CAPÍTULO 26: UN VALIOSO CONSEJO

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Disfrútenlo muchas gracias!!.

Preston abrió sus ojos como dos platos al ver quiénes habían entrado en el restaurante, su mandíbula casi cae al suelo cual yunque se tratase al ver las personas que serían sus dos primeros clientes, sobre todo cierto anciano que para ser sinceros, no le caía tan bien que digamos.

—¡¿STAN PINES?! ¡¿ATENDERÉ A STAN PINES?! —preguntó Preston dejando caer su mandíbula.

—¿Conoces a esas personas? —preguntó el señor Julián.

—¿Qué si las conozco?, Claro que las conozco, sobre todo a ese viejo estafador. No, me niego rotundamente a atender a Stan Pines, prefiero comerme una manzana podrida y con gusanos de los más venenosos a tener que servirle... ¡Servirle a ese sujeto!. Que lo atienda alguien más porque yo no voy a hacerlo.

Preston se negó a atender a Stan, y como dijo, preferiría comerse una manzana podrida a tener que servirle a Stan. ¡Hum!, Que ironía, Preston mencionó alguna vez a sus allegados que si tuviera la oportunidad contrataría al estafador del pueblo (Stan Pines) para que les sirva, atienda sus necesidades, y ahora, era Preston quién servía a Stan, la vida da muchas vueltas.

El señor Julián se molestó un poco por la actitud del ex-millonario...

—Por supuesto que no, Preston, irás en este preciso momento, tomarás su orden y les brindarás la debida atención, ¿Te quedó claro, muchacho?.

—Ya le dije que no iré, señor Julián —respondió con arrogancia Preston.

—Perfecto, perfecto no hay problema, sino quieres cumplir con tú trabajo, en este preciso momento te largas de mi restaurante, ¡Fuera de aquí no quiero tener que verle la cara a un idiota arrogante como tú!, ¡Largo!, Regresa a la calle a seguir hurgando en la basura y a comerte esa manzana de la que hablabas.

Preston tragó saliva ante las palabras tan serias y molestas no solo de quien era su jefe, sino el dueño absoluto del local.

—P-Pero señor Julián, no, no puedo perder este... —fué interrumpido.

—Entonces sino quieres perder este trabajo, anda ahora mismo y atiende a esos dos clientes, y no te olvides de la buena actitud y una sonrisa —dió la orden el anciano.

Preston apretó sus puños con tanta fuerza que un poco más y se lastimaba los nudillos. Empezó a dirigirse hacia la mesa donde se encontraba Stan y Soos esperando a que alguien los atienda. Antes de llegar con los dos, Preston bajó su gorra con la intención de que la misma cubra la mayor parte de su rostro, no quería ser reconocido por ninguno de los dos.

—Hola, bienvenidos, ¿Qué desean servirse? —tratando de fingir otra voz fué como Preston atendió a Stan y su empleado. Sin dejar de lado el hecho de que trataba de esconder su rostro lo mejor que podía con su gorra, Preston ni siquiera sonrió, ni siquiera tuvo una actitud agradable.

—¿Qué tal?, ¿Qué tiene para comer?, Por favor que no sea algo costoso, no soy millonario para andar despilfarrando el dinero —mencionó Stan, mirando de reojo las mangas de su traje con la intención de que algún billete salga volando por ahí.

—Hay carne guisada... —respondió Preston, desviando su rostro para que sea más difícil reconocerlo.

—Genial señor Pines, uno de mis platos favoritos, ¿Por favor podría traernos dos? —preguntó Soos.

—De acuerdo —Preston se dió la media vuelta y cuando estuvo a punto, a punto de retirarse fué detenido por Stan.

—¿Oye por qué ocultas tú rostro?, ¿Acaso tienes problemas con la autoridades, chico?, Si ese es el caso... —Stan se puso de pie y se acercó a Preston, quién no pudo alejarse a tiempo ya que Stan lo tomó de los hombros y se le acercó al rostro—, déjame decirte que estoy vendiendo un juguetito especial, de esos que hacen "bum-bum" ¿Me entiendes? el precio es barato, también tengo otro más largo y más potente, ¿Qué dices te interesa?.

—No, ahora suélteme —dijo serio Preston.

Stan mientras decía sus tonterías, alcanzó a ver por unos segundos a Preston, y cuando lo reconoció, una enorme sonrisa se formó en su rostro, casi parecía que iba a estallar de la risa.

—¡¿Espera un momento Preston Northwest?!.

Preston sintiendo un gran fastidio se retiró la gorra y miró a Stan a los ojos.

—Hola Stan Pines.

—Puff ¡Jajajajaja!, ¿Preston?, ¿En realidad eres tú?, Jajajaja ¿Esto es enserio?, ¿Oye tan mal quedaron tú y tú familia como para que tengas que trabajar en un restaurante como este?, No sé por qué me recuerdas a cierto personaje ficticio que al principio era tan orgulloso, el más malo de todos los malos, pero al final terminó vendiendole papas fritas al hijo del protagonista jajajaja —Stan se reía tan fuerte que se sujetó el estómago, las risas le provocaron que le doliera un poco.

—Eso es algo que no te incumbe, Stan.

—¿Qué no me incumbe?, Pues claro que me incumbe, rayos no traje mi cámara sino la hubiera usado hacer un gran chantaje jajaja.

—¡Escúchame bien Stan Pines! —lo señaló con su dedo índice—, ríete todo lo que quieras, búrlate todo lo que tú estómago aguante, pero te juro ¡Te juro Stan que cuando tenga dinero voy a derribar esa mugrosa cabaña y te demandaré tanto que desearías no haber nacido!, ¡Pagarás por semejante humillación!.

—Sí sí, lo que digas, deja de ser un payaso y trae nuestra comida, o mejor que alguien más venga y nos atienda, no quiero que me sirva un perdedor como tú... jaja a veces la vida puede ser muy divertida —dijo Stan mientras se reía y se sentaba en la mesa junto a Soos, quién si bien no se burló de Preston, tampoco estaba tan de acuerdo con su jefe por como había tratado al ex millonario.

Preston apretó sus dientes, el hombre estaba realmente furioso con Stan. Se dió la media vuelta y se marchó casi que corriendo. El señor Julián observó toda la escena y se percató que Preston se dirigió a la bodega donde guardaban las cosas para hacer la limpieza. Le siguió.

Dentro de la bodega, Preston tomó su gorra y la arrojó contra el suelo, al hombre estaba que lo llevaba los mil demonios. Su furia en realidad era tan grande que, sin medir sus palabras, insultó a diestra y siniestra, confirmando así ese dicho que dice que en los momentos más difíciles es donde verdaderamente se conoce a las personas.

—¡Estúpido Stan!, ¡Maldito anciano me las pagarás!, Tú y tú mugrosa familia me las pagarán!.

—Preston...

—¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ QUIERE?!, ¿QUÉ ACASO NO VÉ COMO ESTOY AHORA?!, ¡NO QUIERO HABLAR CON NADIE!.

—Pues que pena contigo, muchacho, tendrás que escucharme te guste o no, ¿Por qué estás actuando de esa manera tan absurda?.

—¡¿Absurda?, ¿Absurda?, ¿Acaso no escuchó cómo me dije ese anciano imbécil?.

—Creo que alcancé a escuchar que te llamó payaso, y perdedor.

—¡Exacto!, Me dijo perdedor a mí, a mí, el gran, orgullo y honorable Preston Northwest, uno de los... hombres más... millonarios de este... país —con eso último que mencionó, el señor Julián alcanzó a escuchar como se le quebró un poco la voz a Preston—. ¿Qué hice yo para merecer semejante castigo, eh?, ¿A quién traté mal para que la vida me castigue de esta manera?.

—¿Oye Preston y solamente por lo que te dijo ese sujeto ya estás así?, Ustedes los ricos se alteran muy rápido cuando alguien los trata mal, tal vez será porque no están acostumbrados a lidiar con este tipo de personas.

—¿Quiere que le diga algo señor Julián?, No importa cuánto tiempo me tome, un año, cinco años o diez años, volveré a tener toda la fortuna que alguna vez tuve y cuando eso suceda, ya lo verá... Ya lo verá, derribaré la cabaña que tiene Stan, lo dejaré de patitas en la calle que rogará, me suplicará de rodillas que no siga destruyendo su vida.

El anciano solo escuchaba todo lo que Preston decía. Un suspiro salió de su boca y le dijo lo siguiente...

—Olvídalo, Preston.

—¿Olvidar?, ¿Olvidar qué?, ¿Las palabras de Stan?.

—Preston, ya deja esos deseos de venganza, tú quieres demandar a cualquier persona que te trata mal. ¿Quieres que te diga algo?, Aquí el verdadero idiota eres tú, esa es la realidad.

—¡¿Qué?!.

—Sí, eres un idiota por dejar que las palabras de otras personas te ofendan, no dejes que esos comentarios te afecten, ¿Dime algo tú buscas trabajo para sobrevivir o para volver a tener dinero y demandar a cualquier persona que te hable mal?.

—Pues... para ambas cosas.

—Y sigues con eso —el anciano suspiró—, mira, no sé cómo tus padres te habrás criado, pero seguramente su método de crianza fué más que mediocre. Preston, el orgullo no es bueno, no lleva a ningún lado.

—¿Quién dice que el orgullo no es bueno?, El orgullo es bueno, mis padres me dijeron que debo tener orgullo, vivir con la frente en alto y no dejarme humillar y pisotear por nadie, si alguien me ofende, debo demandarlo, nadie puede humillar el apellido Northwest

—Una cosa es no dejarse humillar o pisotear como dices, y otra cosa muy distinta es ser un estúpido arrogante, alguien soberbio, alguien que nunca se atrevería a agachar su cabeza y pedir disculpas, alguien que jamás admitiría que se equivocó. Preston, te voy a dar un consejo, ya es tú problema si lo sigues o no —dijo el señor Julián—. Vale más dejar el orgullo a un lado, que sufrir por el.

Preston se rió un poco ante las palabras del anciano.

—Ríete si quieres, ya veremos más adelante si mi consejo te sirve o no.

—Señor Julián, entiendo que usted piense en esas cosas de la humildad y los buenos valores, pero yo...

—No siempre fué así, Preston. Yo antes era como tú, arrogante, me creía el mejor de todos en mi juventud, atlético, simpático, suertudo con las chicas, pero la vida misma se encargó de demostrarme que a veces lo podemos tener todo, y cuando menos lo esperas, dejarte sin nada, como tú.

—¿También fué millonario?.

—No, pero hoy en día lo sería sino fuera por mi estúpido orgullo —dijo el anciano—. Cuando tenía 24 años más o menos, unos viejos amigos míos me ofrecieron trabajar con ellos en un pequeño negocio de venta de ropa. Yo... les dije que no trabajaría en un negocio tan mediocre e insignificante como ese, que tonto fuí, hoy en día los que fueron mis amigos tienen varios departamentos de venta de ropa costosa, y ganan el doble, el triple, y hasta me atrevo a decir que el cuádruple de dinero que este restaurante puede generar en un año, y este restaurante genera unos cuantos miles de dólares, y aunque parezca genial, no lo es tanto, con todo lo que hay que pagar a duras penas me alcanza para vivir.

—Jaja qué irónico, usted me dijo que si tuviera una oportunidad enfrente mío que la tome, nunca se sabe cuándo puede servir, ¿Y ahora me está diciendo que tuvo la oportunidad de ser millonario y no la tomó?, Perdón pero, que tonto.

—Exacto, es por eso que te lo dije —sonrió un poco el anciano—. ¿Tú qué hubieras hecho?, ¿Hubieras trabajado en un negocio tan pequeño como ese?.

—Bueno, si veo que las ganancias son buenas a futuro, pues claro, solo un verdadero idiota no se atrevería a formar parte de un negocio que será excelentísimo a futuro.

—Eso lo dices porque te dije que ahora son millonarios, pero realmente lo dudo, si te hubiera mencionado que solamente era un negocio pequeño también hubieras hecho lo mismo que yo.

—¿Y se supone que ahora usted me va a decir que debo seguir sus consejos?.

—Eso ya es decisión tuya, muchacho —dijo el señor Julián—. Ahora Preston, deja de actuar como un niño inmaduro y anda a servirles lo que esos dos pidieron, es tu trabajo, cumple con ello y sin chistar, ¿Me entendiste?.

—Pero... —fué interrumpido.

—Sin peros, sé un hombre, no un chico inmaduro.

Preston rodó los ojos, con fastidio. No le quedó de otra que tragarse su orgullo, su enojo, esa rabia que sentía en aquellos momentos. Al final, Preston les sirvió a Stan y a Soos lo que habían ordenado.
Preston no tuvo el mejor inicio en ese trabajo, pero era eso o seguir en la calle. Solo la vida sería la encargada de decir si los consejos que el viejo le dió a Preston servirían o no.

Continuará...

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