Capítulo IV

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

*Dos años antes, Sheffield*

◇◇◇

*?*

Tal vez secuestrar al gerente del banco no había sido una de las mejores ideas, o eso era lo que me cuestionaba ahora que la policía y algunos detectives privados se encontraban tras de mí. Sin embargo, no me arrepentía de nada, sabía que si me atrapaban no tendrían las pruebas suficientes para mantenerme prisionero y, en caso de que así fuera, no sería grande la condena que pagaría.

Había pasado ya una semana desde que los operativos organizados para encontrarme rondaban las calles de la ciudad, de forma discreta salía y me mezclaba entre los demás, siempre acompañado de mi fiel amigo, mi revolver, el cual ocultaba entre mi chaqueta.

Oficiales en cada esquina, nunca creí que pudiese haber tanto escándalo por un simple gerente, aunque claro estaba que detrás del secuestro había algo oculto. No había pedido recompensa y lo había dejado en un lugar donde lo encontraron con mucha facilidad, algunas leves heridas en su rostro, pero nada que no mejorara con el tiempo.

El muy idiota me había acusado, tal vez no le creían y por eso me necesitaban o su necesidad era hundirme en prisión por mis actos. Pero todo lo que hacía tenía un fin, beneficiaría a alguien, no era egoísta, pero me beneficiaría a mí y algunas de las personas que habían ayudado en su secuestro, todos nos habíamos separado, cada quien tomaría un rumbo distinto para no ser descubiertos.

Como cualquier mañana salí de aquella bodega que tenía una semana de servir como refugio, me dirigía a una de las cafeterías que estaban al otro lado de la ciudad, desde que la policía me buscaba había visitado diferentes, en caso de ser reconocido y que no pudieran estar esperando por mí en el sitio que estuve un día antes.

Una larga fila de personas esperaban que alguien tomara su orden, según tenía entendido la cafetería más cercana estaba a unas quince calles y no podía aguantar más el hambre, así que decidí esperar, tal vez eran unas doce personas quienes aguardaban de forma paciente para ser atendidas; el cielo estaba nublado, seguramente llovería, como es de esperarse.

Y así fue, cinco minutos después las gotas de agua comenzaron a caer sobre los trajes de todas las personas, algunas que parecían ser muy precavidas, abrieron los paraguas que en sus manos portaban. Otras decidieron irse del lugar, buscando un refugio o simplemente, esperando que hubiera manera de no empaparse. Esto hizo que avanzara en la fila.

Cinco minutos más tarde, una señorita tomaba mi pedido. De pronto las puertas de la cafetería se cerraron de golpe, sabía lo que pasaría, por la puerta que dirigía a la cocina, entraban algunos agentes de policía, y otros por la puerta principal, no tenía escape, y a la única persona que tenía a mi costado, era un niño de al menos 4 años, quien observaba todo con atención, podría haber tomado como rehén al pequeño, pero aquella mirada curiosa y temerosa al ver todo lo que le rodeaba, me recordó a mi hijo.

Alcé mis manos, si me resistía, podría resultar lastimado o con algún cargo más, así que no me opuse. Un hombre de mi estatura, pero con unos años más que yo, entró con una mujer, de curvas muy bien definidas, su piel de un tono que la hacía distinguir entre todos los que dentro de la cafetería nos encontrábamos. Su cabello, era distinto a cualquier otro, era linda.

—Está arrestado Laurent, por favor alcé las manos y no intente nada que pueda comprometerle a algo más grave.

Sin decir nada, me entregué a los oficiales, el pequeño me observaba con ojos vidriosos, recordé a mi hijo y un nudo se formó en mi garganta. La mujer tenía una mirada profunda, no había hablado hasta entonces, pero se notaba que era alguien de carácter fuerte y muy perseverante.

Estando en la delegación, el interrogatorio estaba por llevarse a cabo. Por lo que pude notar en las conversaciones estúpidas que habían mantenido durante el transcurso del camino, es que había sido la única persona a la que hasta ahora tenían entre sus manos y que seguramente, sería el único que necesitaban encontrar para terminar con todo este teatro.

Al parecer era el único al que querían, en ocasiones no comprendía cómo funcionaba este sistema, personalmente no había ocasionado ningún problema, fuera del secuestro y otros asuntos, pero nada me podía involucrar, me encargué perfectamente de que así fuera, sin embargo, algo falló o algún estúpido me embarró.

◇◇◇

Era una habitación de paredes oscuras, de un gris que ocultaba el tiempo que llevaban sin ser pintadas, era concreto. Una ventana oscura, que de seguro daba a la otra habitación donde los oficiales se encontraban observando mis acciones y mi comportamiento ante la situación. Una mesa metálica, con dos sillas posicionadas una a cada lado, a modo que las personas se debían ver frente a frente. Al centro de la mesa, una cadena con unas esposas, las cuales ahora sostenían mis manos. Y la puerta negra, por donde había ingresado algunos minutos antes, la que estaba siendo atravesada por aquella mujer de la cafetería, junto a un hombre, seguramente con menor fuerza que la que yo poseía.

—Detective Durand y él es mi compañero el oficial Michel —dijo la mujer.

—Mm —prefería no hablar hasta que me lo pidieran.

—¿Algo que debas decirnos? —dijo el hombre.

—¿Qué es lo que desean escuchar?

—Tal vez lo que nos estás ocultando —él estaba tomando el control, sin dejarla hablar.

—¿Y qué se supone que oculto?

—Muy gracioso —dijo la mujer, su voz era profunda y sonaba distante, era atrayente—, ¿hablará por su cuenta o tendremos que obligarle?

—No creo que puedan obligar a alguien que no tiene idea del porqué se encuentra en este lugar.

—Bien —dijo sentándose en la silla frente a mí—, sabemos que es usted el hombre que organizó y formó parte del secuestro realizado al señor Dubois, gerente del banco central.

—Creo que están tan seguros de ello y cuentan con las pruebas suficientes para hablar con tanta certeza, que no tendrían que hacer todo esto, sino llevarme directo a la prisión.

—¿Acaso no sabe cómo se da un procedimiento para arrestar a alguien?

—Creo que ya lo he estado viviendo. Tal vez en este momento —dije con una risa oculta en mi voz—.

—Te crees muy chistoso, ¿no? —dijo el hombre.

—No, pero creo que sus preguntas no son las que deberían realizar, ya que son obvias.

—¿Eso cree? —dijo muy seria— si no pretende hablar, lo mantendremos aquí hasta que decida hacerlo.

—Perfecto —dije con una sonrisa—.

—Tendrá tiempo para recordar el nombre de alguien que le defienda.

—Lo tendré en cuenta.

Una o dos horas más tarde regresaban, al parecer mi actitud les estaba sacando de quicio.

—¿Al fin decidió hablar?

—Yo he estado dispuesto, ustedes no preguntan lo que realmente quieren saber. Sólo necesito ir al sanitario.

—Michel, llévalo —dijo molesta—. Cuando regrese tendrá que hablar con nosotros.

—Con todo gusto, oficial.

De camino al baño el imbécil de Michel dijo demasiadas palabras, amenazas y demás. No presté atención, sólo observaba todo lo que estaba en la comisaría y lo que formaba parte de aquel lugar. Estaba seguro que podría dejar tirado al oficial, pero estar dentro de este lugar me pondría en mucho riesgo y si por algún caso terminaba en presión, un intento por huir no era lo mejor.

Cuando regrese a la habitación, la detective Durand estaba de pie.

—Ahora, confiese.

—¿Qué gusta que confiese?

—¿Ha sido el autor intelectual y parte de los miembros que han secuestrado al señor Dubois.

—No. ¿Quién es él?

—¿No lo sabe?

—No, no recuerdo haber escuchado sobre esa persona.

—Tal vez si le aclaro la mente, lo recuerda. —En su mano se encontraba una carpeta, que extendió sobre la mesa, dejando ver diferentes documentos, aquel idiota me había delatado, en ciertas cosas— ¿Ahora lo recuerda?

—Bueno, algunas cosas, he de mencionar que alguien está buscando meterme en problemas. Pero pregunte, estoy dispuesto a contestar todo lo que desee —dije serio, no les permitiría verme de otra forma, que no fuera serio, tenía que mantener la serenidad que hasta ahora les había enseñado.

Soltó una serie de preguntas, fueron demasiadas siendo honesto, sin embargo, tal vez fue un 50% lo que contesté y en las que me vi implicado. Al finalizar el día, me dejaron libre, sólo tomaron mi revólver, debía recuperarlo de alguna u otra manera, pero por ahora me alejaría. Algunas semanas más tarde, de la misma forma que la vez anterior, alertaron a todas las autoridades y aunque intenté esconderme, nuevamente fui aprehendido, la oficial Durand aseguraba tener las pruebas suficientes para hundirme en prisión, aquella mujer era testaruda, no podía dejar ningún cabo sin atar.

No era gran cosa lo que habían encontrado sobre mí, pero sí me veía comprometido de una u otra manera. Había hablado con mi abogado, quien al igual que yo estaba envuelto en este mundo desde hace mucho tiempo, él aseguró que pronto estaría libre.

Antes de entrar a prisión, la oficial hizo una breve visita.

—¿Sabe algo Laurent? Cuando yo decido ir tras alguien, logro conseguir mi misión de forma intacta. Tal vez usted no lo notó, pero pude deducir muchas cosas, en su actuar, desde la primera vez que lo encontré.

—¿Durante el interrogatorio? ¿o en el café?

—Para ser un criminal aún le faltan muchas cosas de la que debe cuidarse, desde una semana antes de su primer arresto le había estado siguiendo la pista, no fue muy difícil recabar información sobre las anomalías que realizó en cuento al secuestro.

—Creo que si las anomalías —dije haciendo comillas con mis dedos— fueran muy certeras, como usted dice, desde el primer momento hubiera pisado la prisión.

—Créame que el tiempo que le han impuesto, será bien pagado, por todos los crímenes en los que está involucrado.

—Y usted créame, que el tiempo que estaré dentro, la dejará sorprendida, porque se dará cuenta del error que ha cometido, Maxine Durand.

Con estas últimas palabras el otro oficial me ingresó a la cárcel, nunca iba admitir que había tenido algo que ver en el secuestro, mucho menos con el desfalco cometido en el banco, sabía cómo manejar las situaciones, estaba preparado para todo. Y cuando saliera de este lugar, seguro estoy, de que iré por Maxine, para hacerle creer que había cometido un grave error.

◇◇◇

*El Presente*

A veces cometemos errores demasiado grandes, el mío tal vez fue idear el secuestro, ya que a causa de los descuidos de aquellos que me acompañaron, perdí cierto tiempo con mi hijo, ¿me arrepiento? Sí, no por completo, porque gracias a ello tuve la oportunidad de conocer diferentes cosas, y ese tiempo me sirvió para idear tanto, que me fallaría al decir que sí me arrepiento de haber cometido.

___________________________________________________________

¿Quién es Laurent?🤍

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro