Capitulo 31

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Se acercó a nosotros, sin importarle mi compañía.

—Cariño, me concedes esta pieza?— su pregunta, fue más bien una orden.

Conocía muy bien a ese imbecil, podía ser tan bueno, cuando su familia estaba presente, no veía a su familia por ningún lado, seguramente podría montar una escena en este mismo instante y no le importaría absolutamente nada.

—Una— acepté entre dientes.

Iba a disculparme con Santiago, por el entrometido de Lucas, pero este ya no estaba a mi lado, se estaba alejando y sin mirar atrás.

—Al fin se algo de mi querida novia.

—Exnovia—corregí.

—No— negó muy confiado— nosotros no hemos terminado.

—Si, si lo hicimos— aclare—cuando me expulsaron del colegio, ¿te acuerdas?

—Nunca rompimos—comentó, dándome una vuelta—aún me amas y yo a ti.

La gente miraba con curiosidad, al igual que mi abuela, Dorothea y los chicos. Santiago a él no lo veía por ningún lado.

—No era necesario— volví a hablar—igual yo se que rompimos y mira ¡estoy muy feliz!

—Porque ahora estoy contigo.

Ahí estaba el Lucas idiota, me daba ganas de caerle a golpes.

—Ridículo— me limite a decir—¿qué haces aquí?

—Sonríe un poco, la gente mira... crei que estarías feliz al verme.

Sonreí pero con muchas ganas de estrangularlo.

—Me estoy conteniendo demasiado, así que te agradecería que respondieras a mi pregunta.

—Mis suegros me invitaron.

—Tus exs, querrás decir— ¿Por qué lo hicieron? Me pregunté a mi misma.

—Parece que también olvidaste decirle que terminamos y— se detuvo—no arrugues tu precioso rostro, te pondrás vieja.

Arrugue mucho más mi rostro, molestándolo.

—Es mi cara, no la tuya.

Que sucede con mis padres? Cuando salía con Lucas, se enojaban mucho y ahora que termine con él, hasta lo invitan al cumpleaños de la abuela. Me desconcierta.

—No creí que tendría que publicarlo en un periódico— medite—parece que al final si tengo que hacerlo.

Alcance a mirar a la entrada del salón, cuando una chica alta y delgada de cabello castaño, llamada Carla, entró al salón. Esta vez nadie se dio cuenta de su presencia.

—¿También ella? ¿Quien falta? ¿Los payasos?.

Me solté de su agarre en cuanto la música termino y camine en busca de esa descarada.

—También le pagaron a tus padres para que vinieras? O vienes para hacerle algún otro favor a mi abuela?— pregunté de mala gana.

—Tus padres me invitaron— respondió pasiva—creí que venir sería bueno.

—¿Bueno? Bueno para mi ya que podré arrancarte esas mechas que tienes por cabello.

Estaba al borde de la demencia, mis padres me estaban volviendo loca o ya estaba loca y quería matar a todos.

—Vamos, hazlo— pidió dejando de lado los buenos modales—vuélvete loca al frente de tantos desconocidos... serás la loca y yo la víctima.

Buen punto.

—Ahora que me lo pones de esa forma... pues se ve aburrido, como toda tu vida.

Mi ex amiga, borro su sonrisa malévola de su rostro, achicó sus ojos y luego volvió a su postura de niña buena.

—Al igual que yo... tu novio, quiero decir, mi novio— dijo tratando de molestarme—quería saludarte, así que ya ves, aquí estamos.

Salí del salón, muy enojada. Que podía decir? Que podía hacer? Digo me parecía muy buena opción arrastrarla por toda la casa y mandarla directamente a la mi—respire tratando de calmarme.

—Estúpida— susurre, alejándome a tiempo.

Llegue a la cocina para comer todo lo que veía a mi alcance, fresas, manzanas, kiwi, todo lo que estaba a mi alrededor iba a parar a mi boca. Ni siquiera saboreaba los frutos, simplemente los masticaba y después directo a mi estomago.

—Lillie, te veo enojada— Daniel habló.

Al igual que yo, tomó asiento en los bancos, a mi lado. Los cocineros y meseros corrían de un lado a otro, ignorándonos.

—Lo estoy... tanto se me nota?

—Es por esos chicos?— preguntó con seriedad.

Moví mi cabeza de arriba a abajo.

–Mis amigos según mis padres... quiero echarlos de la fiesta... será conveniente?

Mi primo se rio un poco, tomando una fruta para darle un mordisco.

—Porqué están aquí?...si se logra apreciar que no te agradan.

—En algún punto fueron las únicas amistades que tenía... ahora veo que nunca fueron buenos para mi o para nadie— reaccione ante la realidad de las cosas.

Aunque al igual que ellos, yo tampoco era buena para las demás personas. Ese pensamiento negro, me hizo sobresaltar con tristeza. Era igual a ellos. Yo ahora los odiaba y que conmigo? También merecía odiarme.

—No pienses en cosas negativas... darles importancia es lo más estúpido que puedes hacer y... nosotros no somos estúpidos, comprendes?.

Sonreí, asintiendo.

—No somos estúpidos— repetí, creyendo en eso.

La abuela se posó con las manos cruzadas, observándonos.

—Lillie, Daniel— renegó—deberían estar bailando y no comiendo sin parar... no importa— se dijo a si misma—sus amigos esperan en el jardín... ¿que esperan? Vayan, rápido.

Nos echaron de la cocina ya que estorbábamos y sin más opciones llegamos jardín. Ahí estaban todos, hablando y riendo. Algunos compañeros de la escuela y mis... amigos.

—Oh aquí viene mi estrellita del cielo—comentó Nicolás—hoy iluminas más que nunca, con esa belleza que te cargas y también ese serio gesto en tu cara, ¿que tienes?

Salude a Jenny. Ella estaba muy guapa y elegante, resaltando sus hermosos ojos marrones.

—Justo ahora—mire a Nicolás— tengo ganas de golpear a alguien— dije seriamente.

—Espero que no sea a mi— respondió él, ceñudo.

—Justo pensaba en ti— hable, asustándolo.

—Yo no he hecho nada más que existir y respirar tú mismo aire— respondió adolorido y eso que aún no lo había golpeado—tus palabras me hieren— dijo, segundos después empezamos a reírnos.

Retrasados diría que somos.

—Deberíamos jugar algo—dijo Jenny, tomando asiento en una tumbona.

—A la botella—Nicolás gritó emocionado.

Todos nos negamos.

—Juguemos a "yo nunca" con shots—Pamela se incorporó al grupo.

—Aburrido— respondí, al mismo tiempo que Santiago.

El ni siquiera se atrevía a mirarme.

—Y si mejor juguamos al escondite— Nicolás propuso con aburrimiento.

—Me parece— respondí alegre.

—Es un juego de niños— Carla respondió, haciendo una mueca.

—Nadie te pregunto y si no te agrada puedes dar la vuelta y volver con los adultos— Pamela le habló.

Eso pareció callarla por un momento.

—Vale y quien va a contar?— preguntó Mirian.

Mirian se veía que era la más tranquila de todos nosotros, en muchas ocasiones creí que sería de esas chicas que solo le importaba las tareas y todo el rollo... me equivoqué, era muy divertida y en clases siempre nos hacía reír con sus chistes agrios.

—Nicolás lo propuso, que Nicolás cuente.

Nicolás se quejó.

—Yo di la idea, no es justo— rechistó.

—La vida nunca es justa— lo moleste.

Él me dio saco la lengua, peleando y yo le saque el dedo de en medio, molestándolo.

—Bien, cálmense todos... piedra papel y tijera, entre todos y el que pierde le tocará contar— informó nuestra presidenta.

Aceptamos y la primera en salvarse fui yo, luego salió Pamela, Daniel, Jenny y Mirian... Nadir estaba jugando con Santiago, así que Santiago ganó, luego ganó Lucas y Carla, quienes se auto invitaron al juego, los últimos en jugar fueron Nadir y Nicolás.

—Te dedicaré mi victoria, Lillie— Nicolás me lanzo un beso fugado y yo lo agarre al instante, fingiendo estar ilusionada.

—A la primera, el que pierde cuenta— Jenny comentó.

—Piedra, papel o tijeras, saca lo que quieras uno, dos... tres— Jenny contaba.

Nicolás sacó tijeras y Nadir papel, con eso convirtiendo a Nicolás, el ganador y a Nadir, el perdedor.

Jenny lo llevó al árbol, que se encontraba cerca de la piscina. Se dedicaba a darle instrucciones.

—Te apoyas ahí, sin mirar y cuentas hasta cincuenta.

—¿Cincuenta? Es mucho— se quejó.

—Bien, cuenta hasta cuarenta y no te quejes.

—Pero, se esconden por aquí cerca— volvió a hablar.

—Vale, nadie puede esconderse ni en la cocina, ni el salón de fiestas, ni en el segundo piso, ya te parece?— Pamela le preguntó, desinteresada en su respuesta.

El asintió más contento.

—El primero en ser encontrado tendrá que ir y agarrar la botella de vino que tiene mi abuela... bajo llave, las únicas llaves la lleva Karen.

Todos nos negamos.

Karen era parte de seguridad, era una mujer morena de cabello corto y era muy muy agresiva, tu la mirabas y ya te tenía bajo una llave y sin poder respirar, afortunadamente no me había encontrado con ella.

—Tu quieres que salga muerto— Nicolás acusó.

—Y el ganador que va a ganar?— preguntó Lucas.

Cada que hablaba su voz llegaba a irritarme.

—El ganador, se lleva la botella.

Eso entusiasmo a las chicas.

—Entonces ganaré yo— Jenny ya podía saborear la victoria.

—Bien, recuerden esconderse bien— con eso, mi primo concluyó.

Habían muchos lugares para esconderse, yo tenía un par en mente, como ir al cuarto de limpieza.

—Empezaré— Nadir indicó, se dio la vuelta y se apoyó en el tronco del árbol— uno... dos... tres...

Todos corrimos, cada uno tomando su camino, desapareciendo del jardín. Entradas a la casa habían muchas, yo entré por la que el personal suele entrar, pasando la cocina, que estaba devastada y hasta el tope.
Corri a esconderme al cuarto de lavado, para eso tenia que pasar por el pasillo que daba al salón principal y que ese daba al salón de baile, donde festejaban a Victoria, me detuve al oír, los tacones de alguna mujer.

Me acerque porque estaba muy lejos de la fiesta, seguramente era Pamela o alguna de las chicas, tratando de esconderse. Me escondí detrás de una cabina telefónica que había, fue cuando vi a aquella chica que parecía estar enamorada de Santiago. Ella hablaba consigo misma, subiéndose el vestido y arreglándose el cabello, abrió la puerta que daban a los baños del personal, donde se encontraba alguien más.

Dios, no quería ser entrometida pero quería saber que estaba pasando. Por un momento me olvide de aquel juego y caminé en puntillas hasta acercarme a la puerta.

—Oh, me confundí de baño—la chica se disculpó— lo siento, estoy algo mareada.

Hice caer un trampeador, que estaba detrás de mi, me enredé un poco con los zapatos, el vestido y mis pies, cayendo de rodillas al baño.
El golpe me dolió un mundo, pero más me dolía ver lo que estaba viendo. La chica besándose a Santiago, como si se tratara de comerse toda su boca. Santiago la alejo inmediatamente cuando escucho el golpe, mi golpe.

—Lo siento, no quería molestarlos—me disculpe y me levante, rápidamente.

—Bueno, da la vuelta y vete, que estás interrumpiendo— ella habló con suficiente arrogancia.

Hice exactamente lo que ella pidió, me di la vuelta con la poca dignidad que me quedaba.

—Dios... que vergüenza— murmure mirando el techo, apoyada en la pared.

Escuche pasos, así que decidi seguir mi camino a mi verdadero escondite, donde probablemente me escondería hasta el próximo año.

—Lillie, detente—Santiago pedía.

Me rehúso, me rehúso a seguir avergonzándome. Me escondí detrás de las inmensas cortinas, cuando digo inmensas es porque realmente lo eran, tan voluminosas que me cubrían completamente. Si alguien pasara por aquí ni se daría cuenta de mi presencia. Este no era mi verdadero escondite pero era esto o ser alcanzada por Santiago.

—Lillie, donde estás— preguntó él, en algún lugar.

—No te voy a decir— respondí en susurros.

—Te oí perfectamente.

Estúpida.

Santiago abrió las cortinas, despojándome de mi escondite.

—Vete, este es mi escondite— me puse mezquina.

—Los voy a encontrar, lo juro— se escucho la voz de Nadir, muy cerca— mierda, porque no encuentro a nadie— se quejaba mientras se acercaba.

Santiago se tomó el atrevimiento de esconderse junto a mi, ninguno de los dos respiraba o decía algo, él porque probablemente no quería ser encontrado y yo, porque él estaba muy cerca de mi, tocando mis manos, su tacto era mucho en estos momentos.

—Debes irte— le pedí cuando ya Nadir estaba muy lejos de nosotros.

—Ella se lanzó a mi—confesó.

Por alguna razón, su respuesta me alentaba a seguir escondida, junto a él.

—No te pedí explicaciones... es tu vida, verás lo que haces con ella.

El se puso en frente de mi, muy cerca, demasiado. Yo estaba acorralada entre la ventana y él.

—Lo sé, aún así siento que tengo que decírtelo— el mismo parecía confundido.

—Pues no te sientas obligado.

—Lillie, te enojaste por lo que viste?— preguntó luego de unos segundos de silencio.

Si.

—No, ¿porque lo haría?

—No lo se, parecías enojada... me confundes y no se porque me gusta todo esto, esto de estar tan cerca de ti— estaba por decir algo más. Lo interrumpí.

—Eres mi amigo y solo estoy molesta porque me caí vergonzosamente... no quería arruinarte la situación con tu novia o lo que sea que sea esa chica.

—No es mi novia, ni siquiera la conozco.

Bueno, esa aclaración me alegraba un poco. W mentalmente.

—¿Seguro?

—Si— él tomó un mechón que me estorbaba en el rostro y que yo no movía para evitar tocarlo a él— y él quien es para ti, quien es en tu vida?

Sabía, sabíamos a quien se refería.

—Nadie— a penas pude responder en un suave susurro— es un odi– fui interrumpida cuando apareció Lucas.

Abrió las cortinas, con mucho atrevimiento.

—Pero...Lillie qué haces aqui— preguntó sorprendido.

Muchos pasos se escucharon. Lucas le echo una mirada rápida al pasillo y luego se atrevió a esconderse a mi lado, tomándome de la mano. Santiago a penas se movió, no sin dejar de mirar mi mano y la de Lucas. Juro que quería soltarla pero estaba tan nerviosa y no porque Nadir anduviera por ahí, buscándonos.

—Mis padres te envían saludos— susurró.

Quería callarlo de un solo golpe, solo aplaste su pie a lo que él supo disimular.

—Que emoción— respondí sarcásticamente.

—La besaste, te vi— Jenny renegaba.

—Te juro que no la bese, ella se tiro a mi como un animal salvaje— Daniel se defendía.

—Quien está por ahí— Nadir preguntó.

La pareja corrió a esconderse, abrieron las cortinas, quedándose en completo shock al verme entre dos chicos.

—No preguntaré nada, solo me esconderé con ustedes— Jenny aclaró.

Ya habíamos cinco personas escondidas detrás de las grandes cortinas. Habían tantos lugares en esta casa y a todos se les ocurría meterse en estas cortinas, que parecía que en cualquier momento nos mataría al no permitir aire fresco.

—Te juro que no la bese— mi primo le susurraba a Jenny.

Un par de tacones y zapatos más, corrían por el pasillo. Nosotros estábamos totalmente callados cuando Nicolás y Pamela se escondían junto a nosotros.

—Pero qué demonios hacen aquí escondidos.

—Cállate— pedí.

—Bien.

—Ustedes dos, ya los vi— Nadir grito, a quien? No lo sé, yo no podía ver nada más que la cortinas oscuras

—Oh mierda, se acerca— Nicolás dijo con miedo.

—Cállate que nos van a encontrar— pidió Jenny.

Mirian y Carla corrieron, se detuvieron al oír susurros y se acercaron a las cortinas.

—Déjennos entrar— pidieron.

—No— nos negamos todos.

—Se está acercando— miraban al final del pasillo.

—No— nos volvimos a negar.

Fue en vano, porque ese par de chicas locas, se arrebataron para hacerse espacio en las cortinas, al final, hicimos mucho ruido al quejarnos y más cuando las pesadas cortinas cayeron sobre nosotros. Nosotros con ella.

—Los encontré... mierda no creí que estuvieran todos juntos.

Todos estábamos en el piso, enredados con esas estúpidas cortinas. Adoloridos algunos se empezaron a levantar.

Santiago me ofreció su mano, al mismo tiempo que Lucas, al final no acepté a ninguna y me levante sola. Enojada.

—Eres una zorra— Carla, gritaba con ira, mientras se levantaba del piso— lo hiciste a propósito.

Su comportamiento me dejó totalmente confundida.

—Hay tantos metros de espacio en esta casa y te antojaste a venir a esconderte a mi escondite, la zorra aquí no soy yo— respondí con total tranquilidad.

—Zorra yo? Zorra tu y toda tu familia.

Nicolás abrió la boca, sorprendido.

—Tus palabras me valen tres hectáreas de mierda— respondí esta vez, ya no tan tranquila.

—Mierda como tú vida, eres una idiota y te crees la gran cosa, siempre lo has hecho desde que te conozco— gritó, señalándome.

—Mi vida? Una mierda?— Lucas se reía del momento, enojándome más—Al menos yo no me acuesto con hombres por dinero— respondí, mirando a Lucas, que ya no sonría, se paralizó al escucharme.

Eso bastó para tener sobre mi, a mi ex amiga, quien trataba de aruñarme y arrancar mi pobre y corto cabello.

—Eres una— quiero decir que también le pegue sus cuantos aruñazos y zarpazos, pero seguía sorprendida con su repentino ataque— juro que te voy a matar!

Daniel la alejo de mi, mientras Santiago y Nicolás me protegían de la gata que quería volver para arrullarme el rostro.

—Juro que te arrancaré el cabello.

—Estoy esperándote— respondí.

Las demás chicas, sorprendidas miraban la escena y los gritos que Carla pegaba.

—Controla tu ira, no lo decía por ti, es más, no me esperaba tu reacción— aclaré.

Eso la calmó, aunque aún enojada y efusiva se marchó del pasillo.

—Lillie, pero si te ha dejado como baño público— Nicolás grito asustado.

—Como un baño público?— estaba confundida.

—así, rayada hasta la nal— ni termino de hablar porque Daniel se lo llevo.

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