Capítulo 5

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Ambos se sumieron en un silencio que ya no era incómodo y terminaron por salir. La música amenizaba el lugar pero antes de que pudieran acostumbrarse al vehículo, llegaron a su destino. Conocía el edificio, al menos lo había visto por fotos pero cuando finalmente llegaron a un pequeño lugar donde acrecentaba el movimiento de persona, todo hizo sentido para Taehyung.

— ¡Mi pequeño Kookie y acompañante! — Exclamó un glamuroso Park Jimin que se acercó abrazarlos. — Bienvenido a mi pequeño refugio, Tae. Los estábamos esperando.

¿Tae?

Desde el comienzo ese hombre había sido un ángel bajado del cielo, sin conocerlo, pese a su estatus, seguía siendo tan cálido y humilde que se le hacía difícil no sentirlo como un amigo a pesar de no tener una estrecha relación.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Es el aniversario de la compañía de Jimin y aunque el evento que será televisado comienza en la noche, ahora tendremos uno sin censura, únicamente para los artistas y trabajadores de la empresa, con algunas excepciones. — Los señaló a ambos y una "A" adornó la boca del rubio.

— ¡Increíble! — Exclamó sosteniendo la manga del abrigo de Jungkook cuando las personas pasaban rápidamente por su lado, mas el pelirrojo lo hizo agarrarlo bien. Así caminaba, literalmente enganchado al brazo de su jefe cuando nuevamente su mente comenzó a funcionar. — Si participarán los artistas de la empresa eso significa que...

— ¡Mister Jeon! — El grito proveniente de uno de los costados los hizo voltear.

Si no hubiese estado agarrado de aquel fibroso, firme, sexy, fuerte y provocativo brazo, hubiera perdido el equilibrio.

— ¡Hobi! — Exclamó igualando el volumen del cantante, aceptando su abrazo risueño. — Es bueno verte durante un tiempo, Jimin te ha mantenido muy ocupado.

— Eso es bueno, el día que el trabajo empiece a faltar estaré preocupado. — Se quitó sus casi transparentes gafas azules y se centró en el brazo de su amigo. — ¿Nos presentas?

— Ah, claro que sí. Tae, este es uno de mis grandes amigos, Jung Hoseok o J-Hope como lo llaman otros. Me dijiste que no tenías cantantes preferidos actualmente pero si tuvieras que mencionar uno lo escogerías a él, tu ídolo de juventud. 

Taehyung no sabía por qué debía sorprenderse más, si por estar frente a el famosísimo cantante o por ser llamado de una forma tan familiar y acogedora por su jefe. Tae... Tal vez por haber recordado algo dicho en pláticas que no creyó significativas o por la forma en que acariciaba su mano y lo miraba. Cada vez que cosas así ocurrían, su corazón se estremecía de forma inexplicable.

Quien una vez fue solamente un simple empleador un tanto apático, solía tener pequeños gestos o acciones que lo hacían verlo de forma diferente. Era como esperar un torrencial pero ver al final el color gris cambiar por un azul, las nubes disiparse y un arcoíris salir, acompañado de rayos de sol.

Sus miradas conectaron durante varios segundo en los cuales los otros presentes fueron testigo de la forma en como el elocuente Jeon Jungkook perdió el habla. Regalándose miradas cómplices mientras aguardaban por que reanudara la conversación.

— Y é-él es, Kim Taehyung, mi pareja. — Los tres abrieron los ojos totalmente confundido.

— ¡Jungkook! — Exclamó el rubio con el corazón desbocándose.

— Es broma, es broma, quiten esas caras. Más bien es alguien que me acompaña cada día y a quien utilizando esta cita le pediré que sopese la idea de aceptarme como su pareja. — Repitió observando al rubio.

¿Cómo iban a ser pareja cuando entre ellos nunca hubieron ese tipo de acercamientos? No contaba haberse masturbado pensando en él, desayunar y comer cada noche juntos, tampoco las horas que pasaban juntos ya fuesen trabajando o conversando.

— Está bromeando, en realidad soy su mayordomo. — Aclaró viendo la confusión en Hoseok.

— Bueno, dejemos los jueguitos que tenemos todavía algunas cosas que puntualizar. Hobi, ve para que te retoquen el maquillaje. A ustedes dos los escoltaré yo mismo por ser mis invitados hasta la mesa que les corresponde. Namjoon y yo los alcanzaremos más tarde. — Pronunció mientras caminaba entre el personal.  — Tu hyung como siempre, vendrá más tarde, es algo normal en mi prometido llegar luego de la hora acordada.

Siempre que visitaban la casa iban separados, creyó una vez escuchar algo sobre que ellos dos salían pero recién confirmaba la hipótesis sobre que los mejores amigos de Jungkook, estaban saliendo.

Todo lucía increíble, las luces, las personas reconocidas que divisaba por aquí o por allá, la compañía... Sin embargo, su mente seguía repitiendo la conversación de hacía varios minutos, tan incómoda y extraña que lo hizo sentirse raro, nervioso.

— ¿Por qué dijiste eso frente a tus amigos? — Jungkook aún comprendiendo a lo que se refería, fingió demencia pero ese fue un truco que no sirvió de nada. — Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando, Jungkook. ¿Por qué estuviste jugando con eso de que somos o seremos pareja?

— Vaya, sí que te acostumbraste rápido a tratarme como a un amigo. — Mencionó corriendo suavemente su mano hasta rozarlo con el meñique sutilmente. — Perdón por el momento y forma en que dije esas palabras, mas no puedo pedir perdón por decirlas. — Pudo sentir la mano de Taehyung tensarse y hacer el intento por moverse pero la sostuvo en su sitio. — Cada cosa que dije fue real, quizás no el hecho de que somos pareja pero sí que quiero que lo seamos. Me gustas, Kim Taehyung.

— ¿Te gusto? — Repitió confundido, deseando poder agarrar a su corazón y darle una reprimenda por comportarse tan alocadamente. — ¿Qué te gusta? ¿Cómo puede ser posible que repentinamente comience a gustarte? No deberías bromear con algo así. ¿Qué te gusta de mí?

— Todo y nada. — Entrelazó sus dedos para evitar que se alejara. — No bromearía con mis propios sentimientos. ¿Quién pude decir un momento exacto en el que empieza a gustar de alguien?  Sí me gustas, me gusta todo de tu persona y a la vez nada en particular, me gustas simplemente tú. Las cosas simplemente pasan en un momento, no siguen un patrón que pede ir avisándote o tal vez sí, pero no nos damos cuenta hasta que es demasiado como para evitarlo o ignorarlo.

Taehyung rebuscó en la mesa con su mano libre la copa y bebió como si su contenido lo ayudase a procesar mejor todo,, como si fuera el sostén y la fuerza que necesitaba para enfrentar esa esporádica locura de Jungkook.

— Quién sabe cómo se fue creando ese gusto. Pudo ser por tu forma de cuidarme que poco sigue el protocolo básico, cada atención que se siente como mimo. Tu simple cercanía es agradable para mí, por eso busco la manera de tenerte siempre cerca. Quizás me empezaste a gustar desde el momento que pusiste un pie en mi casa y te vi tan ensimismado con cada cosa que contemplabas irradiando una amplia sonrisa imposible de pasar desapercibida.

— Jungkook...

— Pudo ser tu bello rostro, cada una de tus facciones o elegancia desbordante que pones en cada cosa que haces. El verte jugar con los demás empleados de una forma tan armoniosa. Quizás fue tu forma de cuidar la casa que hace que se sienta como un cálido hogar o tu simple existencia. No lo sé, es todo eso y a su vez, si quitara todo, siento que seguiría gustando de ti. Porque eres tú, se trata de ti.

— Yo, yo no sé que decirte porque todo esto es tan repentino... — Se atrevió a levantar su  vista para enfrentar a ese conocido rostro acompañado de un nuevo mirar que por primera vez veía sin velo delante suyo. ¡Dios, era hermoso!

— No te sientas presionado por lo que te dije, solamente quería que lo supieras y mantuvieras en mente para que comprendas mejor mis acciones. Necesitaba que supieras que no te busco por ser mi mayordomo, realmente estoy haciendo el esfuerzo por ganarte como hombre, no como regalo o trofeo, sino como una bendición que necesito en mi vida. Te necesito en ella.

El silencio de sus palabras era rebatido por el barullo del lugar y varios minutos después fue cambiado por una amena conversación iniciado por Jimin, quien se sentó junto a ellos acompañado de su pareja. Sus muestras de cariño eran tan naturales, lucían tan compenetrados y bien juntos que sus acompañantes no podían evitar imaginarse a ellos mismos en esa situación, dándose ocasionalmente miradas cómplices.

No hablaron más del tema esa tarde, tampoco en la noche, simplemente decidieron disfrutar ese día sin preocuparse por nadie más. Como amigos y quizás, algo más que no querían admitir, bailaron, bromearon y se divirtieron intercambiando naturalmente roces y miradas desapercibidos para ellos, pero no para el pelinegro que le mostraba disimuladamente a su pareja cada vez que algo así sucedía.

Dado que al día siguiente Taehyung tendría descanso, el pelirrojo lo llevó directamente a casa. El mutismo los embargó una vez que estuvieron frente a la residencia del rubio, el auto parecía ser el lugar más confortable y cálido.

— Te acompaño a la entrada. — Mencionó su jefe desabrochándose el cinturón de seguridad. — Vamos.

— No es necesario, solamente tengo que dar pocos pasos. — De repente sus propios dedos resultaron demasiado interesantes como para apartar la mirada de ellos. — Gracias por traerme, por el día de hoy, por todo.

— No tienes nada que agradecer. — Sonrió pero su sonrisa se amplió mucho más al ver a su mayordomo sonreír junto a él. — ¿Nos vemos en dos días? — Taehyung asintió. — Hasta el sábado entonces.

— Adiós.

Insomnio irrespetuoso que lo atacó toda la noche. No, no podía culpar al insomnio si no al señor Jeon, quien estuvo en su cabeza a cada segundo, provocando que el insomnio hiciese presencia sin ser invitado.

— Son las siete de la mañana y si mi oído no me falla, llegaste hace tres o cuatro horas. ¿Qué haces despierto? — La voz de Seokjin lo sorprendió mientras jugaba con la bolsita del té. — Eso debe ser muy entretenido, meterlo, sacarlo...

— Hyung... — El mayor sonrió haciendo rodar su silla hasta tomar una taza limpia y entregársela a su hermano. — No pude conciliar el sueño. ¿También quieres?

— No, tengo la boca cuadrada y te estoy entregando la taza como una demostración de amor. ¿Tierra llamando a Tae? — Una mueca apareció en los labios del rubio, volteándose para prepararle su té. — Bastante limón de acompañamiento, por favor.

— ¡Jin, regresa a la cama, todavía es muy temprano! — Gritó Yoongi desde la habitación. — ¿Por qué te empeñas en levantarte solo tan temprano sin nece- — Palideció al ver a su cuñado en la cocina sosteniendo una taza humeante en sus manos, observándolo con las cejas enarcadas.

— ¿Podrías dejar de mostrarle tus privados encantos a mi hermanito? — Yoongi bajó la mirada al notar que estaba en ropa interior y cerró de golpe la puerta del cuarto. — ¡Gracias!

Los hermanos se observaron y carcajearon, literalmente se burlaron de Min toda la mañana mientras este los ignoraba. 

— Entonces, ¿piensas decirme qué te ha tenido en vela toda la noche? ¿Puede ser el mismo motivo que te tiene cavilando todo el santo día? — Preguntó Jin al momento en que su pareja regresó a dormir a la habitación luego de ver media película. — ¿Qué sucede?

— ¿Qué harías si una persona por la que sientes una inexplicable atracción que no puedes ubicar en una categoría exacta, te dice que le gustas? — Su mirada estaba fija en el televisor pero él realmente no le estaba prestando atención.

— ¿Qué tienen que ver las categorías de atracción en esto?

— Hace meses que encuentro atractivo a una persona, no sé si es por su despampanante físico, exquisito gusto a la hora de vestir, hermoso rostro, su carácter o la escondida lujuria que me despierta. No lo puedo poner en una sola categoría y aunque sentí el impulso de decirle que también me gustaba, no pude decirle porque siento engañarlo. Quizás los meses de abstinencia me han estado pasando la cuenta y él sólo me provoca sexualmente...

— ¿Tu jefe te tiene enredado de esa forma?

— No es mi jefe, ¿por qué sería mi jefe? No se trata de él, no es... ¿Cómo supiste que se trataba de él?

Jin se echó a reír mientras buscaba el mando para pausar esa jodida película que lo estaba aturdiendo.

— Déjame adivinar, quizás porque es con quien estas casi las veinticuatro horas de cada día de la semana. Porque siempre hablas de él o porque he visto como le has tomado fotos al hombre a escondidas. Primero para enseñarme cómo lucía pero tienes bastantes fotos de él. Porque cada cosa que me dices lo has comentado en otra ocasión cuando hablas de él y porque eres mi hermanito y te conozco demasiado bien.

— A veces te odio.

— Lo sé, soy demasiado genial en todos los sentidos y eso causa envidia pero no te sientas mal, eres especial a tu manera. — Taehyung revoleó sus ojos y ambos rieron. — Hablando seriamente, TaeTae... ¿No crees que cuando alguien tiene tantas cosas que te atraen, imposibilitándote el poder decidir por una sola, es porque simplemente te gusta esa persona? Soy enemigo de mezclar el trabajo y el placer pero si ya estás tan atraído por él y ese hombre te dijo que le gustabas, no pierdes nada con intentarlo.

— Claro, solamente mi trabajo y un buen ingreso de dinero si todo se enreda y me toca irme. — Bufó arrebatándole el control remoto a su hermano para volver a poner la película, mismo que Jin recuperó antes de que pudiera reproducirla. — ¿Ahora qué?

— ¿No te has puesto a pensar que si funciona nos volveremos millonarios? — Elevó las cejas de forma burlesca.

— ¡Esto no es cuestión de dinero, Seokjin! ¿Por quién me tomas? — Exclamó furioso.

— Ahí está tu respuesta, te importa una mierda el dinero, tu puesto y salario. Lo que tienes es miedo de mezclar tus sentimientos, que nada funcione y te veas obligado a marcharte con un corazón herido.

No le respondió y el mayor no siguió hablando de lo mismo para no atosigarlo y permitirle que pusiera sus pensamientos en orden. Estuvo toda la tarde pensando en toda esa maraña de cosas que lo estaban abatiendo y por más que lo intentó, no pudo contenerse.

Esa era la razón por la cual en ese momento, iba en un taxi hacia su lugar de trabajo a pesar de estar en su día libre. Necesitaba hablar con Jungkook. Fue una sorpresa para Jiwon verlo ahí pero no comentó nada, se limitó a saludarlo y verlo caminar por cada rincón de la casa.

No tuvo la suerte de encontrarlo pero, no pensaba moverse de allí hasta que no pudiese verlo para aclarar lo que sea que estuviese ocurriendo entre ellos. No obstante, las cosas no siempre salían según lo planeado y la madrugada hizo entrada mucho antes que el dueño de la casa.

Algo reticente, tomó su móvil y buscó el nombre de su jefe entre sus contactos. Nunca lo llamaba al no ser verdaderamente necesario, mas esa ocasión para él lo ameritaba.

¿Taehyung? — Se le escuchó preguntar al otro lado del teléfono. — ¿Qué sucede? ¿Dónde estás?

— E-Estoy en la mansión, vine porque necesitaba hablar contigo sobre...

¡Kook, ven acá! — Una voz que el rubio recordaba muy bien se escuchó y por algún motivo, odió aquello como no tenía nombre. — Deja ese teléfono.

Estoy hablando, Eunwoo. Espera un momento. — Respondió con fastidio, moviéndose de lugar para hablar mejor con Taehyung. — ¿Tae?

El aludido rió por su idiotez, peinando su cabello mientras su lengua humedecía sus labios. — Eunwoo... — Musita con falsa calma. — Olvídalo, ya arreglé el problema.

Terminó la llamada y tomando su auto que había quedado estacionado allí el día anterior, se fue a su casa.

— ¡Maldición! — Exclamó molesto.  — Discúlpenme...

— Oye, a dónde vas, no hemos terminado. ¿Le cogiste miedo a la apuesta? — Le provocó uno de sus conocidos y socio, Kim Mingyu.

— Lo siento pero, tendrán que terminar esta partida de póker sin su rey. Podrán aprovechar la única oportunidad de ganar que se les presenta. — Bromeó estirando la mano para despedirse de cada uno. — ¿Te quedarás hasta el final, Nam?

— Sí, no te preocupes. Llamaré un taxi, puedes irte.

Vistió su abrigo con gran rapidez y bajo la fija mirada de Eunwoo quien también estaba sentado en la mesa, se fue. Nunca había regresado tan rápido a su casa, llegó llamando al rubio un tanto desesperado sin recibir respuesta. Lo buscó en su habitación y en el resto de la casa pero no lo encontró.

Se sentó en la cama del rubio confundido, acariciando las sábanas que lo envolvían, mismas que le dieron la valentía e idea de ir en su búsqueda. Corriendo bajó las escaleras regresando a su auto, llegando veinte minutos después a la residencia de su mayordomo. La hora pareció no ser un impedimento para tocar el timbre con toda su fuerza, no se iría hasta no poder hablar con él. Si se marchaba en ese momento, sus inseguridades no le permitiría volver a enfrentarlo de la misma manera.

— ¿Quién demonios toca de esa forma a las tres de la mañana en casa ajena? — Un pelinegro evidentemente molesto y en ropa interior le abrió la puerta, dejándole completamente pasmado. — ¿Quién eres que te crees pájaro carpintero martillando mi puerta a esta hora?

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