35: Problemas del pasado

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Problemas del pasado
Lillie

—¿Por qué estás tan sonriente? —interrogó Amanda.

Cerré la puerta y oculté mi gran sonrisa.

—¿De qué hablas? —pregunté fingiendo demencia.

Por supuesto, la felicidad no me era tan fácil de ocultar, hasta que vi los hinchados ojos de mi amiga.

—¿Por qué estás llorando? —pregunté impactada.

Ella sonrío y negó.

—Nada importante.

—¿Nada importante? —repitió Amanda, molesta—. Papá me enviará a un internado porque quiere casar a Candace con el hijo de su mejor amigo, solo por un negocio.

Y la mandíbula casi se me descoloca.

—¿Es que acaso tu padre enloqueció? —pregunté el doble de impactada.

Me senté a lado de ella y molesta negué.

—¿Que? —preguntó Candace.

Ella sabía que estaba molesta y que me estaba atorando por decir muchas cosas en contra de su padre, pero me limité, ellas ya sabían que tipo de padre tienen y no quería recordárselos.

—Efectivamente, tu padre enloqueció —solté.

—Desde hace mucho —respondió mi amiga, riendo—. Dice que me está haciendo un favor.

—Si, seguramente —dije sarcásticamente.

Entonces todas empezamos a hablar, decir lo que pensábamos del problema, claro que ninguna opinión se entendía totalmente. Ok, habíamos entrado en un tema que nos disgustaba completamente. Hablar del padre de Candace era como el limón de agrio y a pesar de que ni gima quería hablar de él, estábamos obligada a hacerlo.

—Olvidamos un punto muy importante. Creí que tú y Nicolás estaban de novios —comenté.

Y ambas hermanas cayeron en cuestión.

—Verdad, pero es momento de elegir entre tu hermana y Nicolás —soltó Amanda.

—Ay, mierda —soltó.

Miré mal a Amanda porque, aunque ella no quisiera ir ni a palo a un internado, no tenía por qué ponerse en primer lugar, no viendo que la felicidad y libertad de su hermana estaba en juego.

—No te preocupes, solucionaremos esto. No vas a casarte con ese tipo que ninguna conoce.

—Si conocemos —informó Amanda—. Es Terry Lambert.

—¿Terry Lambert? —pregunté molesta—. ¿El tipo que me siguió una semana?

—Si, ese mismo infeliz —soltó Candace.

Si no lo sabían, Terry Lambert fue nuestro vecino hace unos meses. Vivía al lado y aunque tenía apariencia de mosca muerta, él era el mismísimo diablo. Yo una vez le sonreí por amabilidad al encontrármelo en la calle y el tipo se obsesionó conmigo toda una semana. Me seguía y aparentaba ser gentil para querer besarme a la fuerza, la verdad no lo logró, pero yo sí que logré encajarle un buen golpe en sus bolas, no le partí la cabeza no porque no quisiera, sino porque es hijo del mejor amigo del padre de Candace y no queríamos meterla en problemas con su padre. Aunque de todas formas si nos metimos en problemas cuando Candace también fue acosada. El tipo la seguía a todos lados descaradamente, la verdad es que esa vez si le rompimos la frente, pero fue porque él ya abusó de nuestra paciencia.

No me arrepiento. Volvería a romperle la frente para conseguir paz. Aunque casi nos cuesta la amistad. El padre de Candace es un viejo rudo y más que rudo, arbitrario e insoportable que nadie tolera se fastidio tanto que no sabía a quien culpar si a su hija o a la amiga de su hija. Quería hacer de la vida de sus hijas lo que él mismo quisiera. Por mucho tiempo creímos que había cortado lazos de amistad con la familia de Terry, dios, el había acosado a Candace y se suponía que su padre debía alejarse, pero ahora es evidente que a la única que alejó fue a su hija, hasta ahora que le conviene tener una.

—Padre dice que él está enamorado de mi hermana y que el problema de la última vez está perdonado.

—¿Ah? ¿Escuché bien? —pregunté incrédula— ¡Tuvimos que denunciarlo!

—Bueno, es que o es la boda o la pobreza. Juró que nos dejaría sin un centavo si Candace no se casaba.

—No necesitas su dinero —dije a Candace— tienes tu trabajo.

—Lo tenía. A pesar de que parece estar al punto de ir a la quiebra, aun posee sus influencias y ha conseguido que me despidieran.

—Ah... bueno, tienes mi dinero, no es mucho, pero es honesto.

Amanda asintió.

—Te lo dije, hermana. Lillie nos va a ayudar.

Candace se limpió el rostro.

—Si no me caso con Terry Lambert, me quitará a Amanda —confesó— asi que, creo que esta vez me tiene en sus manos.

Amanda casi se cae al piso de la impresión.

—¡No me contaste eso! —soltó ella.

—Bueno, aún estoy asimilando todo —se defendió mi amiga.

Nos quedamos en silencio dos minutos. Amanda pensando en su futuro internado. Candace aún estaba llorando en silencio. Yo buscando soluciones.

—¿Y si te casas que ganas? —pregunté.

—¿Que? —preguntaron ambas.

—Me has dicho todo lo que perderíamos si no te casas, pero ¿qué ganas con ese matrimonio?

Ambas se observaron.

—Nosotras nada, pero nuestro padre ganaría un préstamo, creo —comentó Amanda.

—Está en graves problemas económicos —comentó Candace— parece que es mas grave de lo que creíamos.

—Eso es lo que escuchamos —me comentó Amanda.

—Pues no es el problema de ustedes. Candace, desde que nos graduamos no has parado de trabajar y pagas todos los gastos de Amanda, no has tomado ni un euro de tu padre. Tú no le debes nada y Amanda tampoco. Así que, no creo que sea justo que pierdas tu libertad para ayudarlo con sus problemas.

—Ella tiene razón.

—Pero Amanda es menor, me la puede quitar.

—Te la devolverá pronto, si es que no es el mismo día.

Amanda me lanzo un cojín, ofendida aparentemente.

—Bueno, es posible... pero ¿y si no pasa? La quiere enviar a un internado, si me la quita la enviará al internado estoy segura.

—Creo que deberías casarte, hermana —comentó Amanda—, pero no con Terry Lambert.

—¿Que propones? —pregunté.

—Si se casa, padre no podrá casarla con el imbécil de Terry. Seguramente querrá tener mi custodia, pero mi hermana podría ganarla o al menos batallar por tiempo. De todas formas, cumpliré la mayoría de edad pronto.

—Tiene razón —admití.

Candace se limpió el rostro y sonrió más convencida de la solución.

—No voy a casarme. No estoy preparada para eso, pero creo que podré controlar a mi padre. Se demasiadas cosas de él, que él no quiere que salgan a la luz. Gracias por ayudarme. Ahora, quiero saber por qué llegaste tan feliz.

Y ambas chicas me miraron fijamente.

—Nada... por ninguna razón en especial.

Al siguiente día, tenía previsto acorralar a Félix. Tenía la identificación de los hombres que él mismo contrato para secuestrarme, así que, él no podría manipular a esta flacuchenta más nunca.
Estaba imprimiendo unas imágenes cuando Theo llegó tan pálido como un fantasma.

—Lo encontramos —dijo agobiado.

Y aunque al principio no sabía a qué se refería, luego comprendí.
Fuimos a mi oficina tratando de mantener la calma, bueno, yo estaba calmada, pero Theo estaba temblando como una gelatina. Al llegar a mi oficina cerré la puerta procurando de que nadie estuviera observándonos.
Theo se sentó y yo agarré la carpeta que sacó de su maletín.

—¿Los libros diarios? —pregunté confundida.

—Si, los últimos cuatro años —informó— encontrarlos me ha llevado tiempo, pero al parecer no soy el único que los busca. Hay alguien más interesado en esos libros.

—¿Quien? —pregunté.

—Los tipos que te secuestraron han estado buscando minuciosamente por todos lados. El día que te secuestraron se metieron a esta oficina —informó Theo.

—¿Que? ¿Estuvieron aquí? —pregunté sorprendida.

—No dejaron nada fuera de su lugar, no forjaron ninguna puerta y eso es porque...

—Alguien de aquí los ayuda —deduje.

Revisé el primer libro contable y las cifras eran totalmente diferentes a los otros libros.

—Este es el verdadero libro de contabilidad y cómo ve aquí hay muchas incongruencias.

—Fondos ilícitos, mierda, estamos jodidos —murmuré— Esto no lo puede saber nadie. Ni siquiera que tenemos estos libros, Theo.

—Claro que no. Si descubren lo que tenemos nosotros, estaremos en problemas —respondió muy serio.

Asentí y estaba a punto de dejar los libros bajo llave, pero me arrepentí, ¿qué tal si volvían a entrar a esta oficina? ¿Qué tal si forjaban la cerradura para robar el libro? Esto era evidencia, evidencia sobre esta empresa, evidencia valiosa y descubriría pronto al responsable de este delito. Tenía varios hombres en mente:
Zac
Félix
Bach
Patrick

Eran los únicos nombres que se venían a mi mente. Uno de ellos o tal vez varios estaban conspirando entre sí y si esto continuaba nos llevarían a grandes problemas. Era por eso por lo que debía averiguar cuál de todos ellos es el verdadero responsable de todo este caos.

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