Muérdago 🔞

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Las cosas habían cambiado mucho en los últimos meses para Cobb, desde que él y el mandaloriano se volvieron a encontrar las visitas del cazador eran cada vez más frecuentes. En las últimas semanas el mariscal incluso se había pasado por Nevarro donde él y Grogu vivían.

Al principio fue un gran shock para Cobb. El guerrero un día se presentó frente a su puerta con una nave de mayor tamaño prestada por un conocido y le preguntó si quería hacer un pequeño viaje.

Fue difícil negarse, era innegable que ambos disfrutaban de su mutua compañía y desde el encontronazo con Bane Cobb había tenido que tomarlo con más calma, delegando algunas de sus funciones en Freetown, se encontraba libre de obligaciones. Lo que nunca habría imaginado es que se le ofrecería la oportunidad de visitar Mandalore.

-¿Estás seguro de que les parecerá bien? (El mariscal estaba dubitativo, los mandalorianos podían ser reticentes a aceptar en su círculo a gente de fuera).

-Eres mi invitado, el planeta está muy tranquilo ahora, de hecho se están preparando celebraciones para esta época del año, la gente necesita un descanso después de tanto trabajo.

-Bueno, eso es otra cosa, no me dijiste que haría este frío (Vanth aseguró su abrigo de nuevo y frotó sus hombros para entrar en calor).

El mandaloriano emitió una leve risa mientras acurrucaba a Grogu en sus brazos.

-Lo siento, cuando entremos te encontrarás mejor.

La verdad era que había más cosas que el mariscal tenía en cuenta, la realidad era que aunque sentía algo por Djarin, su relación no estaba muy definida. Compartieron muchas cosas y fueron vulnerables el uno con el otro, al menos todo lo que podían dado la naturaleza de ambos, pero Cobb siempre temía cuando tenía que marcharse, los lapsos de tiempo siempre eran demasiado largos, eso le causaba un vacío en la boca del estómago.

Entraron en una gran sala iluminada a duras penas, había algunos muebles pero eran antiguos y estaban dispersos, como era normal cuando un grupo de personas se estaba instalando. Dos mujeres ataviadas con armadura se movían entre documentos, una de ellas lucía una brillante melena pelirroja y se volvió hacia ellos al oír la puerta. Cuando notó de quien se trataba sonrió, saludando al pequeño.

-Din, me alegro de que estés aquí, tenemos que ponerte al día de muchas cosas. ¿Este es el hombre del que nos hablaste?

-Bo-Katan (el mandaloriano asintió) Él es Cobb Vanth.

La mujer le tendió la mano con confianza.

-Din le ha mencionado en muchas ocasiones, la forma en que se conocieron es peculiar, derrotar juntos a un Dragón no se oye todos los días.

-Lo fue, aunque sí le soy sincero él hizo la mayor parte del trabajo.

-Sabes que eso no es cierto (Din le corrigió).

-Las historias son pasado sea como fuera esperábamos conocerlo hace tiempo (La otra mujer enmascarada alzó la voz).

-Ella es el Armero, se encarga de la fragua, es el centro de nuestra cultura.

-Es un placer (Vanth asintió con reverencia).

-Supongo que Din Djarin le informó de que habrá una ceremonia antes de la celebración.

-Por supuesto, ahí estaré señora.

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Las formalidades terminaron con rapidez y los acontecimientos siguieron su cauce sin incidentes, incluso ayudaron a la reconstrucción por el día. La habitación que les recibió al principio había sido acicalada y decorada con múltiples luces. La gente se paraba con frecuencia a hablar con Djarin y la mujer pelirroja (que resultó ser la líder del planeta) se acercó para informar de las novedades del asentamiento que eran bastantes. Grogu parecía completamente feliz de disfrutar de la comida y jugar con otros niños.

Din se volvió a acercar a la mesa compartida con una bebida que le ofreció a Cobb, acto seguido se sentó, alcanzando la mano del hombre, que el otro aceptó con gusto.

-¿Una larga noche? (El mandaloriano preguntó con un regusto amargo al final de la frase). Siento no estar más presente...

El mariscal emitió una risotada.

-Estoy bien, la verdad he pasado más desapercibido de lo que pensaba, por lo visto todo lo que hace tu gente lo hace a lo grande.

Din bufó de forma alegre.

Un grupo de mandalorianos más entusiasta de lo normal sostenían una pequeña planta que con disimulo fingido colocaron en la pared justo arriba de sus cabezas. La risa retumbó por la habitación.

El mariscal alzó la vista para ver que ocurría y sus ojos se abrieron con incredulidad. Se trataba de un muérdago, había oído que era una vieja costumbre en sitios fríos pero nunca tuvo la oportunidad de ver uno real.

-¡VAMOS DJARIN! No puedes traer a tu compañero para presentarlo en sociedad y que no sea bien atendido...(Los demás hombres vitoreaban y silbaban con estruendo, aunque también le pareció ver como Grogu aplaudía).

Ojeó a su lado para ver cómo su mandaloriano se encontraba mirando al suelo, cerrando y abriendo sus manos en puño. Se acercó todo lo que pudo a su casco para hacerse oír.

-Estas cosas suceden en las fiestas, no tienes por qué....

Pero entonces sucedió algo que no se esperaba, el cazador dudó un segundo hasta levantarse de la silla, llevando a su compañero con él. Din rodeó con un brazo sus estrechas caderas para acercar su cuerpo al de él. La respiración del mariscal se atascó en la garganta.

Luego los inclinó para que su espalda mirara a la mayoría de la multitud de modo que si alguien tuviera la más mínima visión de la parte inferior de su rostro, ese sería sólo Cobb. Luego, con la otra mano, levantó su casco muy lentamente...

Una de las manos de Vanth alcanzó el otro lado de su casco, ayudando a levantarlo lo suficiente de su cara para exponer su mandíbula y labios. Y entonces ambos se detuvieron. No podía ver. El ángulo hizo que su campo de visión desapareciera, a excepción del acolchado y la mecánica interna de su casco. Tendría que confiar en su compañero para hacer el resto. Lo sintió deslizar su otro brazo alrededor de sus anchos hombros.

Los siguientes segundos fueron confusos, sus labios se unieron en un suave roce de labios al principio, entonces fue como si algo poseyera la habitación y todo el ruido se apagara para quedar solo ellos dos, perdidos en el sabor del otro, al sentir que les faltaba el aire se separaron y el casco fue colocado en su sitio.

Cobb era la visión misma del regocijo, sus ojos estaban entrecerrados con picardía y las mejillas coloreadas en un suave sonrojo.

-Eso fue...

El mandaloriano solo se limitó a asentir, separándose a regañadientes del mariscal.

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Las horas pasaron y los invitados fueron marchándose, las bebidas ya estaban vacías y la comida se había acabado, lo que significaba dar por terminada la noche.

El mandaloriano acomodó a grogu en su hombro después de darse cuenta de que había caído rendido en una silla.

El mariscal acarició suavemente su espalda con los dedos.

-Parece que el hombrecito no ha podido soportar más, ¿cierto?

-Si...deberíamos dejarlo dormir, Bo-katan me ha dicho que le gustaría que se quedase con ella esta noche, hace tiempo que no se veían, iré a llevárselo.

-Te esperare...

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Después de despedirse de los mandalorianos que quedaban en pie se dirigieron a las habitaciones preparadas de forma improvisada para ellos.

El alojamiento era bastante humilde, solo contaba con una cama y una mesa, además de un pequeño cuarto para asearse.

Cobb se sentó pesadamente junto a la mesa mientras se refrescaba con un vaso de agua. Din se colocó en la cama para deshacerse de su armadura quedándose en traje de vuelo. Al final del proceso vaciló un poco, el silencio se volvió pesado hasta que el cazador lo rompió.

-Cobb...recuerdas cuando te mencioné la existencia de las aguas vivas.

-Si, me dijiste que era la única forma de redimirse en caso de transgredir el credo.

-Lo es, estuve allí una vez, el caso es que si fuera necesario podría volver....

El mariscal se levantó para recorrer la habitación, limpiando su frente con la mano.

-Eso quiere decir...¿Qué te quitarías el casco delante de mi?

Djarin sintió como su pulso se aceleraba.

-Me gustaría.

Vanth se sentó a su lado, agarrando con fuerza un puño de la sábana debajo.

El hombre acercó su frente a la parte delantera del casco de su compañero, sintiendo alivio en la superficie fría y levantó sus manos a los lados, pidiendo permiso, a lo que el mandaloriano reaccionó colocando las suyas y quitando la estructura de metal.

El aire frío del invierno le golpeó cuando su rostro quedó completamente expuesto, un rizo rebelde caía sobre su frente.

Su nariz rozó suavemente la de su pareja, viéndose inevitablemente atraído de vuelta a él, como una luna a su planeta de origen.

El beso no fue como el anterior, no era necesitado, tenían todo el tiempo del mundo y solo pretendía ser agradecido y derramar todos los sentimientos no dichos.

El mariscal se separó, acurrucándose en el cuello de Djarin simplemente sintiéndolo hasta que comenzó a depositar besos húmedos. Sus manos recorrieron la superficie completa de su espalda debajo de la ropa.

El cazador se estremeció, todos sus momentos de intimidad habían sido rápidos y sin desnudarse del todo, la sensación de sentir el calor de la piel era abrumadora.

-Quiero todo... ahora.

El mandaloriano emitió un suspiro con expectación ante el comentario. La ropa, que apenas contenía su pasión palpitante, fue desapareciendo hasta quedar completamente expuesto, la camisa del mariscal rasgada y olvidada en un rincón.

Djarin recorrió todo su cuerpo, usando sus labios en un suave roce, la simple sensación de su aliento caliente hizo que su control se desvaneciera. Llegó lentamente a su hombría endurecida por momentos y la pintó ávidamente con saliva usando la lengua sin introducirla en la boca. Las caderas del moreno se movieron involuntariamente contra el colchón buscando el tan ansiado alivio.

Vanth llegados a este punto no contaba con palabras, su compañero bajó hasta su entrada y la humedeció, esperando hasta introducir los dedos mientras gemía lastimeramente.

Cuando estuvo preparado el mandaloriano se colocó de rodillas, acariciándose a si mismo e inclinando la cabeza hacia atrás mientras chasqueaba con la mandíbula apretada, haciendo que su compañero disfrutara del espectáculo.

Finalmente sus miradas se encontraron, el mandaloriano que hasta entonces tenía los ojos cerrados los abrió dejando entrever unas pupilas completamente dilatadas, haciendo que sus ojos se vieran negros.

El mariscal arrullando dulcemente lo atrajo hacia si para que el hombre quedará por encima y lo besó con ansia.

El cazador sostuvo las piernas de su compañero para que envolvieran su caderas y se hundió en él. Los segundos se hicieron eternos hasta que el hombre se movió con vigorosidad.

Las embestidas provocaron un sonido húmedo que llenó la habitación hasta que la liberación abrumó a Djarin, abrazó completamente a su pareja con su cuerpo mientras ayudaba al otro hombre con la mano a seguirlo en el éxtasis.

Pasado un rato los dos hombres simplemente existían, el cazador se encontraba recostado bocabajo sin sábana, aún exponiendo su cuerpo desnudo. El mariscal estaba incorporado, sentado con la espalda sobre la pared, disfrutando de la tranquilidad adquirida.

-Din, ¿Puedo hacerte una pregunta?

Djarin solo emitió un sonido afirmativo soñoliento.

-¿Alguien que no sea mandaloriano puede bañarse en las aguas vivas?

El mandaloriano se incorporó confuso para mirar a su pareja que entonces contaba con una sonrisa divertida y traviesa enseñando los dientes.

El hombre se echó a reír provocando que un hoyuelo se formara en su mejilla, aprovechando el intercambio procedió a acomodarse perezosamente en el estómago del mariscal.

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