༺ dieciocho ༻

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Con el sol elevándose tras las montañas y tiñendo de naranja la tela de mi tienda abrí mis ojos. Aquello que había sentido como un movimiento en el colchón resultó ser Yoongi levantándose.

──Hey... ──susurré adormilado──. ¿Te ibas sin despedirte?

Por supuesto mis palabras fueron acompañadas de una sonrisa, pero la pregunta escondía un tono triste.

Él se giró con una de sus sonrisas ladeadas antes de inclinarse y dejarme un beso en la frente. Sin embargo, no era lo que esperaba, así que tomé su rostro para impedirle alejarse y probé sus labios furtivamente.

──Mucho mejor ──susurré tras obtener lo que quería.

Dejó ir una pequeña risita mientras apoyaba sus manos en el colchón, sabiendo que no le dejaría ir.

──Tengo que irme antes de que el resto despierte ──murmuró.

Asentí sin poder hacer mucho más y le dejé una caricia en la mejilla.

──Entonces nos vemos al frente ──susurré.

Él suspiró antes de inclinarse un poco más, buscando mi cuello con su nariz. Le dejé espacio, sabiendo lo que quería y agradeciéndolo en parte.

──Ve a buscar a Red antes de que movilice las tropas ──susurró mientras besaba y mordía parte de mi piel, dejándome un aroma fresco a bosque.

Fruncí el ceño sin entender qué pretendía, esperando a que terminase de ocultar por completo mi aroma a omega antes de hablar.

──¿Quieres que huya...? ──pregunté confuso──. Si es así no lo haré, no pienso dejar-

──No es eso, aunque tampoco te culparía. ──Rió un poco, alejándose de la cama mientras yo me levantaba──. Id al norte con sigilo, tomad ventaja ──murmuró.

Después de guiñarme un ojo tomó el cabello negro que usaba para ocultarse y se lo colocó sobre el rubio recogido.

──Agu- Yoongi. ──Lo llamé con la voz entrecortada de los nervios──. ¿Podría pedirte un favor?

Él asintió, ajustándose el hanbok y el pelo hasta que solamente fue Agust a quien vi, mirándome con atención.

──¿Podrías también mantener con vida a Hoseok, de la casa Jung?

Él volvió a acercarse, pero lejos de parecer enojado o celoso sólo tomó mis manos con cuidado.

──Es el soldado con el que entrenabas, ¿verdad? ──Sonrió──. Volveremos a ti con vida ──prometió.

Alcé una de sus manos y la llevé a mis labios como agradecimiento.

──Date prisa antes de que suenen las trompetas ──susurré.

Él me miró del mismo modo en que yo lo hacía; detallando cada parte de mi rostro con cuidado, enmarcando el momento hasta que nos quedásemos sin aliento.

──Nos vemos tras la batalla ──murmuró por última vez.

Se acercó a robarme un beso rápido en mis labios y después se apresuró a salir de la tienda con sigilo.

En cuanto desapareció de mi vista volví a respirar, siendo por fin consciente de la terrible situación en la que me encontraba no sólo por la guerra, sino por lo rápido que latía mi corazón en su presencia o lo contento que se ponía mi lobo con él.

Con un bufido recogí mi espada para colgarla del cinturón de mi uniforme y también un carcaj con flechas a mi espalda. No me esforcé en arreglar el uniforme o peinarme bien porque sería inútil allí afuera, así que por último tomé el arco y salí de allí en dirección al bosque.

Prácticamente corrí todo el tramo, no tomé mi caballo por si algún soldado lo necesitaba más que yo, así que llegué exhausto a la jaula.

──¡Red!

En seguida él dragón se giró con ojos atentos a mi llegada, casi alegre.

──Hoy no tengo comida, precioso. ──Me disculpé──. Debemos irnos.

Ante la propuesta no tardó en mover un poco su cola dentro de la jaula, acercándose a mí como podía por los barrotes. Con una sonrisa acaricié su cabeza para calmarlo un poco, no me gustaba la idea de llevarlo a la batalla, pero no teníamos opción.

──Te sacaré de aquí ──murmuré.

Como el rey había retirado a los guardias solamente corté la cerradura para abrir la jaula. En cuanto vio la salida Red se acercó, empujando la puerta con su cabeza para escabullirse fácilmente.

──Que listo eres. ──Le felicité con unas palmaditas en su cuerpo.

Sabía que debía subirme a él, pero no lo había intentado nunca y temía que se enojase por ello.

──Red ──llamé, ganándome sus amarillos ojos mirándome con curiosidad──. ¿Puedo subirme?

Él bufó y antes de que me diese cuenta movió su cola para empujarme arriba de su espalda, entre las escamas rojas y su cresta de pelo del mismo color.

──Vamos Red, hay gente que quiere hacernos daño, debemos defendernos ──murmuré, agarrándome a su cabello.

Él bufó y caminó a trotes pequeños por el claro, dando vueltas sobre sí mismo y moviendo las alas. Seguramente se habría pasado tanto tiempo encerrado que le costaría arrancar.

Batió sus alas en tierra primero, extendiéndolas a lo largo, y después con carrerilla saltó. Por suerte pudo volar en el primer intento, pero rozaba las copas de los árboles conforme avanzaba.

──Intenta subir, bonito ──dije por encima del sonido del aire en mi rostro.

Los oídos se me taponaron un poco al subir de altura, pero contra más avanzaba más me acostumbraba a la altura, y eso incluía respirar, cosa que no era fácil sobre el dragón. Por suerte no me dio miedo la altura.

──¡Red!, ¡al norte! ──grité, señalando a mi izquierda.

Habíamos tomado el rumbo incorrecto, pero no tardó en redirigirse.

Cuando pasamos sobre nuestro campamento alcancé a ver todas las tiendas y a los soldados ya preparados formando filas. El rey iba en el centro, rodeado de los Hwarang, algunos generales y pocos soldados, entre ellos Hoseok. Algunos alcanzaron a verme, por lo que señalaron al cielo y todos me siguieron con la mirada.

No escuché nada, pero después de pasar aquel tramo comenzaron a avanzar por tierra tras de mí. El campamento enemigo no estaba muy lejos, así que llegué antes y localicé al dragón de hielo, algo más grande que Red, dentro de un círculo grande pero sin atar.

──¡Mira! ──señalé al animal escoltado──. Hay que acabar con ellos.

Red bufó por segunda vez y rugió en lo alto del cielo. Acto seguido sentí una calor inmensa de su cuerpo, como si tuviese fiebre, y de su boca salió puro fuego en dirección al otro campamento.

Por desgracia el otro dragón fue más rápido y contrastó el ataque con una ráfaga helada que anuló el fuego. Aquello alertó al rey del Norte, que no estaba preparado para un ataque así tan pronto y pareció dar órdenes a todo el campamento.

──¡Vamos Red!

Giré en dirección opuesta al ver que un general se subía sobre el dragón azul y remontaba el vuelo hacia nosotros.

──Rápido ──grité mientras me dirigía al bosque para alejarlos de los ejércitos y evitar más heridos de los necesarios.

El otro dragón parecía disciplinado, no necesitaba las órdenes del general para saber qué hacer, pero al menos Red parecía ser más joven y, por lo tanto, más rápido.

En un momento dado sentí una ráfaga de viento helada en nuestra dirección y sentí en mi piel el contraste con el calor de Red.

──Por arriba ──ordené.

Me sujeté bien a él mientras subía en el aire y quedábamos boca abajo unos segundos, en los que Red escupió fuego y acertó en la cola del otro dragón, provocando un rugido estruendoso.

──¡Vámonos!

Estiré de su cabello para dar la vuelta antes de que nos volviese a atacar y Red pareció entenderlo, pero por desgracia volvíamos en dirección a la lucha con el otro animal tras nosotros.

Mientras serpenteaba en el aire para no ser alcanzado, observé que abajo en el campo de batalla todos ya luchaban con fuertes sonidos de espadas chocando y gritos de dolor. Muchos sureños seguían en pie, incluidos Yoongi y Hoseok, que parecían defenderse bien.

Con la distracción no vigilé a mis rivales y cunado quise darme cuenta los había perdido de vista. Nos detuvimos y miramos alrededor, pero a esa altura era difícil por las nubes que nos rodeaban.

Sin saber cómo el dragón azul apareció súbitamente por arriba, pero antes de poder reaccionar o salir de allí el general que lo dirigía aterrizó detrás de mí sobre Red.

──¡Maldito! ──gruñó el alfa.

Con cuidado de no caer desenfundé la espada y bloqueé la suya en el aire justo antes de que me hiriese.

──¡Red baja!

Mientras él me obedecía y descendía paulatinamente, vi de reojo al dragón azul rugir puro hielo que Red pudo bloquear por el momento, pero no sabía cuánto aguantaría así.

Mientras, el general volvía a arremeter contra mí pero volví a detenerlo; estando sentado era una ventaja porque él parecía resbalarse. Aún así una de las veces se movió demasiado deprisa, y yo no era tan bueno con la espada, así que recibí un corte superficial en el muslo. Ahogué un grito.

Aprovechando que volvía a subir su espada empujé una de sus rodillas con el pie de la pierna buena, haciéndole perder el equilibrio los segundos suficientes para que mi espada atravesase el costado de su cuerpo, sacándole un grito.

Reprimí las ganas de vomitar por el olor a sangre y saqué mi espada con rapidez, incitando a la hemorragia. Por desgracia cuando quise empujarlo hacia abajo con el pie él lo agarró, así que resbalé hacia el vacío sin remedio.

──¡Red! ──chillé de la impresión.

Mientras caía el sonido de la guerra debajo incrementaba, y sabía que no quedaría mucho para el suelo, aún así en el aire me las arreglé para empujar al general ya inconsciente.

No sé si fue mucho tiempo el que estuve suspendido en el aire, pero me dio tiempo a pensar qué sucedería si moría. Cómo le darían la noticia a mi padre y este a mis hermanos... Taehyung definitivamente se casaría, si no era con Hoseok sería con otra persona, necesitarían ese dinero. Yoongi... Él sobreviviría definitivamente, se casaría con el tiempo porque era obligatorio al ser rey, y me alegré por él, merecía seguir adelante. Y deseaba que Red quedase en libertad después de todo.

Este último rugió una llamarada enorme hasta que sólo quedó eso, calcinando parte del hocico del contrario. Sólo entonces acudió en mi llamado y vi la salvación cuando pudo recogerme en el aire. Impacté en su lomo con mi espalda, sintiendo un pinchazo de dolor de la impresión, pero agradeciendo que no fuese por el suelo.

──Gracias, buen chico ──murmuré sin aire, cerrando los ojos para calmar el súbito mareo.

Cuando conseguí girar y agarrarme de su cabello noté que ascendía en una dirección en concreto, así que me esforcé por echar un vistazo y vi al dragón azul con la herida de la quemada.

Red rugió de nuevo, pareciendo enojado, y todo su cuerpo tembló y subió de temperatura, cosa que me asustó, incluso el otro animal salió volando en dirección contraria.

──Red, bonito, ¿qué ocurre? ──dije alarmado, acariciando parte de su cabeza que alcanzaba.

Él bufó pero incrementó la velocidad al perseguir al otro. Yo me mantuve atento sin saber qué pasaba, pero poco a poco lo comprendí cuando en su cabeza crecieron dos grandes cuernos amarillos y en su cola se creaban pinchos negros.

──Vamos, tú puedes. ──Lo animé mientras veía la evolución con una risa incrédula.

Para ayudarlo guardé la espada y me descolgué el arco, poniendo una flecha en él, entonces me puse de rodillas en el lomo de Red y disparé justo en la cabeza del otro dragón, acertando.

Cuando el azul rugió de dolor y se retorció Red expulsó otra llamarada de fuego.

──¡Bien!, ¡vamos!, casi lo tenemos ──grité de alegría.

Volví a colocar una flecha en el arco y acerté en la parte quemada de la cara del dragón, volviendo a herirlo con un gruñido. No me gustaba dañar a los animales, de hecho lo habría protegido, pero ese dragón estaba tan disciplinado por los norteños que su único objetivo era eliminarnos.

Red siguió tirando fuego, pero se me ocurrió algo mientras el azul descendía en el aire, débil.

──Abajo, rápido ──ordené mientras volvía a guardar el arco y sacaba la espada.

Con la velocidad de Red alcanzamos al dragón antes de que cayese al suelo, entonces indiqué con un ademán en su cabello que ascendiese justo cuando extendía el brazo bajo el otro dragón.
Cuando subimos en el aire mi espada alcanzó su cuello y cortó su cabeza al instante, con un sonido seco, y noté la sangre morada salpicar en todas direcciones.

──¡Bien! ──Celebré junto a Red, dándole unas palmaditas en la cabeza──. ¡Lo hemos conseguido, hemos ganado!

Él rugió de alegría en el aire, moviéndose en círculos sobre la zona donde el otro dragón había caído en dos partes.

Abajo el sonido de algunos vítores llegó hasta mí, pero la batalla aún no había terminado, así que debía ayudar.

──Vamos Red ──murmuré, señalando el campamento enemigo con mi espada manchada de morado.

Nos acercamos rápidamente allí, donde llevaban a algunos soldados heridos o directamente los muertos.

──¡Quema todo! ──grité.

Red rugió a lo largo del campamento, calcinando todo a su paso mientras yo me sentía, honestamente, poderoso. Pero por supuesto no era inmortal, y eso me lo hizo saber una flecha directa de los Hwarang norteños, dándome en el hombro derecho.

Con un grito de dolor me sujeté la zona afectada, como si así pudiese frenar la sangre que caía por mi mano y brazo.

Red se agitó y descendió, pero sabía que irían a por él en cuanto tocase la tierra, y una espada era peor que flechas.

──No, arriba ──musité con palmaditas en su cabeza──, no dejes de moverte o nos acertarán más.

Él obedeció con un bufido, serpenteando en el aire para esquivar las flechas. Por suerte no quedaban demasiados soldados norteños, solamente los que escoltaban al rey y algunos otros. Llevábamos ventaja.

Con cuidado llevé la mano contraria a la flecha, partiendo la madera a la mitad. No podía sacarla o me desangraría, pero el peso del otro extremo era peor, quizá de ese modo aguantaría más tiempo.

──Buen chico, sigue así. ──Felicité a Red mientras serpenteaba.

Me mordí la lengua para aguantar el dolor y saqué el arco para disparar a los objetivos que podía desde allí arriba. Por supuesto localicé primero a aquellos que iban a por el rey y comencé a lanzar cuando estaba seguro de mis blancos, porque entre la falta de aire a esa altura y el dolor de la herida me costaba mantenerme firme.

Tras tumbar a unos cuantos soldados comencé a ser el objetivo principal, así que Red comenzó a esquivar las flechas él solito, pero no era suficiente, no quería que nada le pasase.

──Vamos a tierra, al bosque.

Con la mano buena me aferré a su pelo mientras descendía con una velocidad que me hizo llorar los ojos. Al poco volvimos a nuestro campamento, al límite entre las tiendas y el bosque.

──Quédate aquí, ¿vale? ──murmuré, dejándole un beso en su nariz.

Él se tumbó sobre sus patas, aparentemente tranquilo y pude deslizarme por su espalda para bajar.

Sabiendo que ahí estaría a salvo, lejos de la batalla, salí corriendo en dirección a esta. Por el camino el hombro me dolió demasiado, pero seguía siendo movible dentro de lo que cabía, así que me quedé cerca del campamento para no ponerme más en peligro y también vigilar si alguien quería ir a por Red.

Por supuesto muchos norteños fueron en mi dirección al ver a quien había matado a su arma más poderosa. Como podía disparaba flechas, aguantando el dolor de mi hombro, pero pronto perdí la movilidad de mi brazo y solamente sentía un hormigueo. Debía curarlo o me quedaría sin extremidad.

Eché un vistazo al campo de batalla, cercionándome de que seguíamos con ventaja. De hecho sólo quedaba el rey y los escoltas, estaba a punto de terminar todo y en menos de un día, eso era un récord.

A punto de marchar en dirección a la tienda de enfermería escuché un grito cercano de una voz demasiado familiar. Localicé al general Kim cerca de Yoongi y el rey norteño, estos dos peleaban a caballo para ver quién era el último en pie mientras alrededor se formaba el caos. No podía simplemente huir.

Dejé el arco y el carcaj para liberar peso y sujeté la espada como pude con la zurda, avanzando sin titubeos para bloquear el siguiente ataque hacia el general Kim, interponiéndome entre él y el soldado norteño.

──¡Vaya a la enfermería! ──grité, viendo de reojo la sangre que emanaba de su ojo.

Él no dudó en hacerme caso tras un ademán en agradecimiento, entonces solamente empujé su espada y arremetí contra él, pero era mucho más diestro y fácilmente me desarmó.

Sin verlo venir me dio una patada en el pecho que me tumbó en el suelo con un pinchazo de dolor. Ahí fue cuando alzó la espada con ambas manos, con la punta en mi dirección, lista para ser clavada.

Cerré los ojos y simplemente esperé, porque no podía hacer otra cosa; no tenía armas al alcance y era mucho más menudo que él. Además por orden natural no podría hacer nada contra ese alfa.

Sin embargo la espada nunca llegó, así que volví a mirar a tiempo para ver cómo la cabeza del ñorteño era cortada rápidamente y su sangre salpicaba mi rostro. Yoongi clavó la espada en la tierra manchada de sangre tras eso.

Fue cuando me percaté de que nadie más era una amenaza, todos alrededor llevábamos el uniforme, los sureños habían caído y en medio del campo el cadáver de su rey se pudría.

──¡Soldados! ──gritó Yoongi, con un puño al aire sobre su caballo──, ¡la guerra ha terminado, el reino del Norte ha caído!

Automáticamente los que seguían en pie comenzaron a gritar y rugir de alegría, y yo habría hecho lo mismo pero ya no sentía los dedos de la mano. Me dejé caer en el suelo, tumbándome con la calma de saber que nadie más intentaría matarme, pero los pasos de alguien me alertaron inconscientemente.

──Tranquilo ──susurró Yoongi, cargándome en sus brazos con cuidado──, todo ha terminado, somos libres.

Sonreí automáticamente, notando su aroma en cuanto me agarré como pude a él. Su ceja y labio sangraban y el hanbok tenía algunos cortes, pero no parecía herido de gravedad.

──¿Estás bien? ──musité con un hilo de voz.

Él encontró las fuerzas para reír irónicamente mientras se dirigía al campamento, dejando las llamas del ñorteno a su espalda.

──Se nota que no te has mirado al espejo ──susurró──. Estás hecho un desastre, tenemos que curarte con urgencia...

Siguió hablando, pero no pude escucharlo más. Me había acostumbrado tanto al dolor por la adrenalina que no había notado hasta ese momento de paz lo herido que estaba.

Poco a poco su rostro se fue volviendo difuso hasta que solamente vi un borrón que me apretaba contra él y gritaba lo que supuse sería mi nombre. Después todo fue negro.

Uno de mis capítulos favoritos, espero que también les gustase aunque fue algo más largo 💜

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