Mannequin Humain; Capitulo 4.

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Hay cosas que Chloe Bourgeois no entendía, las daba por insignificantes y jamas volvía a tratar de pensar en ellas, pero este era un tema grande el cual no se podía evitar, siempre estando en todos lados, restregándole en la cara cuanto le dolía pensarlo una y otra vez.

Era llamado ''amor'' lo que la rubia no entendía, ese sentimiento que ella parecía rechazar pero necesitaba como cualquier ser humano. Tenia cariño, el amor de su padre, el amor de su mejor amiga Sabrina, el amor de su amigo de la infancia Adrien, y por ultimo el amor lejano que alguna vez su madre le dio y del cual se cubría de sus enemigos imaginarios cuando pequeña.

Pero aunque tratase de evitarlo, parecía existir al rededor de ella, en cada minuto, cada segundo que ella caminaba por el gran parque que estaba cerca del grandioso hotel que su padre manejaba, donde ella vivía sola, algunas parejas iban de la mano, otras repartiendo cariño, sin importar que gente solitaria como ella les viera con repugnancia. 

Ella sentía el amor de la gente que conocía pero ella no sentía un amor propio hacia una persona en especial como en las novelas, libros, series e historietas. Hace tiempo que se resigno con quien llamaba ''amado'' lo cual era una mentira que hasta ella misma quería creer, pero era la soledad que la arrastraba a amar a alguien innecesariamente. 

Las mentiras que alguna vez salieron de su boca ahora eran parte de ella, haciendo que su alma doliese, que se enterraran en su corazón sin poder dejarla vivir en paz como ella quería.

No detestaba el amor, no podía hacerlo por que no lo conocía completamente como para odiar algo sin razón alguna. 

Abrió la puerta que daba al bonito café de la esquina donde su amigo de la infancia lo había citado un día antes, no se negó pero si había quedado sorprendida. Mantenían el contacto, claro, pero pocas veces el pedía salir o la citaba en un lugar. 

Adrien era una persona realmente ocupada, el ser modelo podía hacer que algunas veces el muchacho tuviera que viajar por unos días, donde regresaba mas cansado de lo normal. Le preocupaba. Sabia que los días que estaba libre los pasaba con su novia, Marinette, la chica cual hizo sufrir en secundaria.

Se topaba con la azabache pocas veces pero jamas la saludaba, el saber como le hizo sentir mal a alguien de tan buen corazón le oprimía el pecho y sin mirar atrás iba caminando con las mejillas rojas de la vergüenza.

Si Chloe tuviera la oportunidad de pedir disculpas al mundo por existir, lo haría sin pensarlo dos veces. Pero claro, las segundas oportunidades parecían ser un mito para alguien como ella.

  — Adrien, ¿estas bien? Te ves algo pálido— la rubia apunto al rostro del chico quien movió la mano con desdén resultando importancia. Puso las manos sobre la mesa con afán de apegarse mas a ella, como si fuera a contarle un secreto.— ¿Adrien, en serio estas bien? Me estas preocupando...

El de ojos esmeraldas tomo sus manos haciendo que Chloe se sobresaltara, confundida. Lo inspecciono de arriba a abajo; sus ojos estaban algo rojos, su cabello se veía despeinado a como siempre lo habituaba a peinar y su camisa se veía desacomodada. Sabia que el no era el chico que le diera importancia a comentarios de gente sobre el, pero, siempre lucia bien, por eso nunca se encontraban comentarios negativos hacia su persona.

  — Necesito tu ayuda, ¿de acuerdo, Bee?— Adrien uso el viejo apodo que dio a su amiga de la infancia. Las mejillas de la chica se tiñeron de un pequeño sonrojo. Jamas había gustado de ese apodo. 

Quito sus manos para mirarlo mal,  cruzándose de brazos frente a su pecho.— No me llames de esa manera, tonto. Sabes que me disgusta.

Adrien sonrió un poco al ver el puchero que su amiga estaba haciendo con los labios, dejando de actuar como solía ser usualmente. Habia momentos donde ella era totalmente natural, donde era verdadera, agradecía que lo compartiera con el.

  — Lo siento, Chloe, pero en serio necesito tu ayuda— su rostro volvió a ponerse desesperado, dejando ver la nueva faceta de Adrien que ella solía desconocer. Ella asintió dándole a entender que siguiera hablando. Soltó un suspiro y hablo.— Marinette esta enferma.

Los ojos azules zafiros de Chloe se abrieron en par al escuchar las palabras de Adrien, quien había guardado silencio para mirar la reacción de ella.

  — ¿En...enferma?

Adrien asintió repetidas veces mientras  sus ojos se aguadaron poco a poco dejando a la vista las lagrimas que ahora resbalaban por sus mejillas rojas. Un sollozo atropellado salio de su garganta.

— Esta verdaderamente mal, Bee, tienes que ayudarme.

¿Marinette enferma? ¿Como era posible que esa chica de buenos sentimientos y corazón fuerte estaba mal? Se sentía en un mundo alterno donde la gente buena es la que sufre las desgracias de la gente que es mala, cosas que ni siquiera ellos merecen. 

Sabia que la azabache no merecía nada malo en el mundo, nadie en el mundo merecía estar enfermo.

  — Te ayudare, Adrien, lo prometo— tomo sus manos, juntando una vez mas mirando como el chico se destrozaba en ahogados sollozos que atormentaban su pecho como dagas. Verlo de esa manera le hacia volver a la realidad de la cual ella quería escapar.

En este mundo cruel, hasta la gente que tiene buen corazón sufre sin saber la razón del por que, ¿sera nuestra vida pasada las que nos condena a castigarnos de esta manera? La vida no da respuestas, da señales, pero, ¿que clase de señal es esta?

Adrien termino llorando en sus finos brazos donde Chloe lo mecía un poco, tratando de calmar su llanto con palabras acogedoras que su Padre solía usar semanas después de que su Madre los abandono robándose un pedacito de ellos, que hasta el momento no se los había regresado.

Chloe también se resigno a esos pedacitos que ahora no pertenecían a ellos, si no a su madre.

  — Marinette no quiere que la ayude, Chloe...— las palabras salían atropelladas de sus labios. Chloe le miro sin entender.— Ella quiere morir, quiere que la deje ir, pero, no puedo dejarla ir... Es lo único que me queda.

De un momento a otro la tristeza que la rubia sentía desapareció para sentir una incontable furia sobre su cuerpo, haciendo que soltara al rubio quien le miro asustado por repentino brusco movimiento.

''¿Como es que ella, cuando lo tiene todo, no quiere intentarlo?''

Tapo su rostro, deteniendo las lagrimas de coraje que querían salir de sus azules ojos. No podía creerlo, se rehusaba a creer que Marinette se rendía.

  — Hablare con ella.


El viaje en el grande coche de la rubia fue en silencio donde ahora Adrien se veía un poco asustado de las acciones que podía hacer o causar la ira de la chica Bourgeois. Esta se mantenía en silencio con las manos sobre el volante, pero no podía calmarse, tenia tantas ganas de gritar y tratar de mandar todo a la mierda una vez por todas. 

Llegaron tan rápido que Chloe salio disparada a tocar la puerta sonoramente haciendo que Adrien saliera del auto para tomarla de los hombros. La rubia ni se inmuto, siguió tocando de esa manera hasta que la puerta abrió dejando ver a una azabache confundida que al ver a los dos rubios iba a soltar unas palabras pero la mayor no le dejo, empujándola un poco y pasando sin permiso.

  — ¿Chloe, que te hice ahora para que entres a mi casa de esa manera?— las palabras de la azabache sonaban molestas. Chloe rió sin ganas, dejando mas confundida a la azabache quien le miraba un poco hastiado. 

Adrien miraba a ambas con un rostro sereno. Marinette le miro esperando explicaciones pero este miro hacia otro lado para no toparse con los ojos azules de su amada novia.

  — ¿Que hiciste ahora? Dejame explicartelo...

''¡Ser una maldita cobarde!''

El grito resonó por toda la habitación dejando atónitos a la pareja quien miro como la rubia soltaba lagrimas mientras le miraba furiosa detenidamente. Se sentía tan impotente, tan miserable cuando ella quería segundas oportunidades, pero nadie se las otorgaba, cuando ella pedía a gritos a su madre pero nadie pasaba por la puerta, cuando fue aislada por sus compañeros cada vez que podían. Y ella lo sabia, que lo merecía todo, cada una de las pequeñas cosas que la dañaron, ella debía pagar por sus malos actos, ¿pero Marinette? Era injusto, totalmente injusto.

  — ¿Adrien, que le dijiste?

— La verdad— trago sonoramente.— Que quieres morir.

La azabache miro el suelo con suma atención y con voz rota pero a la vez decidida hablo.— Es mi decisión. 

  — ¿Por que, Marinette? ¡Lo tienes todo, una familia que te ama, un novio que te ama, amigos que te aman, no puedes pedir mas!  — Chloe señalo cada una de esas cosas con veneno en su voz. Se sentía aun mas miserable diciendo eso. 

  —  ¡Tal vez lo tenga todo, Chloe, pero no tengo salud! ¿Que clase de persona puede vivir sin ello? ¡Esto me pasa desde que tengo memoria, parecía que estaba controlado, pero no, tengo que vivir con esto, no hay cura, no hay razón para luchar! ¡Así que no soy una maldita cobarde!

Chloe guardo silencio antes de hablar con calma sin relajar su mirada.

  — Eres una cobarde, desde el momento que te resignaste a su enfermedad.

 Salio de la casa de la azabache con un sabor amargo en su boca, como si decir toda esa verdad de verdad le causaba algo feo en su ser. En los años que llevaba con esos sentimientos dolorosos, jamas se había desahogado, con nadie.

Condujo de forma rápida hasta llegar al primer semáforo el cual no vio que estaba en rojo, un claxon le saco de sus pensamientos llenos de furia reaccionando freno quedando frente a un muchacho de cabello pelirrojo que le miraba asustado, como si toda su vida hubiese pasado frente a sus ojos.

Salio de su coche pidiendo muchas disculpas sin importar que había mas coches a su alrededor esperando por la luz verde, hasta que vio el rostro de aquel joven que casi atropellada por culpa de sus pensamientos que la abstruso.

  — Chloe, cuanto tiempo— la risa que salio de sus labios llego a sus oídos haciéndola sentir nerviosa.— El primer encuentro y casi me matas, debes seguir molesta.

  — Hola, Nathaniel. 


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