52: Una empresa en problemas

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Una empresa en problemas
Lillie Torres

Fue demasiado tarde como para querer hablar con Santi. Él se había marchado y sabía que no volvería, no tenía razones para volver.

—¿Y? ¿Dónde está ese rubio? —preguntó Dorothea al vernos llegar.

Simplemente me encerré en mi habitación. Les juro que no podía entenderme últimamente, un momento me fastidiaba la presencia de Santi y en otras me lastimaba su ausencia.

—Uh, ¿así de mal? —habló con pena.

Iba a cerrar la puerta de mi habitación, pero por alguna razón no muy importante la dejé ajustada, así que podía escuchar claramente la conversación que tenían en el sala.
Escuché a Pamela dejar las llaves en su lugar.

—No llegamos a tiempo —informó mi prima.

—Puff, que mal —dijo la abuela.

—Las mujeres de esta familia necesitan una limpia con esos montes agrios a ver si se les pasa la mala racha amorosa —añadió Dorothea.

La abuela y Dorothea se resignaron a seguir preguntando por lo que sucedió, retomaron su postura y continuaron frente a la televisión viendo películas de... un momento. Me asomé por la puerta y logré ver una parte de ¿Armagedon? ¿Así de decepcionadas estaban?
Suspiré y regresé a lo mío.
Estaba poniéndome nuevamente la pijama cuando miré mi reflejo en el espejo.

—Que mierda...

No me gustó lo que veía y no me refería a lo físico, aunque sí que me veía destruida, no me agradó a ver una persona que se rinde a la primera, que se molesta a la primera, que juzga a los demás a la primera, que no escucha a las personas porque pone en primer lugar sus sentimientos, esta bien poner nuestros sentimientos primero, lo que no está bien es juzgar una situación antes de que sea explicada y fue exactamente lo que hice con Santi y Nicolás.
No quería vivir molesta el resto de mi vida, quería disfrutar mi vida con mi familia, con mis más cercanos amigos... con el chico que me gusta.
Lancé la pijama al cesto de la ropa sucia y salí de la habitación decidida.

—¿Saben que? Me cansé, me harté de estar bajo las sabanas todos los días, me hastié de llorar cada día, de estar molesta siempre, me cansé de no hacer absolutamente nada que aporte en mi vida o a las de los demás. Finalmente puedo decir que se acabó Lillie versión depresión.

Y agarré las llaves del auto de Pamela.

—¿A dónde vas? —preguntó la abuela

Y todas se me estaban quedando mirando con rareza.

—A solucionar los problemas que hay en mi vida.

—Pero si es medianoche —dijo la abuela—. Mira, me gusta ese animo que tienes, no lo hemos visto desde hace mucho, pero ¿será que puedes esperar hasta mañana?

Miré el reloj. Cierto, es muy tarde.

—Tienen razón —admití.

Entré nuevamente a mi habitación, pero esta vez gritando.

—¡MAÑANA SI! ¡Mañana el mundo verá a la nueva y mejorada versión de mi!

Escuché risas y aplausos en la sala, lo que lograron sacarme una sonrisa. Claro que la felicidad duró muy poco.

—¡Abuela! —exclamé entrando a su habitación— ¡Abuela!

Mi abuela casi se cae de la cama, se levantó asustada y al abrir bien los ojos me observó con molestia.

—¡Lillie, casi me matas de un susto! —se quejó.

Casi que estampé la tablet en su cara.

—Pues deja que leas esto —respondí— esta si que es razón para morir.

La abuela se puso sus lentes de lectura y agarró la tablet. Al finalizar la lectura sus arrugas se habían acentuado más. Estaba seria y preocupada.

—Se ha filtrado datos de la empresa y ahora todos están colapsando. Se que muchos ya lo sospechaban, pero esto es una afirmación —le dije—. Zac me llamó hace unos minutos y dijo que los proyectos de los nuevos hoteles han paralizado toda la actividad. En la empresa todos los trabajadores están en un colapso porque creen que vamos a vender y apenas son las seis de la mañana.

La abuela llamó a Dorothea.

—Estaba demorando que las malas noticias se filtraran —confesó— hicimos lo posible durante estos dos meses, pero ya ven, imposible ocultar algo por siempre.

Dorothea entró algo adormilada a la habitación.

—Dorothea, prepárate hoy tenemos mucho que hacer —dijo yendo directamente a su armario.

¿La abuela estaba muy tranquila o era mi parecer?

—Lillie, ve y ponte lo mas revelador que tengas en tu armario.

Y yo casi suelto a reír. No lo pude evitar.

—Pero ¿que? —pregunté riendo.

La abuela agarró su vestido rojo, es muy lindo, mucho.

—Mírame, Lillie —empezó— nuestro mundo se podrá estar cayendo a pedazos, pero siempre hay que estar bien presentables, que lleguemos a un lugar y todos se queden mirando como si ha entrado el mismísimo Papa.

Mire a Dorothea, pero estaba también seria. ¿Esto era real o estaba soñando?

—Así que, ve y te pones lo mejor que hay en tu armario.

Bueno, la abuela era el verdadero meme "podré estar destruida, pero jamás mal vestida", de cierta manera me contagió con su actitud, así que ya se imaginan tres mujeres extremadamente atractivas entrando en un edificio donde la histeria es el plato principal del día.

—¡AAAAAAH! —gritó una mujer al verme entrar— ¡SI LA SEÑORITA LILLIE ESTÁ AQUÍ, ES PORQUE ESTAMOS JODIDOS!

Bueno, no sabía cómo tomarlo, así que ignoré su comentario y toda la histeria que había en este lugar. Entramos al ascensor y llegamos a la oficina principal. Zac estaba adentro en una llamada, estaba discutiendo, al vernos nos sonrió, esa sonrisa que dice "Estamos destruidos".
La abuela casi abofetea a la secretaria de Zac, porque estaba llorando y contándole a la abuela que se había endeudado con un préstamo que ahora no podría pagar porque venderíamos la empresa y la despediríamos.

—Cálmate, niña —pidió— y tráeme algo fuerte.

La muchacha se calmó y limpió sus lágrimas.

—¿Café sin azúcar? —preguntó.

La abuela negó con una mueca de asco en la cara.

—Esta situación requiere un martini o algo más fuerte, consíguelo.

La secretaria nos miró y desapareció de la oficina. Zac terminó la llamada y suspiró al vernos.

—Malas noticias.

—Ya todos sabemos —respondí.

La abuela y Dorothea se sentaron, al igual que Zac mientras se ponían al día de todo lo sucedido. Me paré en el balcón, observando la gran vista. Oh, una rata cruzando la calle.

—Aún no hay ni un nombre, no sabemos quién filtró la noticia, pero eso ahora no importa, necesitamos enfocarnos en el caos que hay aquí.

La abuela negó.

—¿Como que no importa? —preguntó— importa mucho, debemos saber quién y con qué propósito reveló esto, porque déjame decirte que este fue nada más que un traidor y esta empresa no trabaja con traidores.

La abuela estaba muy molesta y en serio quería descubrir quien había soltado la bomba. Dorothea anotaba todo lo que decía la abuela y Zac.

—Bien, tenemos que conseguir a ese traidor, también tenemos que enfrentar a los empleados para informarles que si vamos a vender la empresa —dijo Zac.

Y al parecer la abuela estaba de acuerdo. Me acerqué a ellos, sorprendida porque no sabía que el chisme sobre la empresa en venta es cierto.

—Esperen, no vamos a vender nada.

—Lillie, estamos en problemas hasta el cuello, lo mejor es vender, de hecho, ya tenemos un interesado.

—Abuela, ¿tú y Zac se han puesto de acuerdo para vender? —y sus miradas fueron la respuesta— No me lo creo.

—A ver, Lillie, te alejaste de esta empresa dos meses, no te estoy culpando, pero llevar esta carga es complicado —confesó la abuela— y estamos viejos, mira a Zac, el hombre no puede con estas preocupaciones.

Zac se sintió atacado, pero no dijo nada. Mire a ambos, incrédula.

—¿Y lo único que se les vino a la mente fue vender? —pregunté sorprendida— disculpen, no me lo esperaba de ustedes. Abuela, todo lo que se es por ti... Zac, ¿donde está ese hombre competitivo que no permitía que una inexperta como yo llevara el cargo de esta empresa?

Ambos se quedaron callados y un poco avergonzados.

—La empresa de Mila no puede acabar así —añadí—. Estamos ahogándonos en un vaso con agua... nos estamos enfocando en los problemas, no en las soluciones.

—Banco a Lillie —habló Dorothea.

La abuela y Zac se dieron una mirada y finalmente aceptaron.

—Bien, tengo que admitir que me asusté un poco con todo esto —aceptó la abuela— así que vi una vía rápida y la consideré, pero no volveré a hacer esa estupidez...

Miré a Zac.

—¿Y tú, Zac? —pregunté.

Zac golpeó la mesa.

—¡Dios, Lillie tienes razón!

Y fue suficiente para enfocarnos en los problemas para luego encontrar soluciones.

—Los empleados están histéricos, la noticia los tiene locos y hay que solucionarlo, pero ya. Si hay histeria interna, que podemos esperar de afuera. Por otro lado, tenemos un problema más serio... los inversionistas del centro vacacional han retirado su participación y las labores en los hoteles se han parado, así que el resto de proyectos que estábamos desarrollando han seguido los pasos de Mori Corp.

Pensamos unos minutos.

—Tenemos que convencerlos de que tenemos todo bajo control —hablé.

—Ese es el problema o hablas con todos en una junta y les aseguras estabilidad o vas con el pez más grande y lo convences. Déjame decirte que ambas opciones son igual de difíciles.

—¿Que vas a hacer, Lillie? —preguntó la abuela.

Y me quede en shock.

—¿Que?

—Es tu empresa, es tu decisión —respondió.

Mire a Zac, se encogió de hombros.

—Esto querías, vamos, decide tú.

—Bien... tenemos que.

Me calle, miré el paisaje que tenía esta oficina. Tenía que hacer algo que funcionara rápido. La primera opción de traer a todos los inversionistas tenía más desventajas que ventajas, ir solo por uno también. Mierda, tomar una decisión así de importante es complicado.

—Lillie —habló la abuela— ¿que harás?

Bien, bien. No podía cagarla más de lo que ya estaba.

—Iré por Mori Corp —dije.

—Buena suerte con ello —dijo la abuela levantándose—. Bueno, cumpliré con mi parte, me encargaré de los empleados y por supuesto, de las noticias. Hay que dar una rueda de prensa, Dorothea, ocúpate de ello.

La abuela desapareció de la oficina y me quede plantada en mi lugar. ¿Había tomado la decisión correcta? Porque no se sentía como si lo fuera.
Zac agarró una llamada e inmediatamente se marchó. Volvió a los segundos.

—Lillie, encontraron un cadaver... tiene la misma compleción que mi sobrino —confesó aterrado— tengo que ir a la morgue y ya sabes... identificarlo.

Me cubrí la boca, sorprendida.
Todos sabían que había herido a Félix antes de que escapara, así que no sabíamos a ciencia cierta si estaba con vida o si... lo había matado. Sin embargo, Zac tenía las esperanzas de que su sobrino siguiera con vida y a decir la verdad también yo. No quería ser quien le quitara la vida a otra persona, ni siquiera a Félix. Lo único que nos mantenía con esperanzas es la razón de que en estos dos meses no habían encontrado nada y herido no podía ir tan lejos.

—Claro, me informas lo que sucede —pedí.

Zac agarró sus cosas y se detuvo en la puerta.

—Te pondré en contacto con Sergio Mori —y finalmente desapareció.

—Aquí está su trago fuerte señora Victoria... ¿y la señora victoria?

Agarré el trago y lo bebí sin pensarlo. Dios, creo que debí hacer caso y vender.

—Contacta a Sergio Mori y avísale que tiene un almuerzo con Lillie Torres —dije saliendo de la oficina.

—Señorita, pero el señor Sergio Mori es muy estricto con su agenda, la última vez que quise agendar una, me dio una fecha para seis meses —respondió molesta.

—Pues esta vez asegúrate de que sea para dentro de tres horas, porque si eso no sucede para la tarde tú y todos en esta empresa estarán sin empleo.

—Inmediatamente le agendo un almuerzo con el señor Mori. Le avisaré en cuanto tenga una respuesta.

Baje hasta mi oficina.

—Theo, levanta ese trasero, tenemos cosas por hacer.

Theo al verme se levantó inmediatamente y corrió para alcanzarme.

—No me dijo que van a vender la empresa.

—A mi peor, no estaba al tanto de nada hasta... apenas unos minutos, así que bienvenido al club.

Salimos de la empresa encontrándonos con varios periodistas a quienes ignoramos completamente.
Theo se ofreció a manejar, así que aproveche para informarme más sobre Sergio Mori.

—Theo, ¿que sabes de Sergio Mori? —pregunté al ver una reciente noticia sobre él, que al parecer estaba en delicado estado de salud.

—Pues hace unas semanas dijeron que le dio un infarto —soltó.

—Y quien se encarga de... —Theo no me dejó terminar la pregunta.

—El señor Mori tiene tres hijos, tengo entendido que el mayor se está encargando de todo.

Y empecé a googlear al hijo mayor de Mori. Joe Mori, un aventurero apasionado por el surf, que recientemente había estado en Hawái. Dios, leer sobre Joe Mori es pesado, tenía una novia diferente en cada viaje, sus noviazgos empezaban bien, pero terminaban muy mal. Encontré una entrevista de su última relación fallida a la que le fue infiel a su enamorada en Italia con una modelo.

—Uhh, Theo, si no estuvieras conduciendo te mostraría esta tremenda bofetada —hablé entretenida.

La ex de Mori Junior fue atrapada por paparazzi's dándole un semejante bofetón que casi lo manda al suelo. Bueno, le pasa por infiel. Terminó la entrevista de la chica en donde admitía que se había pasado de los límites al golpear a su ex, pero que sin embargo, era algo que repetiría sin pensarlo. Dios, vaya vida la de este hombre.
No se como, pero había terminada en un grupo en Facebook en donde todas las exs de Mori estaban, ocupaban su tiempo libre para odiar a su ex, estaban las novias oficiales, incluso las amantes, pero debía admitir me sorprendió que todas se llevaban bien. Incluso podía decir que todas se querían como besties, como hermanas y son graciosas, compartían memes muy divertidos sobre Mori.

Llegó un mensaje de Sheila, la secretaria de Zac.

—Theo, cambiamos de dirección.

Puse la dirección del restaurante en el gps y Theo condujo sin problema.

—Bueno, si se va a reunir con Joe Mori, déjeme advertirle que es un completo conquistador.

—Claro, un conquistador, pero muy odiado por las chicas, especialmente sus exs novias.

Salí del auto y entré al restaurante, que estaba completamente vacío, a pesar de que estaban atendiendo.

—Señorita Torres —me atendió una mesera— el señor Mori le espera afuera.

Seguí a la mesera mientras le avisaba a Pamela que había desaparecido tan temprano porque justo hoy a la empresa se le daba por descontrolarse.
"Dios te de fuerza y paciencia" fue lo que respondió.
Le mandé un pulgar arriba y bloqueé el celular, poniéndolo en silencio. Levanté la mirada y entonces lo vi.

—Señorita Torres —saludó Joe Mori, se acercó besándome la mano— es un placer por fin conocerla.

Mire a la mesera y agradecí por guiarme hasta Joe Mori. La chica desapareció y quedamos solos frente a la gran vista que ofrecía Paris.

—¿Te puedo llamar Joe? —pregunté

—Como prefieras —respondió con tono seductor— yo estaré encantado de cualquier forma que quieras llamarme.

Y quería reírme, si, el chico es tan seductor como decían en las páginas de chismes.

—Bien —me acomode en mi lugar— discúlpame por citarte con tan poco tiempo de antelación.

Él le quitó importancia.

—No te preocupes, para mi es un completo placer atenderte. El trabajo de mis sueños —confesó sonriendo—. ¿Se te apetece algo?

Negué y me aguante las ganas de reírme, en el mensaje que Sheila me envió dijo que el señor Mori le gritó por citarle un almuerzo con tan poco tiempo de anticipación, según Sheila él estaba tomando un avión a Brasil el cual por lo visto canceló.

—Sabes que este almuerzo, no necesariamente tiene que ser un almuerzo —respondí.

—Vas directa al punto —dijo al analizarme— me gusta.

Yo sonreí.

—No quiero que ninguno de los dos perdamos tiempo. Sheila me contó lo de tu viaje a Brasil, discúlpame no quería arruinar tu viaje.

—Si, he ido a Brasil demasiadas veces, no me pierdo de nada bueno, como aquí. No podía negarle una cita a Lillie Torres.

—Eres muy trabajador —aseguré— cancelar un viaje por trabajo... yo no podría hacerlo.

Y se sintió halagado.

—Créeme, no fue tan difícil tomar la decisión. Me incliné más por el costo-beneficio de este almuerzo.

Levantó la mano y la mesera se acercó.

—Por favor tráeme algo de tomar, gracias.

La mesera asintió y fue por el pedido de Joe.

—Bueno, regresando al tema principal de esta reunión —empecé—. Mori corp suspendió sus actividades en el centro vacacional en Costa Rica.

—Las malas noticias vuelan y lastimosamente se lo que está pasando con tu empresa. No teníamos más opciones que suspender las operaciones. Ustedes ya no son de confiar y al igual que el resto, estamos considerando romper lazos.

—Ya... ¿se dejan llevar mucho por los programas de chismes? —pregunté y él se empezó a reír.

—Tienes un punto a tu favor.

—No voy a negarlo, la empresa esta bajo investigación policial, hubo mala administración los últimos años, pero es algo que esta solucionándose y de hecho, estamos colaborando completamente con la policía porque no tenemos que ver con las acciones ambiciosas de ciertas personas, las páginas de chismes están malinterpretando toda la situación y es entendible que nuestros inversionistas hayan tomado estas decisiones, sin embargo, hay que aclararlo, no vamos a vender la empresa, nuestros proyectos siguen en pie, al menos que se acobarden nuestros socios, entonces, dime ¿están asustados por un chisme mal contado?

Joe se acercó y me señaló constantemente.

—Me gusta tu actitud, me gustas tu forma de ser —confesó—, pero no retomaremos las operaciones.

—Estamos perdiendo miles de dólares cada minuto que la obra está paralizada, ¿lo sabes?

—No vamos a retomar las operaciones —repitió— si no tenemos más de que hablar, entonces me retiro, que tengas buen día.

Joe Mori se levantó de la mesa dispuesto a marcharse. Dios, mi solución se estaba marchando del restaurante. Me levanté rápidamente y lo seguí hasta la salida.

—Joe —lo llame levantando la voz— no pueden parar las operaciones de ese centro vacacional, ustedes están perdiendo más dinero que nuestra empresa.

Joe se detuvo, dándome la espalda, solo esperaba a que escuchara mis palabras.

—Y sabemos que el señor Mori Primero —me refería a su padre— está enfermo, tienen préstamos con el banco y si no responden estarán en grandes problemas, claro que si el señor Mori estaría sano y predispuesto para ocupar su cargo no le negarían ni un centavo en el banco... tienes aventuras, todos los fines de semana sales en la portada de las revistas más contradictorias de Paris... del país. Si te niegas perderás millones de dólares, la reputación de tu familia y nuestro apoyo.

Su carro se detuvo frente a nosotros, no me dio una mirada, mucho menos dijo algo, simplemente subió a su carro y se marchó a toda velocidad. Bueno, acababa de decirle que arruinaría el legado de su familia a tan solo media hora de conocernos, su acción es entendible.

—Mierda, no debí ser tan directa.

Theo se detuvo frente a mi. Abrí la puerta del carro y entré.

—¿Y bien? ¿Pudo convencerlo?

Y Theo no volvió a preguntar nada al ver mi cara. Bien, ¿ahora cual era el plan B?
Recibí una llamada de la abuela.

—Lillie, no creí que fueras a conseguirlo tan rápido. Mori corp está retomando sus actividades en la construcción —habló entusiasmada—. Bien por ti cariño, eres el buen reflejo de tu hermosa abuela. ¡Baja de ahí o te despido!

La llamada finalizó y yo seguía en shock. ¿Había funcionado?

—Lillie, lo conseguiste —dijo Theo, contento— están en todas las noticias.

Me mostró una noticia que había salido hace un minuto, el titular decía: "Mila incorporaciones continúa con la construcción de su próximo hotel con Mori Corp"

—Dios, lo conseguimos —susurre asombrada— Theo, ¡LO HICIMOS! ¡LO CONSEGUIMOS!

Y no pude evitar emocionarme. Al ver que estaba haciendo un escándalo nada apropiado me acomode como una dama elegante.

—Ahora esperemos que los demás sean inteligentes e imiten al pez gordo.

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