Hoy sonreí,
juro que lo hice.
Sonreí porque
me he dado cuenta
que con o sin ti,
debo continuar.

Irónico, ¿no?
admito que sigues doliéndome,
muy en el fondo lo haces,
allí donde las emociones
intentan no gritar tu nombre,
no llamarte
y decirte que te necesito.

Cada día voy aprendiendo
no de la vida,
sino de mí misma.
Y me sorprende lo fuerte
que puedo llegar a ser
sin necesidad de nadie
cuando mucho antes
creí que tú me protegerías.
Dulce y maldita equivocación.

Sonreí porque me tengo a mí,
porque voy dejándote
un poco atrás,
solo un poco, pero lo hago.
Porque las heridas
comienzan a sanar
y solo debía dejarte ir
y perderme sin necesidad
de volver a encontrarme.

Pero quizás un día,
sin ni siquiera esperarlo,
en algún recuerdo perdido,
en alguna antigua fotografía,
en tu sonrisa
que ya no me corresponde,
en mis propias letras,
o en los fragmentos
de mis desilusiones
encontraré esas viejas partes
que solían pertenecerme.

Lo importante
es que sonreí,
luego de un largo tiempo,
incluso después
de habértelo entregado todo,
finalmente lo hice,
con tanto caos en mi interior,
con tantas batallas,
con tanto dolor,
y con el corazón aún roto.

Pero Sonreí.