Capítulo 23: La muerte es una completa estupidez

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Y caes, te pierdes completamente del mundo, la negrura te aleja de la luz y lo único que queda es resurgir de entre la oscuridad. Porque cuando has estado en el fondo, el único camino es ascender. Y cuando estás arriba, observando el precipicio, no te das cuenta de que diste esos pasos que te separaban del borde, hasta que ya has caído. Y no hay vuelta atrás".

CHRISTINE WILLIAMS

Observo mi reflejo frío e indiferente en el tocador, gesticulando una sonrisa vacía y cruzando miradas que solo destellan oscuridad, para al segundo siguiente tomar el marcador negro ubicado a un lado.

Después de jugar con él y girarlo entre mis dedos pensativa, no le doy muchas vueltas al asunto y busco la lista de la muerte pasando una raya en la frase:

Visitar a mi padre.

Lo logré y técnicamente no estuvo tan mal —Ese técnicamente abarca conseguirme un cuñado, tener un accidente, casi matar a mi padre y Chris con una conmoción mental—, no murió nadie —Por poco—, no hubo heridos —Escucho el ronquido ahogado desde la habitación y me río por lo bajo—, y un vínculo se restauró. —La procedencia de esta afirmación es menos dudosa, pero... de todos modos, no sé el estado de la relación con mi padre después de su raro comportamiento tras el accidente.

Giro la cabeza e intento eliminar ese pensamiento y me centro otra vez en la hoja repleta de oraciones. Continúo leyendo lo que sigue y trazo otra línea en:

Incendiar su casa

Una patada en la entrepierna

Una disculpa antes de morir

Elimino la primera porque no podía incendiar el lugar con mis generosos hermanos dentro, ellos no tenían la culpa de las desgracias de mi pasado. Lo segundo se logró un poco diferente, haciéndolo volar por los aires y... la tan añorada disculpa si la recibí, pero la muerte le pisó los talones a él después de hacerlo.

Las anotaciones siguientes son:

Colocar en mi oreja un areteTengo solo uno, pero siempre he querido hacerme otros más.

Hacer un arcoíris en mi brazo izquierdo

Escribir "La vida es una mierda" en mi brazo derecho

Finalmente... visitar el ataúd de mi madreYa es hora de no temerle a nada. De eliminar ese absurdo miedo a la tumba de mi madre, de una vez por todas.

Y al terminar con lo que haré en este pueblo, lo que le sigue son básicamente viajes al exterior.

Visitar la Torre Eiffel

Visitar una playa y permanecer todo el día hasta que el sol se esconda

Ir a un lugar extraño y tenebroso

Estos deseos son algo normal para cualquiera con una enfermedad terminal, observar el mundo y no partir de la tierra sabiendo que solo conocías las cuatro paredes de tu casa, la tienda y el hospital. Y lo primero solo son tonterías que al igual no me sirven de nada. No van a mostrarle a todo el mundo mis nuevos tatuajes o pondrán en primera plana que Laura Blair se hizo otro agujero en su oreja.

Sé que no soy tan importante.

• • •

—Levántate —susurro a su oído. Ni siquiera se mueve—Abre los ojos, por favor. —Le ruego. Esta se voltea, dándome la espalda y se coloca el brazo en los ojos, perezosamente—. No me obligues a hacerlo, te lo repito solo una vez más, abre los ojos —exclamo más alto, me ignora de nuevo y en cambio bosteza, envolviéndose un poco más en el edredón.

—Diez... Nueve.... Ocho... ¡Muévete, pedazo de mierda! —Soy la amiga más cariñosa del mundo entero—...Tres... Dos... Uno... —O no lo hagas, mejor para mí— ¡Cero!

«No me das de otra, te lamentarás toda la vida por no haberme escuchado»

Tomo el balde lleno de agua y hielo que tenía preparado bajo la cama, meto mi mano midiendo la temperatura y después de darme cuenta de que está lo suficientemente fría como para causar una hipotermia, sonrió preparándome y vacío el contenido en ella.

La respuesta es inmediata y no se molesta en golpearme, sino, que se dirige directamente al baño y cierra la puerta fuertemente.

—Gracias "mejor amiga", no encontraste mejor manera de levantarme y eso es... perfecto —dice tiritando desde ese sitio y al segundo siguiente abre la ducha.

—Había otros modos linda Chris, pero ninguno tan satisfactorio como este. —Chasqueo la lengua, mientras preparo mi bolso, cambio la sabana y trapeo el piso con total calma.

«Esta es una verdadera mañana perfecta».

Miro por la ventana observando los edificios y las montañas que se ciernen al fondo dando forma al paisaje, hasta que el timbre del teléfono de mi amiga interrumpe cualquier pensamiento.

Suspiro, aparto la mirada y lo tomo entre mis manos. Apago la pantalla sin molestarme en detallar el nombre y vuelvo a lo que estaba haciendo. Pasan tan solo unos segundos cuando vuelve a sonar y al parecer con más fuerza porque esta vez me veo obligada a prestar atención.

—¿Quién a las tan solo 11 de la mañana se atreve a llamar con tanta desesperación? —pregunto a la nada.

El apodo es Próximamente y dudando en contestarlo o no, me decido por lo primero.

—Hola —hablo, intentando copiar la voz suave y tranquilizadora de Christine.

Hola chica, ¿me recuerdas?, soy Harry. —No-lo-creo, con que este era el gran misterio que se guardaba la niña. Está de romántica con mi hermanito y no me lo había contado, aunque me estaba advirtiendo.

«¿Pero si pasó tan solo un día?»

—¿Estás allí? —pregunta, confundido.

—Ah sí, estoy aquí. ¿Qué me cuentas? —No nota la diferencia entre mi amiga y yo, y sigue hablando con normalidad.

Que quiero contarte unas cosas, hablar contigo, confesarte otras, ¿Qué día podemos vernos? —Oh Dios dame paciencia. Además de extraño, salió secuestrador.

—La verdad es que no puedo, yo... —El ruido en el baño cesa de repente—. ¿Sabes qué? Te veo hoy...

Después de darle la dirección de una calle al azar y colgar el celular rápidamente, lo dejo en su sitio y tomo un libro colocándome de espaldas.

Escucho la puerta abriéndose, unos pasos acelerados y algo rompiéndose atrás mío. Sigo sin prestar atención hasta que un camisa negra y plateada cae a mis pies completamente destruida.

—¿Qué...? —Giro y encuentro a Christine con una tijera en su mano y toda prenda que pasa por ella termina irreconocible.

—¡Es mi ropa! Si quieres disfrazarte de indigente hazlo con la tuya —grito, angustiada.

—Pude morir y esta es tu represalia. —Sigue en lo suyo, rompiendo más y más telas que ya van formando una montaña en el suelo.

—Pero... ¿Con qué me vestiré? —Mi preciado suéter oscuro cae junto a los demás, acabando con la última pizca de tranquilidad que tenía.

—Ya está, firmaste la condena tu solita. —Me acerco, arranco el arma homicida de su mano y la tiro a lo lejos. Ingreso a mi armario y no hay más que cenizas de lo que fue una grande y costosísima colección, más que nada.

Aunque fea, diría Chris si estuviera en mi mente

Tomo lo que sobra entre mis manos y lo abrazo fuertemente con una tristeza estúpida, pero comprensible.

No había comprado muchas prendas a lo largo de mi vida y cada una de estas eran recuerdos. Buenos, malos, no lo tengo muy claro, pero tenían significado. ¿Por qué no pensé antes de arrojarle el balde...? Ja, igual no me arrepiento de nada.

—Supéralo ya, eres millonaria. Estaba esperando una oportunidad porque estaba odiando más y más tu forma de vestir y.... esto es un pequeño desliz con lo que pude haber hecho. —La palabra venganza ronda en mi mente.

—Bien. —Deseo dejar la charla ahí mismo, pero recuerdo el problema y golpeo mi frente, encendiendo el inservible bombillo de mi cerebro—¿Y ahora cómo saldré de aquí? No iré con estos harapos a la calle. Puedo vestirme extraño, pero nunca en pijama. También tengo dignidad.

—Es tu decisión. En esta esquina hay una tienda pequeña, pero muy buena. Si buscas algo diferente, deberás caminar al centro y eso está a... cuatro horas según mis cálculos.

—Puedo ir en la camioneta.

«La cual es una chatarra» Recuerdo y niego al instante viendo cómo quedo encerrada dentro del vehículo calcinándose, mi piel se quema lentamente, la carne es cada vez más visible, mi cabello se agita por el fuego y mis ojos se secan, transformándose en dos cuencas vacías, hasta que toda mi piel se consume y de lo que era antes, solo queda un inservible recuerdo.

—Bien. Vuelvo en media hora.

• • •

Tres insignificantes horas después, estoy regresando a mi casa con veinte bolsas a mi alrededor. Ya el dinero no me interesa sabiendo que es mejor desgastar y no dejar nada para después querer levantarme de entre los muertos y reclamar lo que quedó. El gran problema es que, desde ahora mi vida no volverá a ser la misma...

La maravillosa tienda de la esquina era un almacén enorme pero repleto de vestidos cortos, trajes de baño y camisas tan angostas que me dejarían sin respiración. Y para mi mala suerte, absolutamente nada era de mi gusto, nada. Así que todas las prendas que me rodean en este instante —Como ya deben estar concluyendo—, son vestimenta de gente sin problemas y algo que ni bajo presión me pondría.

Pero véanme aquí. Promesas de ser diferente fueron solo cascaras vacías arrojadas al piso, sin la menor de las culpas, gracias al poder de una tijera y una chica con los objetivos claros.

¡Ja! —Sonrío de lado—. Solo esperen y verán que su fachada perfecta se derrumbará después de lo que haré con mi hermanito estrella. —Junto las manos maquiavélicamente con un plan fácil, pero que acabará ese juego de una vez por todas.

• • •

El letrero "Tatuajes y argollas Lee" se observa a lo alto mientras me tambaleo en los tacones de punta y el vestido de rayas amarillas y marrones serpenteando entre mis muslos —Parezco una abeja—. Si quiero lograr una buena actuación al atardecer, deberé aprender a caminar y a soportar las prendas inmaculadas que utiliza mi amiga.

En fin, ya estoy en el local que acabará con mi más o menos intento de pasar desapercibida, porque con ropa como esta, una exhibicionista no me llega a los talones. No estoy exagerando al decir que Josh, el amable y comprensivo Josh, estaría conteniendo las ganas de tomar una bolsa negra y secuestrarme para que el mundo no me vea como ahora. Pero si ya me van conociendo, saben que me vale un reverendo pepino lo que los otros piensen o digan de mí y quieran que haga, y eso no excluye a el único Amor —por así decirlo—, que llegó a mi vida y yo misma desplacé.

De solo pensar en eso tomo un lado de la correa que me aprieta la cintura y la halo, dejándola mucho más ajustada y logrando que parezca mucho más voluptuosa de como veo ahora.

«No le debo nada a nadie, por eso me permito hacer lo que me venga en gana».

Miro a Chris y cada uno de sus movimientos, la postura que mantiene y los gestos más visibles que hace, e intentando andar más o menos como ella, entramos al maravilloso negocio.

• • •

El interior se ve tan inmenso que parece que fuera uno de los campamentos en donde Harry Potter vio el partido de quidditch en el Cáliz de fuego. Por fuera se veía como un lugar pequeñísimo, pero ahora parece un universo completo, un mundo diferente.

Y como todo mundo extraño, sus habitantes son bastante singulares.

Solo son dos personas. Una mujer y un hombre de cabello cobrizo, ojos amarillos —Realmente amarillos, pero no parecen lentes de contacto—, muy grandes pero apagados, las bocas secas y blancas gracias a su apego a alguna droga que deduzco también por su contextura delgada y sus dientes son tan blancos que la maquina con la que hacen los tatuajes se refleja en ellos.

Son gemelos. Hermanos de sangre y por ende decidieron tener los mismos tatuajes, en el mismo sitio y son tan precisos que supongo se los hicieron entre ellos.

«Si tuviera un hermano así de cercano lo querría, pero me aseguraría de resaltar más que él. Sería solo competencias entre nosotros y bromas pesadísimas que terminarían en la muerte temprana de alguno de los dos en el mejor de los casos» Suspiro, con solo imaginar la estrecha relación.

El hombre me observa con detenimiento y sus ojos se oscurecen al analizar mi cuerpo con detalle. Al llamar su atención, chasqueando los dedos, lanzándole una esas miradas de odio completo junto a una sonrisa tétrica, pasa la lengua por sus labios pálidos, agacha la vista y después se fija en Chris que está perdida en un cuadro abstracto de solo negro y blanco, que ocupa todo el fondo del espacio.

—Bienvenidos. Él es Pipe, mi nombre es Clara, yo soy médica especialista y él es un chef de élite, pero nos une la pasión por dañar sus cuerpos de la mejor manera. Lo que quieran lo haremos aquí —habla la chica, quien sonríe ampliamente mostrando su lengua dividida en 3 partes y una pequeña perla en cada lado.

Solo puedo describir como algo repugnante la sensación que me produce.

—La verdad es que ella es un genio con un futuro de mierda y yo soy una mierda con un futuro de mierda. Si no terminan conformes con nuestro trabajo pues se jodieron porque no eliminamos tatuajes y si se quejan de una perforación, me aseguraré de que su oreja o donde sea que se lo vayan a realizar termine como un colador. »Ya advertidas, hermosas y preciosas damas, siéntense cómodas. Y tú, la que parece stripper con ese vestido amarillo, acércate bailando porque vas primero. —Se atreve a hablar el pervertido, sin saber con quién se está metiendo.

Cualquier otra persona se hubiera marchado apenada, pero saben cómo soy yo, y si no obtengo lo que quiero a las buenas, siempre me queda la otra opción.

—Bailando va a terminar tu cabeza y la de tu hipócrita hermana si me hablas de ese modo, te atreves a hacerlo de nuevo y no solo tu negocio caerá sin prepararte, sino, que llamaré a algún sicario, les daré sus fotos con una nota diciendo muerte lenta y de ahí en más ni siquiera podrás abrir tu sucia boca para pronunciar una palabra. Y si tienes todavía dudas, pregúntale a esta chica de aquí —Señalo a Chris que me observa atontada y perpleja—, la cual me ha visto cobrar más vidas de las que puedo contar, sin que mi mano tiemble ni un momento. Si te quedó claro asiente, sino, hijo de puta, ve despidiéndote del palpitar de tu corazón de una vez por todas. —La exageración es una clave principal para obtener el control.

Esta vez no falla y el tal "Pipe" aguanta la respiración todo el tiempo que me atiende, al igual que su gemela, quien atendiendo a Chris parece estar temblando de pies a cabeza. No se oye ni un solo suspiro. Hasta la cosa que hace tatuajes parece tener miedo porque está demasiado silenciosa. Y el golpe seco con el que se caracteriza la máquina para los aretes pasa demasiado rápido, de modo que no logra acabar con la calma que nos está rodeando.

No doy las gracias, aunque quedo más que satisfecha de su trabajo; mi amiga tampoco, porque creo que se asustó más que esos drogadictos de mi discurso, y al entregarles el pago, me aseguro de tirarlo por todo el piso lo más escondido posible, junto a un chicle, dejándoles así una buena tarea para lo que sobra de tarde.

Agarro a Christine de la mano, caminamos por la acera y en ese recorrido nos volvemos una sola, gracias a la tinta negra, que adorna las manos que llevábamos unidas.

La vida es una mierda dice la mía.

Pero la muerte es una completa estupidez —Finaliza el de ella.

Yo no me percato de esta conexión hasta llegar a casa y darme cuenta de que lo hizo por mí, para mostrar el cariño que me tiene, el respeto que me he ganado, el vínculo que a pesar de mi inminente muerte no acabará, pero al final... si la derrumbará por completo sin dar tregua a una recuperación.

Porque eso pasaría.

Porque su vida de aquí en adelante sería un infierno.

Porque el único camino que se iluminaría para ella sería seguirme.

Y al final, no podría hacer nada para detenerla.

• • •

¡25 mil vistas!

De verdad pensé que nadie nunca leería mis locuras. No saben lo feliz que me hace saber que les está gustando la historia.

Solo les aviso que el siguiente será muy intenso. Pistas: Muerte, sangre, descubrimientos. 

Los quiero muchoo 💕

Por: Luna V


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro