Capitulo 60

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Intentaba subir un par de fotos que había tomado de la fiesta y que necesitaba subir a mis redes porque me habían encantado.

No podía.

No se subían.

No había internet en mi celular.

¡No había internet!

Me asomé al pasillo, encontrándome con Daniel todo despeinado y desconcertado.

—¿Tienes internet? —pregunté —Creo que mi celular no funciona.

—No creo que sea tu celular o el mío —respondió.

La puerta de al frente se abrió, Pamela salió de su habitación casi chillando.

—¡Se fue el internet! —exclamó al borde del colapso.

Cosas que pueden pasar cuando se va tu internet.

—Bienvenida al grupo —dije suspirando.

—Estaba en un live, a punto de ganar el seguimiento de mi actor favorito, solo tenía que responder una pregunta y plum, ya mi pantalla estaba congelada.

Se quejaba, creo que estaba a punto de llorar.

—Uh! Que lastima por ti —le respondió su hermano —aunque creo que aquel hombre se salvó de ti.

Pamela le tiro el celular a Daniel, histérica. Cuando el celular se golpeó contra la pared, se partió dejando la pantalla irreconocible.

—Eres un estupido, dañaste mi celular —le gritó a su hermano —¡Nick Jonás jamás me seguirá!

Daniel me observo inmediatamente.

—Que ese no es cantante? —me preguntó.

Yo asentí.

—Es que saliste bruta también.

Pamela miró con odio a su hermano.

—¡Tu eres el bruto!

—Ey! —los detuve cuando estaban a punto de golpearse —Cálmense que Nick Jonás es lo que quiere ser. Iré a preguntarle a Dorothea por el internet —comente, teniendo la atención de ambos.

Al menos ya no peleaban.

—Si, también iras a ese pueblito donde nació? Te informo que está a diez horas de aquí —Pamela dijo cruzándose de brazos.

Recordé bruscamente que no teníamos a nuestros queridos y respetados adultos, que ya no estaban en casa, ni en la ciudad y algunos ni en el país. Se habían ido a festejar de sus bodas y lunas de miel.

Solo teníamos a un adulto en casa.

—Estas horas no son para estar conversando a mitad del pasillo, estás son horas para dormir y descansar.

Mila apareció de entre las sombras como si la hubiese yo llamado con la mente. Debo admitir que era terriblemente buena para asustarnos y aparecer de la nada.

—No hay internet, creo que se apago o algo sucedió con la señal —le informo Dani con total amabilidad.

No funcionó.

—Yo me encargué de apagarlo, son horas de dormir, repito —miró su reloj y nos dio una mirada cansada

Si, era de imaginarse, esta señora no creía en la felicidad de los demás, se encargaba de molestar en cualquier hora del día.
Llevábamos a penas un día sin la abuela y ella ya estaba poniendo todo en orden.

—Pero si no tengo sueño —Pamela respondió —además, a esta hora hay más tranquilidad en la casa y el internet suele estar más rápido.

Daniel estuvo de acuerdo con ella.

—Son las dos de la mañana a estas horas lo único bueno será que salen los espíritus malignos para querer llevarse sus almas, niños. El favor que me harían.

Me lleve la mano al corazón.

Pamela iba a responderle algo que no sería bueno así que me anticipé.

—Abuelita —hablé con suavidad —crees que podrías conectar el internet?

Pamela me apoyó diciéndole muchos halagos.

—No —dijo tajante.

Pamela perdió los estribos.

—¿Como que no? —gritó, olvidándose de la amabilidad —estaba haciendo una tarea y de pronto me apagas el internet solo porque si.

—Dijiste que estabas en un live —Daniel respondió sin pensarlo.

—¡Tu cállate idiota!

Los hermanos estaban a punto de irse a golpes, de nuevo.

—¡Alto! —ordenó Mila —¿Así es como los educan sus padres? Terrible decepción con la que me encuentro.

—No abuelita, como crees? —me entrometí —Ellos están ensayando para una obra de teatro donde son enemigos y pues... ya sabes tienen que golpearse un poco, cierto chicos? —les di una fuerte y suplicante mirada a mis primos, esperando que fueran inteligentes.

Mi madre antes de irse a su viaje me contó un par de cosas, ella dijo:

"Hay dos cosas que mi abuela detesta; las carteras falsas y los adolescentes problemáticos. Puede ser muy mala si se lo propone"

—Si, cierto. Nosotros nos amamos con el alma.

Daniel respondió abrazando fuertemente a Pamela, quien parecía asfixiada ante apretujado abrazo.

—Y qué obra están llevando a cabo? —preguntó interesada —tal vez algo de William Shakespeare, tal vez algo de Miguel de Cervantes?

Estaba ella muy entusiasmada.

—Abuela vivimos en Latinoamérica —respondió Pamela de brazos cruzados —no seas tan ilusa.

Mila volteó sus ojos, poniéndolos en blanco.

—Eso no es excusa para crear arte o recrear las mejores obras de la historia.

Daniel quería reírse y yo también.

—Bueno, abuelita —respondió —no conoces la obra que estamos protagonizando, pero te aseguro que es muy buena, el hombre termina asesinando a su hermana por hostigosa.

Pamela giró la cara de mala gana.

—Se escucha interesante —opinó —quisiera verlos protagonizando esos papeles... en fin, si eso es así, entonces retiro lo dicho acerca de la educación que les brindan sus padres. Iré a dormir, si necesitan algo —decía y nos entusiasmaba a todos —se esperan hasta que amanezca.

Mila siguió el camino hasta su habitación, desapareciendo de nuestras vistas.

—¡Ah! nos quedamos sin internet hasta que amanezca —Pamela se quejó.

—Yo diría que sobrevivimos a otro día con ella en casa —Dije cruzándome de brazos.

El sonido de una campanilla me despertó. Desorientada de donde estaba, entrecerré mis ojos, molestada por tanta luz.

—Niña, hora de ir al colegio.

Ahí estaba Mila, parada en frente de mi mientras las señoritas de servicio abrían todas las cortinas, sin piedad alguna.

—Son las seis de la mañana, todavía es temprano.

—La vagancia es para la gente mediocre. Levántate y luego ve a desayunar. Un desayuno nutritivo es la carga positiva para tener un día fructífero.

Me levante a regañadientes, quería seguir durmiendo.
Me preparé para la escuela, al llegar a la mesa vi a mis primos con su rostro mucho peor que el mío.

—¿Que les sucedió? —pregunté.

Pamela nunca traía el cabello húmedo, siempre lo traía liso y peinado, su cara era una maraña de sentimientos negativos, se veía que odiaba al mundo entero, al igual que Dani.

—La vieja desgraciada esa me tiró agua en el rostro... —dijo Pamela con odio.

—Creí que me estaba ahogando, pero no, ahí estaba la abuelita con un balde de agua fría.

Ambos comentaron con molestia.

—Sin duda la peor forma de comenzar el día.

Nos callamos cuando resonaba el bastón, informando que Mila estaba cerca.

—Buenos días.

—¡Buenos días! —respondimos todos al unísono.

Malcolm fue explícitamente encargado de llevarnos y traernos a casa por disposición de Mila.

—¿Quieres ir al cine? —Jenny me preguntó con una sonrisa en su rostro.

—Quiero, claro que si —recordé las restricciones de Mila —pero no puedo.

—¿Por qué? ¿Que hiciste?

—Existir.

—La detesto, esa señora es insoportable, quisquillosa, insoportable y estresante, ya dije insoportable?

Pamela llegó al banco, donde nos encontrábamos descansando de la actividad física que no hicimos.

El entrenador me obligó a sentarme, ya que para el, era muy peligroso e innecesario que me esforzara haciendo ejercicios cuando aún tenía una reciente cicatriz en mi abdomen.

—¡Pamela, vuelve aquí! —gritó el entrenador —¡Aún no has terminado la rutina!

—¡Los detesto a todos!

Fueron sus últimas palabras antes de volver con el resto del grupo. El día transcurrió normalmente y sin novedades.

—Entonces, vamos a mi casa —Jenny insistió.

—Tampoco puedo.

—Me dirás que hiciste para que no puedas ir a ninguna parte?

—No hice nada —suspiré —pero Mila, la bisabuela está en casa aún, cuidándonos a todos, es extremadamente estricta. Después de clases nos quiere en casa haciendo deberes, leyendo libros de no se quien y escuchando podcast de no se que francés.

Decía mientras escribía varias notas en mi cuaderno.

—Y eso? —preguntó entre divertida y asombrada —Creí que se iría en cuanto la boda llegara a su fin. Además, para que quieren que escuchen podcast de un francés?

Asentí repetidamente.

—También creía eso —conteste ilusamente —yo que se, según ella debemos tener el idioma aquí pegado en el cerebro. Pamela sospecha que nos llevará de vacaciones, ahora si me lo preguntas a mi, capaz y nos manda a un internado si seguimos de mal portados.

Jenny quería reírse.

—Vaya, se cree su tutora y todo —respondió divertida —no es malo si le vemos el lado positivo.

Yo volteé mis ojos.

—Si, es muy arbitraria —confesé —pero por el bien de todos espero que se vaya en cuanto llegue la abuela.

Nos quedamos en silencio mientras seguía anotando varios temas de clase en mi cuaderno de apuntes.

—Ya decía yo, —Jenny habló después de un rato — veía muy tranquila a la señora Victoria, a ella no le gusta dejar nada sin resolver... ahora que ponerles de niñera a su mamá, eso es una buena estrategia.

—¿Eso crees? —pregunté interesada.

—Si, las vi conversando con mucha discreción el día de la boda —comentó —parecía que hasta se estaban contando un secreto.

—Secreto? —repetí —que secreto pueden compartir? Si lo único que comparten es el mismo genio.

Jenny quedó pensativa al igual que yo.

—Eso que dices es cierto, pero estoy muy segura que estaban diciendo algo que no quisieran que los demás sepan.

Toda esa conversación me había dejado con miles de pensamientos en la cabeza. Según Dorothea, la abuela no soportaba mucho a su madre por lo quisquillosa que era, siempre dando órdenes y quitandole el poder de la casa.

—Quiero un helado, quieres ir por un helado?

Santi tomó mi mano.

¿Por qué? Justo ahora que tenía por obligación llegar a casa temprano, todos me hacían invitaciones para salir.

La vida es cruel.

—No, pero —sonreí enredando mis brazos en su cuello —puedes venir a casa.

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