꒰◌; capítulo veintinueve

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Irene terminó de revisar el último libro que había en la gran mesa. Con un suspiro cansado revisó la hora en su celular y confirmó que eran más de las 6:30 de la tarde. Elevó sus cejas en sorpresa, jamás había estado tanto tiempo en una biblioteca.

Recogió su cuaderno, algunas hojas y sus lapiceros para meterlos en su mochila, acomodó cada libro en su estante respectivo y salió de la universidad.

El gélido frío de la ventisca en Seúl acarició sus marcadas facciones, haciendo que metiera las manos en los bolsillos y recordara traer una bufanda en su mochila en caso de emergencia. Un leve estrujo y sonido en su estómago le indicaba que necesitaba comer algo más antes de llegar a casa y no morir en el camino. Sí, así de dramática era.

Decidió ir a una cafetería cercana, para no gastar pasaje y no tener que soportar la horrible sensación de hambre, no podría aguantar algo como eso.

El camino no era extenso, por lo que rápidamente entró al local y la calidez y olor a café del lugar la hizo sentir muy cómoda. No estaba lleno de comensales, había un par de personas dispersas en diferentes mesas. Su celular vibró en su chaqueta por lo que contestó la llamada entrante.

—Hey, Lisa —sonrió por inercia, a pesar de saber que ella no la vería.

—Hola, Hyun unnie, ¿sigues en la biblioteca?

—Ah, ya no, terminé hace media hora, ahora mismo estoy en una cafetería.

—Bien, entonces no demores que tienes que terminar el informe.

—Sí, no te preocupes —dijo buscando con la mirada alguna mesa vacía. Quería descansar unos instantes primero.

—¡Lili, ven aquí, quiero abrazarte! —se escuchó la voz de Kim.

Irene soltó risitas.

—Mejor cuelga y no dejes esperando a Jennie —dijo con diversión, con la seguridad de que Lisa ya estaría sonrojada—. Hasta luego, Lis. Nos ve- ¡Ah!

Soltó su celular haciendo que se apagara al instante por tal bruta caída. Joohyun sintió el ardor recorrer todo su pecho. Lástima que su chaqueta estaba abierta y aquel líquido marrón podía sentirse a través de su delgada camisa blanca.

Ahogó un grito aún más fuerte y alzó su mirada que reflejaba enojo puro, yendo a parar a aquella chica de ojos parecidos a los de Jennie y de cabellos color naranja, quien al verla expandió sus ojos en total sorpresa. Ambas quedaron calladas por lo que sintieron horas, pero que apenas eran un par de segundos.

—¿Joo-Joohyun? —habló con incredulidad.

La nombrada frunció su boca, aún con la quemazón de la bebida. La chica pareció entender aquel gesto, por lo que llevó a Irene inmediatamente hacia la oficina del personal de trabajo.

—Lo siento mucho, Joohyun, en serio lo lamento, estab-

—¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre?

—Soy yo, Seulgi —conectaron sus miradas—. Gigi —agregó—. ¿Me recuerdas?

Joohyun sintió como si un fuerte remolino descolocara su interior, parpadeó un par de veces y sintió los latidos de su corazón golpear su pecho con fuerza.

—¿Ka-Kang Seulgi?

La chica de cabello naranja sonrió ampliamente, mostrando su dentadura blanca y perfecta.

En fracción de un segundo la pelinaranja se lanzó a Irene, sosteniéndola en un abrazo, con el sentimiento a flor de piel, con aquellos recuerdos de su infancia vivida en las que ambas eran felices, en los que no había nadie más que ellas y un amor puro e inocente.

La azabache aun sorprendida por todo lo que estaba aconteciendo, correspondió el saludo, rodeando el cuerpo de Seulgi con ambos brazos también.

—Te he extrañado mucho —murmuró dejando un casto beso en el cuello de la mayor—. Jamás creí que volvería verte.

—Yo tampoco.

Seulgi se separó lentamente de ella y la miró con ese cariño genuino que albergaba en su corazón desde que eran pequeñas.

—Lamento esto —miró su camisa manchada—. ¿Estás bien?

—Sí, no fue tanto en realidad, tengo suerte de que el café no haya estado caliente del todo.

—Soy un torpe, estuve distraída desde que te vi entrar, mi mente estuvo confusa y no me di cuenta por donde caminaba.

—Ya, tranquila, no te preocupes.

Joohyun se sentía realmente incómoda. Jamás creyó que aquella chica que robaba sus suspiros y cada sueño por las noches estaría frente a ella de nuevo. Eran solo unas niñas cuando todo pasó, pero viéndola ahí, todos los recuerdos aparecían en su mente.

Irene la miró un par de segundos más, admirando cada detalle, desde esos hermosos ojos gatunos, sus largas y gruesas pestañas hasta la forma de sus labios, el inferior siendo un poco más relleno. Parpadeó para concentrarse y vio a Kang dirigirse a su mochila que estaba en su casillero. Sacó su polo de algodón y una enorme remera color negro.

—Ponte esto —extendió su ropa—. No puedes irte así.

Joohyun lo dudó mucho, no era su prenda después de todo.

—Eres muy amable, en serio, pero creo que no es necesa-

—Sí lo es —interrumpió con firmeza—. Esto es más cómodo y no tendrás tanto frío.

—Pero, ¿y tú?

Seulgi sonrió por lo adorable que esa chica se veía con la mirada confundida y el ceño levemente fruncido.

—Yo puedo irme con el uniforme, no es gran cosa para mí. Vamos, póntelo —le esbozó una pequeña sonrisa.

Bae asintió.

—Vale, gracias por esto.

—Es lo menos que puedo hacer, vuelvo en unos minutos.

Seulgi se retiró y la mayor aseguró la puerta para poder cambiarse con normalidad.

Cuando el poleron pasó por su rostro pudo percibir aquel aroma tan especial y cítrico que desprendía.

—Jamás cambió su perfume —murmuró para luego sonreír tímidamente.

¿Qué debería hacer ahora que ella había vuelto a su vida?

Sintió un leve rubor surgir en sus mejillas y ese dulce recuerdo de momentos pasados, que aunque fue bonito no terminó para nada bien, alejándolas y siendo el destino ahora quién las hacía reencontrar.

Unos cuantos toques en la puerta la sacó de su ensoñación, se acomodó la ropa y quitó el seguro para que Seulgi pudiera entrar.

—Te ves muy linda —le susurró, sonriendo con suficiencia al verla vestida con lo de su pertinencia.

—Gracias —y si alguien viera a esta Joohyun levemente sonrojada y con la timidez cual pequeña niña antes era, nadie lo creería.

—Sé que lo que te vaya a decir sea mucho pedir pero... ¿puedes esperarme hasta que mi turno termine? Solo falta media hora, por favor —casi suplicó, con la mirada puesta en ella, con la esperanza de que Irene acepte.

La azabache lo pensó, no podía perder mucho tiempo. Tenía tareas que hacer llegando a casa, pero muy en el fondo no quería rechazarla, quería mantenerla cerca a ver qué sucedía, se sentía nerviosa porque su presencia le había hecho falta mucho tiempo.

Quería pasar el tiempo con ella.

—Ha pasado varios años y ahora que te he vuelto a ver no pienso que nos separen. Ya no, ya no soy una niña y te he extrañado, he extrañado nuestras conversaciones, nuestra época inmadura e infantil. Quiero preguntarte tantas cosas: cómo la pasaste, qué hiciste, si hay algo nuevo en ti o si ya no tienes alguna manía como dormir abrazando una almohada —ambas sonrieron con complicidad—. Por favor, no te quitaré tanto tiempo.

—De acuerdo.

Seulgi sonrió ampliamente diciendo muchos "gracias" en el momento.

Salieron de la oficina e hizo a Joohyun sentarse en una mesa cercana a la caja de pedidos. Le dio un capucchino con crema batida y unas galletas de chocolate -su favorito- para luego concluir con su trabajo.

Con ciertos nervios de lo que podría pasar en la conversación que tendrían, en la que le preguntaría todo lo que hizo durante esos años en los que estuvieron separadas injustamente, siendo apenas unas niñas.

Ya no tenía cabeza para alguien más, ya no quería ningún experimento amoroso, no cuando frente an ella tenía a su primer amor.

¡Gracias por leer!
🌻

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