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Es tan frustrante recibir detalles de un desconocido.

Es tan molesto no saber quién es.

Es tan estúpido la manera en que apresuró mis pasos a mi oficina para ver un detalle para mí.

Ya no soy una niña de 15, pero así me siento.

¿Y si es feo?

¿Y si es solo un estúpido nerd que quiere coger, tener pruebas y extorsionarme?

Lo que no me explico es, ¿cómo es que ha sabido atinar con cada gusto de mis favoritos?

Primero fueron unas simples flores, tulipanes rosas, mis pulmones se inundaron de su dulce aroma, y mis ojos brillaron como el mismo firmamento, lo sé porque desde siempre y por alguna razón que no sé, los tulipanes son mi flor favorita.

Cuando pregunté a mi secretario no tenía idea de nada, simplemente cuando dejo unos documentos sobre mi mesa el ramillete ya estaba ahí.

A la semana siguiente, fue una bella caja de coctelería chocolatosa, era sublimes, de diferentes colores y sabores, formas y decoraciones, podría decir que al menos había unos cien de ellos, los que por cierto, no duraron hasta medio día, y quién podría aguantar a tan delicioso sabor.

Por segunda vez, mi secretario no sabía nada.

Y así le siguieron las semanas, cada viernes al llegar ahí había algo, incluso, un día no había nada, recuerdo que me sentí molesta aquel día, por semanas solo ansiaba que el viernes llegara y ese en específico, no había nada.

Entonces, una llamada cambio radicalmente.

Conteste mi línea directa, solo pocos tenían ese número y si recibía una llamada era porque debía ser importante.

Al otro lado de la línea la voz de un joven me pedía confirmar mi cita en un restaurant muy lujoso, al que debía pedirse una cita con mucha anticipación, yo la tenía, pero para dentro de un mes más.

Al escuchar el nombre de “Le Fete" ya se me hacía agua la boca, el chef era uno de los mejores del pais, y pocos, tenían la oportunidad de comer sus preparaciones.

Así que confirme la cita, no me importo si era una equivocacion, por mi mente cruzó la idea de que se equivocaron de número y no era a mi a quien debían llamar.

Al llegar las 3pm, estaba puntual en la puerta de vidrio, nerviosa a ser descubierta, que me echaran a patadas y me vetaran del lugar, lo que en parte no me importaba, siempre y cuando fuera después de comer tan gloriosos platillos.

Me animé a mi misma y entre, una muchacha bien vestida y con el cabello tomado en una coleta baja me atendió, reverencio en mi dirección e indico el camino.

Por ningún motivo me presenté, ya dije, primero cómo y luego me delató.

Lo más impresionante de todo era que el lugar estaba completamente vacío, solo ella yo y un chico rubio con un pulcro traje negro y camisa blanca fue en mi dirección al sentarme frente a la mesa redonda blanca frente a mi.

— Buenas tardes, señorita.

— Buenas tardes —reverencie con la cabeza—

— El chef tiene una comida especial para usted está tarde, por lo tanto, no hay carta disponible.

— Está bien, comeré lo que él quiera servir —mientras hablaba, me servía una copa de vino rosa, el aroma invadía mis sentidos y mi boca saboreaba imaginando el elixir recorrer mi garganta.

Una pequeña carcajada por parte de el, captó mi total atención, fue cuando fijé mis ojos en su rostro, una sensación de “ya te he visto antes" me invadió por completo, pero también podía ser que me echara al agua solita si mi cita en aquel lugar era un error, por lo que mejor guarde silencio.

— Ya vengo, con permiso —reverencio sin quitar sus ojos de mi.

—Propio —dije y le seguí con la mirada, ya no había nadie en el lugar, la muchacha había desaparecido de mi campo de visión, el chico entró por unas puertas grises que se abren en ambas direcciones, y por los altoparlantes una melodía sinfónica comenzó a salir.

Me relaje.

Tome la copa, le di un par de vueltas y tome el aroma que podía jurar era añejado.

Sé un poco de vinos, gracias a mi ex esposo aprendí a cómo beberlo, se podría decir que fue lo único bueno que obtuve de ese mísero matrimonio, lo demás, todo lo deseche a la basura.

Me casé a los veinticinco años, por órdenes de mi padre, según, era un buen hombre que merecía una familia… sí, como no.

Mi padre solo quería que el vejete le firmara un documento como socio para sus proyectos y a cambio yo era la letra chica, que mi progenitor no leyó o simplemente no quiso leer.

Digamos que al principio no me parecía mal, el idiota era muy atractivo y por única vez fui la envidia de mis supuestas amigas, unas a de las que me encargue personalmente de devolverles la mano… de algo más que me sirviera casarme con Goon Yoo Gon.

Solo tuve que convencerlo de que hacer tratos con los esposos de ellas no era muy conveniente y así me dió la razón…

Ya dije, lo nuestro no era tan malo, no hasta que hablo de hijos.

Lo intentamos, sí, muchas veces, pero nunca nos daba resultado, por lo que me dió a entender que yo era la del problema, fue cuando me confesó que ya tenía unos cinco esparcidos por varios países, ahí encontré razón a sus viajes empresariales o yo qué sé.

Cuando lo confesó no lo deje volver a tocarme, yo quiero ser única, ser la mujer de alguien, no ser una del montón, nací para brillar y no para que me opaquen, no quiero ser menos, y no lo seré.

Contrate a un tipo, que se hizo pasar por uno de sus escoltas y él me junto las pruebas suficientes para demandar, sin mucho esfuerzo gane, la ley de Corea me otorgó el setenta por ciento de sus acciones y una manutención mensual, además de una orden de alejamiento por hostigacion.

Un aroma delicioso me hizo despertar de mis recuerdos, frente a mi, en una bandeja redonda plateada una pizza extra queso, jamón y granos de maíz, mi favorita.

Una vez más, coincidía en mis gustos.

— ¿Te gusta? —dijo a mi lado el muchachito rubio, levanté mi mirada, está vez, vestía un traje gris con camisa blanca, una chaquetilla y su cabello peinado hacia atrás, con reflejos rosas, lilas, unas gafas cuadradas de marco oscuro y lente amarillento, se veía tan sensual como hermoso.

Pude notar que mis mejillas se sonrojaron, solo, por el calor que emanó mi rostro, mi mano la lleve tocando con el dorso para ver si lograba quitar el calor, desvíe la vista y aclare la garganta.

— Nos hemos visto ¿no?

—Me duele que no me recuerdes —dijo apenado— ¿Puedo? —apunto la silla frente a mi.

— Claro —me acomode en la silla y cruce miradas con él.

— En la discoteca, hace unas tres o cuatro semanas —intente hacer recuerdos— mi amigo, bueno —sonrió— mis amigos se fueron con tus amigas.

— Ah! —exclame con torpeza y emoción, volví a aclarar mi garganta— sí, sí, ya lo recordé, eres el chico que derramó su bebida en mi vestido, intencionalmente —recalque la palabra.

— Él mismo, digamos que mis intenciones no me llevaron a ser cordial.

— Querías coger —exclamé— si lo hubieras dicho con palabras quizás lo hubiera hecho.

— Pero yo no quería solo coger —tomo la botella de vino y sirvió un poco mas— yo quería llevarte a tu casa y darte la mejor noche de tu vida, así, pediría mi número y me llamarías por si querías repetirlo.

— No suelo repetir —dije tajante.

— En realidad no sueles tener sexo —lo mire anonadada— esa noche, no me dejaste nisiquiera hablar, apenas unas cuantas de tus amigas se fueron tu también lo hiciste, dejándome solo.

— Me fui porque mojaste mi vestido.

— Te ofrecí comprar otro.  —jadee en burla— déjame presentarme —estiro su mano en mi dirección.

— Ya sé tu nombre —miro mis ojos esperando a que lo dijera.

— No lo recuerdas —apuntó con su vista su mano, la que tome al sentir la orden en mi cuerpo— Mi nombre es Park Jimin, dueño de empresas Le Fete —quite la mano al instante— además de unas cuantas cadenas en las que era —recalcó la última palabra— socio con Goon Yoo Gon.

— ¿Que?

— La pizza se enfriará —la sirvio—

— ¿Él te envío? —reclame entre dientes— maldito hijo de puta —murmure—

— Para nada —apuntó con sus dedos el platillo frente a mi— pero apenas supe de tu divorcio deje de contribuir con sus planes.

— ¿Por qué?

— Por tí —su mirada era profunda, busque un toque de mentira en él y solo encontré paz y un calor que me invadía— debería comer, la pizza es mi fuerte —susurro como si fuera un secreto.

Con duda, comí del platillo, la masa era crujientes por debajo, y encima esponjosa, el queso maravillosamente suave, el jamón ahumado, así como me gusta y los granos de maíz tenían un toque de dulzura, deleitaba mi sentidos a la perfección, majestuosamente deliciosa.

De mi, involuntariamente salió un gemido al sentir los sabores adueñarse de mi boca, note como apoyó sus brazos en la mesa y me miró fijamente.

— ¿Tan buena está?

— Está deliciosa, lo digo en serio —se levantó de la silla posando medio cuerpo en la pequeña mesa redonda y con su pulgar limpio no se que de la comisura de mi labio.

Mi cuerpo tembló en esa fracción de segundos, su toque suave y prepotente al quitar lo que fuera de ahí me hizo desfallecer, más aún cuando lo llevo a la boca propia y lamió succionando la yema del dígito.

— Sí, está buena —dijo y sirvió para él, tragué saliva pues mi garganta se secó de sobremanera— te conocí hace más o menos un año —sirvió vino para él— en una de esas aburridas cenas de conveniencia para las empresas, yo había cerrado un trato con Goon y para celebrarlo, preparó esa festividad, lo que agradecí apenas te Vi entrar por las puertas, lástima, que lo hacías colgada de su brazo.

— No lo recuerdo —murmure sin quitarle la vista.

Asintió leve y cabeceo de costado, como si quitará un mal pensamiento.

— No era nuestro primer trato, pero sí el más millonario, la cosa, Dama mía, es que meses después supe que se habían divorciado, tú te llevaste varias empresas de las que tenía mis contratos y nuestro contacto se perdió —llevó un trozo de pizza a su boca, luego de masticar trago— me llamó para que los cancelara y volviera con él pero me negué.

— Alguna razón en especial

— El guardia que te entrego las fotografías te pidió una ganga por su trabajo —bebió vino mirándome fijamente— le dije que me diera información de tí, a Goon —aclaro— le dije que me diera detalles de ti y haría negocios con él, pero nunca lo hice.

Mi cuerpo tembló por unos segundos, está interacción ya me estaba poniendo nerviosa, no solo por sus palabras secas y tranquilas, si no que también porque se esforzaba mucho en saber de mí.

— ¿Debería preocuparme?

— ¿Deberías? —aspiro entre sus dientes— No, mi intención no es asustarte, todo lo contrario.

— ¿Entonces?

— Quiero salir contigo —dijo con calma— espero que cada detalle estos días hayan abierto un camino a mi carta maestra.

— ¿Tu carta maestra?

— Conquistarte claro está —apreté mis labios evitando sonreír, lo que fue imposible.

Me eché a reír a carcajadas en su propia cara, lágrimas salieron de mis ojos las que limpie sin pudor, él, se mantuvo así, serio y tranquilo ante mí actuar, de pronto bajó su mirada, fue cuando supe que lo decía en serio y creo que herí sus sentimientos de niño bonito.

— Perdón —dije arrepentida

— Sí, bueno, es lo que me toca —bebió su copa hasta la última gota, carraspe mi garganta y bebiendo mi copa.

— Y… ¿Por qué yo?

— Eres hermosa en extremo, tu dulzura pocos la ven, reflejas ser una mujer fría y muy, muy déspota y de eso no tienes nada

— ¿Cómo lo sabes?

— Por qué te he observado, hace unos meses donaste millones de won a una fundación para niños, regalas becas a niñas de buen promedio en colegios de bajos recursos, el mes pasado organizaste un evento en la zona baja de Seúl.

— ¿Cómo sabes todo eso? Se supone que son anónimas no deberías saber…

— Me enamore de ti —soltó dejándome sin habla— y no puedo evitar estar al pendiente de tus movimientos, te sigo de noche hasta llegar a tu hogar, por la mañana troto detrás de ti sintiendo como esparces tu aroma, dejo detalles en tu escritorio cada viernes, y cuando ví tu nombre en la lista de espera dei restaurant creí que te habías dado cuenta de quién soy —bajo su mirada decepcionada— pero nunca me viste, siempre fui invisible, incluso ahora piensas que soy un enfermo desquiciado que está obsesionado contigo.

— Jimin

— Está bien Mica, solo… solo come tu pizza y vete cuando quieras —dijo y se levantó yendo de camino a la cocina, lo volví a perder en aquellas puertas que se abrian en ambas direcciones.

Mi corazón se sentía triste, verlo así me estremeció el corazón y mis latidos se hicieron lento, la respiración me faltaba, y Miles de escenarios pasaron rápidamente por mi cabeza.

Cómo cuando ansiaba llegar a la oficina para ver los detalles ahí, la emoción que sentía de conocer al responsable de tanta atención, me gustaba sin saber quién era y ahora que lo sé, que conozco su rostro es el ser más hermoso que he visto en mi vida.

Aquella noche de discoteca fue fantástica, si bien no tuvimos sexo su lengua en mi piel me dejó en claro que quería volver a verlo, sus manos recorriendo mis piernas y la adrenalina de estar a escondidas en el baño de mujeres en uno de los tantos cubículos encerrados, sin hacer ruido para que no nos pillaran en pleno manoseo.

Por mucho fue el momento más erótico que he pasado en mi vida, sin duda este chico podría darme lo que siempre he esperado en mi vida, dulzura y un tin de euforismo, obediencia y rebeldía, ¿amor?, sí, creo que también podría darme aquello que no recuerdo haber recibido en mi vida, más que de mis amigas.

Confusa, me levanté de la silla y camine en su dirección, ni yo sabía que hacía, mi mente deambulaba en los latidos rápidos de mi corazón y todo me daba vueltas, empujé la puerta y lo encontré de espaldas, con una botella de vino tinto en su manos, abierta, seguro había tomado para ahogar el rechazo, uno que jamás le dí.

Acercó la botella a su boca y oí los largos tragos que dió, mis manos se metieron por su cintura y se tomaron en su estómago apretando el agarre, escondí mi rostro en su espalda y tomé aire, solo oí la botella dejada en el mesón y luego sus manos tomaron las mías, soltandolas, y apenas lo hizo giro en mi dirección.

Sus manos automáticamente fueron a mi rostro que elevó a su altura y sus labios chocaron con los míos, fue perfecto, se sentían fríos, seguramente por el líquido que había bebido, tome aire por mi nariz, sus labios tomaron preso mi inferior y me decidí.

Abrí mi boca en sincronía con la suya, su lengua me invadió por completo y tome del sabor alcoholizado que me ofrecía, delicioso, no solo por el vino, sino que en lo profundo de aquel sabor era dulce, fresco, varonil, tierno, una ternura que no duró mucho tiempo.

Había olvidado los detalles de sus labios, había olvidado lo bien que me hace sentir con su toque, lo bien que besa y olvidé completamente la excelente manera que mueve sus caderas simulando estocadas.

Su mano la sentí en mi espalda baja, acercándome más a él mientras devoraba mi boca, enloqueciendo me enseguida, su pelvis endurecida me acorralaba al mesón detrás de mí, presionando más fuerte, fue ahí que solté el delicioso beso que me embriagaba de su sabor, un gemido salió de lo profundo de mi garganta, instante en que aprovechó para bajar por mi cuello humedeciendo el camino que recorría.

La calidez que sentí en mis caderas me indicaba que sus manos subieron por mis piernas bajo mi vestido, no me culpen, yo solo sentí un hormigueo que me tenía en otro mundo y mi mente no piensa o analiza con claridad. Deslizó mis bragas en descenso dejando a medias piernas, acercó su rostro a mi vientre y olfateó profundo.

Cuando baje la mirada a él, lo ví escondido entre las capas del vestido, una palabrotas salió de mi boca, la que fue castigada al instante con una nalgada que estoy segura dejó una marca rojiza.

— Sin palabrotas antes del coito —sonreí, se oyó tan tierno como sucio.

Su respiración acarició mi intimidad y pronto sentí el calor de su lengua lamiendo mi punto lleno de nervios que me llevaban a la locura, gemí deliciosamente, lleve mi mano a su cabeza encajando más adentro, mis piernas tiritaban y se abrieron a él, apoyé mi trasero sobre la orilla del mesón y me deje por sus caricias.

Besos, lamidas, jugueteos, succiones que pronto me llevaron al orgasmo sin poder evitarlo, la fuerza se desvanecía de mi cuerpo, y en mi torpeza derrame la botella completa de aquel vino tinto que él bebía en este lugar.

Se levantó frente a mí, viendo el desastre del líquido derramado, aún no podía pensar con la cabeza, las pequeñas convulsiones aún seguían por todo mi cuerpo como pequeñas descargas eléctricas que me daban placer.

— Es una botella de cincuenta mil dólares —dijo con seriedad y voz ronca.

— Te la pagaré —pronuncie costosamente, el aire recién entraba con normalidad a mis pulmones.

— Claro que lo harás — llevó sus manos al cinturón y comenzó a desabrochar— girate.

— ¿Girarme? —humedeci mi garganta con saliva al tragar, este niño me dejó en unas condiciones deplorables

— Ahora —exclamó ordenando y mi cuerpo se movió por instinto.

Delicado y sutil llevo mi pecho al mesón, sus pies golpearon los míos, intuí que para poder juntarlos, así lo hice, su mano la sentí en mi cadera y el calor de su miembro me invadió al entrar con lentitud, abriéndose paso llenándome al instante que entró por completo.

— Mierda!! —gemi, mordí mi labio deseosa de sentir sus movimientos.

— Lo sientes —se inclinó susurrando en mi oído— me recibes tan bien, encajo a la perfección, cariño, estamos hechos el uno para el otro —salió y pujó con fuerza golpeando mi interior.

Tenía razón, me llenaba completamente, sus pujes me eran exquisitos, su falo recorría cada rincón acariciando mis paredes, llevando mi cuerpo al éxtasis de la mejor droga sexual.

Mis gemidos eran involuntarios, sus caricias en mis caderas y espalda, sus besos en mi hombro, lóbulo y parte de mi quijada.

Abrí mis ojos al sentir su respiración a mi costado y esos ojos llenos de lujuria son los más hermosos que nunca había visto en mi vida, sus labios gruesos, su cabello perfecto, su piel aterciopelada, todo el gritaba "perfección".

— Si me gustas —las palabras simplemente salieron de mi boca, se apresuró a comer mis labios y también sus embistes más profundos.

— No dejaré de conquistarte —dijo y se levantó, sostuvo mis manos dejándolas en mi espalda, tomando presa de ellas— adentro o afuera —gritó con rapidez.

— Dentro —respondí sin pensarlo, presiono tanto su pelvis que creí que me rompería atravesando mi pared vaginal, soltando su esencia en mi interior al mismo tiempo que yo volvía a contraerme, aprisionando su miembro.

Jadeo con sequedad, salió de mi interior y compuso mi ropa interior, giro mi cuerpo, acaricio mi rostro con las yemas de sus dedos.

— Quiero que salgas conmigo, oficialmente.

Asentí lentamente, ya estaba rendida a su persona, a su sex appeal, su aroma y sus besos, todo él.

Y ese, fue el comienzo de mi aventura, una de la que no me arrepentiré, lo sé, porque nunca había sentido tanto como lo siento con Mi Torpe Acosador.




Fin

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