Capitulo 18: Mausoleo

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Jamás en mi vida hubiera considerado que la lluvia fuera un consuelo basto en esos momentos, pero lo era, las gotas caían sobre mi cabeza con fuerza y mojaban mi cabello sin permiso alguno, los murmullos a mi alrededor eran claros, y muchos de ellos desaprobaban mi conducta, todos se preguntaban la razón por la que seguía allí parado, mirando el ataúd de madera de caoba mientras esté por fin lo habían dejando bajo tierra, ni siquiera lo cubrían, la lluvia impedía el trabajo de los sepultureros y estaba feliz de que así fuera, porque sinceramente no sabía que demonios hacer o pensar o que decir.

Mis lagrimas se acabaron el día en que supe que él me había dejado para siempre, la inesperada noticia de su muerte me había dejado con la boca seca, decirle a mis sirvientes que iría a identificar el cuerpo de mi esposo me dejo sin pensamientos, ir hacia aquella morgue, escuchar las ruedas del camastro metálico chirrear me dejaron complemente sin ilusión, y verlo a él... tendido en ese sitio, pálido, frío, con los labios resecos, sus ojos cerrados, ese color grisáceo en su piel debido a que la sangre había abandonado por completo su cuerpo, ni siquiera escuche las palabras del inspector, ni del encargado de la morgue, sólo pude decir que sí, que en efecto era él, no llore... por alguna razón no pude hacerlo, pero verlo en ese estado había terminado por completo con mis esperanzas.

Tenía la esperanza de que todo fuera una mentira, de qué él se encontraría en otro lugar y que lo habían confundido con un cadáver, pero no, él estaba allí tendido, inmóvil, grisáceo, sin vida... completamente sin vida. En ese momento en lo único que pensé fue en que me hubiera gustado más que él se hubiera encontrado engañándome con otra persona en lugar de verlo allí completamente frío y sin vida.

El funeral fue en silencio, sólo los más cercanos a él asistieron, no quise llamar a mi familia en realidad, ni siquiera los padres de Hangil pudieron asistir, pero consideraban que perder a su hijo fue una tragedia, pero que no tenía mucha importancia, quizás por eso él era igual de frío que sus padres, pero eso ya ni siquiera tenía importancia. Los amigos de él, compañeros de trabajo, pocos, pero eran algo, inclusive estaba muy seguro que más de un amante estuvo presente en ese lugar y que lloraban incluso más de lo que yo podía hacerlo. Puede que muchos me consideraran la persona más insensible del mundo, pero no podía darle más de mis lágrimas, ya había llorado bastante cuando escuche la noticia de su muerte, y al parecer había secado por completo mis ojos, la lluvia ayudaba a que al menos hubiera algo de agua resbalando por mis mejillas.

Seguí allí parado, sintiendo mis ropas pesadas, húmedas y frías por la lluvia, pero no importaba, la muerte de Hangil era el centro de atención y lo demás pasaba a segundo plano, esto no era nada bueno, un doncel viudo, ¿qué pensarían mis padres cuando se enterasen de esto? ¿Qué dirán mis hermanos? Y mi madre... ella seguramente me daría una bofetada, porque seguramente pensaría que lo que le paso a Hangil fue completamente culpa mía, de repente las nuevas ganas de llorar aparecieron, pero no quería hacerlo, no quería darle más lagrimas a esté hombre, pero era inevitable.

—Debería cubrirse de la lluvia, no querrá pescar un resfriado —aquella voz me hizo salir de mis pensamientos, deje de mirar el ataúd y pude verlo a él, Jungkook, sus brillantes ojos dorados lograban destacar en la leve oscuridad que las nubes cubriendo el cielo proporcionaban, portaba un elegante traje negro sin ningún detalle en particular, y sostenía en su mano derecha un paraguas de color vino.

—¿Qué hace usted aquí? —mi voz apenas salió en un hilo, pero él logró escucharme.

—Sentirse afligido y desconsolado no le ayudará a levanta esos ánimos —fruncí el ceño ante su comentario.

—¿Y qué quiere? ¿Qué me ría? ¿Qué salte como un poseso sobre la tumba de mi marido? —sonreí ladino mientras negaba con la cabeza—. No estoy lo suficientemente loco como para hacer tal cosa.

—Pero si lo estuvo para aceptar venir con nosotros ¿o me equivoco? —entre abrí mis labios, y mis ojos mostraron sorpresa, no podía decir algo en contra de sus palabras, porque era verdad, me habían convenido de ir a con ellos, pero jamás me dijeron cuando o cómo—. Tengo entendido que Hangil no era una buena persona, mucho menos un buen marido.

—¡Cállese! —alce la voz, porque no me sentía con buen humor, porque eso no era necesario que fuera escuchado—. Por si no lo recuerda, es el funeral de mi esposo, y sí fue o no un buen marido, ese es mi problema...

Lo vi sonreír en grande para después soltar una risa corta, llena de burla y egocentrismo, y no pude evitarlo, me enoje, porque era verdad, no importaba lo mucho que me haya dolido que él me dejará solamente para irse a esos negocios suyos para engañarme, me importaba poco eso, lo quería, lo estimaba, porque él me había sacado del infierno que era mi familia, él me había dado un buen sitio para dormir, me había dado todo, me complacía en mis caprichos, y a pesar de que sentía que me estaba alejando de él, no podía evitar sentirme inclusive culpable por ese hecho, y ahora esta muerto, y no puedo hacer nada más por él.

—Debería darle vergüenza —dije y me aproxime hacia él—, venir aquí solamente para decir tonterías, es el funeral de mi...

—Ya lo sé —me interrumpió en cuanto lo hizo deje de caminar hacia él, su mirada filosa se clavo en la mía, su rostro se mostraba sereno, y comenzó a caminar sobre el césped mojado para aproximarse hacia mí—, sé que era tu marido, que lo estimabas mucho y todas esas tonterías —aprete los dientes con fuerza—, pero eso no cambia el hecho de que en realidad no le amabas —él se aproximó tanto que logró invadir por completo mi espacio personal, la sombrilla ahora nos cubría a ambos, tuve que elevar mi rostro para seguir mirándole a los ojos y él agacho ligeramente el suyo, sonriéndome ladino—, ese sujeto no era para ti, ni siquiera lograba hacer que te sintieras complacido, finges llorar, pero en realidad te sientes feliz.

—Basta —susurre por lo bajo.

—Sí es la verdad, te sientes feliz, porque él se ha ido de este mundo, porque eres totalmente libre de irte, de escapar, de acostarte con quien te plazca —sentí su mano invadir mi cintura y tomarla con fuerza para en un movimiento rápido acercarme a él, haciendo que mi cuerpo chocase contra el suyo—, ¿o me equivoco, doncel?

Trague saliva con pesadez, esté hombre no sabe lo que dice, y lo único que estaba provocando era que me diera asco estar en su presencia, pero de algún modo aquellos ojos suyos... no podía apartar la mirada de aquellos ojos, era como si me pidieran que los siguiera mirando y que por ningún momento apartase la mirada.

—Se equivoca —logré articular mis palabras, pero de algún modo, sentir a aquel hombre cerca de mi me impedía apartarme—, lo ame, sé que lo hice —una nueva risa escapo de aquellos finos labios y la mano que sostenía mi cintura se elevo para acunar mi rostro, y el tacto era frío tanto como el de la lluvia.

—Mientes —dijo mientras acariciaba mi mejilla—, deja de hacerlo, sólo acepta que jamás le amaste, que tus lagrimas son por pura cortesía, lo sé todo Min Yoongi —me dijo e inclino su cabeza para acercarse más a mi rostro—, sé lo mucho que detestas a tu madre y el miedo que tienes de que ella se entere que has quedado viudo, sé lo mucho que estimas a tu hermana, lo mucho que deseaste sentir el placer del sexo la primera vez que te acostaste con Hangil, sé lo enfurecido que te pusiste cuando viste aquellas fotografías de tu marido siéndote infiel —me quede sin aliento, ¿cómo es que lo sabe? Jamás me he abierto ante él o ante cualquiera de los suyos para tener una conversación profunda de mi vida—, y sé... —sentí su lengua tocar ligeramente mis labios—, yo sé más que todos que te encantaría que sea yo quien te posea en este momento.

—Aléjese de mí —le dije en voz baja, pero él volvió a reírse—, no estoy jugando, ¿acaso no ve que estoy desconsolado y...?

—¿Desconsolado? —una risa nasal fue lo que escapo de él—. No me hagas reír, doncel, el desconsuelo ni siquiera esta presente en tu esencia, y puedo sentirlo más que nadie, todo tu cuerpo esta tibio, pidiendo ser tocado por alguien, porque quieres consuelo, pero no la clase de consuelo que te dan como un pésame o un abrazo lamentando la muerte de tu marido, no —casi podía verlo sonreír—. Tu desconsuelo no es el que piensas, es diferente... y no lo quieres admitir en voz alta porque tus modales no te lo permiten.

—Se equivoca, en verdad está muy equivocado, yo no —volvió a interrumpirme.

—Por supuesto que no, jamás me equivoco, y estás aterrado por ello —eso no era una mentira, esté hombre sabía más de mí que yo mismo, y eso me aterraba—, pero descuida, sé como quitar el miedo de tu cuerpo y cambiarlo por algo más —su mano se deslizo por mi mejilla hasta mi cuello, dándome caricias suaves con sus dedos, provocándome un escalofrío en el proceso—, sé donde tocar tu cuerpo para que te sientas en el mismísimo paraíso, mi doncel.

—A-ah... —ahogue un gemido al sentir como poco a poco tenía la intensión de bajar su mano hacia mi pecho, empujando mi ropa que era un estorbo en esos momentos—. ¿Q-qué cree que h-hace? Aa-ah —tome su brazo para que se detuviera—, podrían mirarnos, estamos en un mausoleo, debería darle vergüenza.

—Y aún así no dejas que me aparte —no podía decirle nada en contra de eso, su mano seguía metida entre mi camisa, dirigiéndose a mi pecho, y no quería que detuviera sus acciones, porque se sentían tan bien, ese tipo de tacto suave, agradable, enérgico y sin nada de basilar, me gustaba, en verdad él sabía lo que quería en ese preciso momento y lo odie por eso—, dime, Yoongi —volvió a mover su mano dentro de mi ropa, rozando con la punta de sus dedos mi piel—, ¿prefieres ver a un montón de hipócritas y recibir sus condolencias o prefieres ir conmigo y dejar que te folle como tanto te gusta mientras nos mojamos bajo la lluvia?

Y por más que quisiera respetar mis propios principios, está vez no pude hacerlo.

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