Mi psicólogo es un vampiro (En pausa)

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N. de A.: Iba a ser un one-shot pero al final me quedó más largo de lo esperado y será un capítulo por cada paciente que Moroi atienda.

Divague surgido en un momento de inspiración mística..xD (en realidad esto es un estudio comparativo sumamente serio.....)

Cualquie parecido con la realidad es pura casualidad ;)

Que lo disfrutéis :P

¿Preparadas para concoer al más sexy de todos los vampiros?

(Siento el uso de "-" en vez del guión largo, mi Word está loco u.u)

El aire olía a otoño y la luna se reflejaba sobre la consulta del más sexy de todos los psicólogos: el apuesto y misterioso Moroi. Sus bucles castaños se arremolinaban sobre sus hombros mientras sus iris grises reflejaban la pálida luna. Atardecía y muy pronto comenzarían a llegar los pacientes de aquel día.

Había repasado la lista hacía cinco minutos. A las siete tendría una cita la mar de interesante con la famosa publicista Adriana Ramírez. Esa chica estaba completamente loca y la daba como caso perdido. Había estado ya en tres sociedades anónimas de adictos al sexo y en todas ellas había acabado expulsada por pervertir a los enfermeros. A las ocho en punto, tan puntual como siempre, llegaría Ian Karl, un famoso y joven actor que acababa de triunfar con su primera película y se encontraba en el punto de mira de todos los medios de comunicación. Sus citas con él eran las más exasperantes pero tenía un plan especial para esa tarde. Y por último llegaría su cita de las nueve: la crítica de cine Agustina Arroyo. Esta chica tenía un serio problema: era adicta, adicta a él y por eso se había inventado numerosas enfermedades que en realidad no tenía, pero su sangre olía tan bien y su piel era tan tierna… Los ojos de Moroi centellearon por un instante como rescoldos de una hoguera.

Tic-tac, tic-tac avanzaban inexorablemente las agujas del antiguo reloj de pared. Moroi se levantó del cómodo sillón de cuero negro, sus bucles se balancearon silenciosamente.

-Aguanta pequeña y mira sin ponerte celosa que ya llegará tu turno –le habló con su voz aterciopelada a la hermosa joven que se hallaba amordazada dentro del único armario de toda la habitación. La chica forcejeó pero sólo consiguió que su perfume se extendiera por toda la sala hasta llegar a las pituitarias del famoso psicoanalista. Moroi cerró de golpe la puerta del armario y se dirigió al pequeño cuarto de baño que también era ostentosamente lujoso. Un hermoso espejo plateado reposaba sobre el lavabo, pero no reflejaba nada más que una planta y un sillón. Moroi se inclinó sobre él, buscando su reflejo sin resultado alguno. Moroi solía auto-torturarse de esa forma: él sabía que era hermoso, irresistible, un dios hecho carne y sin embargo ningún espejo reflejaba su hermosa figura. Le tenía que preguntar a sus pacientes que le describieran. Él quería ver cuán hermoso era en realidad, pero la maldición que se cernía sobre él se lo impedía. Todos los atardeceres, se dirigía hacia ese mismo espejo con el propósito de descubrir si realmente él era tan hermoso y nunca conseguía resolver esa duda. Furioso por su nuevo fracaso, hundió sus garras en el espejo. Al instante numerosas grietas aparecieron y los fragmentos plateados saltaron: se había cargado el espejo. Moroi se quedó contemplando impasible las gotas de sangre que resbalaban por su mano de mármol. Sus iris grises adquirieron cual camaleón el mismo tono carmesí, sus colmillos sobresalieron entre unos labios carnosos. En ese momento llamaron al timbre, Adriana ya estaba aquí.

* * *

For ever, for ever is a mighty long time

Una mano de uñas largas y rojas giraron el pomo del grifo y el torrente de agua cesó.

For ever, for ever is a mighty long time

Virginia estiró el brazo y tanteó el aire en busca de la toalla.

-Agu, ¿Puedes pasarme la toalla? –gritó. Esperó unos instantes y volvió a repetir la pregunta más fuerte, sin obtener ninguna contestación. Finalmente la propia Virginia encontró la toalla que se había caído al suelo y se envolvió el cuerpo con ella. Le extrañó que su hermana pequeña no la hubiera contestado, últimamente estaba de lo más extraña. Le había dado por dormir con la ventana abierta a pesar del frío que hacía por las noches y estaban esas pesadillas que la asediaban…

Virginia temía por su hermana, acababa de empezar la universidad hacía poco y esos amigos tan extraños que se había echado fanáticos de Anne Rice, Richelle Mead y todo tipo de autoras de historias de vampiros no le gustaban lo más mínimo. Tampoco podía dejar de pensar en la cantidad de asesinatos que habían aumentado durante los últimos meses. Virginia pertenecía al FBI, con sólo veintidós años había sacado mejores notas que el resto de sus compañeros, no tenía amigas en ese nuevo barrio al que se había mudado con su hermana Agustina desde la muerte de sus padres debido a la envidia de sus compañeros de trabajo más mayores que ella y que sus horarios nocturnos no la dejaban demasiado tiempo para sociabilizar. Actualmente se encontraba trabajando en el misterioso caso del Asesino del Antifaz, un misterioso psicópata que desangraba muchachas jóvenes durante la noche. Anteriormente se encargaba de ese caso la que podía llegar a ser su única amiga, la divertida y alegre Ale Alejandra, mexicana, guapa y casi tan inteligente como la propia Virginia, pero había desaparecido la noche anterior y nadie sabía nada sobre ella. Cuando el novio de Alejandra, Flopi, llamó entre lágrimas para comunicarle la noticia Virginia no podía dar crédito a sus oídos y el odio hacia ese maldito asesino se multiplicó por mil. Virginia se había levantado a las 19:00 como hacía normalmente y se estaba dando la ducha de rigor, preparándose para una dura jornada nocturna. Pensaba atrapar a ese capullo esa noche sí o sí. Y su hermana Agustina seguía sin responderla.

Virginia se escurrió su corta  melena caoba, trató de continuar tatareando la canción de antes para relajarse (Cause I can wait for you to run my way), pero sólo logró inquietarse más.

-¿Agu? –volvió a llamarla, la voz le tembló sin quererlo. Silencio. Unas gotas resbalaban por su cuello.

Virginia echó a correr hacia el salón, registró los dormitorios, la sala de estar, la cocina…

-¡AGU! –gritó desesperada.

De pronto la puerta se abrió, sorprendiendo a Virginia por detrás.

***

-Bienvenida Adriana, te estaba esperando –saludó con la más encantadora de las sonrisas Moroi   a su paciente.

Adriana le devolvió el gesto mordiéndose sensualmente el labio inferior. La chica le recordaba perturbadoramente a Mel B, sí, la Spice de color, con su pelo afro y su ajustado mono de leopardo.

-Hola querido, aquí está tu paciente más fantabulosa y divertida –saludó guiñándole el ojo. Adriana cerró la puerta tras de sí y contoneando licenciosamente las caderas dejó su pequeño bolso negro sobre la mesa de la consulta, se quitó los guantes negros también de forma igualmente provocativa, siguió con sus zapatos de plataforma y se sentó sobre la mesa, apartando los papeles hacia un lado.

-Hoy me apetece hacerlo sobre esta mesa –ronroneó acariciando la superficie de madera pulimentada.

Unos extraños ruidos provinieron del armario.

-¿Qué ha sido eso? –preguntó Adriana muy sorprendida.

-Mi nuevo periquito –respondió Moroi sin pensárselo.

-¿Tienes un periquito?

-Sí, se llama Met.

-¿Met? –respondió Adriana muy sorprendida, le encantaba que los hombres tuviesen un lado tierno.

-Viene de Metatrón. ¿Has leído la Cábala judeo-cristiana?

-¿Te refieres a ese libro muy ilustrativo con esas posturas tan divertidas? ¿O eso era el Kama…algo?

Moroi sacudió su cabeza en un gesto de negación y sus bucles volvieron como por arte de magia al mismo lugar.

-Comencemos con las preguntas de rigor -dijo colocándose unas gafas de manera increíblemente sexy que dejó que se desplazaran ligeramente sobre el tabique de su nariz.

-Me llamo Adriana Ramírez pero puedes llamarme Adry, soy publicista pero también llevo otros proyectos como la creación de un videojuego, administro una página web donde los chicos jóvenes pueden mostrar sus encantos al mundo, pronto  seré elegida como presidenta de la FIFA, planeo hacerme asquerosamente rica para dominar el mundo… y no recuerdo si alguna vez fue virgen. Lo fui sin duda antes de desvirgar a ese joven angelito ¿Nathan? en la parte de atrás de un cine... No puedo dejar de pensar en el sexo, ni mis plantas están a salvo… ¿Qué te ha pasado en tu linda mano?

-No me refería a ese tipo de preguntas… Oh, esto…no es nada. Me lo hizo Met cuando traté de darle de comer –le restó importancia.

-Sangre –musitó Adry. Sus ojos derrochaban lujuria.

-¿Quieres un poco? –le ofreció con voz aterciopelada.

Antes de que ella pudiese responder, le acercó la mano a los labios de la joven. Adry olfateó su intenso sabor y se tomó su tiempo en lamerle los cortes.

<< Ya eres mía >>, pensó el vampiro.

Adry no parecía percatarse de que los ojos de Moroi se habían vuelto de un rojo intenso, ni de que ahora dos afilados colmillos sobresalían de entre las comisuras de su boca. Todo en lo que podía pensar era en la deliciosa sangre que estaba tomando. Cuando ya no quedaba ni una sola gota, trató de morderle en busca de más, pero sus dientes toparon contra puro mármol.

-Ya es suficiente querida, vas a lastimarte.

-Más…necesito más –gimió.

-Tranquila, todo a su tiempo.

-Tu sangre es lo único que puede calmar mi lujuria…

-Mi sangre es lo único que te mantiene con vida en estos momentos.

Adry se llevó inconsciente la mano la cuello, donde una cinta negra ocultaba la mordedura. De pronto los recuerdos volvieron a ella como un torbellino.

-Nuestra última terapia fue muy intensa, bebí de más…Estabas tan pálida… -siguió hablando el psicólogo casi melodiosamente-. Lo único que podía hacer para mantenerte viva un poco más era alimentarte con mi propia sangre…

-¿Qué es lo que quieres de mí?

-Eres publicista, ¿verdad?

¿Publicista? Lo único en que podía pensar Adriana en esos momentos era en lo sexy que era ese hombre, en lo ardiente y deliciosa que estaba su sangre, en lo tentadores que se veían sus labios... pero asintió con la cabeza pensando que así la daría más.

-Haces anuncios.

Adriana siguió asintiendo como una idiota.

-Tus comerciales son los que más éxito tienen.

Adriana volvió a asentir y desesperada se lanzó contra el vampiro

-Vamos guapo, deja de perder el tiempo y ¡cúrame!

-Quiero ser la súper estrella de tu próximo anuncio de champú.

Al fin su deseo de poder contemplar su belleza se iba a cumplir: las cámaras lo grabarían y podría observar su hermosa figura incluso proyectado en hologramas sobre los edificios más famosos de la ciudad.

Adry contempló los hermosos bucles castaños del hombre. La actual estrella de su champú “Furia salvaje” era un hombre llamado Gelsey, kilos y kilos de tersa piel musculada  y bronceada, larga cabellera caoba, intensos ojos negros… pero el psicólogo tenía realmente una hermosa melena y los vampiros estaban muy de moda.

-De acuerdo –aceptó. Lo que Moroi no sabía era que Adry ya estaba fantaseando sobre juntar a esos dos en la ducha para grabar el anuncio, sí, lo convertiría en una súper estrella.

-¿Dónde tengo que firmar? –preguntó el vampiro.

Los ojos de Adriana centellearon de manera especial. Se desabrochó la cremallera de su mono, posó una pierna desnuda sobre el hombro de Moroi, dejándole una vista muy próxima del centro de su cuerpo.

-Aquí –susurró.

Moroi puso la otra pierna sobre su otro hombro y ella se apoyó con las manos sobre la mesa. En esta postura tan innovadora Moroi se deleitó con la intimidad de Adriana, después la incorporó, ella enganchó sus piernas en torno a la cintura del vampiro. Los elegantes pantalones del vampiro se habían deslizado, dejando al descubierto su pálida piel. Adriana estaba ardiendo. Le arrancó la camisa, haciéndola trizas. Moroi iba a protestar porque tenía más pacientes que atender ese día, pero Adry le metió la lengua en la boca, tanteó sus colmillos y se cortó mas las endorfinas de la saliva del vampiro hicieron efecto rápidamente. Las manos de Moroi masajeaban sin pudor los turgentes pechos de la joven. Adriana se arqueaba de placer. La sangre resbalaba entre sus muslos allí donde Moroi había trabajado sobre ella pero las oleadas de placer eran tan intensas que nada de eso importaba. Moroi apoyó a la chica de nuevo sobre la mesa.

-Vamos a comprobar qué tan buenos son tus cabellos –proclamó hundiendo los dedos en la espesa cabellera del vampiro, atrayendo su cabeza entre sus senos. Moroi se los lamió y se entretuvo con sus oscuros pezones, duros como diamantes. Adry, en el éxtasis del placer, tiró con fuerza del pelo, provocando que el vampiro en venganza clavara sus colmillos en una de sus aureolas. Adriana gimió. El armario se sacudía solo, lo que a Adry le pareció una alucinación producto de tanto placer. Necesitaba tenerle dentro suyo por lo que elevó las piernas y volvió a apoyarlas alrededor de su cuello . Moroi la atrajo contra sí y la penetró con fuerza, estaba muy húmeda y sus fluidos se mezclaban con su sangre, creando ese olor que tan loco le volvía.

Cincuenta minutos más tarde Adriana yacía sobre la alfombra, inconsciente, llena de mordiscos y manchada de sangre, saliva y otros fluidos. Moroi jadeaba con fuerza, sosteniéndose apoyado contra la pared. Los vampiros eran muy resistentes y aguantaban más que los hombres normales, pero como consecuencia quedaban también muy agotados y tardaban más en recuperarse. Su próxima cita estaba al llegar e Ian solía ser muy puntual. No quería que Adriana muriese ahora que le iba a hacer su anuncio, por la que la sostuvo entre sus brazos con una ternura impropia de un monstruo como él, se hizo un corte en su muñeca y dejó que las gotas de sangre cayeran sobre la boca de la chica, obligándola a tragar. La sangre de vampiro actuaba como droga. Adriana tardaría en despertar por lo que la metió en el armario donde no había un periquito llamado Met sino una chica amordazada.

-Cuídamela –le pidió y se rió de su propio chiste.

Cerró el armario y se apresuró en arreglar todo el desastre antes de que llegara su próximo paciente. Su camisa estaba destrozada, ¿qué iba a hacer ahora?

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N. de A: ¿Qué habrá pasado con Virginia y su inocente hermana? ¿Conseguirá Moroi una camisa nueva a tiempo? ¿Qué pasará con Ian, el famoso actor? ¿Quién es la chica amordazada del armario? ¿Y el Asesino del Antifaz? Si queréis saber todas las respuestas a estas profundas preguntas dejad reviews!!

(Es broma, pero en serio, comentad o escribiré una escena slash muy traumante entre Moroi-Ian-Met el periquito)

Gelsey es en realidad un personaje de mi otra historia Léiriú, leedla que también tiene chicos muy sexys y una trama aún más profunda ;)

Gracias por haber llegado hasta aquí ^_^

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