Demasiado rápido.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"¿Cómo llegamos a esta situación?" Hace apenas unos minutos, estábamos inmersos en una discusión acalorada. Sin embargo, ahora me encontraba apoyada contra la mesa de su escritorio, de espaldas a él, mientras entraba y salía de mí a su antojo. "¡Este no es el motivo por el que vine aquí!"

—¿Todavía tienes tu mente en otra parte mientras estás conmigo?—susurró cerca mi oído, para luego darme una fuerte nalgada.

—¡Dante!—grité con fuerza, empujando mi trastero hacia atrás, logrando sentirlo aún más profundo y que soltara una maldición entre dientes.

—Eso suena mejor, me gusta que grites mi nombre, aunque siendo honesto, no esperaba que nuestro primer encuentro fuera así —expresó mientras enderezaba mi espalda.

Me incorporé, manteniendo la cercanía entre nosotros, y sus labios volvieron a encontrarse con los míos en un beso. Mis pensamientos también divagaban sobre cómo llegué a esta situación. Originalmente, solo planeaba distraerme con mis amigas para superar mi desamor. "¡No acostarme con mi profesor!"


UNAS HORAS ATRÁS...


Cuando llegó el viernes de nuevo, ya me había recuperado por completo del resfriado, pero no había tenido noticias de Dante desde aquel día en que vino a mi casa. Lo extrañaba, aunque intentaba convencerme de que era solo un efecto secundario de su atención del miércoles.

Hoy, mis amigas me sacaron de casa para celebrar mi recuperación y olvidarme un poco de mi desamor. Fuimos a desayunar, de compras y tiendas, luego a comer a un restaurante. Por la noche, terminamos en el club de Dante, aunque esta vez no me negué. Aunque no quería admitirlo, tenía la vaga esperanza de verlo. Pero al no verlo, suspiré y mis amigas pensaron que aún sufría por mi exnovio.

—Tienes que animarte, Laura —intentó Trix.

—Estoy animada —dije, pero ellas no parecían creerme.

—Claro, por eso tienes esa cara —comentó Anna, llevándose su copa a los labios.

—No tengo ninguna cara —me defendí.

—Hace poco terminaron, es normal que aún se sienta mal —intervino Marian en mi defensa.

—Mírala, traidora, se supone que estamos todas unidas en esto—la confrontó Anna, dándola un golpecito amistoso.Comenzaron a discutir por ver quién tenía razón y yo me reí de ellas.

—Dejad de comportaros como locas o nos echarán —advertí.

Después de hablar un rato, pedí que fueran a bailar para que no cuidaran de mí toda la noche. Quedé sola y, sin darme cuenta, busqué a Dante con la mirada, suspirando al notar mi propio comportamiento irracional.

—¿Qué buscas con tanto interés? —preguntó un hombre tras de mí, haciéndome dar un brinco del susto.

Me giré bruscamente hacia él, sorprendida. "¿Cuándo se había sentado a mi lado? ¿Estuve tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta?"

—¿Nunca te han enseñado que invadir el espacio personal de alguien está mal?

Él sonrió, mostrando una sonrisa radiante y amigable, levantó las manos a modo de disculpa.

—Lo siento, te estuve llamando, pero estabas tan inmersa en tus pensamientos y parecías buscar a alguien con tantas ansias, solo me quedó hacer eso —explicó avergonzado.

—No buscaba a nadie, solo miraba a mis amigas —me apresuré a decir, señalando a las chicas que estaban rodeadas de chicos en la pista.

—¿Y por qué no te has unido a ellas? Ah, sí, qué idiota, me llamo Alan y tú eres...

—Laura, y no me uní porque esta noche quiero que sea tranquila; ya tuve bastantes emociones por toda la semana.

—Seguro que hay una buena historia detrás.

—Si la hay, ahora que sea buena, no sabría decirte.

Por alguna razón, a medida que seguíamos hablando, nos habíamos acercado más de lo que me gustaría. Ahora que lo tenía mucho más cerca, me di cuenta de que su cara me resultaba familiar, pero no sabría decir por qué o de dónde.

—Estoy seguro de que sí, y me muero por saber por qué, pero supongo que sería pedir mucho —dijo mientras pedía unas bebidas para ambos, pero me apresuré a negarme.

Alan frunció el ceño por mi firme negativa, y su sonrisa se hizo más grande.

—¿Vienes a un club para no beber? —quiso saber con tono burlón y divertido.

—¿Qué tiene de malo? No siempre tienes que beber —solté a la defensiva, cruzándome de brazos.

—Es realmente adorable —creo escuchar que dice, pero no estoy segura y me lo quedo viendo.

—¿Has dicho algo? —preguntó para asegurarme.

—No esperé que fueras así —dijo sin más, y yo lo miré de mala manera.

—¿Así cómo?

—Tan guapa, amable y divertida.

—No me estarás confundiendo con otra, ¿Verdad? —dije intentando que no notara lo roja que me estaba poniendo.

Alan volvió a reír mucho más fuerte.

—En estos casos, ¿No deberías decir que yo tampoco estoy nada mal o algo por el estilo? —decía sin dejar de reír.

Cuando estaba por responder, unos brazos envolvieron mi cintura, atrayéndome hacia sí. Me giré para encontrarme con los ojos negros como la noche y una mirada furiosa; Dante me miraba como si quisiera pulverizarme en este mismo instante. Pero incluso así, todo mi cuerpo se puso nervioso al tenerlo nuevamente cerca y sentí cosquilleo en el estómago.

—Sí que lo estáis pasando bien —escuché la voz alta y clara de Dante, que ahora no apartaba la mirada de quién tenía enfrente.

Era como si quisiera arrancarle la cabeza de una, pero Alan se mantenía impasible, sin ápice de estar nervioso o intimidado por la mirada de Dante.

—Esto, ¿Qué haces aquí? —dije nerviosa, intentando suavizar el ambiente.

Después de lo que me pareció una eternidad, giró su cabeza hacia mí nuevamente; su mirada se había suavizado un poco, pero podía ver lo enfadado que aún seguía.

No habló, no dijo ni una palabra y solo se inclinó a mí y me besó, pillándome con la guardia baja. Quise apartarlo, pues tenía miedo de que alguna de mis amigas lo viera, ya que no sabría luego cómo explicar esta situación. Pero otra parte de mí se contrapuso, porque de alguna manera, también lo deseaba y lo había echado de menos.

Cuando nos separamos, estaba sin aliento, al igual que él, que me miraba con tanta intensidad que me hizo estremecer.

—Supongo que tú eres el novio —dijo Alan, mirando tanto a uno como a otro.

—Supones bien —se adelantó Dante, antes de que pudiera negarlo.

—Y ahora tenemos que irnos —volvió a decir y tiró de mi brazo, sin esperar que Alan pudiera responder.

Miré una vez más hacia Alan, que solo levantó la mano, despidiéndose. Dante me arrastró por toda la discoteca hasta llegar a una puerta restringida, donde entramos. En ella había unas escaleras que subimos a toda prisa, llegando a otra puerta que abrió y cerró al entrar.

Miré el lugar; era un despacho, no muy grande, y los colores que lo decoraban eran oscuros, negros y grises. No había muchos muebles: una gran mesa, un sillón, un sofá y dos sillas frente al escritorio.

—¡¿Dejo de mirarte por un segundo y ya estás echándote a los brazos del primero que encuentras?! —sus duras palabras me sentaron como una fuerte bofetada que me regresó a la realidad.

Me zafé de su agarre y lo fulminé con la mirada. Y"o, echándolo de menos como una idiota, ¿y esto es lo que piensa de mí?"

—¿¡Te crees que soy como tú!? No estaba haciendo nada malo para que te pongas como un energúmeno.

—¿En serio? Si llego a venir unos minutos tarde, estoy seguro de que te estarías comiendo la boca con ese idiota —me acusó, y mi furia aumentó.

—¿¡Y qué si lo hubiera hecho?! No tengo que darle explicaciones a alguien que ni siquiera es mi novio —solté cabreada, y él se quedó mirándome como si no pudiera creer que hubiera dicho eso.

Estaba sorprendida de mis propias palabras; no podía creer que realmente las hubiera pronunciado, pero era cierto. No había hecho nada, y no podía permitir que me tratara así, por muy molesto que estuviera.

En una zancada, cortó toda la distancia que nos separaba, acorralándome contra su escritorio.

—Haré que desees no haber pronunciado esas palabras —y con esto volvió a unir sus labios con los míos, de una manera nada amable y nada gentil, sino todo lo contrario.


DE VUELTA AL PRESENTE:


Después de haberme besado, tocado sin delicadeza, como si me reclamara, como si quisiera hacerme entender que era suya, aquí estaba yo, gritando y gimiendo por más. "¿Acaso era masoquista y no lo sabía?" Pero esto no era lo que buscaba. Aunque la forma con la que me trató días atrás fue agradable, no esperaba que termináramos así. Tanto insistí a mis amigas para que no se dejaran llevar por él, que no era para tanto, y ahora mírame. "¿Podría haber una situación más irónica?"

Me volteó bruscamente, quedando cara a cara conmigo, aún dentro de mí. Enredé mis piernas alrededor de sus caderas, como si no quisiera dejarlo ir ni que se escape. Aún seguía enfadado conmigo; podía notarlo en cada embestida, de esa manera tan dura y salvaje que sentía que me iba a romper en cualquier momento. Pero aún con su brusquedad, solo quería más, no quería que se detuviera.

—Denté—gemí su nombre, lo que lo encendió y se acercó a mí y besó mis labios, metiendo su lengua, forzándome a abrir la boca.

 Tiró de mi labio interior, y yo gimoteé en respuesta, separándose a los pocos minutos.

—No. Buelvas. A. Decir. Algo. Así —dijo,  detenidamente en casa palabra, que a su vez era una embestida, auqnue sonaba más como una súplica que como una orden.

—¿Decir el qué? ¿Que no eres mi novio? Pero si esa es la... —cerré mi boca al ver su mirada severa de advertencia, tragué en seco, y nuevamente mis nervios y excitación estaban luchando por ver quién ganaba.

"¿Cómo alguien puede ser tan intimidante solo con una mirada?" Daba miedo cuando se enfadaba, no lo iba a negar, pero ¿Por qué me excitaba tanto cuando se ponía así de furioso?

—Te lo advertí —soltó, entrando en mí una vez más de forma brusca. Tanto que mi cuerpo se desplazó hacía delante.

—¡Dante!—grité con todas mis fuerzas como nunca antes, dándome cuenta de mi error.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro