#2 Angel

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De regreso a mi ciudad natal, después de una larga noche y aún en el bus interdepartamental, iba sentado al lado de la ventanilla y con la suerte de no tener compañero en el asiento contiguo al mio.
A pesar de ir vestido de civil, mi corte de cabello al razo resaltaba dentro del grupo de pasajeros, que como yo, anhelamos respirar el aire de nuestra amada ciudad y besar a algún familiar que esperaba por nuestro regreso.
De pronto, una parada de improviso, interrumpió el hasta ahora tranquilo viaje, para ser abordados por un grupo militante.
Cada pasajero y asiento fue requisado hasta llegar a mi y pasar al siguiente, hasta el final del bus. Concluida la revisión, el hombre que actuaba como jefe del grupo regresó hasta mi puesto y me obligó a punta de fusil, a salir del bus.
Ya afuera de este, me empujaron con fuerza hacia el lateral del autobús, chocando mi cara contra el metal.
Me despojaron de todas mis pertenencias, incluido el dinero de mi último salario en las fuerzas armadas.
Cada segundo que pasaba, era angustioso, yo solo podia ver al resto de los pasajeros asomados a las ventana, mientras el grupo de hombres decidian sobre mi vida.
Me dieron la vuelta alejandome del vehículo, para que enfrentara el destino que me habían escogido para mi, quedando de frente a un grupo de cinco hombres armados, me puse alerta cuando sentí el sonido de el fusil preparándose para disparar.
Y de la nada una mujer se aferró a mi, diciendo a viva voz, que perdonaran mi vida, que yo era su único hijo.
Tan desgarradoras sus lágrimas y conmovedora sus palabras que le llamaron la atención al jefe del grupo.
Tal vez el alivio o el profundo miedo que sentía, se volvió todo oscuro y caí desmayado, despertandome en un lapso de tiempo después, con el bamboleo de mi cuerpo, cuando unos pasajeros del bus, me sostenían cargado, buscando llevarme hasta mi asiento dentro del autobus.
Concluida su tarea, empecé a preguntar a todos los presentes, por la mujer que me había salvado la vida.
Mi sorpresa fue, que ninguno de los presentes vieron a tal mujer. Solo a los hombres apuntándome para fusilarme y a cabo de un momento, bajar las armas y darse la vuelta para dejarme ahí tirado, después de haberme desmayado.
En retrospectiva, cuando analizo lo sucedido, solo atino a pensar, que la mujer que vi, es mi angel guardian, quien intercedio por mi y me salvó la vida.
Como retribución, he nombrado a mis hijas con su nombre: Amelia.

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