CAPÍTULO 33: CARTAS... ¿INFIDELIDAD DE UN NORTHWEST?

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Disfrútenlo muchas gracias!!.

Pocos días habían transcurrido luego de los hechos ocurridos en el capítulo anterior. Ethan intentó por todos los medios hablar con Pacífica, y seguía defendiendo su posición de ser la víctima.

El jóven rubio inventó una enorme estupidez, lo que enfureció más a Pacífica, al punto de siquiera ver sus mensajes. Ethan había dicho que todo fué un complot entre Dipper y Sasha para perjudicarle, pero Pacífica no toleró eso y no siguió hablando con él.

Por otro lado, Natty y Melissa terminaron sus días en la mansión Northwest, el último día no fué tan relajante que digamos, con todo el problema que pasó ellas no se sentían cómodas. Se marcharon para el atardecer, aunque la amistad que tenían con la jóven rubia aún estaba intacta, seguían siendo amigas. En cuanto a Pacífica y Dipper, estos dos continuaron con su relación de jefa–empleado sin ningún problema, solo que ahora había una mayor confianza entre los dos gracias a todo lo sucedido, Dipper se sentía a gusto trabajando para su ama, porque el trato era muchísimo mejor que en los primeros días y, aunque no lo terminaban de aceptar, había una clara atracción entre los dos, solo que ninguno quería arriesgarse a confesarlo.

En una pena que esa confianza se iba a ver comprometida.

Ahora podemos ver cómo Dipper se dirigía a la habitación de los padres de Pacífica. El castaño golpeó la puerta tres veces, y desde adentro, Priscila, le respondió que podía pasar. Dipper giró la perilla de la puerta e ingresó.

—¿Me mandó a llamar, señora Priscila? —preguntó Dipper, usando un tono de voz educado. A pesar de tener confianza con Pacífica, no es como que podía tratarla a ella o a sus padres de "tú a tú".

Priscila se encontraba sentada en su cama, arrimada al cabezal de la misma, un libro de color beige se encontraba a su lado, cerrado, al parecer, lo había terminado de leer hace poco.

—Sí Dipper, perdón por haber interrumpido tus actividades pero, ¿Podrías hacerme un favor?.

—Por supuesto lo que usted deseé, ¿En qué la puedo ayudar? —preguntó Dipper.

—Ya terminé de leer este libro y no resisto las ganas de leer la tercera parte, pero ese libro está en mí biblioteca, en uno de los libreros, ¿Podrías ser tan amable de traerlo?, No tengo muchos deseos de levantarme de la cama, la pereza me ganó —dijo Priscila. Ella le mostró la portada y el nombre del libro que estaba leyendo llamado: "The Dark Tower"—. "Las tierras baldías" así se llama la tercera parte y me urge leerla, ¿Podrías traerlo?.

—Claro no se preocupe, enseguida lo hago —dijo Dipper.

—Y antes de que te vayas —ella se estiró y agarró un pedazo de papel en el que estaba escrito un número de teléfono convencional. El castaño se acercó y agarró ese pedazo de papel—. ¿Podrías llamar a este número primero?, Es el número de una librería, les escribí un mensajes en sus redes sociales para preguntarles sobre cierto libro pero no me han dado respuesta no sé el por qué, ¿Puedes llamar y preguntar si tienen un libro llamado "Entre sus labios"?, No me importa el cuanto cuesta el envío, pagaré lo que sea, pero ya quiero tenerlo entre mis manos.

Dipper asintió y se retiró de la habitación. Cruzó todo el pasillo en dirección del teléfono más cercano, ya que en la habitación de los Northwest no había uno. El más cercano se encontraba en uno de los pasillos de la mansión. Cuando Dipper llegó, lo tomó y comenzó a presionar los números mirando el papel que Priscila le había entregado. A los pocos segundos, comenzó a sonar.

En el interior de una pequeña librería, cierto jóven de cabellos blancos y ojos azulados se encontraba realizando aparentemente tareas que la universidad le dejó, mientras volteaba a ver al computador y anotaba en su cuaderno las respuestas que el internet le brindaba. El teléfono de la librería comenzó a sonar. Sonó una vez y él contestó.

—Librería Angie, ¿En qué podemos ayudarlo? —respondió la llamada este muchacho peliblanco.

—Hola, ¿Qué tal?, Disculpe amigo, el motivo de mi llamada es para preguntarle si tienen un libro llamado "Entre sus labios".

—Déjeme revisar —respondió el jóven. Dipper esperó en la llamada unos cuantos segundos hasta el chico de la librería le respondió—. Sí amigo, sí lo tenemos disponible, ¿Desea adquirirlo?.

—Por supuesto, ¿Cuánto cobran por el envío? —preguntó Dipper.

—¿En dónde se encuentra ubicado? —preguntó el jóven peliblanco.

—Gravity falls, Oregon —respondió Dipper.

—¿Oregon?, Eso está del otro lado del país amigo, nosotros nos encontramos ubicados en Michigan, Great Lake City —respondió el muchacho de la librería—. Y solo contamos con envíos dentro de la ciudad, no contamos con los recursos para hacer un envío de tal magnitud, lo lamento mucho, jóven.

—¿Enserio?, ¿No pueden hacer el envío? —siguió insistiendo el castaño.

—No, enserio lo lamento, si tuviera la posibilidad lo enviaría pero no podemos.

—De acuerdo, en todo caso muchas gracias, disculpe las molestias —dijo Dipper.

—No se preocupe, estamos para servirle —respondió con un tono de voz bastante amable el jóven peliblanco. Acto seguido colgó la llamada.

Dipper también colgó el teléfono dando por finalizada la llamada. No le quedó más remedio que decirle a Priscila que no tenían ese dichoso libro, que aún no les había llegado o cualquier otra excusa. Ya cumplió con la primera tarea, ahora debía ir a buscar el libro que Priscila tanto deseaba leer pero no deseaba levantarse de la cama e ir a buscarlo personalmente.

Mientras se dirigía a la biblioteca de la mansión, en el camino de cruzó con Sasha, quién cargaba consigo unos guantes blancos y un plumero.

—Hola Sasha —saludó el castaño.

—Hola Dipper, ¿Puedo pedirte algo? —preguntó ella.

Al parecer hoy es el día de pedirle favores a Dipper jeje —pensó Dipper ya que no solo Sasha, sino también Priscila y Pacífica también le habían pedido que haga cosas por ella—. Claro, dime, ¿Qué deseas?.

—¿Podrías ir a retirar la correspondencia en el buzón?, Creo que Luc está ocupado porque no la ah retirado y es él quien se encarga de retirar la correspondencia y dársela al señor Presto o a la señora Priscila.

—Bueno yo me dirigía a otro lugar, pero no hay problema, voy a retirarla —contestó Dipper.

—Muchas gracias, Dipper —Sasha le sonrió dulcemente al castaño. Venga que su dulce sonrisa era algo que Dipper no podía permitirse siquiera arruinar por alguna estupidez suya.

Dipper salió de la mansión Northwest en dirección del dichoso buzón que estaba colgado en la pared cerca del portón. Él nunca antes había retirado la correspondencia, siempre lo hacía Luc, la mano derecha y mayordomo de confianza de Preston. Cuando llegó, giró una pequeña perilla que estaba debajo del orificio en dónde ingresan las cartas. Al abrirlo, algunas cartas y sobres se dejaron ver, Sasha tenía razón, Luc no las había retirado.

Dipper tomó todas esas cartas y unos sobres, todas tenían un sello con el nombre de "Northwest Family"; sin embargo, lo curioso fué que, al revisar todas, Dipper se percató que entremezclada con toda la correspondencia, había un pequeño sobre de color amarillo que no tenía ningún sello, estampilla, alguna clase de firma. Estaba completamente sellada y sin nombre.

—¿Se abra equivocado el cartero?, Este sobre no tiene ningún sello —el sobre lo levantó, en dirección al sol y gracias a la luz del astro rey se dió cuenta que adentro había una especie de carta doblada por la mitad—. Sé que no debería hacerlo pero, sino tiene ningún sello entonces se han equivocado.

Dipper miró hacia todas partes, asegurándose de que nadie lo estaba observando. La curiosidad era más grande que su ética. Pensó que nadie se iba a enterar, a fin de cuentas, si el sobre no tenía ningún sello, al castaño no le iba a costar nada buscar otro sobre del mismo color y poner esa carta ahí adentro.

Se decidió por abrirlo. Rasgó el sobre y del interior extrajo una carta. Esto era raro, en la carta estaba escrito "para Preston Northwest" pero la letra no era impresa, fué escrita por alguien a mano, con su propia letra. Dipper sintió aún más curiosidad, era incorrecto y hasta un delito menor leer eso pero, su curiosidad pudo más.

Abrió la carta solo para pegarle una ojeada, pensó que tal vez era alguna carta escrita por uno de sus amigos o alguno de sus socios; no obstante, a Dipper se le caería la mandíbula al suelo al leer lo que estaba escrito ahí, en esa carta.

"Señor Preston, la presente es para informarle de dos cosas sumamente importantes. Espero no estar interrumpiendo algo importante pero es que ya no podía resistir más este impulso de escribir lo que siento"

¿Pero qué?, ¿Qué demonios? —se preguntó Dipper a sí mismo.

"Lo primero a informarle es que mi cama lo necesita, mi cuerpo lo necesita, necesita sentir su calor, sus caricias, sus palabras sucias, mi habitación quedó impregnada con el aroma de nuestra pasión; pero ahora ese olor se está desvaneciendo al igual que las marcas que dejó en todo mi cuerpo con sus labios. Lo segundo a informarle es que usted es alguien malvado. Me prometió que terminaría con su esposa y que viviríamos nuestra aventura, que ya no serías más amantes. ¿Se olvidó de esa promesa?, Aún puedo recordar cada palabra que me dijo al oído mientras chocaban nuestros cuerpos.

Lo deseo señor Preston, deseo que me haga suya nuevamente, deseo que volvamos a encender esa llama apasionada que juntos iniciamos esa noche en mi habitación.

Atte: El amor de su vida.

Una gota de sudor empezó a caer por un costado de la frente del castaño. No puedo describir que era peor, o lo que estaba escrito en esa carta, o la expresión que Dipper pintó en su rostro al momento de leer esa carta. Esto definitivamente no era una broma, y si lo era, era una broma muy desagradable. Aunque quedaba eliminada la posibilidad que sea una broma porque incluso unas marcas de lápiz labial estaba puesta a un costado de la carta, y la letra parecía haberla escrito una mujer.

—¿P-Preston e-engañó a su esposa? —se preguntó a sí mismo el castaño—. Si Priscila llega a leer esto, el raromagedón se quedará pequeño en comparación del escándalo que hará esa mujer. ¿Preston como pudiste?.

Dipper se percató que alguien se acercaba rápidamente por el sonido de las pisada. Cómo pudo se guardó de inmediato esa carta junto con el sobre. Quien se acercaba era Luc, el mayordomo de Preston.

—Hola Dipper, ¿Qué haces aquí?.

—A-Ah, yo, es que Sasha me dijo que... venga a retira la correspondencia porque tal vez usted estaba ocupado, si jeje... eso —respondió Dipper, tratando de no sonar nervioso.

—Sí, estaba ocupado limpiando la oficina del señor Preston, tirando a la basura algunas cosas que él guardaba ahí.

—Me imagino, como sea... aquí tiene la correspondencia —Dipper le entregó al mayordomo de Preston los sobres que tenían el nombre de "Northwest Family" con excepción del que ya había abierto. No se explicó el por qué no lo hizo, tal vez el temor de recibir un fuerte llamado de atención o algo peor por leer lo que no era suyo le impidió decirle sobre esa carta.

—¿Seguro que esta es toda la correspondencia?.

—Ahm... —metió la mano en su bolsillo, pero disimuló un poco—, sí, esa es toda la correspondencia, creo que son avisos sobre pago de los servicios básicos, luz, agua y teléfono. Y creo que para la señora Priscila llegó algo sobre el internet.

—¿Estás seguro que esto es todo?, No llegó algún sobre o alguna paquete extraño sin nombre o sello? —siguió insistiendo el mayordomo. Luc introdujo su mano en el interior del buzón todo con la finalidad de asegurarse de que nada se haya quedado ahí adentro.

—No señor Luc, no llegó nada más, ¿Debería?.

—Uff, menos mal, al parecer se cansó de seguir insistiendo con la misma estupidez —dijo Luc, con una expresión más suave en su rostro.

—¿Quién se cansó de la misma estupidez?.

—Pues una persona que le gustaba molestar a esta familia con cartas insultantes, nada de lo que debas preocuparte, pero te aviso Dipper que si algún día encuentras algún sobre extraño o alguna paquete sin sello y sin nombre lo entregarás inmediatamente, que yo me haré cargo de eso, ¿Entiendes?.

—Sí señor —respondió Dipper—. Con su permiso, me retiro, la señora Priscila quiere que le vaya a buscar algo.

Dipper se retiró lo más rápido que pudo del lugar. Luc se quedó ahí de pie, revisando toda la correspondencia y de nuevo asegurándose de que nada extraño haya llegado.

—Al parecer esa mujer finalmente se cansó de estar molestando al señor Preston —comentó el mayordomo.

Al cambiar la escena se veía como Dipper caminaba en dirección de la biblioteca, con la mano puesta en su bolsillo, no debía siquiera asomarse esa carta. Llegó a la biblioteca, ingresó en la misma y cerró la puerta poniéndole el seguro. Dipper buscó la silla más cercana que encontró y sentó en la misma.

El castaño volvió a leer esa carta. Lo que le dijo Luc solo terminó de confirmarlo, Preston le había sido infiel a su esposa y su mayordomo lo estaba ayudando a encubrir esa sinvergüencería.

—¿Qué se supone que deba hacer?, ¿Le entrego esto a Pacífica?... No, no puedo hacer eso, si ella se llega a enterar de esta carta se lo dirá a su mamá y, rayos el escándalo será de grandes proporciones y esta familia quedará afectada. Al viejo Dipper no le hubiera importado eso pero ahora, no puedo permitirlo, Pacífica me importa y mucho, ella... me gusta, no puedo permitir que sufra viendo a sus padres separándose; pero sino le entrego esto estoy faltando a su confianza, y no puedo pagarle de esa manera, si se entera que lo sabía me va a odiar por no decírselo.

Dipper dobló de nuevo esa carta y la guardó en su bolsillo. A partir de ese momento había entrado en un dilema.

—¡¿Ay Dipper Pines por qué tuviste que leer esa carta?!, Eres un idiota.

Continuará...

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