Capitulo 70

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—¿Que hacen? —la cara de Nicolás apareció por la ventana, como en esas películas de terror.

De verdad que nos aterró. En especial a mi, ya que apareció por mi lado, el de copiloto. Jenny soltó una maldición y Pamela se tiró al suelo. Escuchamos que se golpeó la cabeza y también se levantó maldiciendo y sobando la parte golpeada. Por mi lado, solo me limite a agarrar el spray en mi bolso y lo rocié en sus ojos.
Nicolás empezó a brincotear con los ojos cerrados y gritando. Después de un minuto se le pasó. Sus ojos estaban rojizos.

—¡Estrellita! —se quejó.

Yo me encogí de hombros.

—Tu empezaste. Solo nos defendimos.

Pamela se terminó de acomodar el cabello y se movió hasta la mitad de nuestros asientos delanteros.

—Eres un tarado —dijo a Nicolás —no ves que tu cara me aterra. Además, me hice un chichón por tu culpa.

—Pame, mi cara te aterra porque te encanta —dijo coqueto, creo.

A veces Nicolás se me parecía al hermano de Raquel, en la serie de Barbie. Solo cuando ponía su mano en la cintura mientras hablaba con egocentrismo. Nicolás era muy divertido, excepto en este momento que nos había asustado horrible. Igual estábamos a mano, el casi ciego y nosotras casi muertas.

—En estos momentos yo ya estaría en la sala de emergencias —le informé poniendo una mano en mi pecho.

De verdad que parecía que se me iba a salir.

—¡Egocéntrico, eso es lo que eres! —Pamela siguió con la discusión.

—¿Pueden hacer más silencio o quieren que nos descubran? —Daniel apareció.

Me giré a Pamela.

—Es que todos sabían que esta fiesta es ilegal?

Todos pestañearon.

—Y a nadie se le ocurrió decírmelo, al menos?

Volvieron a pestañear.

—Estupendo —exclamé —ustedes son los mejores acerca de informar a la ciudadanía.

—Que Pamela no tenía que decírtelo? —Daniel habló.

—Eso dije yo —Jenny le aclaró.

Todos miramos a Pamela. Ella sonrió como un ángel, cosa que no era.

—Bueno, ya le dije a Lillie —comentó con risa nerviosa —que me olvide de ese pequeño detalle. Pero ya estamos aquí, no?

Nicolás se empezó a reír, divertido. Y yo lo desafié con mí spray. Se quedó más tranquilito, aún así habló.

—Yo creo que no quisiste decírselo al propósito.

Pamela le tiro el bolso en la cara, mandándolo a volar. De todas formas, Nicolás se agarró otro golpe. Era muy bueno consiguiéndolos.

—SABES QUE TE PUEDO DEMANDAR POR DECIR FALACIAS SOBRE MI, INMUNDO ANIMAL.

Nicolás apareció con una mejilla rosada y muy indignado.

—Tengo tu importantísimo bolso —mostró el bolso con risa malvada —y no te lo devolveré hasta que me pidas disculpas.

—Disculpas? Ni muerta —Pamela contestó de muy mal genio —Ya, devuélveme el bolso.

—No, chiquita. Primero las disculpas honestas y de corazón y luego te lo devuelvo.

Todos estábamos expectantes de aquella discusión. No se si yo estaba loca, o si estaba sucediendo de verdad, pero Pamela y Nicolás se miraban, de sus miradas saltaban chispas. Aquí esos dos se morían uno por el otro pero ninguno lo decía o más bien ninguno lo sabía. Después de todo Pamela admitió hace mucho estar enganchada por Nicolás, aunque después profesaba su odio por él, pero donde hubo fuego, cenizas quedan, no?
Por otro lado, Nicolás siempre decía que Pamela era necia, que era esto y lo otro, pero sin duda, cuando ella estuvo en peligro, dio todo su dinero para rescatarla, aún puedo recordar esa mirada que solo ellos pudieron entender cuando se reencontraron a las afueras de esa fábrica abandonada.
Ellos se gustaban. Ellos se gustaban y no lo decían.

—Pues morirás de anciano porque no te pediré disculpas.

Nicolás incrédulo del comportamiento de Pamela, se volteó a ver a Daniel.

—Es tu hermana, oblígala.

Daniel negó.

—Si, es mi hermana, pero también es terca. La pelea es entre ustedes dos, solucionen esto como los adultos que son. Jenny, venga, continuemos.

Todos hicimos caso a Daniel, a pesar de que ignoraron el hecho que me ocultaron sobre esta fiesta clandestina. Quise negarme a entrar pero Pamela y Jenny me detuvieron. Al final accedí porque esto era lo que quería Tate, no?

—Donde está Santiago? —pregunté cuando nos detuvimos al frente de una pared.

—Se atrasó... llegará más tarde—Daniel comentó.

—¿Por qué discutían? —preguntó —cuando nos acercamos veíamos que estaban discutiendo.

Yo suspiré.

—Lillie no quería entrar solo porque es clandestina —Pamela contestó por mi.

—Nadie me había dicho que esta fiesta es clandestina —mire a Pamela con ciertas ganas de corretearla por toda la calle —si hubiera sabido mejor me quedaba en casa viendo películas con palomitas en mano y rascándome la barriga.

—Si, como un viejo amargado de setenta años.

Nicolás trepó por la pared interrumpiendo nuestra charla.

—¿Quién sigue? —preguntó.

Jenny fue la primera en pasar con ayuda de su queridísimo Daniel. Luego pasó Pamela. De último estaba yo, pensándolo mucho.

—Es que nos podemos meter en problemas —dudé —no quiero tener más problemas.

—Lo más malo que puede suceder es amanecernos con resaca —aclaró Pamela.

—Estrellita, ven —Nicolás pidió y me ofreció su mano —nada malo va a pasar, solo bailaremos hasta quedar sin fuerzas en el piso.

—Lo único que vamos hacer es ¡FESTEJAR! —Jenny gritó ilusionada —venga ya, que yo también estoy de primeriza en esto de irrumpir.

Al final, acepté y brinqué hasta agarrarme de la mano de Nicolás y pasar la pared, que no era tan grande como pensaba. Tal vez yo era demasiado pequeña, solo tal vez.

—Esto se va a descontrolar —Pamela chilló.

—Shhh —todos la callamos.

Ella se quejó de nosotros y se quedó en silencio.
Entramos casi que en puntillas y a oscuras. Cruzamos el jardín y luego entramos a la escuela. Pasillo más pasillo y al final entramos a la piscina. Estaba iluminada por una luz violeta y todos tenían la cara pintada con colores fluorescentes. La música estaba alta y todos brincaban a su ritmo.
La fiesta iba en toda pompa. Me parecía muy mala idea, es que en las fiestas la gente bebe, después de beber se marean por cualquier cosa y la fiesta termina o en pelea o en el hospital.

—Lillie, vamos a bailar.

Me negué, me negué todo el tiempo, tomando asiento y observando todo de muy mala gana. Aunque después de cierto tiempo, empecé a bailar y gozar de la buena música del dj.
Algunos se tiraban a la piscina en ropa interior, otros bebían sin parar o fumaban.

—VAMOS A MOVER ESE CULO, MAMI —Nina gritó divertida.

Estaban todas mis compañeras. Estábamos brincando en nuestro propio círculo de amistad.

Sonó Yeah, Yeah, Yeah de Heads will roll.

Todos empezamos a cantar y bailar entusiasmados. Jenny se quitó la camiseta y el short que llevaba y se tiró a la piscina, divertida. Nina y Marina la siguieron.

—No se, pero esta locura ya se me contagió —dijo la primera antes de tirarse a la piscina.

Todos mis amigos y compañeros empezaron a desnudarse. Yo me quede divertida viéndolos.

—LILLIE, LILLIE, LILLIE —empezaron hacer porras todos.

—Hace mucho frío —me negué —Ni loca me aviento.

Entonces Pamela y Nicolás me agarraron de pies y manos y me arrastraron por todo el piso para llevarme a la orilla.

—Un momento —los detuve —mi celular, mi celular.

Saqué el celular del bolsillo de mi pantalón y lo tiré lejos, cuando vi que estaba debajo de una silla pude descansar en Paz y dejar que me tiraran al agua.

—Malditos.

Trague un poco de agua antes de salir a la superficie, pero me recompuse rápidamente.
Empezamos a jugar y mientras Pamela y Nicolás se intentaban ahogar, Nina y Marina me daban consejos.

—No, no ha venido esa resbalosa —Marina me aclaró —pero ha sido de milagro, supongo.

—De que resbalosa me hablan?

Nina hizo un gesto incrédulo ante mi respuesta.

—De la resbalosa de Camila —dijo en confidencia.

Nos acercamos a la orilla, arrimándonos.

—No ha venido, pero debes cuidarte de ella —comentó Marina —ella es una tipa con muchas caras y nosotras sólo conocemos una.

—Y cuál es esa?

—La de mosquita muerta —Nina añadió.

—Esa misma. Hay que temerle a las calladitas, esas son las que peores pagan.

Yo me reí divertida.

—Ella no me preocupa —les aseguré —Santi y yo estamos bien. Ella no representa peligro para mi.

Marina asintió.

—Si eso dices... aunque sabemos muy bien que no te lo crees del todo, eh.

—Exacto, si no te preocupara, no estarías aquí.

Busqué a Pamela con la mirada, porque seguramente ella había soltado un poco de mis inseguridades a estas dos. No es que fuera un secreto, pero tampoco querían que me vieran como la celosa del grupo. Yo no estaba celosa... no mucho.
Pamela estaba en una esquina de la piscina, besándose con Nicolás.

—Vaya, que por fin se atrevió —Nina dijo contenta.

—Ya me estaban mareando con tanta pelea, cuando en realidad solo se quieren tener uno al otro pegado como chicle. Bien por ellos —Marina comentó divertida.

Yo me quede boquiabierta, al igual que Jenny.

—Donde está tu noviecito? —Mirian se acercó —No lo he visto por ningún lado. Me sorprende porque pasan como siameses.

Busqué con la mirada a Santi, pero en efecto, él no estaba.

—No lo se —dudé —Daniel dijo que tenía un problema pero que ya vendría.

—Bueno, no es por cizañar, pero —Marina me mostró su celular —esta con Camila. Ella ha subido una historia en Instagram.

Miré la foto y definitivamente era Santiago. Los celos me invadieron al ver la foto en el perfil de Camila. Debo decir que se me retorció hasta el estómago.

—Te lo dije. Esa tiene cara de mosquita muerta.

—Que hace en la casa de Santiago? —preguntó Mirian —Que? ¿No conoces su habitación?

Obtuve la mirada de todas tres, incluso la buena música quedó a un lado. Y mis celos se convirtieron en un pequeño dolor en el pecho.

—No, pero al parecer tu si —respondí a Mirian.

Ella negó rápidamente.

—No, no pienses mal —se apresuró a aclarar —pero más de una vez he visitado su casa por trabajos en equipo, ya vez que sus padres son un poco controladores y no le permitían quedarse mucho en la escuela o en casa de otros, así que era yo la que debía ir a su casa... sus padres son muy especiales, cierto Lillie?

Otra vez obtuve la mirada de ellas tres.

—No me digas que no conoces a sus padres? —dedujo Marina —vaya...

Yo negué, mordiendo mis labios.

—Bueno... me sorprende que para ser muy intelectual sea muy... quedado.

—Quedado no es —Nina comentó —Imbecil si.

—Basta. Él aún no me lleva a su casa y tampoco me presenta a sus padres por alguna razón, además últimamente en mi casa han pasado muchas cosas que me tienen distraída.

—Ajá.

—Bueno, Lillie tiene razón —Mirian estuvo de acuerdo conmigo —sus padres son muy jodidos.

—Hace un minuto dijiste especiales —Marina delató a Mirian.

—Yo no dije... bien, es que son muy rígidos... demasiado controladores y obsesivos con la tranquilidad. Si conocieran a Lillie se desmayarían por tanta rebeldía.

—Oigan, yo no soy rebelde.

Todas me dieron esa mirada de "Si lo eres, mucho"

—Ya, ustedes son mis amigas o mis enemigas?

—Somos tus amigas —Nina aclaró —pero es por eso que debemos decirte la verdad.

—Las cosas como son —Marina añadió.

Ellas fueron a bailar con unos chicos de tercero. Yo me quede muy pensativa. Es que lo que ellas decían era muy cierto y además, esa foto no me gustó nada. ¿Que tenía que hacer Camila en la casa de Santiago a la medianoche?

—Lillie, no le prestes mucha atención a lo que dijimos —Mirian habló —tal vez es cierto o tal vez nos equivocamos... Santiago es un chico muy especial... tú ya lo sabes, solo confía en lo que sientes, no en lo que ves.

Dicho eso, se marchó con su novio. Salí de la piscina, dispuesta a llamar a Santi, pero si lo que Mirian decía era verdad, entonces quedaría como una loca celosa. No quería ser la loca y celosa de la clase.
Trace un plan y ese era hablar seriamente con Santi en cuanto apareciera.

Sonó una canción de Billie Eilish, haciéndome recordar a Mila, a todo en general. Cosas buenas, cosas muy malas. Recuerdos de mi hermana y de todos. Así que empecé a beber y bailar. Fue una cerveza, luego dos y luego tres.

—¡EL AÑO QUE VIENE NOS GRADUAMOS! —gritó alguien.

Todos los demás gritamos eufóricos.
Hasta que la canción terminó y todo se quedó en silencio, fue cuando oímos un par de gritos.
Así que como los curiosos que somos, corrimos a ver qué sucedía, los gritos venían de la biblioteca, que estaba al frente de la piscina.

—Muy inocente pareces ser, pero eres un infiel de mierda —soltó Oliver.

Ahí estaba Santi, discutiendo con Oliver o es Oliver discutiendo con Santi? No lo sé, ya estaba muy mareada.

—Oliver, basta —Santiago pedía calma.

—Basta? En serio crees que me como tu papel de inocente? —Oliver seguía. Parecía muy ebrio.

¿Recuerdan a Oliver?

Recapitulemos, Oliver capitán del equipo de fútbol de su escuela, la segunda mejor escuela de la ciudad (la primera era esta). Bueno, no sé qué hacía el tipo aquí, se suponía que odiaba pisar esta escuela, más cuando aquí no era muy bien recibido.

—¿Qué sucede, eh? Te molesta que hable de— Oliver gritaba con enojo, me vio —¡Perfecto! Aquí está mi favorita, ¿cómo es que te llamas linda?

Se acercó a mi, apartándome el cabello de la cara. Yo me aleje un paso, pero él siguió acercándose.

—Aléjate —pedí muy calmada.

—Deberías lamerme los pies, recuerda que vomitaste sobre mi lindo y apreciado cuerpo.

Hablaba con ego, escupiendo veneno.

—Un momento —negué —tú te interpusiste en mi camino y lastimosamente se me antoja vomitar, que karma estarías pagando, no lo sé, yo solo soy una humilde servidora del desti—entonces me interrumpió al agarrarme del cuello y juntar sus labios con los míos.

Ni siquiera pasaron muchos segundos cuando Santiago ya estaba sobre él, golpeándolo.

—IMBECIL, NO TE VUELVAS ACERCAR A MI NOVIA.

Me quede en mi lugar, congelada ante todo lo sucedido. Oliver me había besado, ya. Santiago lo estaba golpeando, ya. Daniel corrió para separarlos, ya.

—Perdón, pero se me antojó saborear sus labios y sabes? Me encantó —confesó.

Santiago se detuvo impactado, luego le dio dos puñetes más hasta que Daniel lo agarró fuertemente del los brazos.

—Santiago, este no vale la pena —le aseguraba mi primo el pacifista.

Ya muchos se estaban acercando a ver la pelea que ya casi tenía su fin, digo casi porque Oliver se las dio de andar de bocón.

—Escucha a tu amigo. Cierto, Daniel, que no es conveniente escuchar mis palabras o perder el tiempo conmigo, eso ya lo sabes por experiencia propia, es que, no puedo creer aún que te hayas creído las fotos de tu delicada novia con otro... es que me hiciste el año con tu escena de celos y de desconfianza... —soltó dejándonos perplejos —Jenny, cariño discúlpame, pero tú solo eres daño colateral.

La confesión de Oliver no se si se debía al alcohol en su sistema o solo porque quería descontrolar todo. Al final lo descontrolo todo.

—Tu, imbecil, enviaste esas fotos... —Daniel repetía incrédulo —Maldito desgraciado.

Daniel tiró a un lado a mi chico de ojos verdes. Santiago se quedó congelado y tirado en el piso mientras veía como Daniel molía a golpes a Oliver.

—Idiota, creí que eras más inteligente —respondió Oliver divertido.

Uno de los amigos de este chico, corrió para golpear a Daniel y así quitárselo de encima a Oliver, pero Santiago lo detuvo, golpeando su cara y mandándolo al suelo.
Los gritos no demoraron para escucharse y más chicos se acercaban para animar la pelea.

—Basta —pedí.

Caminé un par de pasos pero ya estaba muy mareada.

—Basta.

Ya viendo que la cosa no paraba, me acerqué a Daniel para detenerlo, pero me llevé un golpe en la mejilla, el golpe era para Daniel, pero como yo lo quite de encima de Oliver este no pudo parar y me dio una golpe. Ese golpe me mandó al piso, de verdad que me dolió y hasta me quitó la borrachera. Así que muy cabrera me recupere y me abalancé sobre este chico antes que Santiago lo separara de mi para él poder darle su parte.

—MIRA IDIOTA ENFERMO CARA DE NALGA —mi insulto no era muy creativo pero todos se callaron para ver y escuchar la escena —TE HAS EQUIVOCADO DE CHICA, BESTIA DE DOS PATAS.

Le di un par de cachetadas y luego lo remecí del pelo. Este empezó a gritar todo tipo de cosas para que lo ayudaran y me quitaran de encima.

Alguien me agarró de espaldas pero antes de separarme totalmente de él, logre darle un gran rodillazo en su zona. Fue el golpe mortal para él y el inicio de la pelea para los demás.
Todos empezamos a pelear con todos, en realidad mi escuela contra la de Oliver. No sabía que habían tantos infiltrados hasta que todos teníamos que pelear hasta con dos al mismo tiempo.
Pamela se cabreo cuando alguien se metió con Nicolás y agarró una botella y la rompió en la cabeza de alguien. Nina y Marina le hacían una llave china a otro. Mirian con un palo de escoba le pegaba al que se acercaba. Jenny estaba detrás de mi, asustada.

—Vale, esta no era la manera en la que quería festejar —dijo aclarándose la garganta —ese tipo nos ha hecho muchas, empezando por los fotos y terminando por el beso que te dio. Creí que se le saldría el diablo a mi primo cuando vio eso, por suerte Daniel intervino, sino estaríamos de camino al hospital y no por mi primito.

Dos se aventaron en la espalda de Nicolás y Pamela les aventaba libros en la cabeza.

—Deberíamos ayudar —deduje.

Eso hicimos después de contar hasta tres. La pelea de la librería había empezado y nosotras ayudaríamos.
Jenny y yo hicimos dúo, mientras ella me pasaba libros y todo tipo de objetos para lanzar, yo los lanzaba a los que más metido en problemas estaba. Un chico pretendía golpear con una botella de vidrio por las espaldas a mi amado pero yo agarre otro libro.

—¿La biblia? —leí incrédula el titulo del libro.

Jenny se encogió de hombros. Agarré el pesado libro y se lo tire en la cara de este chico. Este cayó al piso y deja caer una botella. Estaba llena porque regó el líquido en el piso.

Todos seguíamos peleando por nuestro honor. Santiago arrastraba a Oliver por todo el piso. Daniel se lo quería quitar para poder darle unos golpecitos y luego Pamela quería arrancarle los pelos al chico que tenía a Nicolás en contra de un estante.
Nosotras seguíamos ayudando con los libros voladores que eran de gran ayuda.
Alguien prendió fuego en un papel, pero este cayó al piso y luego el fuego empezó a recorrer por todos lados. Todos nos detuvimos lo único que se escuchaba era la música de la piscina que era pursuit of happiness. Hasta que todos empezamos a correr, alguien me tumbó contra un estante y yo caí de nalgas.

—¡Lillie!

Santiago me levantó del suelo y me ayudo a salir del lugar. Todos se marcharon corriendo, pero nosotros no. Daniel, Jenny, Nicolás, Nina, Marina, Mirian, Pamela, Nicolás, Santiago y yo, nos quedamos mirando desde afuera como todo era consumido por el fuego.

—¿Será muy tarde para llamar a los bomberos?— Pamela preguntó al ver las cenizas que quedaban en aquel biblioteca —Tomaré este silencio como un no.

—¡La policía! —un par de chicos gritaron.

Todos corrían, huían del lugar, incluso vimos al dj correr con sus cosas en mano. Esta escena parecía salida del Titanic cuando empezaba a hundirse. Solo que este no era el Titanic, esta era nuestra escuela, incendiándose por nuestra culpa.

—Hay que irnos de aquí —Santiago habló.

Los chicos estaban muy bien golpeados, de hecho todos estábamos golpeados, despeinados, con la ropa hecho un lío. Estábamos andrajosos y olorosos a alcohol y algo de sangre.

—Pues empecemos a correr por el bien de nuestras nalguitas —comenté.

Corrimos por los pasillos resbaladizos, entrando por uno y saliendo por otro, estábamos saliendo de la escuela, las puertas chocaron al cerrase cuando nosotros estábamos cruzando la cancha de fútbol.

—¡Les dije que me parecía muy mala idea irrumpir en propiedad privada! —grité tratando de asimilar todo, sin dejar de correr, claro.

—Te debí escuchar —Pamela corría.

—Si —Jenny estuvo de acuerdo.

—No hay que llorar sobre la leche derramada —Santiago comentó corriendo detrás de mi.

—¿Cuál mujer desparramada? —Nicolás preguntó.

—Nosotras nos vamos por acá —Nina informó y desapareció con Marina y Mirian, yéndose por la oscuridad del camino que te llevaba al bosque detrás de la escuela.

Nosotros nos despedimos de ellas sin detener nuestra marcha.

—Veo dos Jenny —Daniel exclamó, asustado.

Nos detuvimos al ver las sombras de algunas personas, cerca del carro de Jenny.

—No creo que sean dos Jennys —comenté algo aterrada.

Esas personas se acercaron, dejándose ver por la luz del poste. Santiago agarró mi mano enseguida.

—Ustedes están en problemas.

Si, lo estábamos.

La directora Carolina y su ayudante Mónica, nos detuvieron, llevándonos a la oficina de la directora. Todos teníamos la boca cerrada.

—Sus padres ya fueron informados de la que está sucediendo en este lugar.

Pamela empezó a llorar, aterrorizada por las pequeñas amenazas de la autoridad.

La policía y los bomberos llegaron, tratando de calmar todo. No éramos los únicos detenidos por la directora. Era una fila muy larga, ya lo creo, pero por nuestra mala suerte fuimos los primeros en ser atrapados, por ende los primeros en ser interrogados.

—Santiago, me sorprende verte aquí... —Hablaba la mujer —tú que eres uno de los mejores alumnos que he tenido en todo este tiempo.

Santi no respondió a nada.
La directora me miró a mi. Enseguida recordé todo lo que dijo cuando me aceptó como su alumna. Al parecer ella también.

—Lillie, el día que viniste con tu abuela te aseguré que al ver alguna acción mala de tu parte y estarías en problemas... al parecer este día ya ha llegado.

—Bueno, que puedo decir... la suerte no me acompaña.

La directoria empezó a reírse sin parar.

—¡Silencio todos!

Nadie estaba hablando, pero de todas formas no dijimos nada.

—¿Quién organizó toda esta fiesta ilegal, Jenny respóndame usted?

Jenny estaba nerviosa.

—No lo se, señorita Carolina.

Asintió sin poder creerlo.

—¿Pamela? Tu lo sabes todo, eres como una espía, sabes hasta lo que no se puede saber.

—Me está llamando chismosa? —respondió mi prima en un mar de llantos.

Todos esperamos la respuesta de la directora.

—Si le quieres poner etiquetas, pues si, te estoy llamando chismosa.

Pamela asintió.

—Es que esto sí que no me lo sé —negó —y si supiera no le diría, porque solo soy chismosa, no traicionera.

Carolina se quedó rígida ante las palabras de Pamela. Nicolás parecía asombrado, pero orgulloso, si que de la emoción se acercó a Pamela a darle un beso en la boca.

—¡BASTA! —exclamó Carolina harta de nosotros —que esto no es San Valentin.

Todos nos callamos de nuevo.

—Alguno de ustedes sabe algo? ¡Alguien que me de una razón de porque mis estudiantes están en la escuela incendiándola un sábado por la noche!

Nadie decía nada. Santiago no soltaba el agarre de mi mano con la suya, así que eso me tranquilizaba un poco.

—¿Nadie?

Negamos.

Señora, yo recién me enteraba que era una fiesta clandestina, ¿cómo sabría quien era el organizador?quise decir, pero me limite a guardar silencio.

—Está bien, entiendo... Mónica, infórmale a los padres de todos estos chicos que están expulsado y que hablaremos de esto seriamente.

Sin palabras.

Estaba asombrada.

—¿Expulsados? —repetí incrédula. 

Pamela empezó a llorar fuertemente, igual que Jenny. Nicolás y Daniel querían reírse o llorar, no lo sabía. Santiago le dio un apretón a mi mano. Yo lo miré muy asustada.

—Todos ustedes están expulsados, agradezcan que no les sigo un juicio por destruir las instalaciones. Dios, dame paciencia que a este paso sufriré un derrame.

Hola Diosito, soy yo de nuevo, Lillie.

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