Capitulo 17

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Al final, resultó que la fiesta se trasladó a la casa de Victoria. Si, al final no le convenció el lugar reservado, así que movió todos los arreglos al patio y piscina.
Todo se veía muy bien, al final, quería asistir a la fiesta en pijama, ya que estaba en la casa de Victoria y no en una sala de eventos.

—Lillie, ya estas lista para recibir a tus compañeros? —inquirió Dorothea a través de la puerta.

—No, aún no estoy lista.

Seguía con ropa para andar en la casa, resulta que me pondría un vestido color scarlata, era muy ajustado y casi impedía que respirara, ese fue elegido por Victoria.
Abrí la puerta del armario, buscando algo más cómodo y de mi agrado, tiré algunos pantalones, encontrándome con un enterizo corto y ligero, sin duda era más fresco y cómodo que el vestido de la esquina, que colgaba en su funda. En el cabello no iba a hacer nada y tampoco iba a maquillarme. Salí de la habitación cuando estaba lista y preparada para hacer infartar a Victoria.

—Lillie, aún no te has peinado, los invitados ya están aquí.

Caminaba apresurada que no pudo notar mi cambio de ropa.

—Me ofendes, si ya estoy peinada.

La cara de Victoria casi me hace reír a muerte, pero, sabía que molestarla en medio del alboroto, sería una muerte súbita.
Baje las escaleras siguiendo a Victoria, todos estaban alrededor de la piscina, bailando y cantando. Yo fui directamente a la mesa con comida.
Comi un par de dulces y una tarta de fresa que estaba deliciosa.

—Estamos esperando los brownies—comentó Mirian.

Trague todo lo que tenia en mi boca.

–Están por llegar— mencione.

Con el cambio de lugar, me había olvidado de pedirle a Pamela que actualizara la ubicación a casa, cuando lo hice ya era muy tarde, aunque me aseguro que llegarían.

Dorothea traía tres cajas de color crema y las ubicó al lado de los pasteles. Eran los brownies. Tome uno y me lo comí así de rápido como lo agarre.

—Están deliciosos—deguste el trozo de chocolate amargo—deberías comer Dorothea.

Insistí y comió uno, luego se marchó.

—Lillie, ¿cuál de todos es el más rico?—preguntó la directora Carolina. Le ofrecí un brownie—mmm, esta delicioso, ¿dónde los compraste?

—Es un secreto—comente y agarre una caja, la lleve con todos los que bailaban—tienen que comer esto, es como ir al paraíso.

Me encargué de que cada uno comiera del brownie.

—Santiago, eres el único que no ha probado esta delicia, ten.

Le ofrecí al chico, él se negó.

—No me gusta el chocolate.

—¿Ya lo probaste?—negó—entonces ¿porque dices que no te gusta algo que no has probado?

Insistí pero fue en vano, me termine el último y me acerqué a los demás, para bailar.
Al final salió esa canción que tanto me gustaba.

Le he quemado su jersey,
Se ha comprado 5 ó 6,
Voy a destrozarle el coche,
Lo tengo preparado,
Voy, esta noche.
No te reiras nunca mas de mi,
Lo siento nene vas a morir,
Tu me quitaste lo que mas queria
Y volvera conmigo, volvera
Algun dia.

Todas las chicas cantábamos a todo pulmón, hasta que alguien cayó a la piscina y algunos empezaron a reír. Vi a la directora ponerse muy mal y vomitar entre los arbustos.
Otra chica perdió el equilibrio al caminar y se llevó la mesa de aperitivos con ella.

¡No! ¡La comida!

Victoria y Dorothea se reían mirando el cielo y gritaban que veían ángeles.

¿La gente se estaba volviendo loca?

—Lillie que hacía... esos candies? —Santiago me remeció, pero no comprendía lo que decía.

—Habla más claro, por favor. - respondí pero lo aparte al ver un perro volar—¿tenemos un perro volador? Hace calor, voy a bañarme.

Iba a lanzarme a la piscina, hacia tanto calor.

—No, no lo hagas.

Me tire a la piscina y empecé a nadar como perrito.

—Lillie, ven—Santiago se alborotaba el cabello, exhausto— acércate a mi.

Nade y nade, hasta llegar con Santi.

—Tengo frío—exclamé.

Santi me ayudo a salir de la piscina, iba dejando charcos de agua por donde caminaba. Todos estaban quedándose dormidos en cualquier lugar.

—Lillie ¿que había en el brownie?

¿Brownie?

—No lo se, los compre—dudaba—Bueno, Pamela los compró dijo que eran ricos, si estaban muy ricos pero ahora me siento mal.

—Estás empapada, deberías ir a dentro.

Asentí y camine un poco, parecía bolo, me iba de un lado al otro.

—Te llevo.

—¿Dónde está Daniel?

Era al único que no había visto en todo el día.

—Salió con Jenny, volverá en un rato y me ayudará con todo el problema que has causado.

Me era difícil subir los escalones.

—¿Porqué eres tan amargado?

—¿Donde está tu habitación? - evadió mi pregunta.

—Es esa de ahí.

—¿La de Stickers en la puerta?

Asentí, riendo y recordando.

—Si, lo hice la otra vez— reí—Victoria estaba muy enojada.

—¿Tu abuela estaba enojada?

El estómago se me revolvía, ignore aquellos malestares.

—Victoria estaba muy enojada, odia las cosas que me hacen feliz.

Entramos en mi habitación que estaba oscura y no encontraba el encendedor de la Luz.

—¿Dónde está el secador del cabello? ¿Y tu pijama? ¡Carajo!— Santiago refutó, al chocarse con algún mueble—no veo nada.

—No lo se, esta no es mi casa, ¿porque debería saber?

Me iba a acostar en la cama, Santiago me detuvo.

—Lillie no hagas eso, la vas a empapar toda.

—¿Dónde está la luz? ¿Dónde está mi primo?

Los ojos me ardían y sentía mi cuerpo caliente.

—Esto está seco, póntelo.

—Esa pijama no me gusta.

—Lillie ponte la pijama, es la única que encontré en medio de la oscuridad... iré a ver a alguien que esté cuerdo y que me ayude contigo.

Iba a encender la luz, pero mi mano chocó con el portarretrato, cayendo al piso y convirtiéndose en pedacitos de vidrio.

—Yo lo limpio.

—Deja eso, vas a cortarte... ¡Dios! dame paciencia. Lillie ponte la ropa de dormir.

—¿Dónde está?

Santiago me paso la ropa, estaba seca y suave, decidí ignorar el color.

—Esperaré afuera.

Santiago salió y me cambié rápidamente, chocando con varias cosas.

—Tu celular está sonando—informe a Santi.

El entro y contesto el celular.

—No, no lo se, de repente todos se estaban riendo de nada y luego se estaban durmiendo... Daniel tienes que venir ahorita mismo... ¿hola?

—¿ya viene?

Volvió a mirarme, sin ningún gesto positivo en su rostro.

—Está lejos, llegará más tarde, vete a dormir.

Iba a dormir, pero las náuseas me hicieron correr al baño, abrir la tasa del inodoro y vomitar.
Podía ver todo el resto del brownie, estaba tan rico y ahora se veía tan asqueroso.

Miraba al rubio, estaba acomodado entre la puerta y el baño, mirándome de manera acusadora y con una sonrisilla molestosa.

—En fin, secuelas de todo lo que comiste.

Quería ir y golpearlo con el puño, no tenía fuerzas ni para eso.

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