

Hoseok atrajo la atención inmediata de todas las personas en el club la primera noche que bailó, porque Jaesang dijo que era un omega nuevo y virgen.

Jo le dijo, el día anterior, que los alfas adoraban la carne joven y pura. Por eso mismo, sumado al anuncio de un nuevo omega que no fue tocado por nadie, le pusieron un baby doll blanco, que apenas cubría sus muslos. El maquillaje era ligero y un poco conservador, no tan exagerado como los que otros omegas usaban, pero que en el rostro juvenil de Hoseok se veía bonito.

―Tienes el derecho a decidir si aceptas la oferta que te haga un alfa ―le dijo Jaesang, detrás del escenario―, les daré un cuarto en el tercer piso, pero si se pone violento, puedes gritar por ayuda. Dejaré a un guardia apostado detrás de la puerta.

Hoseok bailó dos canciones en el escenario, sintiendo enseguida la excitación y euforia en su cuerpo al ver las miradas de deseo en él. Al ver la forma en la que todos esos alfas, que en cualquier otro momento no le observarían dos veces, lo deseaban ahora. Cuanta hipocresía, pero Hoseok lo disfrutó por completo.

Él nació para eso, para ser deseado, anhelado, adorado, amado.

―Ofrecieron cinco millones de wons por tu virginidad ―le dijo Jaesang, minutos más tarde y con los ojos brillando por la codicia.

―¿Quién? ―preguntó Hoseok, sorprendido.

―Choi Seunghyun ―respondió Jaesang, apuntando con el dedo a un punto en la multitud―. Un multimillonario que viene aquí de vez en cuando. Nunca me ha dado problemas y mis chicos dicen que es amable con ellos. Si eres bueno, puede que te deje propina y eso será para ti, Hoseok.

El omega observó al alfa alto, sentado en la barra, que le observaba también a lo lejos. Era guapo, con su rostro alargado y cabello negro.

―Está bien ―aceptó Hoseok, con los nervios acompasando su estómago.

Seunghyun tomó su virginidad esa noche, en medio de esas sábanas de seda y gemidos escandalosos que soltaba el omega. Fue amable al inicio, demasiado, tomándose su tiempo para follárselo. Pero una vez vio que el chico bajo él era un desastre sudoroso, lleno de lubricante y recibiéndolo con facilidad, fue más rudo.

Se lo folló tres veces, eyaculando todas las veces en el rostro del chico. Estaba prohibido que se corrieran dentro de ellos, a menos que los omegas aceptaran.

―Así te ves bonito ―le gruñó Seunghyun, frotando su polla sobre la mejilla del chico la última vez, soltando un poco más de esperma―, como la putita usada que eres, Hobi.

Aceptó el insulto con una sonrisa complaciente. ‹‹Acéptalo››, le había dicho Jo días atrás, ‹‹a ellos les encanta recordarte que no vales nada para ver cuanto poder tienen sobre ti. Recibe esas palabras y conviértelas en un escudo, que no dejes que te afecte. Tú vales más que eso, pero ellos no tienen por qué saberlo. Puta y todo, vales más que esos idiotas, Hobi››.

Pagó su deuda mucho antes de lo que esperaba, en sólo diez días, lo que fue un tiempo récord. Hoseok era el omega más joven del lugar, por lo que encantó a las personas que iban con facilidad. El hecho de que fuera sólo un adolescente, a pesar de que las leyes lo declaraban mayor de edad, parecía excitarlos más.

De esa forma, poco a poco, Hoseok comenzó a ganarse una reputación como el omega más cotizado del club. Jaesang aprovechó para subirle el precio de la compañía del chico, y a medida que el precio aumentaba, el omega iba teniendo más y más ganancias. Gracias a eso, en poco tiempo, logró alquilar su propio departamento, en el mismo condominio donde Jo vivía. Podía ser capaz de gastar el dinero en ropas y joyas caras, y ya no pasaba ni hambre, ni frío, ni necesidades.

Hoseok sabía que tomó la decisión correcta el día que le rogó a Jo por ese trabajo. Puta y todo, como decía su mejor amigo, su vida era mucho mejor que la de cientos de omegas mujeres que siempre le miraban con desprecio por ser macho. Que cientos de alfas y betas que lo despreciaban por las calles y tenían trabajos que apenas les daba para vivir.

A esas alturas, con lo que ganaba, no iba todas las noches al club. A veces, algunos clientes lo llamaban para ir al departamento del chico o llevarlo a algún motel, y Hoseok iba con ellos, porque así el dinero iba exclusivamente para él, nada de darle una parte a Jaesang. El alfa lo aceptaba sin problemas, él siempre decía que no obligaba a sus omegas fidelidad completa. La diferencia era que, en el club, ellos iban a estar protegidos de alfas violentos que querían propasarse. Fuera del club, él no tenía poder alguno para protegerlos.

Hoseok lo aprendió por las malas, cuando un cliente, con el que ya estuvo varias veces y le llamó a un motel, quiso hacer cosas con las que el omega no se sentía cómodo. Cuando el alfa se puso pesado e insistente, Hoseok quiso agarrar sus cosas e irse, pero fue un error. El tipo se enfureció y lo golpeó, antes de forzarlo a follar, y el omega decidió desde ese día irse con más cuidado.

―Esos idiotas se creen nuestros dueños ―le dijo Jo más tarde, poniéndole un hielo sobre su ojo morado―, pero nosotros somos libres. Almas libres que jamás podrán apresar, Hobi.

―¿Te ha pasado a ti? ―preguntó Hoseok, que en ese momento tenía dieciocho años. Sus ganas de llorar eran enormes, tanto por el dolor como por lo que ocurrió.

―Sí, a todos nos ha pasado ―respondió Jo, su voz triste―, y no podemos denunciarlo, porque a nadie le importa.

Cuando tenía veintidós años recién cumplidos, fue que conoció a Yoongi.

Esa noche, el alfa le dijo que iba a ir a Jeju el fin de semana y buscaba alguna compañía que le satisficiera. Mencionó que desde que lo vio quedó encandilado por su sonrisa, así que quería aventurarse con él, y pagaría muy bien por sus servicios.

Hoseok no estaba muy convencido con la oferta, pero Jaesang tuvo que intervenir en favor de Yoongi. El omega no lo había entendido bien al inicio, el por qué su jefe habló bien del alfa, sin embargo, luego se dio cuenta del motivo.

Al fin y al cabo, a Jaesang le gustaba mantener un perfil bajo a pesar de todo. E irritar a Yoongi porque alguno de sus muchachos lo rechazó podía terminar por afectarle.

―Está ofreciendo siete millones por los dos días, es un buen panorama ―le dijo su jefe, con su voz un poco nerviosa―. Además... A pesar de que es un cliente que no viene mucho por aquí, nunca he recibido quejas de nadie.

―Es un buen cliente ―intervino otro omega, Wonwoo―, pasé una noche con él hace meses y fue amable y bueno. Me dio de propina un millón de wons.

―Te tratará bien ―agregó Jo―, también le conozco. Jamás ha dado problemas y no viene siempre, sólo cuando tiene tiempo libre. Puede que después de esto, desaparezca por otros siete meses. No debes preocuparte, Seok.

Con todas esas referencias, Hoseok terminó aceptando y metiéndose en ese gran embrollo.

No podía dejar de llorar, ni siquiera cuando llegaron a casa en poco más de una hora. Su rostro dolía por las heridas que le provocaron los cristales rotos de la ventana y Namjoon dijo que era mejor no tocarlas, por si tenía restos metidos en sus heridas que podían provocarle una infección más adelante. A eso, se le sumaba por supuesto la preocupación por Yoongi y lo que podía ocurrirle. Ni siquiera quería pensarlo, pero... pero...

¿Qué haría si Yoongi perdía la vida en todo ese enfrentamiento?

Una vez se bajaron, Jungkook lo condujo al interior de la casa, llevándolo al cuarto de Yoongi. No, el cuarto que compartía con Yoongi. Él había dicho que era ‹‹nuestro››, de los dos. No sólo de uno.

El mayordomo Kang Haneul apareció con el botiquín de emergencias. Hoseok sabía que el viejo hombre poseía un curso de enfermería en caso de que ocurrieran estas cosas, teniendo que hacerse cargo de las heridas de Yoongi y sus hombres cuando era necesario. El omega permitió que limpiara sus cortes, quitando los restos de vidrio con una pinza y poniéndole unas gazas pequeñas en las zonas afectadas.

―¿Me quedarán cicatrices? ―preguntó, su voz temblando.

―No ―respondió Kang―, fueron heridas superficiales, omega Min.

―Qué bien ―suspiró Hoseok con alivio―, debo estar bonito para mi Yoongi ―observó el pijama que Jungkook le dejó a un lado, mientras Kang ordenaba sus cosas.

―Debes dormir ―le dijo Jungkook, serio―, ha sido un largo día, Hoseok.

El omega lo miró unos segundos antes de sacudir su cabeza. A pesar del dolor de las heridas, no quería descansar. No podía descansar mientras el alfa estaba fuera luego de lo que había visto.

No es como si hubiera pasado noches sin dormir con él. A veces ocurrían ese tipo de cosas, en las que Yoongi no iba a dormir para atender algunos negocios, y Hoseok procuraba no hacer preguntas indiscretas. A él no le gustaba meterse en los negocios de Yoongi. Sin embargo, cuando pasaban esas cosas, él siempre tenía la seguridad de que Yoongi iba a volver con él por lo mismo. Mientras menos supiera, entonces se mantenía ignorante respecto al peligro que corría el alfa, y quizás era una estúpida forma de mantenerse en la fantasía de que Yoongi estaría bien. Sin embargo, servía. Él sabía que el alfa iba a regresar en la mañana siguiente, o en unos días, y lo haría suyo otra vez.

En cambio, ahora, con los disparos resonando en sus orejas, con las balas rompiendo los vidrios y viendo a Yoongi sacar su arma, sólo había incertidumbre y miedo y pavor.

―No, bajaré al primer piso y le esperaré en la sala de estar ―le dijo, con la voz volviendo a temblar―, así, cuando él vuelva, me verá a mí primero. A él le gusta tomarme cuando regresa de estas cosas, estará tan feliz cuando me vea...

―Esas no fueron sus instrucciones, omega Min ―le interrumpió Haneul, poniéndose de pie―. El señor Min ordenó que usted permaneciera en esta habitación hasta su llegada, y eso es lo que va a hacer.

―Pero...

Los dos betas ignoraron su barboteo tiritón, se giraron y caminaron hacia la salida. Hoseok tardó en reaccionar, atónito por el accionar de ellos, y a los pocos segundos, cuando vio que se marchaban, se puso de pie y caminó detrás de ellos.

―¡No, no me quedaré aquí! ―gritó, pero ambos lo ignoraron―. ¡No pueden...! ¡No voy a quedarme en este lugar a esperar a Yoongi! ¡No pueden hacerme esto! ¡Jungkook! ¡Haneul!

Hicieron oídos sordos, y Jungkook abrió la puerta. El primero en salir fue el mayordomo y Namjoon entró, agarrando a Hoseok por los hombros para hacerlo retroceder.

―No quiero emplear la fuerza, Hoseok ―le dijo Namjoon, su tono serio―, pero lo haré si te pones impertinente.

Jungkook salió de la habitación sin darle otra mirada y Namjoon lo empujó hasta sentarlo en la cama, antes de caminar con rapidez a la puerta. Hoseok, tan fuera de sí, se dio cuenta demasiado tarde de lo que iba hacer, y fue detrás de él lo más rápido que pudo, pero la puerta se cerró en su cara. Agarró el pomo, sin embargo, la cerraron por fuera con llave, y se puso más histérico de ser posible.

Yoongi. Yoongi. Él quería a Yoongi. Necesitaba a Yoongi.

―¡No, ábranme! ―lloró Hoseok, golpeándolo con sus puños―. ¡Óiganme, malditos, ábranme! ¡Ábranme! ¡ABRAN AHORA!

Las lágrimas comenzaron a salir sin control alguno, humedeciendo sus mejillas y cayendo al suelo a medida que golpeaba la puerta, sin querer detenerse. No podían dejarlo encerrado, ¡Hoseok haría ruido toda la noche de ser necesario, para que nadie en esa casa durmiera!

Gritó y gritó para que abrieran, hasta que su garganta comenzó a arder y doler, hasta que su cabeza empezó a palpitar en dolor. En algún punto de la noche, supuso al día siguiente, cayó dormido en el suelo, en la suave alfombra, con lágrimas secas en el rostro.

Despertó cuando escuchó el click de la puerta, horas después, con la habitación iluminada por el sol. Se enderezó con los ojos hinchados por el sueño y las lágrimas derramadas, con la cabeza palpitándole en dolor y, sin embargo, miró con esperanza allí, esperando que Yoongi apareciera con esa característica sonrisa arrogante que siempre traía encima.

Sí, el (su) alfa aparecería sonriéndole, regañándole como si hubiera hecho una travesura para proceder a tomarlo. Hoseok necesitaba que lo tomara e hiciera suyo.

Sin embargo, Haneul entró cargando una bandeja con su desayuno.

―¿Durmió en el suelo, omega Min? ―exclamó el mayordomo, sorprendido.

―¿Dónde está Yoongi? ―respondió Hoseok, aturdido y con el corazón apretado al ver que no era Yoongi. Su voz fue un graznido.

―Vaya a la cama ―ordenó Haneul―, el señor Min no estará contento con esto. Cuando escuche lo que hizo...

―¡No me importa! ―gritó el omega, sin importarle si era grosero con el hombre mayor. Se puso de pie y quiso salir del cuarto―. ¡¿Dónde está Yoongi?!

Namjoon apareció detrás de Haneul, agarrando a Hoseok del brazo. El omega se percató en ese momento de que tenía una marca allí, de donde Yoongi le agarró el día anterior con fuerza para arrastrarlo fuera del auto cuando quiso ponerlo a salvo.

―A la cama ―le dijo el alfa―, deja de gritar ahora, te estás desgastando.

Hoseok trató de empujarlo para que lo soltara, pero por dios, Namjoon era demasiado fuerte. Apenas y logró moverlo un paso.

―El señor Min regresará cuando lo estime conveniente ―dijo Namjoon―, deja de hacer un escándalo o no tendré más que atarte en la cama.

―¡Atrévete y te mato! ―gritó Hoseok.

Namjoon sonrió y el omega tuvo un escalofrío. Vale, sabía que el alfa podía hacerlo sin mucho esfuerzo.

―Quiero a Yoongi ―gimoteó, tratando de recurrir a otra estrategia para lograr su cometido. Trató de verse lastimoso, aunque no era necesario poner mucho esfuerzo en eso.

Haneul le dejó el desayuno en la pequeña mesa que el cuarto tenía, marchándose, y Namjoon también se fue segundos después. Hoseok no trató de salir corriendo, sabiendo muy bien que apenas lo intentara, el alfa lo agarraría para atarlo.

Aunque eso no quitó que Hoseok gritó y suplicó que le abrieran otra vez, pateando la puerta, aunque con nulos resultados. De la rabia, lanzó la bandeja al suelo y quebró la taza con té humeante, que se derramó en la alfombra.

Eso, por supuesto, no le hizo gracia ni a Namjoon, ni a Jungkook, ni a Haneul. No les quedó más que usar la fuerza para que el omega comiera algo: mientras una de las sirvientas limpiaba el desastre de Hoseok, Namjoon le agarró la mandíbula y obligó a abrir la boca a pesar de que previamente el omega los amenazó con que Yoongi se enteraría y los despediría a los tres (lo que, francamente, no iba a pasar). Haneul le alimentó de esa forma, como un bebé, y el omega nunca se sintió tan humillado como en ese momento desde que llegó a aquella casa.

Para la cena, decidió comer por incentivo propio y así evitar una nueva humillación, bajo la mirada de Namjoon. Se sentía como un niño pequeño que actuó mal y ahora estaba siendo castigado.

―¿Dónde está Yoongi? ―preguntó una vez acabó, esperanzado de obtener una respuesta de ellos. Haneul le había hecho también un cambio de gasas en sus cortes.

―Está bien ―le dijo Jungkook, calmado e indiferente a su mirada de cordero―, sólo se hace cargo de sus negocios, Hoseok. Ahora, a dormir. Si vuelves a quedarte dormido en el suelo, te ataremos a la cama todo el día de mañana.

Sabía que no iba a obtener más palabras de ellos y que eran capaces de cumplir la amenaza dada, así que no hizo otras preguntas. Sólo se puso un pijama de dos piezas, acostándose en la cama bajo la mirada del asistente de Yoongi. Una vez lo vio listo, Jungkook apagó la luz, repitiéndole que era mejor que no volviera a dormir en el suelo. Cuando quedó solo, Hoseok se dijo que una vez estuvieran todos durmiendo, iba a tratar de escabullirse por la ventana.

Aunque falló miserablemente: el omega estaba tan cansado que apenas la oscuridad en el cuarto apareció y cerró sus ojos un instante, cayó dormido.

No tuvo ningún sueño por lo agotado que estaba, sin embargo, despertó en la madrugada cuando el ruido de la puerta siendo abierta de golpe resonó.

Trató de enfocar sus ojos hinchados por el sueño en la figura frente a él. La luz se prendió y Hoseok los cerró, desorientado por completo.

―Bebé.

Abrió su mirada de golpe, observando a un agotado y cansado Yoongi caminar hacia él apresuradamente. Echó las frazadas a un lado, abriendo la boca para hablar.

―Yoon–

No tuvo tiempo para ponerse de pie, ni siquiera pudo terminar de decir el nombre del alfa, porque el mayor lo agarró de la barbilla y le estampó un beso profundo y duro en la boca. La lengua del mayor acarició sus labios antes de penetrar en su cavidad bucal, arrancándole un gemido suave.

Por dios, por dios, eso era lo que necesitaba Hoseok, eso era lo que tanto quería. Yoongi estaba con él, haciéndolo sentir tan necesitado, tan desesperado por su contacto, y él no quería soltarlo nunca más. Yoongi estaba con él, a salvo, no le hacía falta nada más en ese momento.

―¿Estás bien? ―le preguntó el alfa al alejarse, acariciándole las gasas sobre su rostro―. Oh, bebé...

―Estoy bien, estás conmigo ―dijo Hoseok, pero se fijó entonces en algo. Yoongi andaba con una camisa que, en el brazo izquierdo, subiendo por el hombro, tenía restos de sangre―. ¡Estás herido!

―No, fue hace varias horas ―le dijo el mayor, indiferente―. Un disparo en el brazo, pero fue sólo un roce. Estoy bien.

―No, no, acuéstate ―lloriqueó el omega, tan preocupado y sólo queriendo abrazarlo para nunca soltarlo―. Yo te atenderé, yo voy a cuidarte, ¿está bien? ―tiró de él para sentarlo en la cama, desabotonándole la camisa―. Te extrañé tanto, tanto, ¡nunca más vuelvas a hacerme esto!

El alfa dejó que Hoseok le quitara la prenda sucia. El menor observó el vendaje que llevaba, limpio e impoluto, y le dio un beso en el cuello, temblando. Escuchó la puerta de la habitación siendo cerrada, pero no le importó, ahora estaba con Yoongi. Su Yoongi.

―Jungkook me dijo que te portaste horrible ―se rió el alfa, permitiendo que ahora le quitara el pantalón y los zapatos―. ¿Fue así?

―Jungkook puede irse al diablo ―replicó Hoseok, volviendo a besar a Yoongi en la boca―. ¿De verdad estás bien?

―Nunca te he mentido ―le dijo Yoongi.

El omega sonrió con felicidad ante las palabras que escuchó, sintiendo como su interior estaba temblando de la alegría. No se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba a Yoongi hasta ese momento, y de pronto, la realidad lo golpeó. Necesitar tanto de un alfa, que sólo lo tenía allí para follar. Desesperado por verlo, por sentirlo, por tenerlo a su lado, como si Yoongi fuera su pareja, su esposo, su alfa.

Su alfa.

Eso no estaba bien.

―¿Pasa algo, Hobi? ―preguntó el mayor con su expresión preocupada.

Hoseok parpadeó, sacudiendo su cabeza. No. No en ese momento. No iba a pensar en eso, no cuando las últimas cuarenta y ocho fueron un golpe de emociones para él. Ahora, sólo iba a concentrarse en las caricias y los labios de Yoongi.

―¿Te puedo montar? ―le susurró Hoseok.

El alfa contestó con un beso.

Minutos más tarde, mientras el menor movía sus caderas y se dejaba caer sobre la polla de Yoongi, pensó brevemente que ese era un sueño muy bonito. Un sueño donde él era el omega de Yoongi. Ojalá pudiera quedarse allí para siempre.

¡gracias por leer!

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