Seré bueno, por esta vez.

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Aunque me costará admitirlo, reconozco que Eva tenía razón en ciertos aspectos. A pesar de no compartir clases hoy, noté que hacía lo posible por mantenerse alejada de mí, como si fuera radiactivo. La paciencia es clave; "No debo dejar salir mi temperamento. Quiero ser quien la controle y no al revés."

"Sé que puedo ganar su confianza sin que reaccione negativamente." Iniciamos en malos términos, y sus defensas están altas. "Necesito hacer que baje la guardia."

Estoy en este despacho gracias a mi persuasión. Convencí a la jefa de estudios con halagos, al igual que a gran parte del profesorado. Revisé los expedientes de la clase que tutorizo; en general, las notas son decentes. 

"Comparado con mi época, son mejores." Me centré en Laura, la que me interesaba. Sus notas son aceptables, pero las quejas de distracción y por dormirse en clase son recurrentes. "¿Será  por el trabajo nocturno? de estriper? Debo hacer que lo deje."

"Paso a paso, primero centrémonos en esto." Mientras pensaba en mejorar su rendimiento académico, llamaron a la puerta.

—Adelante —dije, distrayéndome sin levantar la cabeza de los documentos.

—¿El profesor nos mandó llamar? —preguntó Eva, y alzé la cabeza.

Allí estaban, las dos amigas, Laura detrás de Eva, como si pudiera protegerse con su cuerpo. Eva se mantenía firme frente a mí, desafiante y protectora. "Enternecedor."

—Sí, así es —respondí con una sonrisa, satisfecho de que haya  cumplido mi pedido.

—¿Por qué nos mandó llamar? —volvió a preguntar Eva, haciéndose la tonta como buena actriz que es.

—Os llamé para hablar de vuestras notas —dije con tranquilidad, y ambas se miraron confusas.

—Me he dado cuenta de que, de toda la clase, vosotras dos tenéis las notas más bajas, además de varias quejas a vuestra persona. ¿Me podéis decir por qué?

Las dos volvieron a mirarse, sin saber qué responder, y yo oculté una sonrisa. "Claramente debía ser por su trabajo nocturno." pero sabía que Laura no sabía que yo sabía que su amiga también trabajaba como bailarina en Euforia. Imaginaba que estaban sopesando qué decir.

—Lo sentimos, profesor. Es algo que no volverá a pasar —habló esta vez Laura.

La miré con una ceja levantada. Había evadido claramente la respuesta a mi pregunta, pero esta vez decidí no presionar.

—Espero que así sea. Ahora, señorita Adisa, espere afuera. Me gustaría hablar a solas con la señorita Fontana —pedí, pero ninguna de las dos se movió.

—Eva —dije con voz más severa, mirándola con advertencia para que se fuera.

—Sí, lo siento —se apresuró a decir, saliendo del despacho e intentando no mirar a su amiga, que la suplicaba con la mirada para que no la dejara sola conmigo.

Un alivio repentino me invadió cuando finalmente nos quedamos a solas.

—Toma asiento —le pedí con amabilidad.

Ella me miró con recelo, pero no se movió de donde estaba.

—No, prefiero quedarme de pie.

"Dios, ¿Por qué tiene que llevarme siempre la contraria? ¿Lo hacía para molestarme o qué?"

Tomé aire y lo expulsé despacio para calmarme.

—Como quieras.

—Como dije, tanto tú como Eva tienen las notas más bajas de toda la clase, pero a diferencia de ella, tú tienes bastantes quejas de los profesores —comencé explicando.

—Quizás tu trabajo...

—No tiene nada que ver con mi trabajo, y tampoco lo dejaré —se apresuró a decir, de nuevo a la defensiva.

"Ya lo creo que lo dejarás, muy pronto lo harás."

—La mayoría de las quejas son por impuntualidad y porque te duermes en clase...

—Incluso si me dices eso, no lo dejaré —volvió a interrumpirme, y mi paciencia cesó.

Me me puse de pie de manera decidida y caminé hacia ella. Laura retrocedió por mi brusquedad, pero no iba a permitir que se fuera. La acorralé contra la pared, colocando una mano a un lado de su cabeza.

—¡Te guste o no, ahora soy tu tutor y como tal velo por el bienestar de tus estudios! ¡Así que espero que puedas dejar esa rebeldía a un lado y hablarme con más respeto! —solté fulminándola con la mirada.

—¡Lo mismo digo. Espero que se comporte como un profesor con todos los alumnos y alumnas!—recalcó la última palabra claramente.

Sonreí. "¿Así que lo decía por lo que pasó ayer?"

—¿Estás insinuando algo? —pregunté, haciéndome el tonto.

—No insinúo nada, profesor, pero si se siente aludido, quizás sea por algo —me provocó, y sonreí nuevamente. No caí en su provocación y volví al tema.

—Señorita Fontana, por esta vez dejaré pasar esta falta. Y si tiene tanto tiempo para insinuar cosas, debería tener tiempo también para mejorar sus notas.

Ella entrecerró los ojos, claramente molesta, pero la ignoré y continué.

—Así que será mejor que se ponga las pilas, o me veré en la obligación de informárselo a tus padres —la informé, y ella palideció al nombrar a sus padres.

Ya sabía que sus padres no estaban aquí y que ella vivía sola. Sonreí levemente al ver su cara de espanto y miedo.

—No será necesario hacer eso, mejoraré mi rendimiento.

—Eso espero —dije observándola de pies a cabeza.

Estaba nerviosa; no había dejado de mover su pie y retocar su camisa en todo el tiempo que llevábamos hablando. "Seguramente, ni ella misma se está dando cuenta." Lo que la hacía aún más encantadora. "Maldita sea, tengo tantas ganas de besarla." Pero sabía que si lo hacía, retrocedería hacia atrás, al inicio de la partida de lo que quería.

—Puedes irte. Espero verte mañana en clase. Por suerte, es a última hora, así que se puntual o tendras un castigo—murmurré en su oído, luego de liberarla y alejarme un poco de ella.

Laura entornó los ojos, apretó los dientes y se marchó de mi oficina sin decir nada.

"Más le valía no decir nada. No creo poder aguantar más de esa lengua afilada suya."

—¿Estás bien? —escuché que le preguntaba Eva al otro lado de la puerta.

—¡¿Cómo voy a estarlo si me has arrojado a los leones?! —se quejaba ella, con tono molesto.

—Lo siento, no podía hacer nada...

Sus voces comenzaron a perderse a medida que se alejaban. Yo suspiré y volví a encender el portátil para planificar la clase que daré mañana.

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