37: Vibes de Aladdin

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Vibes de Aladdin
Lillie

Estaba espiando a todos, me había vuelto paranoica, hace unos días había enfrentado a Félix, estar en su presencia era una molestia, me hacía incluso doler la cabeza. Lo había negado todo, no importaba cuanta evidencia tuviera en mi poder, él siempre lo negaba.

Negó haber contratado a esos hombres que me secuestraron, en su lugar culpó a su madre, decía que su progenitora no podía aceptar que la prometida de su hijo lo dejara plantado. Que yo debía ir al altar junto a él cueste lo que cueste.
Su madre parecía ser una mujer peligrosa, si, pero él también asi que no sabía con que tipo de familia loca me había metido. Juro que estuve a punto de romperle la cabeza cuando negó todo.

—Lillie, juro que vamos a continuar con esto hasta el final.

—No será así, si no quiero no va a ser.

—Tu accediste y aceptaste esa sortija. Ahora no puedes venir y terminar con el compromiso las veces que desees. Esto no es un juego. Sabes que tenemos a mi madre encima.

—Creo que tu madre no me importa. Yo no acepte esto por voluntad propia, tú me hiciste creer que te había lanzado por las escaleras cuando claramente no fue así. Me manipulaste para conseguir todo esto, así que no me vas a empujar a todo este desastre, no va a resultar.

—Resultará, créeme. No importa cual sea el método que utilice al final tu y yo vamos a casarnos.

Félix es terco, pero más terca solía ser yo.

—¿Estas amenazándome?

—Solo te estoy recordando un par de cosas que pareces olvidar cada que vez a ese chico.

—Yo no me olvido de nada, tampoco necesito que me lo recuerden. Ademas, si ese chico está aquí es por ti y tu tío ¿Creen que soy idiota? ¿Que no me daría cuenta que hicieron todo esto a propósito? No hay que ser bruja para intuir todo esto.

—No. yo no sabía que ese tipo era tu ex novio, si lo hubiera sabido no hubiera cometido semejante error de traerlo a tus brazos.

—Pues hecho ya está. Lo trajiste a mis brazos, gracias.

Eso fue lo último que dije antes de salir de la oficina de si tío, quien últimamente había desaparecido. Estos dos se traían algo turbio y por un momento temí que fueran las personas que estaba buscando. Los culpables en realidad. Sabía que Félix estaba tan molesto como yo, tirar todo al piso era un claro reflejo de su ira, las cosas no estaban saliendo como sea que las tuviera planeada.

Pasaron días de esa discusión, pero cada día me convencía más de que esos dos malversaban en esta empresa.
¿Esa era la razón por la que no me quería aquí Zac? ¿Estaba preocupado de que metiera mis narices en sus negocios turbios?
Cuestionaba todo lo que hacían, cada movimiento que daba cada uno, los seguía desde cerca y no podían culparme. Me había obsesionado con encontrar al responsable.

Todos ya habían salido hace una hora, no quedaban ni los señores de la limpieza. Yo estaba por marcharme cuando oí pasos en la oficina de Johnson.
Eran pasos lentos, suaves, pero intranquilos, se movían inquietos.

Estaba por irme, pero entonces vi como Félix ingresaba a la oficina de su tío. Últimamente más parecía de él que de su propio tío.
Al entrar no cerró la puerta y entonces vi la oportunidad de escabullirme a oír lo que sea que fueran a charlar.

—¿Que tratas de hacer? —preguntó el anciano.

—¿Respecto a que?

—Sabes a lo que me refiero, no es momento de que te hagas el desentendido.

—¿Te refieres a mi compromiso?

—Eso no es un compromiso, estas jugando con esa chica y con todos a tu alrededor al crear un compromiso tan falso.

—No he venido aquí para que juguemos a decir la verdad. He venido porque la verdad es que te estás muriendo, estimado tío. ¿No crees que es momento de que cambies el testamento?

—¿Aun no me he muerto y ya estas peleando por la herencia? Si es de esa forma no te dejare a tu nombre ni la mugre. No después de todos los errores que estas cometiendo.

—Voy a casarme y deberías aceptarlo como lo hizo mi madre.

—Estas arruinando mis planes.

—¿Cuáles planes? Lo único que hiciste fue traer al... —se abstuvo de decir alguna barbaridad—. Trajiste al ex novio de mi prometida, ¿le llamas a eso plan?

—Hubiera funcionado si no te hubieras encaprichado con ella.

Abrí mi boca en una "O" bien perfecta.

—Ellos podían retomar su relación en donde la dejaron y luego Lillie dejaría su cargo para irse con el ¿Ese era tu plan? Que bárbaro. Yo te admiraba, desde pequeño lo hacía, siempre tenías una solución para todo, sabias como moverte sin que nadie anticipara tus pasos, pero este plan es lo más absurdo que has hecho. Has perdido credibilidad ante mis ojos.

—Aunque no creas, no todo se mueve por la ambición. También existe el amor y créeme, Lillie no es una chica ambiciosa, sabía en donde atacar, sabía su punto débil, pero ahora estás estropeándolo todo. Y asegúrate de que Lillie de verdad lo haga, de verdad te ame porque en donde se entere todo lo que estas haciendo... la verdad es que te tirara la sortija por los pies. La forma en la que estás haciendo las cosas no es la correcta, hijo.

—No existe una forma correcta y ya es momento de que los superes, no necesitamos amarnos como locos empedernidos, solamente necesito su firma y seremos esposos. Suena genial, ¿no? Sus bienes serán mis bienes y en menos de lo que canta un gallo tú y yo seremos los únicos en esta empresa.

—Lo sabía —estaba por gritarlo y brincar, pero entonces descubrirían mi presencia aquí y sabrá Dios el despelote que se podía armar.

Al taparme la boca choque mi brazo con un jarrón aunque lo atrape antes de que cayera al piso, hice ruido. Así que hui antes de que todo se fuera directo al retrete.
Entré a mi oficina, el corazón me latía a mil por hora, casi me habían descubierto.

—¿Por qué pareces asustada?

Y me tape la boca para ahogar un grito de horror.

—¡Santiago! Vas a matarme de un infarto.

Santiago parecía agraciado con el momento. Casi me voy al cielo del susto y el bien contento.

—¿Por qué estás tan asustada? —preguntó sin quitar su hermosa sonrisa— ¿hiciste algo?

—¿Yo? Aún no, pero escuché una conversación privada, antes de que digas algo sobre la privacidad, la educación y cosas así, debo aclarar que escuchar esa conversación fue la mejor decisión que he tomado en la vida, es más, ni siquiera tuve que elegir estar ahí, Dios me puso ahí.

—Y cuando te refieres ahí, ¿te refieres a la puerta?

—Eres el chico más inteligente de este planeta.

Mientras Santiago reía de Dios sabe que o quien yo le escribía rápidamente al guardia de seguridad.

—¿Puedes explicarme lo que está pasando? Siento que es algo muy importante.

Levante mi mirada.

—Estoy escribiéndole a Joan —respondí.

—¿Joan?

—El chico de seguridad.

—¿El señor? Claro, lo recuerdo, es un buen hombre.

—El Joan mayor no, estoy escribiéndole al Joan chico.

—¿Joan Chico?

—El joven, alto, de ojos azules, rubio —lo describí a ver si él lo recordaba— El hijo de Joan mayor.

—Ah —dijo asombrado— ¿por qué tienes el número de ese chico?

—Eh, no lo recuerdo, parece ser que me lo doy por si necesitaba ayuda.

—ah, pero mira que chico tan amable.

—Si, es muy amable, todas las mañanas nos trae café.

—¿Nos trae? A mi nunca me ha traído un café.

—Tal vez es porque no se conocen.

—Prefiero no conocerlo.

—Tu te lo pierdes —asegure.

Y Santiago me acorraló entre sus brazos y la pared.

—¿Estas jugando conmigo? —preguntó.

—¿Yo? —pregunté con mi sonrisa angelical— Claro que no, como crees.

Santi se inclinó y su cálida respiración chocó en mi mejilla. En el silencio se podía oír como de alegre y arrebatado estaba mi corazón. Oler su colonia era delirante y rozar sus labios una agonía. De pronto recibí el mensaje de Joan chico respondiendo a mi mensaje. Era seguro salir.

—Oh, ya respondió y dice que nos podemos ir.

Aproveche la distracción y hui a tres metros de Santi. Tenía que enfocarme en el problema que existía ahora y luego podía festejar la victoria en los labios de mi querido Santi.

—Vamonos, pero ya.

Agarre el maletín, olvidando mi bolso, afortunadamente Santi lo agarro antes de que tuviera que regresar por el. Venia haciendo muchas preguntas por más que le pidiera silencio. Estando en el ascensor accedí a explicarle la mitad de lo que había escuchado.

—El príncipe Felix no tiene nada de príncipe, puede ser más Aladdin, si, tiene vibes de Aladdin, pero incluso Aladdin no era tan desgraciado como el.

—No estoy entendiendo absolutamente nada.

—Félix quiere quitarme hasta el nombre por eso quiere tanto esa boda.

Santiago abrió la boca sorprendido. El no se lo esperaba.

—¿No tiene suficiente dinero ya? Ahora quiere quitarte lo tuyo —comentó

—Creo que en realidad quiere deshacerse de mi para tener el camino libre en la empresa. Quiere una boda, vamos a darle una boda, una que no olvidará jamás.

—Bien, dime en qué necesitas, te ayudaré.

Y se me ocurrió una gran idea, que no puede llegar a contar por un mensaje que me distrajo de la conversación. Mire el mensaje y casi me caigo de patas arriba.

Candace: Voy a casarme. Te necesito de testigo. Ahora.

Mire a Santiago, quien también revisaba sus mensajes. Enseguida me miró, confundido y sorprendido.

—Nicolás dice que va a casarse.

—Candace me quiere de testigo... oh Dios mío.

Y no necesitaba ser bruja para entender las cosas. ¡Mi mejor amiga se iba a casar con mi mejor amigo!

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