Capítulo dos: Visiones

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Una mano firme se alzaba sobre el agarre de un refrigerador, para al abrir la puerta buscar su siempre bebida predilecta: una lata de cerveza. 

—Nada como una bien fría —mencionaba Logan, más conocido como Wolverine, antes de sacar sólo una de sus garras, para prácticamente partir la parte superior de la misma y así beberla como si fuera agua y él un hombre que a estado atrapado en el desierto por semanas.  

Una vez terminado el contenido, arrojó indiferente la lata al mismo tiempo que dejaba escapar un fuerte eructo, y con la mano en la nuca, caminó hasta la sala de la mansión, donde curiosamente la mayoría del equipo —Scott, Colossus, Arcángel, Jubilo, Storm, Kitty Pryde y Nightcrawler —se encontraban amontonados ante lo acontecido en la televisión.    

—Oigan... —intentó llamar su atención Logan, parando a por detrás de ellos mientras buscaba acomodar un poco su sombrero—, voy a salir por más cerveza, alguien se la está acabando. Si quieren algo, hablen a ahora o... ¡Oigan! —volvió a decir Logan al notar que no le estaban prestando atención—, ¿qué están viendo que es tan interesante? 

Y es que una vez Logan se acercara a la pantalla, notaría que en algún lugar de New York, un helicóptero de noticieros seguía la destrucción provocada por el normalmente, villano de Spider-Man: Rhino.  

Pero a diferencia de otras ocasiones, esta vez la destrucción que dejaba a su paso, no era por gusto o consecuencia de su propia maldad; era para salvar su vida. 

—¡Déjame en paz! —gritaba desesperado, y claramente cansado—. ¡Déjame en paz! 

Y entonces, al frente de las calles una figura descendió del cielo, una que presumía en su brazo derecho un antes reluciente escudo, que representaba la estrella del país al que pertenecía. En un primer momento la gente comenzó a aplaudir, incluso a adular al que obviamente era el Capitán América, pero eso sólo fueron los primeros segundos, pues las personas no tardaron en notar que aquel héroe no poseía media frente y carecía de la parte superior de la cabeza, y que su rostro, su rostro no era el mismo. Al tenerlo frente a él, Rhino se detuvo en seco, viendo entonces como aquella cosa gris sobresaliente de su cráneo —cosa que seguramente era su cerebro—, burbujeaba como si fuera el caldero de alguna bruja, hasta que finalmente una parte se desbordó y cayó al suelo. Y cual película de terror clase B, el Capitán América se inclinó un poco para recoger aquel pedazo, como si no fuera algo extraño. 

—Diablos... —fue lo que salió de su boca—. ¿Ves lo que provoca que me hagas perseguirte? 

Envuelto en un miedo sólo sentido por niños, Rhino tomó el camino del impulso consumido por el pánico. 

—¡Muere, maldito! —gritó a su vez que corría con su cuerno apuntado contra el Capitán América, pero lejos de que este quisiera esquivarlo, el héroe corrió a su encuentro con el escudo de frente, para al encontrarse, impactar el mismo en contra de las rodillas del villano, usando así su peso para que este saliera volando para caer a por detrás de sí boca arriba. 

—Gracias por el truco, Spider-Man —expresó en silencio el "capitán" antes de saltar encima del estómago de Rhino. 

—¿Qué estás hacie...? —la pregunta de Rhino fue interrumpida y a su vez respondida, cuando el filo del escudo de Rogers perforó su piel del estómago hasta lo más profundo, y entonces, como si ahora el escudo fuera alguna especie de cuchara, el antes héroe sólo hizo un poco de presión para así sacarle al villano todas las tripas de su estómago; tomando al instante una de ellas con ansias para llevársela a la boca y darle por fin ese primero y gran esperado mordisco, el cual fue seguido de más y más, cada uno más desesperado que el otro, llevando al héroe de América a encorvarse y devorar la carne con muchas más ansias. Esto evidentemente vino acompañado de los gritos y la pronta huida de los civiles. Todo mientras en la mansión, Kitty se tomaba de la boca rodeada de su equipo completamente inquietados y por qué ocultarlo, asustados. 

—¿Pero qué mierda...? —intentó preguntar Logan. 

...

En algún futuro lejano, y en algún universo, las ciudades antes alzadas al punto de rozar el cielo, estaban completamente destruidas, casi y consumidas. Lo que alguna vez fueron edificios, ahora eran pequeños escombros y residuos de polvo tóxico. Y en medio de ello, una pisada firme, de colores carmesí, hacía acto de presencia. Él... era Iron Man.  

—Al habla Tony Stark —decía el héroe de hierro mientras detenía su andar, con el casco de su armadura escaneando el escenario de frente—. Estoy a pocos metros de llegar a La granja. Por el momento, mi radar para detectar residuos cósmicos, no me ha alertado de ninguna amenaza pronta, pero les recomiendo de todos modos, mantenerse atentos. 

—No te preocupes, Stark —hablaba un Spider-Man muy diferente al del pasado, caminando entre el antiguo y más sucio alcantarillado de la ciudad—. Tenemos un sentido arácnido, y un muy buen olfato aquí; es imposible tomarnos por sorpresa.

—Mejor deja de tentar a la suerte y avanza, Spider-Man, que ya estamos cerca —le ordenaba un Logan algo más viejo al frente de él.

—Me estaré comunicando —aseguró entonces Iron Man antes de despegar con su armadura zombiebuster, viajando a una velocidad moderada; podría ir incluso más rápido, pero no buscaba llamar la atención de nada peligroso. Además, dentro de su casco, Tony podía ver una barra un poco por encima del rabillo del ojo, una que le mostraba la distancia restante para llegar a la llamada granja. El marcador estaba 70 km, pasando rápidamente a 66 km, luego 33 km, y finalmente a cero. Con esto marcado, Iron Man alzó los brazos para arquearse mientras bajaba la velocidad, aterrizando con mucho cuidado y sin hacer mucho ruido—. Oh, por Dios —exclamó al ver que frente a él, se alargaban a kilómetros fuera de los límites de la vista, algo similar a establos, como los usados para las vacas, pero en vez de vacas..., humanos. 

No mucho después de lo visto por Iron Man, Spider-Man y Wolverine vagaban por pasillos algo estrechos, con puertas y puertas a sus lados, similar a una prisión. 

—Maldición, si no me dijeran que esto es el edificio Baxter, te juro que no lo reconocería —decía al aire Spider-Man, mientras caminaba por detrás del mutante más fiero de todos—. ¿Captas algo? 

—Sí —respondió Wolverine—, puedo oler a personas, en cada una de las puertas, pero hay algo más. Un aroma extraño, no creo que estén en las mejores condiciones. Spidey, no sé si nos vaya a gustar lo que vamos a ver. 

—No creo que eso esté en discusión, Wolverine —aseguró en un tono mucho más serio el héroe arácnido, parando para girar a su derecha, mirando entonces a una de las puertas—. No importa el estado en el que estén, son personas que necesitan nuestra ayuda. Empecemos por esta. 

—Tú mandas —aseguró Logan antes de sacar sus garras, para así encaminarse al marco de aquella puerta y rasgar los controles de seguridad, sólo para que entonces la puerta en cuestión se deslizara hacia arriba, dejado un eco por detrás de sí, algo aterrador. 

Lamentablemente, Logan tenía razón, pues lo que había ahí dentro no era nada agradable de observar, pues se encontraba un hombre desnudo y desnutrido hasta los huesos, penetrando sexualmente a una mujer que se encontraba de espaldas y recostada; con los antebrazos apoyados en el suelo y los glúteos alzados. Ambos estaban sucios, recubiertos en sus propios fluidos, encadenados de las muñecas a cadenas que conectaban al suelo, y lo más aterrador, es que ninguno poseía mandíbula, sólo una lengua que colgaba en pleno aire. 

 —¡Santo Dios! —no pudo evitar expresar Spider-Man, notándose la impresión cuando los ojos de su máscara se alzaron, y Wolverine, no podría expresar más sorpresa, asco y terror en las gesticulaciones de su cara. 

Pero entonces, la puerta que daba la entrada a ese cuarto, volvió a cerrarse de manera violenta, dando paso a una alerta acompañada de una luz roja. 

—¡Maldición, mi sentido arácnido no para vibrar! —avisó entonces Spider-Man, girando a ambos lados del pasillo, todo mientras Logan olfateaba—. ¿Captas algo? 

—Sí... —aseguró el mutante antes de ponerse a espaldas del héroe con las garras desenfundadas, para que cada una defendiera uno de los dos costados del pasillo—, era una trampa

De ambos lados, zombies normales, desnudos y sin mandíbulas corrían hambrientos hacia ambos héroes. 

Maldita sea —expresó Spider-Man. 

Al mismo tiempo, Iron Man se paseaba entre los establos, las personas ahí no eran diferentes a los que habían encontrado Spider-Man y Wolverine; estaban desnudos y sin mandíbulas, sentados entre su propia orina y eses; con algo similar a un suero conectado a sus muñecas. 

—No puedo creer esto —decía el héroe mientras más avanzaba entre el lugar—, ¿pero qué les han hecho? —Mas los problemas no podían faltar, revelándose en una voz femenina y robótica que apareció dentro del casco, la cual dictaba 'Atención, amenaza cósmica detectada'. —Oh, rayos. 

Unas gemas de diferentes colores —amarillo, azul, rojo, morado, verde y naranja —sobresalieron del hombro del traje, y manipuladas a base de nanotecnología, se deslizaron hasta colocarse en el dorso y nudillos del puño derecho de Iron Man, el cual rápidamente se dio media vuelta para sobreponer su mano por encima de su cabeza, recibiendo entonces de lleno un poderoso rayo cósmico, el cual se deshizo a sus lados como si no fuera más que agua.  

—Bienvenido a La granja, Iron Man... 

—Giant-Man —habló envuelto en cólera el héroe de hierro—, ¿qué rayos le hiciste a estas personas? —preguntaba mientras con los brazos extendidos, señalaba a los establos. 

—Oh, ¿eso? Digamos que puedo estar infectado, pero no soy ningún tonto. Son comida, Iron Man. Pero no te preocupes, no saben realmente lo que pasa. Usando la tecnología Stark y algo de Alchemax, logré por así decirlo, operar sus cerebros para que sólo sepan atender sus necesidades básicas: dormir, comer, defecar y sobre todo y más importante, reproducirse. El tema de sus mandíbulas es que siguen sintiendo dolor, y a la hora de comer no quiero que griten. Es una buena forma de mantenerlos en silencio, ¿no lo crees? 

Iron Man giró un poco la cabeza, notando que en uno de los establos, había una niña pequeña, de apenas diez o doce años. 

—¡Estás enfermo, realmente me cuesta creer que alguna vez fuiste un héroe! 

—Bueno, creo que el tema de estar enfermo es algo obvio —aseguraba Giant-Man, mientras en vuelo, más villanos y héroes zombies llegaban para surcar alrededor de Iron Man—. Tranquilo, Tony, te prometo que no serás parte de La granja, eres una comida del momento, que no se puede guardar. Mejor ríndete, será más rápido así, ahora que los míos tienen poderes cósmicos, no tienes nada que hacer. 

En respuesta, del hombro izquierdo del traje, sobresalieron otras seis gemas del infinito, posicionándose ahora en la mano izquierda del traje, y cruzando los puños, Iron Man exclamó: 

—Estoy muy lejos, de estar indefenso. 

—¡No! —gritaba rodeado de un cuarto oscuro, Doctor Strange, el cual se encontraba con las piernas cruzadas, meditando; con una bola de cristal en la mano derecha. El impacto lo había hecho caer de manera brusca al suelo, soltando entonces por el golpe la bola de cristal, notando poco después que en su palma donde tenía sujeta la esfera, había sangre. —¿Qué...? Oh, no... —se dijo mientras se llevaba las manos al estómago—. ¿Qué me está pasando?, tengo..., tengo hambre. —Actuando de manera rápida, el hechicero supremo se puso de pie, e invocando algunos hechizos volvió a elevarse. —Por el poder del ojo de Agamotto, yo ordeno que lo que sea que haya cruzado la dimensión a través de mi bola de cristal, desaparezca de mi cuerpo, ahora

Se hizo presente entonces, un fuerte destello alrededor del cuarto oscuro, y completamente curado, Strange descendió en pie de vuelta al suelo, mirando entonces con cierto miedo la palma de su mano; la herida había desaparecido. Y suspirando de alivio, recobró su seriedad para así caminar con cierto ímpetu hasta la bola de cristal que se mantenía aún rebosante en el suelo; tomándola para una vez más, mirar adentro de ella. 

—¿Qué es lo que eres? 

...  

Mientras tanto, en las calles de New York, personas y personas huían envueltas en terror, fuera del área acordonada por los propios soldados de S.H.I.E.L.D., los cuales disparaban contra infectados que consumidos por el hambre, buscaban devorar a sus semejantes. Todo mientras en una azotea, el Coronel América flotaba en el aire, teniendo ambos brazos extendidos como Cristo. 

—Mantenlo ahí, Sue —ordenaba Mr. Fantástico un poco al frente del coronel, viendo como este forcejeaba contra el campo de fuerza de su esposa. 

—No creo que él, sea el problema —expresó Sue. 

—Mi hermana tiene razón, cerebrito —aseguraba la Antorcha Humana mientras sobrevolaba un poco por encima de aquella azotea—. ¿Cómo demonios vamos a detener a eso? 

En el suelo, Rhino ahora se encontraba de pie y con las tripas hacia afuera, con los ojos en blanco y los dientes sobresalientes; tomando a personas que se encontraban corriendo a su alrededor, y sujetándolas del torso las elevaba para así en arranques de hambre decapitarlos de un mordisco.  

—Lo siento, lo siento; en verdad, no soy así de malo —repetía mientras con brusquedad terminaba por devorar el cuerpo entero de un hombre—. Pero el hambre, el hambre es demasiado. 

—Ben está por encargarse de eso —respondió entre dientes Reed. 

Y es que lo que el presente zombie no sabía, es que el héroe conocido como La Mole, saltaba ahora del Fantastic-car, para descender de manera rápida al frente de su posición, exclamando al mismo tiempo aquella frase tan icónica de él. 

—Mole... —habló Rhino al notar su presencia—. Yo, de verdad quiero detenerme, pero no puedo... 

—¡El hambre! —fue lo último que gritó el villano antes de correr hacia Grimm con la mandíbula abierta. 

Por su parte, el héroe hizo lo propio y corrió en busca del choque contra el villano de Spider-Man, creando un pequeño temblor al colisionar. Mas lejos de lo que muchos pensarían, ninguno había realmente tumbado al otro, sino que se habían tomado de los hombros en una especie de concurso de fuerza. Y queriendo aprovechar la situación, el villano de Spider-Man quiso arrojar su mandíbula contra la cara del fantástico, más este en un movimiento rápido sobrepuso su antebrazo, notando entonces como algunos dientes del zombie se rompían al contacto con su piel de piedra. 

—Lo siento, colega, pero Grimm a la tártara no está en el menú hoy —aseguraba en bromas mientras de un potente derechazo, lograba mandar a volar varios metros a Rhino; notando como es que este se impactaba contra un camión. 

—Ben... —escuchó entonces la voz de Reed, desde un intercomunicador posicionado en su oreja derecha—, ¡no te expongas así! 

—Tranquilo, estirado —mencionaba confiado y relajado La Mole, tronando sus nudillos mientras observaba al villano ponerse en pie—. Me he enfrentado a Hulk a puñetazos y en los juegos de cartas, y le he ganado en las cartas. Este payaso no me va a resultar problemas. 

—No, Ben, ¿no lo notas? Rhino fue infectado por algo. Algo que vino por las mordidas del Capitán América a sus entrañas.

—Oh, cierto... 

—Tienes que... 

La Mole no pudo terminar de escuchar el mensaje, debido a que rápidamente tuvo que esquivar otra embestida de Rhino, el cual venía corriendo para cornearlo de frente. Mas mostrando nuevamente sus dotes en combate, Ben sólo saltó hacia su lado derecho, para así y con facilidad, atrapar el cuello del villano entre su antebrazo. 

—No será... No será tan fácil infectar estos bellos ojos azules, Rhino; será mejor que... 

Fuera de todo pronóstico por parte Grimm, Rhino logró tomarlo de los hombros para al arquearse, levantarlo por encima de sí como si de algún luchador libre se tratara. 

—¡Oye! —gritaba La Mole mientras se retorcía—, ¡eso no es justo, bájame o te...! 

La futura petición de Grimm fue cumplida cuando esté lo arrojó con brusquedad en contra de varios automóviles que se habían amontonado ante lo acontecido. 

—¡Ben! —gritaba entonces Johnny a la par que observaba que Rhino volvía a avanzar con intenciones de embestir de nueva cuenta a Ben, mientras este apenas empezaba a levantarse, sobándose la nuca. 

Pero lejos de estar indefenso, cuando Rhino estaba por impactar contra La Mole, este se alzó con un auto entre las manos, para golpear con este el lado derecho del zombie. Este apenas y tambaleó un poco, cosa que le sirvió a Grimm para sujetarlo de cuello y así estrellarlo contra el concreto del suelo. 

—¡Reed..., Reed, lo tengo! —comenzó a gritar La Mole, poco después de que se vio encima del mismo, con su antebrazo izquierdo haciendo presión en contra del cuello del villano—. Más te vale ejecutar tu plan para contenerlo, ¡ya! 

—Mole, tienes que matarlo —escuchó entonces en respuesta, una voz diferente. 

—¿Qué, quién habla? 

—Soy Nick Fury, director de S.H.I.E.LD., y no podemos permitir que esa cosa siga con vida... 

—Escucha muy bien, Fury, no sé quién te creas, pero Los Cuatro Fantásticos no... 

—Él tiene razón, Ben —escuchó de nuevo la voz de Richards. 

—Estirado, ¿enloqueciste? 

—Ben, sea lo que sea esto, no puede propagarse... ¡Sólo míralo! ¡Tiene las tripas de fuera, no puede estar vivo! ¡Biológicamente es imposible! 

—Mátame —escuchó entonces la voz de Rhino, logrando captar su atención—, mátame ahora que tienes la oportunidad, porque si no lo haces, no me detendré en devorar a las personas... El hambre es demasiado fuerte; el sabor tan... ¡tienes que matarme! 

Grimm cerró los ojos un momento, y suspirando entonces alzó su brazo libre con el puño cerrado, para así decirle: 

—En verdad lo siento, eras un criminal, pero no te merecías esto. —Y con estas últimas palabras, La Mole descendió su puño en contra de la cara de Rhino, la cual no estaba protegida por ningún tipo de capa extra. Viendo entonces estallar alguna especie de mezcla espesa y gris en vez de sangre normal. Y así siguió descendiendo su puño una y otra vez; cada vez más fuerte, manchándose de aquella grima grisácea hasta incluso en la cara. Una vez detuvo su ataque, notó que donde antes había un rostro, ahora sólo se encontraba un bulto grumoso y oscuro. —Reed... —exclamó suspirando antes de ponerse en pie—, está hecho.  

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