vi. pretend know him

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PIEDAD EN TUS OJOS
acto          🩸          uno
❪ pretende conocerlo ❫

Años de tradición podían modificarse de un momento a otro, así ocurrió con el torneo de Karate All Valley. Temprano por la mañana, llegaron a las puertas de cada dojo inscrito una carta de parte del comité.

En Cobra Kai, a pesar de que la clase de ese día sería por la tarde, los Silver estuvieron allí muy temprano en la mañana, logrando ser de los primeros en enterarse junto al sensei Kreese de las buenas nuevas.

Se anunciaban grandes cambios, como la implementación de una competencia de habilidades. Se evaluarían kata, rotura de tablas y exhibición de armas. Al igual, habría una división para chicas, lo que significaba dos campeones de All Valley.

Se entregaría un trofeo de Gran Campeón al dojo que obtuviera más puntos a lo largo del torneo y sus nuevas categorías.

Silver y Kreese estaban más que satisfechos con las noticias. Phoenix solo los observaba, creyendo también que Cobra Kai lo tenía todo para ganar.

Estaba enterada de un pequeño trato que se había hecho por ahí. Si el dojo ganaba, ni Miyagi-Do o Colmillo de Águila (el dojo que había abierto Johny Lawrence de improvisto) podría volver a enseñar. Ya no habrían más enseñanzas flojas en el Valle.

—Todo esto es, perfecto —expresó Terry—. Primero Larusso y Johny Lawrence se separan, y ahora esto —recordó, sabiéndolo debido al en vivo que había mostrado el combate de ambos senseis—. Maná del cielo, cariño —soltó, sonriéndole a su hija.

—Ellos no tienen los peleadores para competir en ambas divisiones —comentó Kreese—. Ganaremos el torneo incluso antes de que comience.

En ese momento, con la autorización de Silver, varias personas empezaron a ingresar con cajas enormes. Kreese preguntó de qué se trataba, y Silver le explicó emocionado:

—Equipo de primera línea para combinar con nuestro nuevo equipo de última generación. Los chicos verán que solo nos conformamos con lo mejor. Ahora es el momento de mostrar nuestra fuerza y reforzarla.

Phoenix se aproximó a la puerta trasera, notando el carro de mudanzas que estaba estacionado a unos metros, traían un montón de material para entrenamiento, todo era de la mejor calidad. Supo que había costado mucho dinero, lo que la hacía entender que su padre estaba totalmente comprometido. Esperaba que no se equivocara como en el pasado, pues ella estaría cometiendo el mismo error al agradarle y apoyar lo que ocurría.

Quedó totalmente embelesada cuando su padre le entregó una de las cajas de color negro que tenían impreso el logo de Cobra Kai en un plateado brillante, pero le gustó más lo que encontró en el interior; eran trajes deportivos de diseñador con el logo de Cobra Kai.

—Es una nueva era... —comentó su padre, rodeando sus hombros con una sonrisa. Él estaba muy feliz y eso hacía a Phoe feliz.

—Será la mejor, papá...

—Lo sé, little swan —respondió, besando su cabello antes de alejarse a firmar la entrega.

La clase de ese día sería muy agradable para los estudiantes, pues recibirían grandes regalos y se enterarían de los nuevos y buenos cambios.

Aún cuando era temprano, Phoenix estaba sobre las colchonetas repasando una kata que había observado días anteriores en internet. No creía que en algún punto la usaría, pero ahora parecía que podría ser de mucha utilidad. No pasó mucho para que una transtornada Tory ingresará al dojo, de seguro a hacer un entrenamiento extra como de costumbre.

Pero, cuando Silver se acercó a saludarla, ella se sobresaltó, regresando a la realidad.

—¿Estás bien, Nichols? —preguntó cautelosa, notando su expresión desorientada.

—Creo que debo irme, necesito, necesito un rato a solas —respondió, tomando con más decisión el asa de su mochila.

—Hey —la detuvo un momento, pero no la vio voltearse—. No somos cercanas, pero puedes contar con mi ayuda para cualquier cosa, alentarte mientras golpeas a alguien y así.

—Gracias... —Nichols apreció su gesto, y aunque sí estaba ocurriendo algo malo, no se sentía lista para contárselo.

Continuó su camino y Phoenix también retomó su propio entrenamiento, pasando un buen rato con los audífonos a todo volumen. Al sentirse algo cansada, fue por un poco de agua mientras aprovechaba para revisar los mensajes en su celular. Le informaron que las clases de ballet se habían suspendido, lo que no le hizo mucha gracia. Estaba acostumbrada a asistir todos los días más horas de las indicadas, ¿qué haría en todo ese tiempo?


Y como si fuera una respuesta divina, Robby Keene ingresó al establecimiento trayendo consigo una patineta. Estaba distraído, por lo que le sorprendió encontrar a la ojiverde observándolo muy atenta.

—Silver —dijo. Tenía algo que decirle, por lo que aprovecharía la oportunidad—. Quería comentarte que las lecciones de Kenny ya concluyeron, él se siente muy listo como para continuar por su cuenta.

—¿Eso significa que...?

—Eres libre de hacer lo mismo —concluyó, sintiendo que extrañaría un poco las lecciones y las charlas que compartían al final de cada una—. Conoces bien las tácticas de Miyagi-Do, estás al corriente con Cobra Kai, no sé qué más podría enseñarte.

Las ideas volaron por la mente de Phoenix, era cierto que ya había sido bien entrenada, pero había algo que la hacía querer seguir compartiendo un tiempo extra con Robby. Le caía bien, esperaba que pudiera florecer un lazo amical.

—Puedes enseñarme a, verme genial derrotando al oponente.

—¿Oh, en serio? —soltó, siéndole imposible retener una sonrisa. Phoenix se arrepintió de inmediato, ahora parecía una admiradora—. Pues creo que, podríamos intentarlo.

La pelinegra logró conectar su mirada con la de Robby más tiempo del esperado, y sorpresivamente no se sintió nerviosa, fue muy fácil observar sus ojos y tratar de detallarlos con calma. Tenían un brillo muy lindo, le sacaban una sonrisa.

—Quería preguntarte... —soltó Phoenix por impulso al ver que volvía a emprender su camino hacia la trastienda—, ¿qué harás hasta la clase?

—Creo que nada —respondió, intuyendo una propuesta. La vio luchar consigo misma por varios segundos, manteniéndose en silencio.

—Mi lección de ballet, antes de la clase de hoy, fue suspendida, tal parece que mi instructora tiene una gripe grave —le contó para darle una pequeña introducción y hacer más normal lo que quería proponerle.

—Espero se mejore —expresó Robby.

—Yo igual —respondió, uniendo sus manos detrás de la espalda con nervios—. Pero, mientras se mejora, no tengo nada que hacer.

—¿Y cuál es tu mejor opción? —preguntó con calma.

—Pasar el rato, juntos —contestó, soltando finalmente la propuesta. No se sintió más aliviada, pues aún faltaba la opinión de Keene—. Es decir, bueno, caminar por ahí, quizás podríamos practicar karate o cualquier cosa.

—En realidad quisiera dejar el karate un segundo —comentó, haciéndolos recordar las lecciones intensivas que recibían—. Podrías practicar ballet como de costumbre, solo que ahora conmigo cerca. Así no lo extrañarás.

—¿Eso no te aburrirá? —preguntó, sintiendo conmoción en su corazón por la amabilidad que Robby mostraba.

Él negó con la cabeza, haciendo que Phoe de inmediato pensará en Gabriel. ¿Por qué él debía ser tan diferente? ¿Por qué había dejado de tratarla de una forma parecida? Se cuestionó en dónde estaría su ex-enamorado ese momento, pero se obligó a centrarse en su realidad.

Por otro lado, Robby podría estar siendo solo una persona cortés, pero aún así, era más de lo que Phoenix comúnmente recibía.

—Hasta podrías enseñarme a pararme en puntas —bromeó.

—Pare ahí, señor Keene —dijo mientras sonreía—. El ballet no es solo eso, ¿bien? Puede ser tan complejo como el karate. Necesitas tanta disciplina como aquí, un físico increíble y una flexibilidad igual —empezó a mencionar, haciéndolo menear la cabeza de un lado a otro inseguro—. ¿No lo crees?

—Creo que el karate puede ser un poco mejor —respondió, iniciando un juego divertido.

—Oh, mi amigo, hoy verás lo difícil que puede ser el ballet —prometió, tomando su hombro con competitividad en la mirada—. Ya tenemos un plan: demostrarte lo equivocado que estás.

—Bueno, por lo menos te distraerás —aceptó, creyendo difícil ser convencido de que el ballet pudiera ser tan duro. Phoenix rodó los ojos, aún cuando en realidad estaba muy emocionada.

Para ejecutar el plan, Robby comentó que un gimnasio grande y amplio en el que probablemente los dejarían entrar sin pagar, era el de la secundaria. Por lo que fueron ahí.

Sin embargo, para ingresar tuvieron que escabullirse, pues al parecer Robby era alguien tachado con rojo para el West Valley High School. Habían muchas cosas que Keene no había dicho, pero aún así Silver conocía por sus previas investigaciones.

Cuando ya no hubieron muros en la costa, hallaron afortunadamente una colchoneta vacía, todos a su alrededor realizaban algún tipo de gimnasia, así que pasaban desapercibidos. Dejaron sus cosas en las colchonetas apiladas más cercanas. Traían ropa ligera, Phoenix un body y unos leggins deportivos, mientras que Robby un buzo y una camiseta de manga corta.

—Empezaremos con lo que para ti es súper simple —dijo, realizando estiraciones previas. Robby quedó algo sorprendido al ver cómo podía alzar su pierna hasta la cabeza, y lo hacía varias veces con ambas extremidades—, ponerte de puntillas.

—En mi defensa, nunca dije explícitamente que fuera fácil —comentó, estirando sus brazos hacia los lados para no quedarse ridículamente inmóvil.

—Es equilibrio. Lo tienes todo controlado, ¿no?

Fue muy divertido para Phoenix ver a Robby fallar muchas veces en el intento, yéndose para los costados, muy para atrás o en ocasiones lanzando prácticamente su peso hacia adelante. Ella le mostraba el movimientos muchas veces, aunque sabía que tenía algo de ventaja al usar zapatillas de mediapuntas y haber practicado ballet por años.

Robby insistía en qué podría hacerlo sin ninguna ayuda, pero solo estaba generándole muchas risas a su acompañante. No se quejaba, le gusta ver cómo sus mejillas se elevaban y sus ojos se entrecerraban un poco al reír, pero aún así lograban notarse con un brillo más intenso.

—Está bien, Señor El Ballet Es Fácil Keene —dijo, palmeando su hombro para que se fuera a sentar—. No lo lograste ni una sola vez, pero como lo has intentado muy bien, te daré un pequeño espectáculo. Una pequeña serie de movimientos que estamos practicando en mi academia.

—Me gusta la idea —respondió, yendo a sentarse en una colchoneta. El lugar se había llenado más, por lo que le tocó ir más lejos de lo esperado.

Phoenix lo observó en todo su recorrido, alzando el pulgar cuando él alzó el suyo, indicándole que ya estaba listo.

Se colocó en una esquina de la colchoneta, teniendo dos más de espacio frente a ella. Le dio la espalda, tomó posición y cruzó un poco sus piernas mientras las puntas de sus pies apuntaban a lados contrarios. Inició luego de tomar el aire suficiente y proyectar una ligera sonrisa.

Se colocó en puntas y dio pequeños pasos hacia atrás junto a una vuelta que la dejó mirando hacia el frente. Fue ahí que empezó a dar pasos más largos, y luego dio saltos cortos, deteniéndose un momento para dar vueltas seguidas sobre la punta de su pie, luego continuó con saltos largos y vueltas en el aire sin perder el equilibrio o la delicadeza en ningún movimiento. Sus pies apenas tocaban el suelo al caer, parecía que caminaba entre las nubes. Concluyó dando giros por lo largo de las colchonetas y luego, al llegar al centro, uno más sobre su propio eje, con gracia y perfección. Regresó a la posición inicial, encontrando de forma inmediata el rostro deslumbrado de Robby entre las personas que pasaban. Él nunca había visto algo tan natural y bonito.

De repente, lo perdió de vista debido al hombre que se había parado frente a ella sin explicación. Le sonreía, lo que le causaba algo de incomodidad. No creía conocerlo, aunque su rostro le sonaba de algún lado.

—¿Desea algo, señor? —preguntó sin ser grosera, tratando de esquivar su cabeza para volver a encontrar a Robby.

—Sí. ¿No quieres unirte a un dojo de karate? Es perfecto para ti. ¿Quieres saber por qué?

La memoria de Phoenix se refrescó al oír la palabra "karate". Reconoció al hombre y pudo ver cómo a unos metros detrás Robby y otro chico chocaban.

—¿Usted es...? —preguntó para estar segura.

—El sensei Johnny Lawrence de Colmillo de Águila Karate —informó, sintiendo que ya había visto y oído a la joven frente a él—. Tu talento se puede sentir desde el otro lado del gimnasio. Vivimos en un mundo donde debes ser un alfa para sobrevivir. Eres una asesina, o estás muerta, y yo creo que estás en el nivel perfecto para ser lo primero.

—Eso lo estoy descubriendo... sensei Lawrence —respondió, viendo a los dos chicos acercarse—. Pero lamento comentarle que ya tengo un lugar en el que me enseñan a "asesinar" a la competencia. Y la competencia son... ustedes.

El hombre se quedó procesando por un segundo lo que le decía, dándose cuenta entonces de que aquella chica había llegado a Miyagi-Do con John Kreese y un desconocido de nombre Terry Silver. Recordó la plática con LaRusso sobre lo peligroso que era este último, y lo mucho que le apenaba la situación de su hija, pues nadie merecía un padre tan demente.

—Por supuesto —Lawrence comprendió, lamentando el descubrimiento. Una de sus pocas probabilidades de conseguir una campeona que compitiera para Colmillo de Águila había desaparecido—. Hija del, compañero de jubilación de Kreese.

—Phoenix Silver —se presentó.

En ese instante, llegaron Robby y el otro chico, que de inmediato le habló a su sensei, advirtiéndole muy tarde con quién estaba tratando.

—Phoe, no tienes que por qué hablar con él —expresó Robby, colocándose frente a ella. Silver le aseguró que no había problema, resultaba entretenido presenciar la reacción de Johnny.

—Solo conversaban —lo defendió, el que Phoenix pudo identificar como, Miguel Díaz—. Mi sensei no te reconoció, lamentamos la molestia que te pudimos haber causado —expresó, dirigiéndose a la pelinegra que trataba de ser escondida por Keene—. Pero ahora sabe que eres de Cobra Kai.

—Deberías salir de ahí cuanto antes —expresó Lawrence, sonando más desmotivado. Notar el odio en la mirada de su hijo le dolía—. John Kreese te lavará el cerebro como lo hizo conmigo, o con mi hijo.

—Ya te he dicho que eso no ha ocurrido —lo detuvo Robby, haciéndole frente una vez más—. Yo no confío en él, no confío en nadie.

—Pero ella sí lo hace con Silver, es seguro que confía en su padre. Pero por lo que he oído, él es un loco más, puede que hasta mucho peor.

—Diríjase con respeto a mi padre... —habló Phoenix, saliendo de la sombra de Robby—. No tenemos problemas, no se tome la molestía de crearlos.

—Cobra Kai siempre será un problema en las manos equivocadas —respondió, haciendo que frunciera el ceño. ¿Había más cosas que ella no sabía o se refería a alguno de los problemas del pasado?

—Vámonos, Phoenix —pidió Robby, rozando su mano sin creer prudente tomarla directamente. Ella accedió, asintiendo.

Phoe y Robby se apartaron, este último chocando el hombro de Díaz al pasar. El ambiente se sentía muy tenso aún cuando se alejaban y volvían a poner kilómetros de distancia entre los dojos y las relaciones.

—No sabía que era tu padre cuando se acercó —comentó Phoenix en voz baja, colocándose una polera encima luego de cambiarse el calzado. Preparaban sus cosas para salir del gimnasio—. En realidad, creo que no sé muchas cosas —añadió, pensando en lo que Lawrence aseguraba sobre sus senseis.

—Tranquila, solo quieren asustarte —aseguró, cargando en su hombro el bolso en el que Phoenix transportaba sus pertenencias—. Manipularnos para hacer que fallemos.

Phoenix entendió que Robby hablaba más que nada sobre la situación con su padre, pues lo encontró mirando un segundo más hacia atrás, donde los dos hombres ahora hablaban con otra chica sobre unirse a Colmillo de Águila.

—No sé si mi padre alguna vez me ha manipulado —comentó Phoe mientras cruzaban las puertas del gimnasio, despidiéndose de él y el mal rato que habían pasado al final—. Creo que yo sola me manipulo cuando se trata de personas que me aman. —Soltó una risa seca, haciendo que Robby la observará con algo de pena, sonaba a que era algo horrible.

—Sabes que no es obligatorio, ¿cierto? —comentó, haciendo que lo mirara algo confundida—. Phoenix, quien ama de verdad jamás esperará algo a cambio. Si ellos te aman, no importará nada de lo que ocurra, ese sentimiento jamás desaparecerá.

Y eso tocó algo en el interior lastimado de Phoe. Hizo que analizará las dos relaciones más importantes de su vida. Encontró muchos fallos, más que nada, en su relación de pareja con Gabriel y trató de pasar el sabor amargo que le dejó en la boca. No quería pensar en nada relacionado con él, le terminaría doliendo demasiado.

—Oye, debo decírtelo, cuando realizaste esos movimientos fue... Increíble —expresó Robby, haciendo que regresará los pies a la Tierra—. Tengo una idea. Podemos ir por unos chocolates que nos harán olvidar este rato amargo. Los amaba de pequeño, de seguro te gustarán.

Phoenix accedió y le dijo que fueran por esos chocolates con una sonrisa.

Redireccionaron el camino, platicando más sobre el ballet, lo que a Phoenix parecía calmarla mucho, la hacía más feliz. Mientras fuera así, Robby trataría de hablar sobre ese tema del que no conocía nada todo el tiempo necesario.

Phoenix y Robby llegaron a una tienda que estaba cerca del dojo. Ingresaron y Keene saludó con confianza al encargado, haciéndole ver a Silver que se conocían. Entonces, él inició la búsqueda del chocolate prometido.

—Hay cereales de chocolate —comentó la pelinegra, inspeccionando la tienda también. Quiso tomar una caja, cruzando su brazo frente al castaño y acercándose más. Cuando él volteó a mirarla, notaron lo cerca que estaban—. ¿P-Podrías pasarme la, caja?

Keene, a pesar de haberse perdido inmediatamente en sus ojos verdes, asintió. Fue tan de repente, que cuando un hombre rompió el momento al llamar a Robby, recién pudieron percatarse de la conexión y complicidad que había aparecido.

Se separaron, Silver sintiéndose descubierta por algún crimen y Keene con desgano. Conocía al hombre frente a él, por supuesto, pero ya no era alguien de su agrado. Una vez más, trató de cubrir a Phoenix para que no se viera en medio de sus discusiones.

—Solo tomará un minuto —le aseguró el hombre, quien Phoenix pudo empezar a reconocer. Era quien había insultado a su padre y la había mirado con pena en los ojos. Daniel Larusso, sensei de Miyagi-Do.

—Puedo ahorrarle ese minuto y hacer que nos deje en paz —expresó el ojiverde—. Se dio cuenta de que está entrenando a un montón de debiluchos y necesita a un campeón masculino, ¿cierto? Déjeme adivinar, su argumento es: "Vine a rescatarte. Tú no eres así, Robby, te puedo ayudar". Bla, bla, bla.

Su actitud le sacó una pequeña sonrisa a Phoenix. Retomó la seriedad cuando LaRusso volvió a hablar.

—Ya dije todo eso antes. Es hora de romper el patrón —admitió, dando un paso más hacia ellos—. Supe lo que le hizo Cobra Kai a Eli.

—Solo le dimos lo que merecía —soltó Robby, encogiéndose de hombros sin arrepentimiento. Phoenix, en cambio, sintió un molesto hincón en su consciencia.

—No estoy aquí para juzgarte. Estoy aquí para decirte lo que te pasará después —explicó, causándole algo de curiosidad—, y no solo lo que pasará contigo, si no con ella.

Phoenix se mantuvo desconfiada, no entendía por qué se metía con ella si ni siquiera se conocían.

—Niña, Terry Silver apareció de la nada, trayéndote con él. Quizá tú creas esa versión supuestamente "buena" del hombre que te crió, y está bien, es lo único que conoces. Pero debes saber que él es una mala persona, me atrevo a decir que una de las peores —le aseguró, haciendo que frunciera el ceño. Lamentaba decirle todo eso de su padre, pero tenía que tratar de prevenir un desastre—. Robby, te parecerá bastante decente en el karate, te mostrará movimientos y luego se abrirá camino —se dirigió ahora al joven que había tutelado por un tiempo—. No sé cuánto se puede medir su locura, pero en un punto será irremediable y podrá dañar hasta a su propia hija. Los romperá y empujará más allá de sus límites.

Phoenix sabía que Daniel Larusso había conocido a su padre en el peor momento que este había tenido. El hombre frente a ella podría saber mucho mejor de lo que su progenitor era capaz, pero le resultaba imposible creerle. Hacerlo significaría una fractura grave en la relación con su amado padre.

—Los volverá fuerte más de lo que creían posible. Pero Silver no se detendrá ahí —aseguró Larusso—. Este hombre está enfermo y retorcido, y cuando termine con ustedes ya no se reconocerán. Un día tendrán la sangre de algún pobre chico en la camisa y querrán que no sea demasiado tarde para cambiar de rumbo.

Y Phoenix no soportó más. En su interior luchaban deseos distintos, el de conocer y el de mantenerse en la ignorancia. Tenía la necesidad de seguir oyendo a LaRusso, de preguntarle si la versión que le había contado su padre había sido del todo real, o si había algo mucho más oscuro. Pero tenía miedo, miedo de que la respuesta fuera destructiva y negativa. No quiso que continuarán manchando la imagen de su padre, amoroso, dulce, considerado, su héroe, su todo. Mirando una última vez al hombre frente a ellos, salió casi corriendo de la tienda.

Pudo escuchar como Robby le recriminó lo que hacía antes de salir detrás de ella. Phoenix continuaba dando un paso tras otro, rápido, sin notar que iba lo más lejos posible del establecimiento de Cobra Kai. Solo quería alejarse de la verdad que se ocultaba entre las tinieblas del pasado. Pero Robby se apresuró y detuvo frente a ella.

—Hey, no tienes por qué creerle —aseguró, queriendo ayudarla—. No debes oírlo, de seguro lo dice todo por desquite.

—¿Pero si no? —planteó algo alterada, abrazándose a sí misma un segundo—. Primero fue Lawrence, pero ahora es Daniel LaRusso, quien conoce a mi padre, realmente lo hace. Puede saber mejor que nadie quién fue en el pasado, los errores que cometió y...

Y a pesar de que Robby no conocía bien el contexto, trató de darle las palabras indicadas: —Lo has dicho tú misma, conoce al hombre que fue en el pasado. Eres tú quien lo conoce mejor que nadie, la persona que te crió es quien realmente es tu padre. Siempre lo será.

Y entonces todo se desencadenó, a pesar de que Robby trataba de ayudarla, era muy difícil, habían heridas internas. Con todo lo que sucedía, el mayor miedo de Phoenix se había vuelto el no conocer a sus seres amados, ser engañada por una ilusión.

—¿Sabes que yo jamás conocí a Gabriel? Creí hacerlo, pero no. Él... Él ya no es de quien me enamoré, o tal vez nunca lo fue —expresó, sintiendo un dolor en el pecho que solo se incrementó cuando llegó al punto de su confesión: —¿Y si tampoco conozco a mi padre?

Phoenix pensaba nuevamente en sus relaciones más cercanas, en todo el dolor guardado. No pudo más y necesitó sentarse en la vereda, viendo entre lágrimas a Robby hacer lo mismo, confundido pero con deseos de apoyarla.

Phoenix había tratado de reprimir sus sentimientos como siempre hacía, más los que le dolían. Aunque no lo había afrontado, estaba destruida por su ruptura con Gabriel, a pesar de todo. La había dejado llorando toda la noche. Era uno de los motivos principales que la hacían llorar en ese instante.

—Terminé con Gabriel —explicó Phoenix al notar la inseguridad de Keene con respecto a qué hacer. Él no dudó más y de inmediato la abrazó por los hombros, dejando que recostara la cabeza en su pecho.

El castaño rodeaba la fragilidad de Phoe con brazos que en ese instante la sostendrían sin duda alguna, brindándole una increíble protección. Ella no pudo evitar dejar escapar más lágrimas, sintiendo que podía dejar ir todo lo que la atormentaba.

—Lo lamento —dijo, aún cuando estaba extrañamente aliviado. No conocía nada de su vida de pareja, pero estaba seguro de que para el futuro sería lo mejor.

Se mantuvieron un buen rato en la vereda. En silencio. En un ambiente de empatía, confianza y seguridad.

Si bien Robby la ayudaba y en realidad la estaba reconfortando, Phoenix sabía que él no solucionaría su situación mágicamente. Era muy complicado, demasiado lo que taladraba su cabeza y corazón. Ella tendría que buscar una solución para no dejarse caer.

No fue a los entrenamientos esa tarde, no fue a ningún otro lado más que a su lugar seguro: las cuatro paredes de su habitación.































































































































































NOTA:

Había publicado el capítulo sin querer hace unos días. Pero ahora sí es la versión más reciente y decente.

Muchos besos, espero que les esté gustando. 💕

JEMIISA ©
1° versión: 01 - 03 - 23
2° versión: 27 - 07 - 24

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