Mal recuerdo.

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Mientras buscaba el número de la mujer que trastocó por completo mi existencia, la memoria de aquella noche se apoderó de mi mente.


*flashback*

Era un día abrasador de verano en Italia, como de costumbre. Las clases habían concluido hace un mes, y me encontraba en medio de un tedio generalizado, al menos según mi perspectiva de dieciocho años en ese momento.

Lo único prometedor en esas vacaciones era la llegada próxima de mi mejor amigo, Nic, quien, esperaba, trajera consigo algo de entretenimiento.

—¿Otra vez poniendo esa cara? —ntervino Diana.

Una chica de cabello negro, conocida apenas unos meses atrás, con la que mantenía una relación de "amigos con derechos".

—¿Qué quieres que haga? Me aburro —le solté con desgana.

—Si te aburres tanto, podemos hacer algo divertido —propuso ella, sonriendo coquetamente mientras se apoyaba en la barandilla donde yo estaba sentado.

—No tengo ganas de hacerlo ahora mismo.

—No me refería a eso, sino algo más emocionante —soltó, y yo incliné la cabeza para mirarla.

Ella mostró una sonrisa de oreja a oreja, claramente escondiendo algo. La conocía lo suficiente.

¿Qué dices, te interesa? Será emocionante, te lo aseguro.

La curiosidad pudo conmigo, y al final le pedí que me contara con más detalles en qué consistía.

Resulta que su gran idea era colarnos en la casa de sus tíos, ya que eran ricos, y según ella, podríamos llevarnos algunas cosas sin que se dieran cuenta. No esperaba que su idea fuera tan descabellada, así que dudé por un momento.

—Sé que no te llevas bien con la familia de tu padre, ¿Pero al punto de robarles?

—Como has dicho, son mi familia. No será robo, solo nos llevaremos algunas cosas indefinidamente —dijo ella burlonamente.

—Eso es robar —le recordé.

—Venga, será divertido. Ellos no estarán en casa, es una oportunidad perfecta —intentó convencerme.

Aún tenía dudas, ya que ya me había metido en varios problemas en clase y no quería darle más problemas a mi madre, pero la idea también era tentadora.

—¿Por qué lo piensas tanto? Yo también estaré allí, así que no te preocupes —me alentó, y al final, acabé accediendo.

Ambos acordamos encontrarnos en la parte trasera de la casa, entre los arbustos, a las doce de la noche, ya que nadie estaría en casa.

Pero cuando llegué, Diana no estaba por ningún lado. Incluso la llamé, pero no respondía. Era como si hubiera desaparecido por completo. Esto me enfureció enormemente, pero decidí entrar y llevar a cabo el plan de todos modos. Ya que estaba allí, que al menos valiera la pena.

Abrí la puerta trasera con la llave que estaba escondida en unas macetas, tal como me explicó Diana. Ciertamente, la sensación de estar haciendo algo así era emocionante y aterrador a partes iguales.

Entré en la casa con sigilo, tratando de no hacer ruido, aunque sabía que no había nadie. Encendí la linterna que había preparado y comencé a buscar algo de valor, cuando de repente, la luz se encendió y una chica de cabello castaño, de altura similar a Diana, me miraba con sorpresa, mientras yo me quedaba petrificado, sin saber qué hacer o decir.


* Fin del flashback*


Recuerdo que después de eso, esa pobre niña se asustó tanto que acabó desmayándose. No supe qué hacer y entré en pánico. 

Después de asegurarme de que respiraba y estaba bien, salí de allí como si la vida me fuera en ello. "Y todo lo que viví después fue un completo caos y desastre." Al parecer, en aquella casa había cámaras de vigilancia que me grabaron allanandola.

Cuando vi a la policía en mi casa, temía lo peor. A mi madre casi le da un infarto, pero por suerte, aquella familia decidió no presentar cargos, ya que no había llegado a robar nada y tampoco hice daño a su hija, aunque tuve que pagar una multa de cinco mil euros.

Lo peor es que cuando intenté explicarme y decir que su propia sobrina fue quien me propuso hacer todo eso, ella lo negó todo, incluso fingió no haberme visto en la vida.

Me desice de esos recuerdos, la llamé y esperé con impaciencia a que respondiera.

—¿Dante? —dijo Diana con clara confusión en su voz.

La entendía, ya que le juré no querer saber más de ella. "Bueno, eso lo sigo manteniendo, pues no llamé por ella."

—El mismo —dije con sequedad.

—Ya lo oigo, qué sorpresa. Se supone que dijiste que harías como si no me conocieras—me recordó, y podía imaginarla sonriendo en este momento.

—Es lo justo, ya que tú hiciste lo mismo en su día—solté molesto.

—¿Me has llamado para discutir?

—No, pero necesito...

"¿Cómo preguntarle esto sin que suene raro o como un maldito acosador?"

—¿Qué necesitas?—dijo ella.

—El otro día estuve contando a mis amigos, sobre la encerrona que me hiciste y...

—¿Encerrona?  Te lo dije mil veces, pensé que no habría nadie en la casa. No tuve más elección -me explicó.

"¿Cree que contármelo mil veces hará que suene mejor?"

—No te llamé para discutir, sino para hacer las paces—mentí.

"¿Cómo voy a hacer las paces con alguien que casi hace que me metan a la cárcel?"

—¿De verdad?—preguntó ella sin poder ocultar su emoción.

—Se podría decir, pero quisiera saber qué fue de aquella chica, la que se desmayó.

"Vale, sí, esto suena muy raro, pero me daba igual." Diana no respondió enseguida, por lo que insistí nuevamente, y entonces habló.

—¿Te refieres a Laura?

—¿Así es como se llama?—dije intentando sonar lo más desinteresado posible, logrando engatusarla para que me contara más.

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