CAPITULO 4.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Anaelise se lanzó a abrazarme con mucha euforia, debo admitir que extrañaba demasiado este contacto con ellos, mientras, Klaus mantuvo su distancia y me observaba con mucho cuidado.

—Dios mío, Alice, si es que no has cambiado anda —Anaelise me examinó con la mirada y una sonrisa perpetua— Sigues viéndote igual.

—Es extraño, lo sé —respondí intentando no sonar algo asustada, Klaus todavía me miraba sin ninguna emoción en sus ojos y eso me daba un sentimiento raro— Recibí tu carta —comenté mirándolo y él asintió.

—Sabía que lo harías —respondió caminando hacía mi— No tenía dudas de eso.

Cuando estuvimos cara a cara me costó un poco de mi dignidad tener que alzar la mirada para verle a los ojos, no podía creer que fuese a cumplir quince años y fuese casi el doble de alto que yo.

—Te has quedado pequeña, querida Alice —dijo con una sonrisa burlona y procedió a darme un abrazo alzándome del suelo.

—Y tu has crecido demasiado, Klaus —me carcajeé mientras él me giraba en el aire— Sabía que crecerías para ser un rompecorazones.

—Ya tienes esa vibra londinense, Alice —me dejó en el suelo y su sonrisa me recordó a los viejos tiempos— Sino fuese porque sigues igual, diría que no eres mi Alice.

—Yo nunca cambiaré, Klaus.

Esa simple frase resonó con mucho eco en mi cabeza "nunca cambiaré"

—Papá te espera —dijo invitándome a seguirlo.

Subí detrás de él hacia el segundo nivel, de alguna manera todo seguía igual, pero el ambiente había cambiado de una manera notable. Antes solía colocar flores por todos lados porque de por si la madera de la casa era oscura y le otorgaba algo lúgubre a todo, ahora ya no están, en su lugar solo hay adornos que estoy segura fueron colocados por Katherine.

—Ella no está el día de hoy —comentó Klaus mientras se detenía frente a la habitación de su padre— Estará con la familia de su prometido.

—Estoy feliz por ella, al fin consiguió con quien casarse —dije con tono de broma y él sonrió.

—¿Qué hay de ti? —me miró serio— ¿Ya conseguiste con quien casarte?

Sonreí ante la idea.

Sonreí al recordar a Caleb.

—Creo que sí —respondí y sus ojos se oscurecieron— Su nombre es Caleb Ryder.

—Su nombre suena a uno de cretino —respondió a voz baja creyendo que no le escucharía, así que decidí ignorar eso— Entra, papá no te espera, pero amará el verte.

Abrí la puerta con cuidado y sentí un nudo en la garganta al verlo. Su piel se veía amarilla y su pelo había adquirido todas las canas que durante años no habían aparecido. Respiraba de manera tan pesada que podía escuchar cómo se esforzaba por mantenerse con vida.

—No sabe cuanto me duele encontrarlo en esta situación —comenté sentándome al lado de la cama— No debí tardar tanto en volver.

—mmm...

—David —lo llamé con cuidado y él apenas podía abrir los ojos— David, soy Alice. Ya volví.

Por fin el nudo se deshizo y mi llanto se liberó. Sus ojos se abrieron lo más que pudieron y me observó durante un rato antes de reconocer mi rostro por completo.

—Alice —susurró y una sonrisa se empezó a formar en sus labios— Nuestra Alice.

—Soy ella —respondí tomando su mano— Estoy aquí.

—Has vuelto —se carcajeó un poco lo cual le hizo toser con fuerza— Sí has vuelto, ¿Esta vez no estoy alucinando?

—Soy real —las lágrimas nublaban mis ojos y la pena me carcomía el corazón— Estoy aquí.

Charlamos un largo rato y me explicó que había pasado. David se enfermo por malaria, pero logró recuperarse, aun así siguió enfermando cada vez más y al final no han sabido que pasa, solo esperan a que todo concluya pues ya nada ha funcionado para sanarle y cada día le cuesta más.

La tarde cayó con nieve, una muy espesa. Decidí encerrarme en mi antigua habitación y seguí llorando todavía más cuando me di cuenta de que en serio Klaus no me había mentido. El pequeño balcón se encontraba repleto de pajareras de distintos colores y tamaños, algunos pajaritos incluso habían dejado sus huevos allí por el invierno.

Me quedé dormida sin saberlo, Anaelise en algún momento del atardecer vino por mi para cenar, pero me negué, estaba tan cansada que estaba segura no poder caminar escaleras abajo. Durante la noche tuve una serie de sueños/pesadillas que me hicieron despertar en más de una ocasión. La tercera vez que me espanté abrí los ojos se golpe e intenté ajustarlos a la pequeña luz de vela que tenía en el tocar, y ahí fue cuando mi respiración se detuvo, al notar una silueta sentada en la silla cruzando la habitación.

—Debo admitir que esperaba que gritaras, pero tampoco me parece raro que no lo hayas hecho —comentó con rostro serio— Alice, he esperado tres años para tener esta conversación contigo.

—Klaus... —respiré hondo y él se mantenía impasible en las silla— ¿Por qué entras sin tocar?

—Porque al igual que es tu casa, es la mía —respondió con altanería— Seamos sinceros, querida Alice, sabes que vendría a hablarte.

—Lo sé, pero esperaba que por lo menos tocaras.

—¿Para qué? —se puso de pie y se acercó un poco a la cama— Estás vestida de manera formal todavía. Además, sabes y sé que te he visto con menos ropa que esta y nunca te molestó.

—Porque en ese entonces eras un niño, Klaus.

—¿Y qué soy ahora? —preguntó dando otro paso y agachándose para estar al nivel de mis ojos— ¿No sigo siendo un niño, Alice? —levantó una ceja y sonrió.

—¿De qué deseas hablar? —tragué en seco y él se sentó a la orilla de la cama, mientras yo me encontraba pegada a la pared haciendo un nulo intento de espacio entre nosotros.

De alguna manera su presencia me intimidaba, está claro que este no es el niño que creció a mi lado.

—Hace tres años, en verano, varias semanas antes de que te marcharas ¿Lo recuerdas? —yo asentí él continuó— Le salvaste la vida a mi novia cuando estaba a punto de caer al rio, ¿Recuerdas eso también? —yo volví a asentir— ¿Qué te pasó cuando caíste?

—Eso ya lo sabes, Klaus —dije y él negó de manera energética.

—No, no lo sé —su rostro no expresaba ninguna emoción— Nunca supe.

—Quedé inconsciente y Néstor me sacó del agua, eso fue lo que pasó.

—Mientes —sonrió— Has mentido durante tres años y todos lo creen, pero por el simple hecho de que ellos no estuvieron ahí. Néstor ni siquiera buscó tu pulso cuando te rescató, se marchó corriendo por ayuda. Yo sí me quedé ahí, yo sí intenté despertarte, busqué tu pulso y no estaba.

—Te dije que pudo haber sido hipotermia.

—Mientes.

—Klaus, todo lo que pasó ese día fue muy confuso tanto para ti como para mí, ¿Qué quieres que te diga?

—¿En serio quieres saber qué quiero escuchar de ti?

—¡Sí, por favor! —exclamé con desesperación— Porque estoy jodidamente cansada de que me preguntes cosas incoherentes.

—Quiero saber cómo es que en Berlín te dieron como desaparecida el 6 de noviembre de 1820, cuatro días antes de que te encontráramos congelándote en el bosque.

Sentí mi rostro palidecer con sus palabras.

—¿Cómo es que Henry Müller, tu padre, dice que caíste por un risco? ¿Por qué te dieron por muerta un año después cuando no encontraron tu cuerpo en el rio? —tomó una pausa y me miró inquisitivamente— Tengo más preguntas como esas, Alice, más te vale responder alguna o explicar ¿Quién o qué mierda eres?

—Klaus... eso no es cierto —hasta yo noté como me temblaba la voz.

—¡Por favor! —dio un puñetazo a la cama— ¡Ya nos has mentido lo suficiente, Alice! No sé quien carajo eres, pero lo comprobaré de una manera que no te gustará.

—¿De qué hablas? —salí de la cama porque necesitaba relajar mi cuerpo— Eso que acabas de decir es todo una mentira, no sé de donde la has sacado.

—¿Ah no? —preguntó poniéndose de pie también— Entonces, en definitiva me vas a negar todo —sus ojos parecían decididos— Alice, querida, por favor, no me mientas más.

—No te miento, Klaus —mi respiración se estaba acelerando con cada paso que él daba hacia mi— Eso es falso.

—Bien —susurró muy cerca de mi rostro— Si tú lo dices.

Cruzó por mi lado en dirección a la puerta, pude notar lo tenso que estaba todo su cuerpo tan solo por su forma de caminar. Su pelo iba recogido en una coleta y se veía más rubio que cuando estaba pequeño, en un momento se detuvo por completo dándome la espalda.

—Una última cosa —dijo antes de girarse— Lo siento, pero tengo que saber la verdad.

Todo fue tan rápido que mi cerebro simplemente no procesó lo que había pasado hasta que mis rodillas perdieron toda fuerza y empecé a desplomarme en el suelo.

—Alice, lo siento.

—¿Qué has hecho? —susurré mientras sentía como la sangre intentaba salir de mi garganta— Klaus...

Sus manos agarraron mi cintura para evitar un impacto fuerte en el suelo, él cayó junto a mi y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Cuando la sangre brotó de mi boca intenté quitar el cuchillo que se encontraba enterrado en mi pecho, él me ayudó a sacarlo y se quedó observándome mientras la vida se me escapaba.

—Sé que volverás, lo sé —susurró dándome un beso en la frente— Espero no me odies después de esto, pero te pedí la verdad, Alice.

—Klaus...

Antes de que la vista se me nublara lo último que logré ver fueron sus ojos llenos de miedo. Su mirada se quedó clavada en mi cabeza, durante los últimos segundos de vida aun podía escuchar su voz mientras susurraba una melodía que yo le había enseñado a tocar en el piano cuando él tenía ocho.

...

Lo primero en llegar a mi fueron los sonidos. La noche se hacía presente en mi cabeza mientras escuchaba a los grillos estridulando, también podía percibir el sonido de los búhos y por ese simple momento mi cabeza permaneció en blanco.

Luego llegaron los olores. El olor a pino inundó mi nariz de una manera posesiva, luego pude percibir el olor de las velas y el respectivo aroma a cobre que emite la sangre no tan fresca.

Durante un rato estuve en la oscuridad y al intentar abrir bien mis ojos lo primero que recibí fueron los destellos de luces amarillas, algunas figuras en la habitación y Klaus. Klaus se encontraba sentado a mi lado, justo en el mismo lugar en el que yo había caído, justo encima de toda la sangre que salió de mi cuerpo.

—¿Alice? —preguntó esperanzado mientras se mantenía estático observándome— Sabía que volverías, lo sabía.

Se arrodilló a mi lado y empezó a llorar sin control. Yo no sabía como sentirme, no sabía si enojarme, si gritarle, pegarle o simplemente pedirle perdón por mentirle. Estuvimos en la misma posición hasta que por fin se recompuso y su mirada cambio de la pena a la furia en segundos.

—Años mintiéndonos, años, Alice —dijo con reproche— Entiendo que no se lo hayas contado a nadie, pero ¿yo?, me decías que era tu único amigo en este lugar y aun así.

—Tienes que entenderme, Klaus —las ganas de llorar volvieron— Todo lo que he pasado en mi vida entera no es una historia que le contaría a un niño.

—¡Pero ya no lo soy, tu misma me lo has hecho saber! —exclamó exasperado— Alice... en serio quiero ayudarte, quiero sentir que ese vinculo que formamos por cinco años significó algo para ti.

—Para mi lo significó todo —una lágrima se escapó de mi ojo derecho y él la limpió con cuidado— No tenía a nadie y aunque tu familia me acobijó con mucho amor no podía evitar sentirme sola, pero tu... tu te volviste lo más constante y bueno que tuve en mucho tiempo.

—Entonces, ¿Por qué prefieres no decirme nada? —su cuerpo lucia estresado bajo la tenue luz— Siempre he estado aquí para ti, incluso desde el día en que empecé a sospechar que algo iba mal contigo.

—Ni siquiera debería darte explicaciones luego de esto —susurré poniéndome de pie— No limpiaré este desastre, eso lo harás tu.

Dije caminando lejos de él mientras sentía la punzada abierta en mi pecho. Todo mi vestido estaba ensangrentado y me dolía mucho respirar.

—Alice, no cambies el tema —caminó detrás de mi y me tomó del brazo— Hablemos de esto. Hablemos de ti. Entenderé si luego me quieres odiar hasta día en que me veas morir, pero necesito que liberes lo que sea que tienes ahí dentro.

—No tengo nada de que hablar —lo miré con furia— Yo... yo estoy bien. Todo está bien.

—¡Claro que no lo está, Alice! —gritó haciéndome temblar de miedo por un momento— Literalmente te acabo de matar y no eres capaz de alzarme la voz. Siento el miedo y la ira en ti mientras sostengo tu mano, pero no lo sacas, no me gritas, no me golpeas, no haces nada.

—Nunca te haría nada y lo sabes.

—Nunca le harías nada a nadie —respondió tomando mi otra mano— ¿Quién te ha hecho tanto daño, querida Alice?

El dolor en mi pecho se hizo más agudo y sin poder evitarlo comencé a llorar.

La impotencia que sentí por muchos años, la desconfianza, el dolor físico y emocional que él creó en mi vino todo junto en este justo momento y Klaus lo notó.

Sostuvo mi cintura por nueva vez y me hizo sentarme en la cama. Las lágrimas mojaban todo mi rostro y me costaba mantener la respiración mientras recordaba años y años de tortura que nunca enfrente. Noches en las que mis sueños se veían interrumpidos por el usual toque de sus manos frías, días en los que más me valía no mirarle al rostro para no romperme en llanto como lo estoy haciendo ahora mismo.

—Llora todo lo que necesites, querida —acarició mi pelo con mimo— Sé que te he lastimado, pero hay algo más, y necesitas liberarte de eso.

Caleb había sido el primer hombre en poner las manos sobre mi y no hacerme sentir asco, pero Klaus, sentada aquí con él me daba cuenta de lo segura que siempre me he sentido a su alrededor. Ese niño energético que todas las noches venía a darme un abrazo y a pedirme que le contara una historia para que los fantasmas no lo persiguieran en la noche es ahora el mismo que está recolectando las lágrimas de años de silencio.

—Estaré aquí para cuando estés lista, lo digo en serio —me dio un beso en la frente y continuó meciéndome en sus brazos.

—No lo soporto —mascullé mientras las lágrimas me ahogaba— Duele demasiado.

—Dejalo salir...

—Duele demasiado —lloré desconsolada y cada centímetro de mi piel recordó cosas horribles— Fue mi culpa.

—Nada que te haya pasado lo fue, querida Alice.

—El siempre dijo que fue mi culpa.



..........................................................................

Recuerden guardar el libro en sus bibliotecas para que no se les pierda y estén siempre actualizados.

Les quiero con mi alma y les recuerdo que mis dos libros de Young adult están completos, editados y disponibles en el perfil.

Valentina y Aurora les esperan, si aún no las conocen denle una oportunidad 🫶🏽🫶🏽


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro