Capítulo XXVI

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*Maxine*

A veces conocemos a personas que marcan un antes y un después en nuestra vida, sea por poco o mucho tiempo, pero siempre lo hacen. Ese fue el caso de Edward Williams, antes de conocerlo vivía bajo la incertidumbre del porque nadie contrataba mis servicios, luego me di cuenta que existían sujetos que creían tener un alto grado de superioridad —como lo era él— sobre la mujer, pero luego llegaba otro que te demostraba que el primero no es tan odioso como este. Williams es el primero, después de tener que unir fuerzas y conocimientos para ir detrás del asesino, me di cuenta que, así como muchos abren su corazón, hay otros que abren sus mentes, y este fue el caso de mi colega.

Debido a ciertos inconvenientes tardamos poco más de dos horas en regresar a Liverpool, era noche y estaba más oscuro de lo normal, o eso era lo que yo sentía, tal vez se debía al pesar que me estaba abrazando desde que Jareth me dio la noticia. Williams era un hombre de familia, nunca supe si tenía hijos, pero sabía que tenía una esposa y una amante, quizás no era un hombre tan entregado a su hogar, pero eso ya no es asunto mío.

Nos dirigimos al sitio donde estaba ubicada la morgue, el radio de seguridad era de dos cuadras, había abarcado todo el edificio y los desastres se extendieron un poco más, hacia los lugares aledaños. Incluyendo la comisaría.

Los policías que se encontraban en el sitio no dejaban pasar a nadie, al llegar varios se voltearon a ver y luego hablaron.

—Detective.

—Voy a pasar —informé.

—El jefe quiere hablar con usted —respondió, sin darme paso.

—Lo haré cuando acabe aquí.

—Nadie la ha llamado, Durand —interrumpió el idiota de Adams.

—De su equipo nadie, pero tengo contactos —me voltee a verlo—. No es el único capaz de obtener información, sólo por el cargo que ostenta.

—¿Qué hace aquí? —cuestionó—, ¿no debería estar haciendo la cena de su marido? —observó a Jareth.

—Idiota —masculló mi amigo.

—Aquí vamos de nuevo, ¿no? ¿Qué le hace creer que mi vida está detrás de una cocina?

—Las mujeres como usted —soltó con desprecio— pertenecen a esos lugares, sino es que otros —soltó una risita cínica—, ya sabe... como esclava.

—Qué lindas autoridades las que tenemos —aplaudí—, incentivan la trata de personas y la esclavitud, no podía esperar más de usted, Adams.

—Usted deberá ir a declarar —sentenció.

—No tengo porqué, no estaba en Liverpool.

—No hay pruebas de ello, puedes ser parte

—No digas estupideces, no me ensucio las manos cosas como estas, si me disculpas iré a observar lo que ha quedado.

—Te espero en la comisaria —advirtió y se retiró.

Por la misma situación, preferí que Jareth esperara fuera del lugar que habían acordonado. Me adentré en el sitio, todo era escombros y cenizas, pude visualizar varios instrumentos que habían sobrevivido en mínimas porciones, a lo que ocurrió.

Ya había pasado más de una hora, no teníamos testigos, al menos no personas que estuvieran dentro, sólo algunas que estuvieron rondando y escucharon la explosión para luego ver el humo y fuego dispersarse en el aire. Pero eso no era todo, habían tardado una buena cantidad de tiempo tratando de apagar el incendio y fue tan escandaloso que acaparó toda la atención de los bomberos. Error. Al otro lado de la ciudad se estaba incendiando un hogar infantil de niñas y señoritas.

No me sorprendía, estaba segura que esto era obra de aquel sujeto, no podía tratarse de algo distinto, quiso deshacerse de Williams, mientras hacía lo mismo con el hogar, aquello comenzaba a desesperarme. Estaba atacando puntos clave que él sabía, me molestarían.

Traté de mantenerme centrada en lo que estaba ocurriendo, en las decisiones que tenía que tomar en aquel momento, el detective Barker se encontraba rondando por el lugar, sonreía cada que me veía y yo no era capaz de brindarle una mueca de vuelta, ¿cómo podía estar tan tranquilo? El forense había muerto y Williams igual.

Estaba por dirigirme al hogar que se había incendiado, Jareth me llevaría, el cansancio era notorio en su rostro, pero se negaba a dejarme sola. Sabía que mi amigo se preocupaba por mí, y la muerte de mi colega no ayudaba a la paranoia de la que estaba siendo presa, en los últimos días.

Avanzamos un poco por una de las calles cercanas a la comisaría, me di cuenta que a las orillas estaba estacionado el vehículo de Williams, no me parecía algo prudente, pues debió haber caminado un buen tramo para poder llegar a la morgue, pero... ¿por qué?

—Detente —pedí y mi amigo me volteo a ver con duda—, ese auto es el de Edward.

—Deberíamos avisarle a la policía —dijo y le dediqué una mirada que lo hizo tragar—, bien.

Se estacionó y nos movimos hacía el sitio, Jareth tenía razón, tal vez debíamos avisar a la comisaría, pero no. Algo me causaba inquietud, en primer lugar, la actitud de Adams y su insistencia en que ella debía declarar, incluso sabiendo que ella no se encontraba en la ciudad. Además, también era muy extraño que Williams dejara su auto a una distancia de la morgue, siendo tan tarde.

Al acercarme al vehículo y alumbrar, me di cuenta que estaba todo normal. Pero... algo llamó mi atención. Un diminuto trozo de papel se asomaba entre los sillones del mismo y si algo había notado de mi compañero, era que detestaba la suciedad.

Intenté abrir, pero tenía llave —Genial...—. Si abro el auto, probablemente el jefe de policía comenzara a decir estupideces y tendrá más motivos para hacerme declarar de forma innecesaria.

—Maxine —me llamó mi amigo—, tengo esto —mostró su móvil.

—¿Qué tiene?

—No me había percatado, Williams mandó un mensaje unos minutos antes de la hora que se supone, visitó la morgue.

—Presta.

Tomé el aparato y mi ex colega dejó un recado para mí, así que me dirigí a la parte trasera del auto y me coloqué en cuclillas, extendiendo mi mano por debajo, encontré el juego de llaves que mi colega había dejado en ese lugar. —Fuiste un genio—, era inevitable no sentir pesar, no podía llorar, tampoco sentía lo mismo que pude percibir cuando vi morir a Henry, sin embargo, por muy fuerte que estuviera siendo, sentía la pesadez de la perdida de un colega que tenía talento.

Ingresé al vehículo en busca de lo que había llamado mi atención y hale del mismo, esto me permitió notar que en ese lugar se hallaba la libreta que mi colega solía llevar. Inmediatamente la tomé y cerré el auto, llevándome las llaves que Williams había dejado para mí.

—¿A dónde vamos? ¿Qué harás con eso?

—Sube y dirígete al hogar, luego vamos a mi apartamento, debemos prepararnos y tengo que hacer unas llamadas.

—¿Tan tarde? —asentí y él comenzó a conducir.

Llegamos al lugar que le indiqué, Adams estaba a unos cuantos metros de donde mi amigo y yo habíamos estacionado el auto, le pedí a Jareth que aguardara en el auto, no quería meterlo en problemas con aquel sujeto.

—Y sigue por aquí —soltó con cierto tono de molestia.

—Creí que ya estaba envuelto en su sábana, Adams —contesté.

—No le hablé así al jefe —intervino un sujeto—, todos debemos guardarle respeto y usted, ni debería hablarle —el otro sonreía plácidamente ante los comentarios que estaba soltando sobre él.

—¿Y eso? ¿Acaso se trata de una eminencia? En primer lugar, ¿tú quién diablos eres?

—Más respeto, estúpida —contestó.

—Vaya imbécil, veo que te rodeas de gente con tu mismo grado de coeficiente intelectual —dije dirigiéndome al jefe de la policía—, no cabe duda que entre cucarachas se llevan bien.

—Respétame, puta —habló el otro alzando su mano.

—Ándele —dije tomando una postura firme—, golpéame, golpea a una mujer.

—Eso es lo que todas merecen, en especial tú. Deberías ser una esclava y no estar jugando a la detective, haciendo que todos pierdan el tiempo.

—Mira, tu opinión a mi me vale una mierda. Que seas tan vacío en cuanto al intelecto y respeto, me es indiferente, sólo te digo, no vuelvas a decirme como lo hiciste. A diferencia de ti, yo si me atrevo a dejarte ir mi puño en la cara y no sólo alzar la mano.

Con aquellas palabras me moví al lugar en el que habían habitado niñas y señoritas con sueños y anhelos, algunas a las que abandonaron, otras a quienes sus propias familias las privaron de vivir sus sueños y otras, por el simple hecho de detestarlas por ser niñas.

El reloj marcaba las cuatro de la mañana, no pudimos encontrar mayor cosa, los criminales saben que una de las mejores tácticas para poder borrar evidencia, es un incendio. Lo único que pudimos notar fue que aquel acto fue provocado y que inició algunos minutos más tarde que donde había fallecido Smith y Williams.

La pesadez en mis ojos se estaba apoderando de mi ser, al llegar al apartamento me dirigí a la cocina por una botella de whisky, Jareth estaba agotado y vaya que tenía suficientes motivos, había conducido demasiado y lo estuve llevando de aquí para allá. Le ofrecí mi habitación y aunque insistió en que yo debía descansar también, al final lo convencí de irse a dormir. A pesar del cansancio, estaba inquieta, sabía que no podría pegar un ojo si no revisaba aquella libreta.

Con un cigarrillo en mi mano, el vaso de whisky sobre la mesa y la libreta frente a mí, me obligué a leer lo que en ella se describía. Habían muchos casos, pero más que todo, se trataba de los secuestros y una pequeña parte, de la muerte tan cruel de los Brown, incluso encontré algo sobre Henry.

Algo llamó mi atención, Williams había iniciado por su cuenta, una investigación de Barker y Adams, no entendía porqué, sin embargo, unas hojas más adelante, me di cuenta que él estaba convencido que algo turbio se estaba moviendo en la comisaría, los pensamientos vagos que a mí se me ocurrieron, él también los tuvo y ahondó en el tema. Más adelante, encontré lo que a él le había dejando en la última hoja.

Es Seguro, Te Aviso No Esperando Si Puede Incorporarse A Nuestra Dirección O nos...

ESTÁN ESPIANDO-nos...

Maxine, seguramente cuando leas esto, te has enterado que algo me ha pasado a mí y a Smith, él me llamó para pedirme que llegara a la morgue, sin embargo, su voz y su forma de hablarme fue muy extraña, las primeras letras de este mensaje, fueron unas de las palabras que me ha dicho. Alguien nos ha estado espiando, a todos, estoy convencido de ello. Hoy luego que tú viajaste a Sheffield y yo venía saliendo de la morgue, un sujeto me estaba siguiendo y aunque intenté identificarlo, me fue imposible, no dudo que se trate del mismo. Si algo me pasa quiero que leas toda la libreta, hay datos muy importantes. Por nada del mundo visites mi oficina, sabrán que algo podrías estar buscando, de manera que me tomé la libertad de dejar algunas pistas que te pueden servir en ciertos lugares, búscalas y seguramente podrás relacionar todo lo que yo no terminé, hay mucho por agregar e investigar, pero sé que podrás. También quiero pedirte otra cosa, mi mujer me ha pedido el divorcio y quiere todos mis bienes, NO permitas que ella haga algo para quedarse con todo, estoy manteniendo una relación con una mujer de nombre Lineth, ella tiene un hijo que fue producto de otro matrimonio, pero estamos esperando un bebé y quiero que sea él quien tenga lo mío —las lágrimas amenazaban por salir y derramé más whisky sobre mi boca—, por favor. Sé que algo me va a pasar esta noche y eres la única a quien puedo encomendarle esta misión, porque a pesar de todo, confío en tus habilidades y capacidad. Te pido perdón por lo idiota que fui en algún momento.

Atte.: E.W.

Le habían quitado a Williams el derecho de poder tener en sus brazos a su pequeño, a un bebé le quitaron el poder tener a su padre, a mí me quitaron a mi colega... era todo una mierda. Pero había algo que me tenía con incertidumbre, el nombre que había mencionado Edward, estaba segura que en algún sitio había escuchado el mismo, pero no podía recordarlo en aquel momento, tendría que investigarlo.

Los pensamientos y el dolor que sentía por la pérdida de mi colega, el alcohol y el cansancio, comenzaron a consumirme, entregándome a un sueño profundo, que seguramente necesitaba, pero no me podía permitir. Y al final, terminó ganándome.

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