꒰◌; capítulo veintiuno

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Lisa sintió algo de pánico al no escuchar la respuesta de la castaña.

¿Había dicho algo malo? Esperaba que no.

Suspiró con pesadez pues tenían que separarse y eso era algo que realmente no quería hacer. No cuando sentía un calor reconfortante en los brazos de Jennie y un agradable olor a menta inundar sus fosas nasales que provenía obviamente de la mayor.

Pero no todo podía ser a su manera.

—Jennie, ya tengo que irme.

—Oh, sí claro.

Unos segundos de silencio hasta que la extranjera volvió a hablar.

—¿Podrías soltarme? —dijo irónicamente.

—¿Por qué? Yo estoy cálida y muy cómoda —dijo apretujándola entre sus brazos de manera suave.

—Empezarán a hablar —respondió despectivamente y con una clara incomodidad por ser tan consciente de ello—. Sabemos cómo es la sociedad hoy en día y, a pesar de que solo somos amigas la gente no se adapta.

—No lo hacen porque simplemente no quieren, es su problema. Estoy bien así contigo y no por alguien voy a dejar de hacer lo que yo quiero.

La pelinegra con cierto asombro procesó una a una las palabras dichas, de cierta manera y para ella, eso había sonado muy maduro por parte de Jennie. Sintió su corazón enorgullecerse y sonrió levemente.

—Tal vez tengas razón —fue lo único que optó por decir.

—Siempre la tengo —afirmó airosa—, y vamos ya que se está haciendo más tarde —habló mientras empezaba a caminar lentamente, siendo guiada por la velocidad de Lisa para evitar tropezarse.

—¿Es necesario esto? —preguntó aludiendo el hecho de que emprendía rumbo a su casa aun siendo abrazada por detrás.

No le incomodaba, pero se sentía avergonzado. ¿Desde cuándo la cercanía y confianza había vuelto?

—Muy necesario —sonrió efusivamente mostrando sus preciadas encías—. Creo que podría acostumbrarme —agregó animada.

—Muy graciosa —respondió con un toque sarcástico.

—Puedes tomarlo como quieras, Lili.

En medio de una conversación amena, con sonrisas genuinas y algunos pasos torpes lograron quedar en frente de la casa de Lisa, que tanteó los bolsillos de su pantalón y se dio con la noticia que había olvidado las llaves en su habitación.

—Bien, uh... —pasó saliva con lentitud—. Jennie, ahora sí creo que debes soltarme —concluyó algo apenada. De ninguna manera tocaría su puerta con la mayor abrazándola tan cariñosamente.

El leve rubor de sus mejillas y el nerviosismo de sus manos podrían delatarla, y es lo último que pediría en este mundo.

—No seas así~ —mostró un puchero que Lisa pudo apreciar debido a la cercanía de sus rostros, sentía que su corazón se derretía de tanta ternura que la otra le provocaba.

Parpadeó varias veces y de manera rápida para salir de la ensoñación en la que Jennie solía enviarla a veces, así... con gestos tan lindos, frases cortas y todo lo que pueda provenir de aquella chica.

—Además, hace mucho tiempo que no visito a tus padres —agregó con una sonrisa sincera y llena de entusiasmo—. Quisiera hablar con ellos, dudo que me saquen de su casa solo por ser una invitada espontáneo. No es por nada, pero ellos me adoran al igual que los míos a ti —decía mientras que Lisa sin percatarse y sin poder evitarlo, la coreana había dado unos tres consistentes toques en la puerta.

—Jennie —mencionó con lentitud.

—¡Lis!

—¿Bae?

—Joohyun —afirmó mientras le daba sonrisas.

Lisa sintió que la presión del abrazo había incrementado levemente, pero no le tomó importancia.

—Hola Jennie-ah —le habló con amabilidad sincera provocando una sonrisa en Lisa. Adoraba que Irene siempre sepa llevar las cosas de manera tranquila y con la energía positiva que la hacía tan especial.

"¿Qué haces aquí?", quiso responderle, pero tuvo que obtener toda la fuerza de su ser para no sonar molesta o peor que eso, 'celosa'.

Jennie, queriendo dejar de ser impulsiva y grosera, suspiró honda y calmadamente para luego soltar un simple "Hola".

Joohyun sonrió en grande y rápidamente le dio el paso para que entraran a la casa.

—¿Y mis padres?

—Oh... mamá está en la cocina haciendo una sopa de verduras para la cena.

"Mamá. No señora Manoban, ni 'tu', solo mamá", pensó al instante en el que la mayor había dicho eso.

Lisa fue tomada de la muñeca por su amiga y Jennie a duras penas entendió el mensaje de soltarla.

—Vamos para que la saluden —fueron por el corto pasillo estando la castaña detrás de ellas—. Ah y, el señor Manoban vendrá a eso de las nueve de la noche, llamó hace media hora diciendo que tenía una reunión imprevista y que no se preocuparan por su tardía llegada.

La pelinegra asintió levemente y Jen no pudo sentirse más que desorientada.

La confianza y el común comportamiento que tenía Irene alrededor de la casa y sobre la familia de Lisa la habían dejado muy sorprendida.

¿Tan rápido se adaptó a Lisa y todo lo que le rodea? ¿Tanto tiempo se había alejado ella como para no ser consciente de todo lo que ha estado perdiendo?

Mordió débilmente su labio inferior en un intento de calmar esa leve opresión mezclada con un deje de tristeza que brotaba su corazón.

Había perdido tanto tiempo, tantos momentos, incluso ahora mismo, Jennie estaba insegura de cómo reaccionaría la señora Manoban después de tantos meses sin haberla visto o visitado a pesar de que los padres de ambas sean muy cercanas.

—Hola, mamá —se aproximó a ella y le dio un casto beso en la mejilla—. Jennie vino a visitarte hoy —habló dulcemente a su progenitora, mientras que la mencionada sentía que ahora era el centro de atención.

¡Gracias por leer!
🌻

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