༺ veinticuatro ༻

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Era bastante obvio que había entrado en mi período de celo, pero no podía dejar de asentir y disculparme en balbuceos, como si mi vida dependiera de ello.

Yoongi, con toda la calma y delicadeza del mundo, me siguió sosteniendo y comprobó mi temperatura con sus labios.

──¿Por qué te disculpas? ──replicó él con una sonrisa cálida──. Tranquilo, cuidaré de tí, necesitas hielo.

Y como si fuese una pluma, él me alzó en sus brazos para caminar de vuelta por el pasillo.

──Yoongi yo...

──No hables, guarda fuerzas. ──Me detuvo él.

Pero no sólo había calor y un lobo aullando dentro de mí, también sentía deseo y el tacto de sus brazos en mi cuerpo o sus feromonas no ayudaban en nada, más bien parecían leña que avivaba el fuego en mí.

──S-suéltame ──siseé conforme mi cuerpo entero comenzaba a temblar.

Noté a Yoongi vacilar y el inicio de un gruñido en su pecho, pero de todas formas se detuvo en mitad del pasillo para bajarme al suelo. Mis pies apenas podían sostener mi peso, pero conseguí mantenerme derecho al sujetarme en la pared.

──Déjame ayudarte ──murmuró él a mi espalda.

El sonido ronco de su voz alteró aún más mis instintos y me fue imposible retener un quejido de reclamo. Todo mi ser buscaba al alfa, por mucho que quisiera negarlo o apartarme, mi única medicina era él.

──N-nunca había... ──Bufé con rabia al escuchar sus pasos porque mi lobo lloriqueó en su busca──... tenido un celo a-así.

Yoongi suspiró y el aire de su aliento contra mi nuca hizo temblar mis rodillas.

──Déjame ayudarte ──susurró mientras alcanzaba mi mano con la suya.

El tacto de su piel era suave y cálido, era un sentimiento agridulce; calmaba cualquier mal en mí y al mismo tiempo era la causa de ello.

──Yoongi sólo hay una forma de calmarme y lo sabes ──balbuceé.

Sentía mi cuerpo al borde del colapso, parecía que ardía entre llamas y todo a mi alrededor daba vueltas, así que terminé perdiendo toda la fuerza en las piernas, pero Yoongi me sostuvo antes de tocar el suelo.

De nuevo me alzó en sus brazos y esa vez no esperó a mis quejas para llevarme a través del pasillo, en una dirección que yo desconocía.

──Preparen mi baño con agua helada ──ordenó a un sirviente que pasaba por allí──. Y traigan a la alcoba agua y supresores de omega, después que nadie aparezca por la zona real hasta nuevo aviso.

El joven se inclinó hasta casi tocar el suelo y después corrió en la dirección contraria. Yoongi ni siquiera lo miró antes de atravesar una puerta a una habitación el triple de grande que la mía.

──Yoongi no sé si eso... funcionará ──murmuré con la cara enterrada en su cuello, empapándome de su aroma.

Él cerró la puerta con el pie y caminó directo hasta la cama para dejarme sobre esta.

──Espero que sí, porque entonces los dos tendremos un problema ──murmuró conforme se alejaba de mí.

En cuanto dejé de sentir su piel o su aroma cerca de mí, los lloriqueos de mi lobo se intensificaron y el estómago comenzó a dolerme tanto que jadeé. Ni siquiera podía abrir mis párpados o respirar con normalidad, sólo me encogí sobre las sábanas y dejé que las lágrimas botasen de mis ojos aún cerrados.

──Y-yoongi ──lo llamé en un susurro débil.

Escuché pasos, pero eran lejanos, cualquier sonido estaba opacado por el zumbido de mis oídos.

──Omega. ──Alcancé a escuchar.

Pero no podía moverme, estaba ardiendo y temblando, me dolía todo el cuerpo y parecía que en cualquier momento mi lobo podría tener completo control sobre mí.

Sin embargo, pude ver la salida al túnel cuando sentí los labios de Yoongi sobre los míos. Aquello fue suficiente para calmar un poco a mi lobo, al menos en ese instante.

──Mírame ──susurró sobre mi boca.

Ante su voz ronca y la mención de un gruñido, acaté su orden al instante, pero me arrepentí tan pronto lo hice. Sus iris eran completamente rojos y las pupilas se le habían dilatado al máximo, por no hablar de que sus colmillos se habían afilado.

──Alfa ──jadeé con un quejido salido directamente de mi lobo.

Él me respondió con un gruñido de reclamo y no fue hasta ese momento que pude darme cuenta de nuestra posición. Yoongi estaba sobre mí y se había hecho espacio entre mis piernas, y en algún punto yo las había subido para rodear su cintura. Incluso había tomado mis manos y no había reparado en mis uñas clavadas en su piel.

──Omega, t-tienes que tomarte los supresores ──farfulló y se humedeció los labios──. Rápido.

──No ──respondí al instante──. Alfa, no quiero-

──No quiero que pase algo de lo que después te arrepientas ──insistió.

Yo reforcé mi agarre en sus manos y me incliné para poder besarlo de nuevo, un beso corto pero no menos sentido por ello.

Recordé la conversación con mi padre, lo que se suponía que debía hacer como omega, o conservar mejor dicho. Pero no había nadie más, Yoongi era mi alfa y si no era con él no sería con nadie más; no iba a casarme por el dinero.

Además, si Yoongi había logrado hacerme cambiar de opinión respecto al amor, merecía la pena arriesgar mi pureza con él. Quería hacerlo.

──Quiero que me ayudes en mi celo ──balbuceé deprisa, antes de que pudiera regañarme.

Él besó mi frente y pausó unos segundos de más allí.

──No sé si tengo la suficiente fuerza para controlarme ──susurró contra mi piel──. Omega, mi lobo se muere por marcarte y anudarte, si llegases a quedar...

Calló. Y yo también. Entendía perfectamente su temor, y algo en mí, una parte humana, también pensaba igual. Pero mi lobo volvió a jadear.

──Quiero hacer las cosas bien, no quiero que tengamos prisa, apenas he pedido la bendición de tu padre ──murmuró algo más calmado, pero sus ojos aún eran color escarlata──. Te voy a cuidar y te voy a cortejar, después tendremos toda la vida para calmar nuestros celos si así lo deseas ──explicó con calma y pude ver sus colmillos retirarse──. Es lo que quiero.

Yo asentí contra la voluntad de mi lobo, yo, Jimin, aún conservaba algo de cordura y sabía que tenía cosas más importantes que dejarme llevar por el período de calor y un lobo caprichoso. Aún tenía la boda de mi hermano, el cortejo, mis hermanitos, papá... Y no pensaba dejar de entrenar con el arco, lo adoraba. Además debía aprender todo sobre ser rey consorte antes de siquiera plantear una boda.

Asentí por segunda vez.

No podía arriesgarme a ser marcado o quedarme preñado y ser marginado por la sociedad, aún tenía mucho futuro por delante y, aunque no tuviese nada de malo acostarme con él, debía pensar todas las posibles consecuencias en mi vida.

──Yo también quiero eso ──susurré──. Quiero ir con calma.

Mi lobo seguía llorando, pero al menos la presencia y el contacto con Yoongi lo retenían un poco y yo supe que había hecho lo correcto. Aún más después de escuchar el gruñido.

──Entonces salgamos de aquí ──dijo.

Suspiré mientras me alzaba en sus brazos, tan fuertes y reconfortantes que no pude evitar acurrucarme aunque el camino fuese corto, y él atravesó una puerta que daba a un baño enorme con una bañera que casi parecía una piscina. Esta estaba llena de agua y algunos cubitos de hielo y pétalos de flores. Olía de maravilla.

──Te dejaré solo ──murmuró mientras me ponía sobre el suelo limpio.

Pero negué rápidamente y gimoteé por culpa de mis instintos.

──No te alejes, por favor, me volveré loco sin tu aroma ──rogué con las mejillas coloradas, porque de no ser por el celo no le habría pedido tal cosa.

Yoongi torció una de sus sonrisas y se arrodilló a mi lado, pero pese a su actitud, igual de travieso que siempre, esperó en silencio

Llegados a ese punto, poca dignidad me quedaba para perder, así que complací un poco los deseos de mi lobo y tomé una de sus manos mientras las mías temblaban. Yoongi alzó una ceja y poco a poco perdió la sonrisa para prensar sus labios.

──Ayúdame ──farfullé.

Recordé la noche en la cabaña de la frontera, en la forma de su cuerpo, en lo cálido que era dormir a su lado, en lo mucho que me gustaba sentir sus manos acariciar mi piel...

──Báñate conmigo ──pedí en un susurro.

Yoongi gruñó un poco, lo suficiente para estremecerme, y acercó mi mano a sus labios para dejar un suave beso allí.

──Sé que hemos acordado algo, pero no me lo pones fácil ──bromeó.

Por fin pude sonreír, a pesar de todo sentía una calma extraña en mi corazón, porque sabía que todo iría bien, que él me cuidaría y que no habrían riesgos.

Yoongi estiró de mí con una mueca traviesa y buscó mi sumisión con un gruñido más fuerte, así que no me negué, aunque tampoco habría podido hacerlo en ese estado, y le mostré mi cuello.
Él se tomó su tiempo para besar mi piel y acariciarla con su nariz, hasta que encontró el nacimiento de mi aroma, sólo entonces decidió dejar pequeñas mordidas allí y cubrirme de feromonas que complacieron a mi lobo, aunque también me impacientaron.

Unos segundos después una de sus manos encontró el lazo de mi hanbok y estiró de él. Después apartó el borde, bajó la tela, besó mi piel, acarició mi pecho, aceleró mi corazón, quitó el último lazo y buscó mis labios de nuevo.

Sin embargo, no quería tentar a la suerte, así que en cuanto pude escaparme de sus manos me quité por completo la ropa y la dejé caer al suelo. Con las mejillas rosadas entonces me metí en la bañera, que fue justo lo que necesitaba para calmar mi temperatura.

──No creerás que esto acaba aquí ──musitó él, con una sonrisa rondando sus labios.

Yo me escondí en el agua hasta cubrir mi barbilla y lo observé en silencio, tratando de no reír de los nervios. Yoongi sabía exactamente lo que hacía y lo que ello causaba en mí, por eso cuando se quitó la ropa lo hizo sin prisa y dejándome disfrutar de la vista.

Su cuerpo estaba igual de definido y pálido, pero tenía algunas cicatrices nuevas repartidas por la piel. Aún así, era hermoso y fuerte, quería refugiarme en él y al mismo tiempo acariciarlo hasta que mis manos doliesen.

──¿Puedo? ──murmuró, señalando la bañera con su mentón.

Yo asentí y encogí mis piernas para dejarle espacio a mi lado, pero él me alzó un poco para hacerse lugar en mi espalda. Esa posición me debilitaba; podía sentir cada uno de sus músculos detrás de mí, pero de todos modos no me aparté.

Quizá era distinto a cómo mis padres me habían cuidado o cómo papá Jinnie me consolaba en mis épocas de celo, pero ninguna de esas veces había sido tan intenso y a la vez tan fácil de solucionar.

──Relájate ──susurró Yoongi.

──Estoy relajado ──mentí.

Él soltó una risa suave y atrajo mi pecho con su mano para prácticamente tumbarme sobre él mientras besaba mi cabeza. Yo me obligué a cerrar los ojos, pero mi lobo no me permitía calmarme por completo cuando estaba aullando por su alfa.

──¿Estás mejor? ──preguntó en mi oído.

Yo asentí, pero el simple roce de su aliento en mi nuca me erizó la piel y me estremeció. No sabía cómo iba a sobrevivir todo un fin de semana en ese estado.

──Mi lobo está feliz de tener toda tu atención ──susurré tras bostezar──. Aunque no se cansa de llamarte.

Sus feromonas me rodearon como una manta cálida y el sueño se apoderó de mí. Ya no sentía dolor o calor, pero seguía queriendo ser complacido por él.

──Algún día tendrá que parar ──bromeó él.

Acto seguido se inclinó hacia mi cuello y yo no pude menos que dejarle espacio, así que con total libertad comenzó a buscar mi aroma con besos pausados, lametones suaves y mordidas cuidadosas. Sentí que podía derretirme en sus brazos, de hecho me habría dormido de no ser por los lloriqueos de mi lobo, pero este se calló ante el gruñido del alfa.

Por fin estuve en completo silencio. Sólo escuchaba los hielos chocar al movernos y los chasquidos de los besos de Yoongi en mi cuello y sólo sentía sus manos acariciarme con calma. Jamás había estado tan en paz y a la vez tan retenido.

──Omega ──susurró la voz ronca de Yoongi.

Un escalofrío me recorrió la espalda de arriba abajo y no pude contener el jadeo que salió de mis labios.

──Alfa. ──Suspiré.

──¿Vamos a la cama?

Mi lobo quiso acceder, pero yo estaba tan calmado y cómodo que negué con la cabeza.

──Un rato más.

Yoongi soltó una suave risa en mi oído y sus manos bajaron hasta acariciar mis piernas y cintura, algo que tensó mi cuerpo automáticamente.

──Alfa...

Tragué saliva. Él no respondió, pero ese silencio significaba que me estaba escuchando y eso me ponía nervioso. De nuevo mi lobo me influenciaba, pero esa vez no estaba eufórico ni buscaba calmar el deseo sexual. Esa vez mi cara se calentó y todo mi cuerpo se puso a temblar de sólo pensar en lo que pedía.

──¿Omega? ──instó él.

──Alfa no digas nada ──susurré con el corazón en la cabeza y las náuseas afectándome──. Sólo déjame... quiero probar algo.

Yoongi se mantuvo alerta, podía sentir su corazón golpeando contra mi espalda deprisa y su aliento acelerándose conforme tomaba su mano y la redirigía.

──Omega... yo...

Sus yemas acariciaron mi piel mientras su diestra ni siquiera necesitó mi dirección; él mismo posó su mano sobre mi vientre con toda la delicadeza del mundo.
En cuanto sentí su tacto un escalofrío recorrió mi espalda y mi lobo aulló de felicidad. Ese momento fue la confirmación de algo que sospechaba; jamás podría tener otro alfa.

──Pequeño ──ronroneó Yoongi contra mi mejilla, antes de besarla──. ¿Qué...?

──No digas nada ──rogué con un hilo de voz, cerrando mis ojos para disfrutar de la sensación que me había transmitido ese simple gesto.

Pero mi lobo no era el único afectado, Yoongi gruñó desde lo profundo de su pecho y cuando mordió levemente mi cuello pude notar sus colmillos crecer. Aún así se contuvo y logró separarse y dejar su frente contra mi sien.

──Me vas a volver loco.

──Lo siento. ──Suspiré.

──Yo no ──replicó rápido──. No me arrepiento de nada y no lo haré, omega ──susurró mientras su nariz y voz acariciaban mi piel──. Esto es sólo una muestra de lo mucho que mi lobo te desea y lo mucho que yo te necesito.

Su pulgar trazó círculos en la zona de mi estómago y me estremecí. La idea de ser suyo y él mío o pasar el resto de mis días junto a él me parecía demasiado realista en ese momento.

──Yo también te necesito ──susurré.

En ese momento se alejó un poco para observarme pero no me soltó. Cuando le devolví la mirada no dudó en acercarse para robarme un beso furtivo, aunque no menos hermoso por ello.

──Te quiero ──murmuró cerca de mis labios, aún con sus ojos cerrados y su cuerpo tenso.

Mi corazón se saltó un latido y mi lobo rascó dentro de mí para empujarme a él, pero algo en mí no se sorprendió. Y tampoco lo hizo cuando le devolví el beso de forma pausada y sin prisa. O cuando coloqué mi mano sobre la suya y ronroneé en su busca. O cuando dije:

──Te quiero.

Al fin y al cabo, estaba dispuesto a tirarlo todo por la borda por él y no volvería a dudar ni un segundo: era hora de preocuparme por mi familia, por mi prioridad número uno; él, Yoongi, mi alfa.

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