༺ diecisiete ༻

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

──Jiming, ¿qué ocurre? ──murmuró Agust, alarmado.

Sentí su presencia agacharse frente a mí aunque seguía con mis ojos cerrados, pero no quería que percibiese mi aroma así que lo aparté como pude con una mano en alto.

──Vete, por favor, vete de aquí ──pedí en un hilo de voz, notando las lágrimas de impotencia aparecer en mis ojos.

No podía creer que el hechizo se estuviese rompiendo a sólo una noche de la lucha más decisiva para el país, y no sólo eso, sino frente a Agust.

──Dime qué te pasa ──insistió, intentando alcanzar mis hombros, pero no le dejaba.

Mi cuerpo parecía arder en llamas y mi lobo había peleado tan fuerte contra mí para salir en busca del alfa que sentía escozor en mi interior, dolía tanto que apenas me quedaba aire y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro, quemando la piel a su paso.

──Jiming, por la Luna ──masculló──. Dime qué pasa, quiero ayudarte.

En ese momento me rendí. Abrí los ojos y busqué a duras penas su figura, que no tardó en rodearme con sus brazos. No importaba si descubría mi verdadera naturaleza, quería deshacerme del dolor punzante como fuese.

──Agust n-no puedes decírselo a... nadie ──balbuceé, escondiendo mi rostro en su cuello para buscar su aroma.

Él no dijo nada, pero al poco pude notar cómo expulsaba feromonas que calmaron paulatinamente a mi lobo, dejándolo prácticamente dormido.

──¿Jiming? ──susurró.

Luché por normalizar mi respiración y calmarme, pero aún me temblaba el cuerpo y las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas de forma silenciosa.

──Agust... ──Me quejé con un jadeo──. Yo- yo n-no quería...

Pero él me calló con un beso dulce, acunándome como si no le hubiese estado mintiendo todo ese tiempo.

──Tranquilo, primero recupera el aliento ──susurró sobre mi cabeza, procediendo a dejarme pequeños besos allí.

Cerré los ojos de nuevo y me encogí en su regazo, dejándome balancear en sus brazos un buen rato hasta que no sentí nada más que la calma de estar en su presencia.

──Hueles de maravilla ──susurró, inclinándose para buscar mi cuello──. A jazmín y...

──... Manzana. ──Suspiré──. Lo sé.

Poco a poco volví a abrir mis ojos, topándome con dos iris rojos de alfa puro con el mejor aroma que había percibido nunca. Estar en sus brazos se asemejaba a tumbarse en un lecho de hierba fresca y hojas otoñales.

──Omega entrometido. ──Rió con una expresión casi irónica──. ¿Qué mierda haces en el ejército?

Yo, agradeciendo que no me gritase o corriese a delatarme, sonreí.

──Llevar dinero a mi padre y hermanos pequeños ──expliqué con la voz débil aún.

──¿Estás bien? ──preguntó.

Asentí levemente, incorporándome un poco para al menos sentarme en su regazo. Con mi lobo de vuelta todo se sentía distinto, su cuerpo emanaba un calor peculiar y cualquier roce de su piel era como una canción de cuna.

Mi lobo se mantuvo sereno por su aroma, pero seguía pendiente del alfa mientras se acostumbraba a estar de vuelta, algo enojado conmigo, cosa de la que no le culpaba.

──No quería que lo supieras de esta forma, yo... ──Me pasé las manos por el rostro, dejándolas en mis ojos para ocultarme mientras hablaba──. No tenía otra salida, el hambre en casa era cada vez peor y todos somos omegas, no podía quedarme de brazos cruzados.

Dejé una pausa por si quería preguntar o reprocharme algo, pero él se mantuvo en silencio, escuchando pacientemente.

──No me gusta mentir, y no lo habría hecho si los omegas tuviésemos más oportunidades de llevar pan a nuestras casas. ──Bufé──. Así que le pedí a una bruja que anulase mi lobo para poder hacerme pasar por un beta y conseguir la recompensa militar pero...

Me detuve para tragar saliva y mirarlo, pero él frunció su ceño.

──¿Pero...?

──Pero no era permanente ──musité mientras posaba mi diestra sobre su corazón, notando sus rápidos latidos──. No si mi lobo encontraba a otro que lo despertase, a alguien que estaba destinado a corresponder.

Ante esa confesión él sostuvo mi mano y la llevó hasta sus labios para dejar allí un beso, sin apartarme la mirada. Sentí mil mariposas en mi estómago con aquel simple gesto, y supe que aun si moría en la lucha todo habría merecido la pena.

──¿Puedo hacerte una pregunta? ──susurró, sosteniendo mi mano con fuerza, a lo que asentí──. Tus sentimientos, tus palabras, tus besos... ¿Fueron sinceros?

Esa cuestión me dolió.

──Por supuesto ──aseguré, tomando su rostro con la mano contraria──, claro que me agradas y mi lobo no habría despertado de no ser por el tuyo, Agust sé que te rechacé pero... yo-

Antes de poder seguir hablando atrapó mis labios con los suyos, callándome de la forma más dulce posible.

──Tranquilo, no estoy enojado contigo ──susurró cerca de mí, acariciando mi mejilla──. Lo entiendo, de veras, y en parte me siento culpable.

Yo negué, rozando su nariz consecuentemente.

──¿Por qué?, tú...

──Hay algo que quería decirte antes del amanecer, omega ──susurró. Se acercó a besar mis carmines una última vez de forma lenta y paciente, casi como una despedida, cosa que asustó a mi lobo──. Yo tampoco he sido del todo honesto contigo.

Me quedé callado, sin comprender a dónde quería llegar. Entonces él soltó mi mano y rostro y se peinó el cabello hacia atrás. No podía ver mucho con esa poca iluminación, pero percibí perfectamente cómo estiraba de sus mechones azabaches hasta que dejó caer el lacio cabello rubio por su espalda.

No supe si reír, llorar, gritarle o salir corriendo en cuanto comprendí qué pasaba. Al final solamente me quedé en su regazo con una expresión seria, asimilando lo que veía.

──Agust no existe ──susurró──. Bueno, al menos no con ese nombre... y me arrepiento de no habértelo dicho antes.

Mientras mi vista se emborronaba por las lágrimas, me esforcé por levantarme pese a que mis piernas temblaban. Él me copió, esperando mi reacción con una mueca.

──¿Has sido tú todo el tiempo? ──murmuré incrédulo, notando mi voz tiritar.

Él simplemente asintió, a lo que reí con ironía, completamente frustrado. Era demasiado para una noche, sobretodo cuando debía prepararme para batallar.

──Eres imbécil ──mascullé.

No recibir una respuesta me fastidió aún más. Necesitaba enojo, explicaciones, gritos, cualquier cosa menos la indiferencia de su expresión y sus labios prensados, como si no hubiese sido una noticia que cambiaba mi visión de él.

Con los ojos empañados me acerqué y puse las manos en su pecho para empujarlo, pero él las retuvo y me atrajo hasta abrazarme. Por supuesto quería dejarme, porque pese a todo seguía siendo el alfa al que estaba destinado a conocer, pero me zafé con brusquedad.

──Olvídate de la corona o la fachada de espía, sigo siendo yo ──siseó.

Tras escucharlo bufé y volví a arremeter contra él, obviamente sin querer dañarlo, con pequeños golpes en su pecho para solamente hacerle saber que estaba enojado.

──¿Por qué no me lo dijiste antes? ──espeté entre dientes──. Tú no corrías riesgos conmigo y lo sabías, yo podría haber muerto por traición si alguien llegaba a saber que era omega.

Unos segundos después volvió a detenerme para aprisionarme contra su cuerpo, pero esa vez sí que desistí y le dejé acercarse a mi oído.

──Porque tenía miedo ──confesó en bajo, abrazándome fuerte──. Al principio no quise que me quisieras sólo por mi riqueza o posición pero después de conocerte... temí lo contrario. ──Suspiró──. No quería que me vieses como el rey cruel, sino como el alfa que podría estar a tu lado y hacerte reír.

Escondí el rostro en su cuello mientras me pegaba a él, completamente cansado emocional y físicamente. Allí, en ese lugar que me pareció suficientemente seguro, lloré silenciosamente.

──No creo que seas cruel ──farfullé──. Y tampoco me interesa el título. ──Hice una pausa para aspirar su aroma y entonces alejarme un poco para mirarlo──. Yo quiero al alfa que me llama entrometido, se ríe de mis comentarios y suelta frases sarcásticas para impresionarme, no me importa el nombre que tenga.

Sus labios se torcieron en una sonrisa que dejó ver parte de su encía, justo como a mí me gustaba.

──Eres el omega más descarado que he conocido ──musitó antes de tomar mi rostro para impedirme huir y chocar su boca con la mía casi bruscamente.

Ahogué en sus labios una sonrisa, notando como si todo se detuviese en ese instante, incluso mis lágrimas. No podía permanecer enojado con él por más tiempo, al fin y al cabo no éramos tan distintos.

En ese instante supe que jamás podríamos ser sólo amigos.

──Somos dos malditos mentirosos ──mascullé sin romper ninguno de esos besos apasionados.

Él me cargó un poco en sus brazos antes de gruñir en afirmación y llevarme a la cama con él.

──Me llamo Yoongi, por cierto ──susurró en tanto suavizaba el ritmo de sus labios.

Me dejé tumbar a su lado, sintiendo que por fin podía respirar en paz después de tanto tiempo. Volvía a ser yo, Jimin, un omega que sólo quería sobrevivir en un mundo injusto.

──Yo Jimin ──susurré.

Sus labios buscaron mi cuello mientras una de sus manos apartaba el borde del hanbok de uniforme. De nuevo sentí a mi lobo alzar las orejas en alerta y mis músculos se tensaron en réplica.

──Eh, su majestad, las manos quietas ──farfullé, apartando su diestra de mi hanbok.

Escuché su risita contra mi piel y acto seguido dejó una suave mordida que me hizo jadear. Desde luego aquel era el rey y Agust en todo su esplendor, una mezcla de la que no sabía qué esperar.

──Tranquilo, no tocaría a alguien que no acepta mis cortejos ──musitó.

Su mano se quedó en mi espalda mientras la otra servía de apoyo para mi cabeza. Estaba casi tan cómodo como en casa, así que le dejé frotar su mejilla en mi cuello para ser marcado por su aroma; incluso me hacía un favor al cubrir el mío.

──Bien, ahora deberíamos dormir, seguimos teniendo una batalla que librar mañana ──susurré.

Y es que no podíamos seguir evadiendo el hecho de que quizá esa sería nuestra última noche juntos.

Él peinó mi cabello negro con los dedos, observándolo como si fuese un tesoro. Aún seguía confuso, porque mi alfa destinado y el alfa que oprimía a los omegas eran uno sólo, sin embargo decidí creerme sus palabras de la cena y pensar que pronto pondría remedio a ello.

──¿Estás preparado para mañana? ──susurró entonces, volviendo a mirarme.

Me encogí de hombros.

──Lo esté o no tengo que luchar, yo soy el único que puede acercarse a Red sin ser calcinado ──comenté──. Y, sinceramente, lo que más me preocupa es que el resto se percate de que soy un omega.

Él me estrechó un poco más contra sí.

──No temas por eso, estoy por encima de cualquier soldado o general, sólo preocúpate de mantenerte con vida, ¿vale?

Asentí ante la petición, una a la que no podía negarme. Debía mantenerme con vida por Jin, Taehyung, Jisoo, Lisa y Jungkook. Además debía regresar a ellos con Hoseok. Y también estaba él, Yoongi, el rey, Agust, cualquiera que fuese su nombre, el alfa que en ese instante me hacía replantearme mi posición ante el amor.

──Lo haré ──prometí──. Saldré con vida. Pero júrame que tú también lo harás.

Noté su cabeza asentir repetidas veces.

──Lo juro. ──Hizo una pausa para alejarse un poco y mirarme a los ojos──. Pero Jimin, cuando acabe la guerra acepta mi cortejo, por favor.

Con la petición me encogí en el hanbok, sintiéndome más pequeño que nunca. De nuevo me repetí que tenía familia antes de aceptar por impulso.

──Con una condición ──susurré, notando su corazón acelerado contra mi pecho──. Que jamás me apartarás de mi familia.

Una sonrisa amplia se extendió en sus labios, dejándome ver su encía superior.

──De acuerdo, omega.

Y sellamos el trato con un dulce beso.

Ni siquiera me había cambiado el uniforme, pero estaba tan agotado y él me aportaba tanta paz que mi lobo se durmió en cuanto descansamos sobre el colchón, y después fui yo, ignorando por el resto de noche que esa podría ser la última.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro