Capitulo 36

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Llegue a mi habitación, completamente loca, nerviosa y eufórica. Ahí estaba Pamela, viendo Ladybug. Bueno, parecía una inocente palomita.

—Lo besé... — tartamudee, tocándome la boca— lo besé...

—¿A quién besaste?

—Santiago... yo, nosotros... fue.

Daba vueltas por todo la habitación, con lentitud, parecía un zombie.

—¿Besaste a Santiago? —preguntó y se levantó de un salto.

—No, a Nicolás! —se enojo— obvio no. Bese a Santiago y luego oí pasos y salí corriendo y...

Trataba de poner todo en orden, pero solo quería saltar y gritar que había besado a ese precioso hombre que se encontraba en la habitación de Daniel. Suspire con una sonrisa en mi cara.

—Besaste a Santiago, ¿como? ¡Creí que irias para averiguar lo qué Nicolás pensaba de mi!

—En realidad quería saber con quien conversaba Santiago...Nicolás aparentaba estar bien.

Levante el pulgar para darle ánimos.

—Y te correspondió?

—¿Que cosa? —mi corazón se quería salir de mi pecho.

—El beso. ¿Cómo fue?

Sonreí de nuevo, recordando aquel beso que me dejó sin aliento por muchos motivos como: Santiago tomando mi cabello; acariciando mis mejillas y... sonreía de nuevo.

—Yo estaba buscando esa cosa.

—¿Que cosa?

—Esa cosa que buscaba y ni yo sabía... él estaba muy contento hablando por teléfono y de repente ya no... yo, él y yo.

Pamela se acercó y me cacheteó la mejilla. Un nuevo golpe en mi cara, que novedad.

—¿Estas loca? ¡Me dolió!

Pamela se encogió de hombros, como si no acabara de golpearme, creo que no me lance sobre ella porque aún estaba feliz con los sucesos.

—Bueno, mi golpe pareció traerte de vuelta a la tierra. Ya cuéntame bien y con detalles — exigió.

—El se acercó y luego tocó mi mano y luego mi corazón se quería salir y luego ya estaba sobre él... y por un momento creí que no correspondería a mi beso y que quedaría totalmente como una payasa pero no, el correspondió a mi beso y luego yo estaba tocando su suave cabello y luego su rostro... y él hacía lo mismo... ¡fue genial! Maravilloso.

–¿Qué más? ¿Eso fue todo?

Recordé lo qué pasó después y mi burbuja de felicidad se pinchó.

—Nicolás apareció — bufé sin emoción.

—¿Los vio? ¿Qué dijo?

—No, pero interrumpió mi hermoso beso... fue mágico...

—¿Y que hizo Santiago?

—El solo sonrió. ¿Eso es bueno o malo?

—Al menos te sonrió, a diferencia de mi, Nicolás salió corriendo y gritando que era imposible.

Lo pensé y sonreí, deseando con toda mi alma, que así sea. No es que les estaba echando malas vibras, pero Nicolás se veía como un chico coqueto y Pamela como una controladora de primera, si estuviesen juntos sería como mezclar el agua con el aceite caliente.

—¡Lillie!

Me sobresalte de mi asiento, mientras cenábamos, mejor dicho mientras esperábamos a la abuela, ella aún no se aparecía por el comedor, era preocupante porque siempre estaba ahí, de primera. Estábamos atrasados con la cena por diez minutos, muy preocupante.

—¿Cómo te fue en el día? —preguntó mi madre.

Por alguna razón mis ojos buscaron a Santiago, estaba sentado al lado de Nicolás, me sonreía con malicia. Maldito...
Si, todos estábamos en la mesa, incluidos Nicolás y Santiago, que fueron invitados por Daniel, al ver al segundo, casi me desmayo de la vergüenza de mis actos que ya aparecían torturándome cada vez que le echaba una miradita rápida a Santiago.

—Le fue muy bien, tía —respondió mi prima que antes odiaba y ahora no tanto.

—Lillie, ¿has hecho algo? ¿Algo malo?

—¿que? —respondí atontada.

—Estás...no lo se, ¿tranquila? ¿Pensativa?

—No, estaba pensando en mi tarea de química, aún no la he terminado.

—¿En serio? Dorothea me dijo que pasaste encerrada toda la tarde haciendo tareas.

Dorothea me miraba de cierta sonrisa pícara. Algo se traía en manos.

—madre compórtate estamos en la mesa no quiero hablar de tareas — ella levantó las manos, brindando paz.

Seguíamos esperando en total silencio, bueno solo yo estaba en silencio, pensando en todas mis buenas — mire a Santiago— y exquisitas acciones del día.

—Creo que a esta niña ya la flecharon —dijo mi padre, de repente y con transparencia.

Casi me atoro con mi propia saliva

—No... no, yo estoy, digo estaba— me estaba avergonzando al frente de toda la familia— olvídenlo.

—No me digas que volviste con ese muchachito de— mi madre habló con cierta molestia.

—No— negué rápidamente.

—Con cual muchachito?— preguntó mi tío, mirándome con una sonrisa socarrona— Lillie con novio? No me la imagino... pobre muchacho.

Mi tía lo hizo callar, dándole un golpe por debajo de la mesa.

—Por favor, mejor cállate— pidió.

—O sea, me refería a pobre muchacho por qué se ha encontrado a la mejor de todas las sobrinas del mundo— intentó aclarar.

Por suerte la abuela entró al comedor y acompañada. La mayoría estaban sorprendidos, yo estaba confundida.

—Buenas noches— saludaron con cordialidad.

Todos respondimos al saludo de la abuela y de su acompañante.

—Abuela, porqué está aquí nuestro maestro de química? —Pamela preguntó sin importarle lo imprudente que era.

Mi tía casi la regaña enfrente de todos.

—Quería hacerles un comunicado a todos, aprovechando que estamos todos juntos.

—Cuéntenos tía —Nicolás insistió.

—Carlos y yo —miró a mi profesor de química—somos pareja y estamos comprometidos.

Todos se quedaron pasmados ante tremendo chisme. Yo solo podía reírme.

—¡Que buena, broma! —comentó Pamela sin poder creerlo.

—No veo cuál es la broma. Llevamos saliendo desde ya tres meses.

—¿Tres meses? —respondió mi mamá, incrédula.

—Si, como oyeron, vamos a casarnos— informa con alegría y sin perder el glamour.

—¿Cómo? —gritó mi tía, golpeándose el pecho.

—No veo nada de malo, la abuela se enamoró y ahora quiere estar junto a su amado, no veo cuál es la sorpresa — me entrometí en la conversación— Eso si, no puedo creerlo que no me di cuenta, esas salidas misteriosas, ay Victoria te la tenías guardadita.

Todos me miraban como si estuviera hablando en otro idioma.

—¿Que? ¿Que dije de malo?

—Recuerdo que cuando estabas pequeñita, odiabas ver a tus padres abrazándose —dijo el tío.

Quede totalmente expuesta ante la familia.

—¿Podemos comer? Tengo mucha hambre — ignore a todos.

Todos querían seguir con el tema, pero, Dorothea entró en la conversación y declaró.

—Bueno, ya que la señora Victoria ya nos informó de su matrimonio, quería contarles que también me casaré!

Si, ahora todos querían casarse incluso mis padres querían renovar sus votos matrimoniales, mis tíos escucharon y también planearon renovar los suyos, en fin, la cena donde se trataba de comer, ahora se trataba de planear sus bodas.

—Imagínate a Lillie, en un gran y hermoso vestido de novia —comentó mi tía.

Esta vez si me atoré con una lechuga,  no me bajaba y estaba empezando a asustarme, Daniel vino a mi rescate y aparte de golpearme con fuerza la espalda y casi desgarrar mis pulmones, también me ayudo a volver a la normalidad.

—Y porque imaginas a tu sobrina en vestido de novia y no a tu hija?— Pamela reprochó con celos.

—Porque a este paso, lo único que conseguirás será descuentos en el mall —respondió su madre.

—Buenas noches —me levante de la mesa, despidiéndome.

—Aún no has terminado tu comida.

Y prefería no hacerlo, no cuando todos empezaban a decir disparates de bodas, vestidos y quien sabe qué más.

—Tengo que terminar mis tareas — me excuse.

—Cierto, la de química —respondió mi padre.

—Lillie, no he dejado ninguna tarea de química —respondió el prometido de la abuela que por el día era mi maestro de química, tendría que pensar mejor mis excusas.

–Si, pero, no. O sea, es una investigación que he pensado que es muy buena y tengo que mostrársela.

Mi maestro, abrió sus ojos de sorpresa.

–Claro, esperare a que la presentes en clases.

Todos argumentaron lo muy buena alumna que era y que no podían evitar las ganas de ver mi presentación. Ahora estaba tan hundida en el fango de mis engaños, no solo había perdido la oportunidad de huir a mi habitación, también perdi mis ganas de comer y ahora tenía que encargarme de encontrar una investigación tan buena como el chico de cabello rubio y de ojos encantadores que me miraba con una sonrisa en sus labios.

–Tu padre y yo, volveremos para tu partido de fútbol, por favor pórtate bien y aléjate de los explosivos o de cualquier pastel de cumpleaños.

—Entendido! —levante la mano, como juramento.

—Y también de las cámaras, cada que una te capta, terminas siendo tendencia en esas redes.

Terminaba siendo la bruja de todos.

—¿Algo más que quieres añadir? —negaron—bien, los quiero mucho y denle un besote a Pepe de mi parte.

Mis padres me enrollaron en un afectuoso abrazo y luego se despidieron. Ellos eran la luz de mis ojos, eran mi felicidad y mi alegría, al verlos marcharse me sentía sola y vacía.

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