Capítulo 31: Asesinos.

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Juguetea con el líquido dorado en la copa de cristal que se encuentra en su mano. Honestamente no entendía la manía de beber champan, no es la mejor bebida del mundo, más bien no era muy fanático del alcohol por decirlo así. Quizás es porque probó primero el jugo de frutilla.

De repente ve a la chica de cabello castaño mirarle y guiñarle el ojo con coquetería, sólo ríe mientras disimuladamente cuenta los minutos en el reloj de pared. Lovro era estricto con respecto al tiempo durante los entrenamientos, "un asesino es sumamente puntual" repetía una y otra vez, por lo que a regañadientes aprendió a contar los minutos.

Su llegada a la destellante mansión fue a las diez en punto, a las diez y dos minutos mostró la invitación falsificada al guardia de la entrada y éste lo dejó pasar. A las diez y media encuentra al objetivo atendiendo a los invitados, diez y cincuenta encuentra el momento idóneo para acercarse cuando lo ve tomar una copa de uno de los meseros. Sonríe ampliamente mientras camina y lo saluda como si fueran dos viejos amigos, cuando las agujas dieron las once el objetivo se distrae al ver pasar a unos conocidos y aprovecha el momento para verter el polvo transparente en la copa ajena.

El objetivo se excusa diciendo que debe atender a los demás invitados el sonríe en compresión despidiéndose cortamente, en ese momento una joven de vestido plateado se le acerca con una sonrisa coqueta y supo que sería perfecta para mezclarse en la fiesta. Ya eran las once y media, hace diez minutos vio el objetivo retirarse de manera apresurada hacia el pasillo, supuso que aquel potente laxante debió hacer efecto.

Su hora de actuar llegó con el vibrar de su celular escondido en su chaleco.

—Ah perdona, tengo que ir al baño.

—Claro...

La chica, con la que estuvo hablando un buen rato pero cuyo nombre no recuerda, le vio alejarse con una sonrisa expectante por lo que tuvo que hacer una treta moviéndose por entre los invitados para perderse de la vista de la fisgona. Entonces se dirigió por el mismo camino que recorrió el objetivo, adentrándose por un pasillo apartado de la fiesta en donde se encontraban unas amplias escaleras. Terminó siendo visto por un vigilante que frunció el seño al verlo.

—Este camino está prohibido...—Declaró, sin embargo el intruso de cabello negro siguió acercándose.

—¡Oh! Es sólo que estoy buscando el baño...—Explica con rostro de estar en problemas mientras el guardia suspira y termina de cortar los metros entre ellos.

—Mira... giras a la izquierda y verás...—Dejó de hablar de repente, un delgado hilo carmesí se escurrió de su nariz a tiempo en que la vista se le ennegrecía. Ni cuenta se dio cuando cayó al suelo.

—Sin nariz rota... siéntete afortunado por mi excepcional control de fuerza—Soltó con dicha antes de empezar a subir las escaleras. El camino era corto mientras subía, su destino era muy cercano. La habitación de su objetivo.

Tras unos toques específicos en la elegante puerta de madera se encuentra a salvo para pasar sin el peligro de que un cuchillo le llegue en la frente. Era una habitación, elegante y costosa por supuesto, con unas cortinas finas de seda que ondeaban por el viento que expulsaba una ventana abierta. A través de las cortinas divisó una silueta delgada oscura.

—Cuidado, no lo vayas a pisar—Dijo, apuntando al suelo. Entonces se percató del objetivo tirado en el suelo y en un charco de sangre. Volvió a alzar la mirada a los zafiros que sobresalían en la oscuridad.

—Tiempo perfecto como siempre, hades—Canturreó de manera juguetona, divisa una sonrisa amable mientras sale a la luz de la luna.

—Yo sólo hice lo que me susurró el demonio—Responde, lo que le hace ensanchar la sonrisa. Adoraba cuando el contrario le seguía el juego.

—¿Seguro? Porque primeramente tenía pensado hacer uso de cierto vestido escotado que con todo el amor del mundo había alquilado, pero alguien me hizo devolverlo o lo volvería tiras...

—Karma...—Regañó con expresión ceñuda mientras caminaba rodeando el cadáver.

Baja la mirada cuando está en frente de él, porque en algún momento tuvo que empezar a bajar el mentón para poder verlo al rostro cada que estaban de pie frente a frente.

—Estate atento, tu cabello se ve...—Lo ve ponerse de puntitas y estirarse para acomodarle la molesta peluca que compró, por toda esa porquería de pasar desapercibido.

—Gracias, que bueno que estés pendiente de mí, Nagisa...—Dijo medio jocoso, tomando la mano que acomodaba su cabello y depositando un beso en ella.

Contempló como el contrario le veía con rostro incómodo para luego retirar su mano rápidamente.

—Ya es hora de que nos vayamos ¿No?—Agrega, fingiendo que lo anterior no pasó lo que le daba algo de gracia.

—¿Tienes lo que pidió Lovro?—En respuesta a su pregunta, el peli azul le muestra una carpeta con hojas sueltas—¡Perfecto! Ya quiero quitarme esta peluca y los ridículos lentes de contacto.

—Es por tú bien.

—Sí, sí...—Respondió cortamente con tono aburrido, desanudándose la corbata en su cuello. Se encaminó hacia la ventana con tranquilidad y sacó un pie por el marco mientras daba un vistazo al reloj decorativo en la pared—doce en punto. Si nos damos prisa, quizás aún pueda ver el maratón de "Corazones prohibidos".

—Me alegra que el entrenamiento de puntualidad de Lovro te haya ayudado para algo—Comentó con ironía, Karma le sonrió con burla antes de dejarse caer por la ventana. Aún sin escuchar el sonido de la caída, se acercó a mirar por fuera del marco encontrándose con la misma sonrisa burlona pero ahora con unos brazos extendidos acompañándole.

Nagisa frunce el entrecejo y Karma sólo ríe.

—¡Vamos! ¿Qué esperas? ¡Te voy atrapar!

—¡No necesito eso!

—¡Así es más rápido y seguro!—Replicó el contrario risueño manteniendo su postura con brazos elevados. Para Nagisa ese argumento no bastaba, sin embargo sería gastar tiempo en una discusión molesta y mejor salir de allí lo más pronto posible. Suspiró con resignación a tiempo que se sentaba en el barandal de la ventana con las piernas colgando, se aseguró de apuntar bien hacia donde iba a caer antes de impulsarse hacia delante.

Ya no era él sólo...

—Tadah...—Canturreó con el peli azul entre sus brazos y éste sólo le dio un zape en la frente cuando vio que estaba muy cerca.

Ambos eran asesinos ahora.

Continuará...

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