Un pequeño susto.

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—Vamos, solo un poco —intentó persuadirme mi novio.

Besaba mi cuello mientras tenía sus manos en mis caderas. Después de la llamada, decidí pasar todo lo que quedaba de día junto a él para compensar un poco el hecho de que no pudiera pasar la noche en su casa. Estábamos viendo una película, sin prestarle mucha atención, ya que comenzamos a besarnos y tocarnos. Pero cuando la situación iba a ir más allá, lo detuve, pues necesitaba energía para lo que se avecinaba.

—Ya sabes que necesito toda la energía posible —le recordé, soltando un suspiro, pues yo también deseaba estar con él.

—Será uno rápido, lo prometo.

—Lo tuyo nunca es rápido, amor —dije con una expresión más seria.

—Lo dices como si la culpa solo fuese mía. Te recuerdo que sueles ser tú quien pide por más —habló, devolviéndome la sonrisa.

—¿Acaso eso no te gusta?

—Me encanta, pero prometo que me contendré —prometió, pero yo lo miré con escepticismo.

—Llevamos casi un mes sin intimidad. Estoy más que segura de que no lograrás.

"Y yo tampoco, si soy sincera." Al final, mi Ángel suspiró y se desenredó de mí, liberándome.

—Vas a tener que compensarme mucho por esto —soltó molesto.

—Dalo por hecho.—me incorporé, levantándome, caminando hacia mi habitación, pero me detuve para mirar a mi mal húmedo novio.

—Quién sabe, incluso quizás deje que me la metas por detrás —solté sin más, y él se quitó bruscamente al mirarme.

—Es broma —me apresuré a decir y salí corriendo al ver cómo él se levantaba derecho a mí.

Me metí a toda prisa en mi habitación y cerré la puerta con seguro.

—¡Laura, te voy a matar! —gritó al otro lado de mi puerta.

—Estás obsesionado con mi trasero —le respondí sin dejar de reír.

—¡Yo y media universidad! Ahora sal antes de que eche la puerta abajo.

—Inténtalo si quieres, pero te digo desde ya que no podrás —le advertí.

Y así lo intentó, forcejeó con la puerta, y al darse cuenta de que no podía abrirla, desistió. Luego, me advirtió con que no me dejaría ir si salía de allí, lo que solo arrancó otra risa en mí, y luego lo escuché alejarse.

Cuando me aseguré de que no había moros en la costa, me apresuré al baño, donde me di una ducha rápida y volví a mi habitación para vestirme y preparar todo para el evento. Después de una hora, ya lista, solo llevaba unas medias negras y una ancha sudadera gris, pues me cambiaría en el club.

Salí con una pequeña bolsa de regreso al salón de puntillas; para mi gran sorpresa, Ángel no estaba allí. "¿Se ha ido?"

—¿Ángel? —probé a llamar, pero nadie respondió.

"¿Tanto le molestó?" Caminé a la cocina para ver si se fue por allí, pero no había nadie, así que desistí y regresé al salón. Pero unos brazos me envolvieron antes de que pudiera obtener mi cometido, dándome el susto de mi vida.

—¡Suéltame! ¡Suéltame! —grité espantada, y recuerdos no muy buenos de mi pasado invadieron mi mente.

—Soy yo —me tranquilizó mi novio, soltándome de repente.

Me giré bruscamente para encontrarme con sus ojos ámbar, preocupados y confusos. Suspiré aliviada y procedí a golpearlo por hacerme algo así.

—¡Te he dicho mil veces que no parezcas de esa manera junto a mí!

Ángel se apresuró a abrazarme y acunarme en su pecho para calmarme.

—Lo siento, amor, solo quería gastarte una broma. No quería asustarte —susurraba en mi oído, acunándome.

Después de calmarme, Ángel decidió acercarme al club Euforia, donde trabajo. Al bajar de su coche, este volvió a disculparse por lo que había hecho, y yo le calmé, haciéndole ver que no estaba enfada y que no se preocupara.

—Lo siento, aún sabiendo que tú...

Antes de que siguiera, lo callé con un beso.

—Amor, todo está bien. Ya no te preocupes, ¿Sí?

Él me observó aún dudoso, pero acabó por asentir, besándome otra vez.

Después de la despedida, me bajé de su coche y entré por la puerta trasera del club, donde entraban los empleados. Esperando que esta noche no hubiese más sorpresas.

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