🦋Capítulo único🦋

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Pov Narradora.

Un joven chico de orejas puntiagudas y cabello negro iba corriendo entre las grandes flores hacia el gran roble.

Todos los años hacían un festival de otoño, al que invitaban a todo tipo de criaturas mágicas al gran festín. Iban desde gnomos hasta tritones.

Seguro se deben de estar preguntando cómo es que los tritones lograban ir, pues muy fácil, ellos pasaban los últimos días de la primavera en el río cerca del pueblo de elfos, así también aprovechan y descansan un tiempo después de pasar su cansado celo. Luego cuando empieza el otoño se hospedan en unas casas que hay en el bosque hasta que culmine el festival. Pero en fin, no nos desviémos del tema inicial.

El joven elfo después de correr por unos largos minutos llegó al gran roble. Todo estaba hecho un lío a su alrededor por motivos que ya todos conocemos.

Caminó lentamente tratando de esquivar a los demás elfos que corrían de un lado hacia el otro decorando todo y se acercó al ministro, quien era el que organizaba el festival todos los años.

—Buenos días, señor ministro —saluda con una calma fingida.

Entre los elfos no podían demostrar debilidad ante otro, sino se convertirían en la burla de todos. Por eso, desde pequeño, Yoongi aprendió a ocultar sus emociones.

—Llegas tarde —lo mira serio.

—Tuve un pequeño percance, que ya resolví. —el ministro asiente.

—Este año te toca hacer guardia en la frontera para cuidar que ningún hada entre.

—No entiendo la enemistad que hay entre las hadas y los elfos —dijo curioso.

Desde que tiene memoria entre las hadas y los elfos ha existido una gran enemistad o por lo menos entre los elfos, ya que las hadas no sabían del porque los elfos las odiaban tanto.

Yoongi, por su parte, no las odia, nunca ha tenido ningún motivo para hacerlo, a pesar de que todo su pueblo lo hacía.

—No tienes por qué entenderlo. Simplemente eres un insignificante elfo del montón —habló despectivo.

Otra cosa que era común en los elfos era lo clasistas que podían llegar a ser. Simplemente por el hecho de no pertenecer a una familia noble tenían prohibido saber y hacer muchas cosas. Además de ser tratados cómo la peor escoria.

—Como diga, señor ministro.

—En la noche vas a tener que estar en la frontera haciendo guardia.

—Está bien —hace una reverencia como muestra de respeto y se va a terminar las tareas que tenía que hacer lo antes posible.

Yoongi ya estaba harto de vivir entre todos esos elfos ególatras y clasistas. Esperaba encontrar el mejor momento para irse de una vez por todas.

El pálido aprovecharía al máximo la oportunidad que se le presentó ese día. Cuando todos estuvieran entretenidos con el festival el se iría de una vez por todas de ese lugar.

Organizó unas cuantas cosas que le faltaban del festival para luego irse a su casa a preparar todo.

Cuando tuvo todo listo fue a dormir un poco para tener energías en la noche.

Pov Narradora.

Un chico de pelo rubio y mejillas regordetas volaba entre los árboles junto con unas crías de pájaros. Las pequeñas crías estaban aprendiendo a volar y el rubio sería su maestro por ese día.

Todo iba bien hasta que una de las crías perdió el equilibrio y casi cae de bruces al suelo, de no ser porque el hada volvió a su tamaño original y tomó al pequeño entre sus manos.

-Debes tener más cuidado pequeño. -Lo acaricia para que se relaje ya que seguía un poco asustado por lo que le acababa de pasar. -Ahora ve con tus padres. -Lo deja volver al nido donde lo esperaba sus padres y hermanos.

Estaba por irse a casa ya que había terminado de enseñarle a las crías por ese día hasta que la voz de alguien lo detiene.

-¡Jimin! -Grita. -¡Jimin!

Al llegar a su lado se apoya en sus rodillas para recuperar un poco de aire por haber volado tanto. Muchos pensaban que volar era fácil, pero a veces era hasta más cansado que caminar o correr.

-¿Qué pasa, Yeji? -Pregunta tranquilo.

-El hada suprema quiere verte. -Jimin notó el miedo en su mirada. -Parece que se enteró el problema que tuviste con las ardillas.

-Ojalá no haya sido eso y me haya mandado a llamar para ver cómo fue la clase de hoy. -Se despide de su amiga para después recoger todo e ir a ver al hada suprema.

De camino a ver a su superior, Jimin se encontró con varias de sus compañeras hadas. Algunas lo saludaban y otras lo miraban despectivamente ya que era conocido por ser un hada rebelde en el pueblo.

Llegó hasta la oficina del hada mayor y suspiró antes de tocar, era más que seguro que se iba a ganar un regaño. A veces sentía que esa hada lo odiaba, de sólo respirar lo regañaba, parecía que estaba siendo exagerado, pero era la verdad.

Tocó la puerta otra vez y esperó a que le respondiera que podía pasar. Espero unos minutos hasta que escuchó un fuerte "pase" del otro lado de la puerta.

-Buenas tardes, hada suprema. -Reverenció.

-Lamentablemente no puedo decir lo mismo, Jimin. -Habló seria. -Ya es la cuarta vez esta semana que nos causas problemas.

-Lo siento. -Habló bajo. -No quería causar problemas. Lo que pasó con las ardillas no fue mi intención.

El hada mayor lo miró molesta y se levantó de su asiento, comenzando a caminar de un lado a otro.

-Tu comportamiento es inaceptable. -Deja de caminar unos segundos. -Por eso decidí enviarte al campamento de las hadas. -El rostro de Jimin cambió de uno arrepentido a uno asustado. -Ya te he dado muchas oportunidades para que recapacites.

El campamento para hadas era como el servicio militar para los humanos, con la diferencia de que este era más estricto con respecto a sus reglas y ejercicios. A este campamento sólamente iban las hadas que se consideraban rebeldes, no importan si eran chicas o chicos. Todas regresaban con una actitud muy cambiada. Nadie sabía que les hacían, pero al volver no eran las mismas nunca más.

Entre las hadas no existía la diferencia entre los géneros, por lo que era común ver a los chicos hadas con vestidos. También tanto chicas y chicos usaban los dos pronombres Él y Ella.

-Por favor, todo menos el campamento de hadas. -Pidió o más bien suplicó el rubio.

-Lo siento, pero ya es una decisión tomada. -Miró al joven con falsa pena y le indicó que saliera.

El menor no se permitió llorar ni lamentarse por lo ocurrido. Tomó eso cómo una señal del destino para que se fuera por fin de ahí.

Ignoró a las hadas que lo miraban con falsa pena, ya que la mayoría estaban felices de que él se fuera. No solamente era odiado entre las que él creía sus hermanas, sino que también era envidiado y repudiado simplemente por su inexplicable belleza y la conexión que tenía con los animales.

Voló hasta su casa y al estar cerca encogió su tamaño. Pasó de medir 1.70 metros a medir 15 centímetros sólamente.

En cada árbol de la zona habían construido una o dos casas para las hadas del lugar, por eso debían encogerse para poder entrar en esta.

Comenzó a recoger sus cosas en una pequeña maleta, la cual se agrandaría cuando el también lo hiciera.

Se hiría de ahí lo antes posible. No importaba si no tenía dónde quedarse en ese momento, lo único que quería era irse de ahí.

Aparte de ropa, también cogió un poco de comida para el camino y algunas cosas que le harían falta cómo cosas para su aseo personal.

Terminó de recoger y suspiró. Esperaría hasta la noche para poder irse, así ninguna hada chismosa lo vería.

Pov Narradora.

Un pálido caminó tranquilo con su cosas hasta dónde se supone haría guardia, ya que apenas tuviera oportunidad se hiría.

Esperaría hasta que el ministro pasara a supervisar que estaba en su puesto para poderse ir.

Escondió su mochila en un árbol para que el ministro no sospechara y esperó un tiempo.

Después de una hora o dos más o menos llegó el señor ministro a supervisar todo. Le preguntó si había visto algo raro para mandar a alguien que lo acompañara, pero él dijo que no, que estaba bien.

Luego del interrogatorio que le hizo su superior esperó unos quince minutos para luego tomar sus cosas y empezar a caminar.

Pov Narradora.

El joven elfo ya había pasado el territorio de los gnomos y el de los cíclopes. Faltaba poco para que amaneciera y ya estaba bastante lejos de la que en algún momento consideró su aldea.

Bajó la gran mochila de su espalda y se sentó a descansar uno minutos.

Estaba tomando un poco de agua cuando vió unos arbustos moverse y un ruido semejante al de unas campanas. Se levantó rápido y cogió una rama estaba cerca, para poder defenderse.

-¡¿Quién anda ahí?! -Miró hacia dónde provino el ruido.

Un pequeño rubio salió de entre los arbustos con un sonrojo en sus mejillas por haber sido descubierto en su misión de espiar al elfo.

-H-hola. -Habló tímido.

-¿Quién eres? -El pálido se había quedado impresionado por la belleza y la inocencia que desprendía el contrario, pero no se dejaría llevar por las apariencias.

-S-soy Jimin. -Sus mejillas se enrojecieron más de lo que antes estaban antes. -¿T-tú cómo te llamas? -Desde lejos se podía notar el nerviosismo y la timidez del rubio.

El pelinegro sonrió y inconcientemente ya que le daba mucha ternura la actitud de la hadita delante de él.

-Me llamo Yoongi.

-¿Y qué haces aquí? -Pregunta curioso. -Por lo que sé el pueblo de los elfos está bastante lejos de aquí.

-Escapé. -Dijo sin más. -¿Y tú?

-Yo también, no quería estar más ahí.

Siguieron hablando por un largo rato para conocerse mejor mientras seguían su camino.

Mientras más seguían conversado más se daban cuenta de que tenían mucho en común. Como por ejemplo; de vez en cuando les gustaba alejarse de todo y todos sin dar explicaciones, pasar un tiempo específicamente para ellos, aunque eso después les provocara problemas con sus superiores.

-Jimin. -El rubio lo mira indicando que le está prestando atención. -¿Quieres venir conmigo?

-¡Claro! -Carraspeó. -D-digo, está bien, si no he molesta.

-Si me molestara no te lo hubiera pedido. -Le guiña un ojo juguetonamente y ríe por el sonrojo de su menor.

Sin saber que ese era el comienzo de una historia entre una pequeña hada rubia y un elfo pelinegro. A lo largo de su camino podrían encontrar muchos obstáculos, aunque también puede que haya personas que los ayuden, no estaban seguros, pero lo que si sabían consiente e inconcientemente es que sabrían sobrellevar todo eso juntos.


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