Capítulo 26: Pequeño Josh / Parte 1

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—¿Y crees que eso me importa en lo más mínimo? —Park rodeó la cara de Eleanor con las manos—. ¿Crees que me importa algo que no seas tú?

ELEANOR & PARK

JOSH

Cuando estaba más pequeño adoraba observar el cielo de noche. Adoraba como las miles de estrellas me observaban una a una, mientras yo, un ser insignificante, las admiraba intentando desentrañar sus secretos.

Adoraba como la Luna, la hermosa y magnífica luna me acompañaba como una amiga fiel apoyando cada una de mis locuras, ignorando mis malos comportamientos y permitiéndome escuchar solo lo justo, lo que me hacía feliz y finalmente sobre todas las cosas, adoraba el hecho de que la oscuridad me cegaba logrando que mi vida pareciera perfecta, cuando solo era un vaso de agua lleno, que no podría soportar mucho más y se desbordaría por completo.

Cuando sucedió no estaba preparado, nadie lo estaría con diez años y una madre que pensaba solo en sí misma, centrándose solo en lo que ella había perdido, ignorando toda la situación que a su alrededor pasaba y para completo descargando toda esa furia, toda esa energía que tenía contenida en el único ser que pese a todo se había quedado con ella —Ganas no faltaron.

Y seguí con mi vida, logré aceptar ese modo de querer tan peculiar que tenía ella, cumplí cada una de las reglas que me imponía su régimen arrepintiéndome cada tanto, queriendo enfrentarla, deseando con todas mis fuerzas hacer lo mismo que hizo el chico con el que compartí mi infancia y sencillamente aparenté agachar la cabeza rindiéndome, cuando en mi mente estaba planeando mi próximo paso.

Pero una luz se estrelló en mi vida, una que de forma inesperada fue la salvación, el refugio y lo que al final empeoraría las cosas.

• • •

Mi madre nunca tuvo una sola amiga, o digamos que su vida privada siempre estaba guardada en una caja fuerte que yo divisaba a lo lejos, pero por más intentos que hiciera no podía descifrar la manera de abrirla. Y llegó el día en que su pasado tocó a la puerta con los ojos empañados, una sonrisa demasiado falsa para el resto de su expresión y una foto entre sus manos arrugada y que no soltó ni siquiera cuando los brazos de mi mamá se abrieron para recibirla.

A pesar de que actualmente puedo considerarme un adulto, a pesar de todos los cambios, todos los momentos, todos los inviernos que he vivido y superado, nunca —y puedo asegurarlo—, he visto un rostro tan demacrado y falto de vida como el que observé en esa mujer, esa que después de unas tardes se convirtió en mi segunda mamá y hasta la llegué a considerar como mi verdadero pilar. Ya dicho esto, la preocupación de la persona que me educó fue el golpe final, ya que fue sincera, fue tan jodidamente sincera que por un momento sentí envidia de esa tal Janeth —Que en ese entonces era solo un manojo de lágrimas—, porque vi mucho más amor para ella, que el que había sido entregado para mí hasta ese día.

Después lo entendería.

Eso fue exactamente 4 meses después, ya que nos había visitado cada día, dándome el tiempo para analizar cuan confiable era y a ella la oportunidad de ganarse el espacio que claramente la estaba esperando desde hace tiempo.

Todo empezó con una conversación normal.

¡Que grande estás pequeño Josh! —Así me llamaba, y a pesar de odiar ese apodo, admiraba tanto su fortaleza que simplemente sonreía, mientras jalaba mis cachetes sonrojados que para esa época estaban abultados y pálidos haciéndome parecer como un bebé, cuando ya empezaba a pisar la pubertad.

—Deja mis mejillas quietas Jan, háblame de tu hija mejor.

Destinaba su atención al tema en el que más saliva gastaba y, pensándolo bien, el único en el que se había concentrado conmigo al frente —Ya que a mis espaldas más de un tema delicado era tratado—, desde que había puesto pie en la casa. Gracias a la adoración con la que contaba las distintas anécdotas en el momento en el que yo las imaginaba siempre esta pregunta rodeaba mi mente: ¿Cuándo podría yo conocer a tan inteligente y emocionante niña?

Estaba enamorado de Laura mucho antes de verla realmente.

Se comporta de maravilla, es una niña demasiado creativa y especial, se está poniendo cada vez más linda y su personalidad ha cambiado drásticamente, eso me gusta, es diferente a las demás. Estoy orgullosa de ella, ha sabido librar de buena manera cada una de las batallas que hemos atravesado... No le he dicho que vengo aquí pero pronto espero hablarle, me pregunta que, si me voy a ir al igual que John. No tengo fuerzas, solo escapo de eso y yo... Yo no puedo... —Estaba conteniendo los sollozos que si empezaban, la iban a derrumbar como cuando llegó.

El progreso había sido abismal, los ojos antes vacíos estaban delineados perfectamente y con una sombra azul resaltándolos mucho más, su cabello que era su máximo atributo —Porque sí, Janeth podía tener cuarenta y tantos, pero era la personificación de la belleza y mi pequeño yo lograba notarlo—, escurría liso y largo hasta la cintura y llevaba puesta una falda de tubo junto a una camisa larga.

—Él no soportó más, me dejó por culpa... por culpa mía. No controlé la situación, debía hacer más por nuestro hogar, no tuve la fortaleza de... detener... fui cobarde y estúpida y ahora...

—Joder Janeth, te voy a traer un café, ¿quieres uno con leche o negro? — Y mi mamá no tuvo mejor momento para ofrecer un café. En serio, cuando iba a contarnos todo, cuando ya estaba lista... ¡Mierda!, tendría que haber exclamado en ese instante pegándole en la espalda a Jane, haciendo que siguiera hablando. En cambio, apartó las manos de su rostro dejando ver sus pupilas cristalinas como un pequeño charco en medio de una noche oscura y sin pensárselo un segundo respondió la pregunta de Julia.

­—Con leche, si no es molestia y por favor caliéntalo tanto que apenas toque mi lengua me arranque estas ganas de llorar tan estúpidas. —Sacó una toalla de su bolso, sonó su nariz, secó sus ojos con la otra esquina con sumo cuidado, tal vez demasiado y al retirarla de su rostro esbozó una sonrisa que demostraba calma, sumada con una idea que estaba implantada en su mente y después bajaría a su boca, para ser contada a mí solamente.

Aguardó paciente a que mi madre se perdiera en la cocina y abriera la nevera, y cuando tenía la distancia suficiente como para no oír ni una respiración, iniciamos la conversación más larga que logré tener nunca con ella.

Ojalá hubiera dicho más.

Ojalá hubiera sabido el triste destino que tendría, aprovechando así cada una de las palabras que me dirigió.

Ojalá lo hubiera hecho.

• • •

—Veo la cara que pones cuando hablo de Laura, la adoras, se nota demasiado. ­—Me golpeó juguetonamente, mientras en mi mente se reproducía una imagen que había hecho de ella.

Caminando hacia mí con el sol en el fondo, su cabello dorado resplandecía en mil sentidos diferentes uno de ellos mi vista, sus ojos oscuros me analizaban con superioridad y cuando pasaba a mi lado me ignoraba de modo ejemplar, mientras yo observaba como un imbécil los pasos que daba hasta perderla de vista.

La realidad fue un poco distinta.

Estaba trotando, atravesando calles, vislumbrando desde las esquinas las direcciones claras para encontrar finalmente la escuela en la que me iba a presentar, atravesé una carretera y me subí a la acera que, según un hombre borracho que estaba a poco de caer en un coma etílico, me llevaría a mi destino. Y cuando pensé que perderme entre las casas sería lo peor, una piedra pateada con una furia demasiado grande me golpea en la pierna izquierda demasiado cerca a "ese sitio".

¡Demonios, voy a matar a quien...! —Volteé la cara hacia el lado izquierdo viendo una silueta delicada, me acerqué y toqué su hombro todavía un poco distraído, ella habló con la cara abajo y el coraje sencillamente se perdió junto a las palabras que nunca logré siquiera pensar, gracias al choque emocional que tuve en ese instante. Era ella, era Laura, era la chica que se robó casi cinco años de mis pensamientos convirtiéndolos en solo suyos, a pesar de que nunca la había visto. La única descendencia de la mujer más fuerte, con la sonrisa más cálida y las palabras más justas y correctas que nunca podría haber conocido, era el personaje que con tanto esmero había creado y que, a pesar de haberlo puesto en el nivel más alto, en el estándar más elevado, en la belleza y personalidad más perfectos, logró superar cada una de mis expectativas.

Y no solo por algo bueno.

—Pues... —Mierda, mierda, estaba demasiado nervioso, demasiado eclipsado por su presencia, demasiado agradecido por haberla encontrado que por un segundo olvidé el golpe que me había propinado en la pierna, solo pensaba en ella, yo y este instante que debía aprovechar.

El problema es que no me conocía, la cuestión estaba en que su madre jamás le contó sobre sus visitas... No sé si fue por precaución, orgullo o uno de esos extraños comportamientos femeninos que sin importar los miles de millones de años que lleva la humanidad vigente no se han podido descifrar. Por eso elegí callar, por eso elegí olvidar, solo dejar ese vínculo de mi parte en los recuerdos y le hablé como lo haría un desconocido a otro. Fue de las mejores actuaciones, aunque había momentos en que gritaba mentalmente por el hecho de estar andando en una cuerda floja, temiendo que descubriera todo. Al parecer nunca lo hizo.

—... Quería pedirte que estés más pendiente de lo que haces, la piedra apuntaba más arriba y daba en el blanco... —Expliqué con ese sarcasmo que me caracterizaba, todo marchó bien hasta que se le dio por subir la mirada y entornar esos ojos oscuros que siempre admiré de las mujeres Turner, esos que con un par de pestañeos podían tenerte a sus pies. Mi fachada se descompuso un instante—Entonces... —Esperaba una respuesta, esperaba que sus labios carnosos el inferior más grueso que el superior soltaran una de esas frases tan... ingeniosas que muchas veces me había recitado su madre. Acomodó su cabello rubio, delineó su ceja poblada mientras soltaba el aire que contenía, exasperada o mejor dicho agotada por una conversación que podría haber evitado y al analizar un poco la situación, soltó una réplica perfecta.

—Cierto, gracias por avisarme, pero si no te hice daño, no debo disculparme. —Sus labios formaron una sonrisa burlona que me hizo suspirar, no me esperaba menos de esa chica. Tenía la opción de seguir su pequeño juego, pero preferí simplemente darle la razón ya que esta conversación se podía alargar mucho más de lo necesario y lastimosamente, no tenía el control del tiempo ni la posibilidad de congelar ese momento. Lo deseé con fuerza.

—Si tú lo dices. —Le regalé una sonrisa sencilla, pero emocional. Quería que viera todo lo que las palabras no me permitían decirle, todas esas cosas que por años pensé, pero aun así tuve que contener.

Esperé que hablara, resoplara o sencillamente me dejará atrás, pero hizo algo completamente distinto y que me aterró mucho más. Sus expresiones se volvieron cálidas y sus ojos se posaron en mi rostro, estáticos, sin nada que me permitiera descifrar sus pensamientos.

«¿Tengo algo en el rostro o soy demasiado feo para ti?» —Quise preguntar, ya que la incógnita no se marchaba de mi mente. Me había confundido enormemente y ni siquiera había pronunciado una palabra.

No podía soportar esa sensación extraña de no saber lo que pasaba por su mente, así que me limité a seguir con la conversación.

—Bueno... —Carraspeé y levanté mi mano frente a su rostro, obteniendo su preciada atención— también aprovecho para preguntarte donde queda la escuela pública de este lugar —Noté que no llevaba nada que me dijera que su destino fuera la preparatoria, su ropa era descuidada y a pesar de eso se veía muy bien y no había un bolso o un cuaderno en donde pudiera anotar sus lecciones. ¿Quizás el estudio no era algo importante para ella o era tan increíblemente brillante que todo se lo aprendía de memoria?

Ahora, conociéndola como lo hago, me inclino más por la primera. La escuela siempre ha sido un mal recuerdo que se esfuerza en olvidar.

—La verdad... yo estoy en penúltimo año en ese infierno, si quieres te guío y nos quemamos juntos. —Empezó a marcar un ritmo rápido en el piso y ese repiqueteo fue el que me devolvió a la realidad.

Se hacía tarde, no podría llegar a la presentación y los chicos me colgarían del techo haciendo que los cuervos me despedazaran, acabando conmigo —No era broma, ellos estaban obsesionados con la música, tanto así que Peter, el anterior vocalista, murió colgado de un árbol hace tiempo y aunque se consideró como un suicidio nunca se supo a ciencia cierta lo que pasó. Yo no sería quien, para confirmar las teorías.

Además, su propuesta era muy llamativa. Si el fuego iba a calcinar mi cuerpo, las distintas llamas lo iban a consumir, pero mi fiel acompañante sería esta preciosa joven, el dolor se volvería mínimo. Todo a su lado iba a ser siempre un premio, en vez de un castigo.

—Me parece bien... —Fue mi corta respuesta. Caminamos uno a cada lado de la acera, sin volver a hablar, sin hacer ruido en nuestro andar y al finalizar el recorrido, me alejé muy lento de ella, me reuní con mi grupo y todo de aquí en adelante es historia. Nuestra historia empezó con algo tan simple.

• • •

Volviendo a la conversación con Janeth, mi respuesta a su suposición fue asentir, solo moví mi cabeza hacia arriba y esperé que hablara.

—Ella es alguien que te llena de inspiración. Es linda y sus atributos la hacen excesivamente llamativa, por ese lado te entiendo. —Me dio la razón, mientras un pequeño "sí" se escapaba de mis labios incitándola a continuar—. Solo te pido, te ruego más bien que mantengas la cabeza fría y te acerques a ella lo suficiente, le cuentes lo suficiente y siempre, pero siempre sepas que cada una de sus acciones tiene una razón de ser. Ella puede parecer una niña normal, todo da pie a que lo pienses, pero en el interior tiene una herida abierta que la fragmenta cada día, su corazón está roto y todo es mi culpa. 

»Sé que algún día se conocerán, no ahora, tal vez en unos años, pero espero que siempre y espero lo recuerdes bien pequeño Josh, cuides de ella y manejes bien las cosas. Estás muy chico para entender todo lo que te digo y cuando lo hagas, que será en poco tiempo porque eres muy inteligente, espero le encuentres sentido a mis palabras. Si por ejemplo, cuando estés más grande, sus caminos se cruzan de un modo un poco más fuerte que el de la amistad y vez que al observarte brillan sus ojos y su sonrisa es más amplia que la común, sabrás que hay algo más en lo que siente por ti. Y si un poco después de tu gran descubrimiento, un rechazo es lo que expresa, al instante, y tenlo en cuenta, debes saber que algo pasa. 

»Como dije anteriormente, ella es calculadora y sus acciones tienen una razón de ser, no hace nada por hacerlo, así que, si en su mirada hay un sí y su respuesta es un no, te lo repito, algo pasa.

»No te quiero presionar y tal vez el ejemplo solo va a ser eso, un ejemplo. Pero con esto quiero explicarte más o menos como es ella y como deberás tratarla si quieres más adelante —Hizo énfasis en ese "más adelante" — conocerla y acercarte un poco más a Laura. Todo tiene su trasfondo, todo tiene un porqué y con mi hija, absolutamente todo es así.

—No entendí absolutamente nada de su emblemático discurso. Lo siento mucho tío Jan. —Tapé mi boca al instante y ella apartó mi mano con la suya. No debí llamarla así, no quería que sintiera que debía quererme, o ser una tía para mí.

—Ay lindo Josh, tú eres casi como otro hijo para mí, no debes avergonzarte de nada. Y... como dije antes, no es tiempo de que entiendas lo que dije, solo mantenlo guardado en esa linda cabecita y después sabrás.

—Está bien, tía Jan —Dije esta vez con mucha confianza. Besé su mejilla con cuidado, la abracé con fuerza, mientras nuestros brazos se juntaban me entregó un papel rápidamente y de ese modo nos consiguió mi madre. Una insignificante sonrisa cruzó su frío rostro, al vernos de ese modo.

• • •

Las visitas después de esta menguaron de modo considerable hasta volverse un recuerdo.

Pregunté a mamá y sus respuestas siempre eran un cortante "no pudo", "pronto vendrá", "es su vida, no la mía", "está ocupada", "no te debe importar ", "tiene otros asuntos, al igual que tú ya que no has hecho la tarea de ciencias" y así sucesivamente.

Entonces mi consuelo para superar su partida en ese transcurso de tiempo siempre fue la diminuta fotografía de Laura, en la que se detallaba perfectamente un rostro alegre, la cual me regaló en nuestro último y único acercamiento verdadero.

No supe nada más de ella, hasta que un año y otro poco de excusas después, estas acabaron y Julia me respondió con los ojos tristes, el labio temblando y una voz entrecortada, un casi imperceptible "está muerta". En ese instante no lloré, porque el asombro pudo más que la tristeza. Pero cuando fui a su funeral y me di cuenta de que su sonrisa cálida, su "pequeño Josh", su mano revolcando mi cabello y su porte elegante nunca iban a volver, un mar de llanto me derrumbó y me apoyé en mi madre que recibió mi gesto de mala gana, mientras solo tenía ojos para la pequeña niña de ojos oscuros, cabello rubio, un lindo vestido negro y unas pequeñas zapatillas del mismo color, que, de espaldas, miraba fijamente la tierra que cubría el cuerpo de su mamá sin nadie que la acompañara brindándole su calidez.

Un hombre maduro, con cabello rubio, piel en exceso blanca y altura considerable, intentó acercarse, pero el mismo se contuvo de un modo extraño, al tiempo que se escondía detrás de un árbol. Estiré mi mano hacia ella, queriendo hacer lo mismo que el anterior sujeto, intentando —Dadas las circunstancias— ser su apoyo, pero cuando estaba demasiado cerca del objetivo, mi madre me detuvo con firmeza. No hubo quejas y aún menos explicaciones.

No fue hasta el día en que daría mi primer concierto en la escuela del pueblo, que me pude topar con ella de nuevo —Como dijo Janeth—, nuestros caminos se cruzaron de nuevo.

• • •

TODO TENÍA SENTIDO

Ella no quiso dañar la imagen que tenía de su hija, no quiso que sospecháramos de ella, pero al decirme aquello, me estaba dando una clara advertencia que no logré descifrar. Si lo hubiera analizado un poco más tal vez, solo tal vez, todo esto se podría haber evitado.

¡No es tú maldita culpa, entiéndelo de una puta vez! —Me grita la chica exasperada—. Ella sola cavó el agujero en donde colocaría su ataúd, se guardó todo y cuando quería contarlo ya era demasiado tarde.

—Mmm, puede que sea cierto —Le doy la razón—. Pero... creo que la mayor culpa la carga mi madre, ella tenía unas grandes sospechas, sabía lo que sucedía, lo que lograría y a pesar de todo, lo escondió.

—Estaba aterrada, ¿tú no lo estarías?

Yo me hubiera cagado del susto.

—No lo creo. —Me hago el fuerte.

La realidad es que soy un estúpido, un cabrón que se refugia en los demás y debe ir ubicando las pelotas en su sitio. Esta vida no es para imbéciles como yo, así que, si quiero sobrevivir, la debilidad nunca será una opción. 

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Holaaa, muchas gracias por todo el apoyo que le dan al libro, me produce mucha emoción saber que les gusta. Los invito a votar y comentar para que la historia pueda crecer muchísimo más y a los que quieran seguirme en Instagram, aparezco como lunavalentina0310, el link está en mi descripción <3

Y aprovecho para celebrar, ¡ya son mil seguidores en wattpad! :)

Los quiero muchooo 💕

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Por: Luna V


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