El agua que se colaba en mis pulmones y el dolor de la dura caída eran los que siempre volvían a mis sueños cuando por fin podía pegar el ojo sin pensar en ella.

No puedo explicar como aparecí a más de doscientos kilómetros del lugar en el que mi esposa murió, sobretodo no sabría explicar como pasaron cuatro meses del suceso.

¿Dónde estuve?

Una pareja de ancianos me habían acogido en su casa durante el tiempo que necesitase para recuperarme y volviese a mi casa, pero ¿A qué casa iba a volver si mi familia cree que estoy muerto? Estoy viviendo en carne propia la historia de Alice y siento el infierno que está por venir.

—Querido, ¿Necesitas algo para dormir? Puedo prepararte un té —comentó la dulce anciana con la que vivía— Vi luces encendidas muy tempranos y supuse que serías tu.

—Siento mucho si le molesto, es solo que las pesadillas no me la ponen fácil.

—Es entendible.

—Pero le aceptaré el té, si no es molestia.

Anne es una señora dulce y amable, vive con un sueño tan ligero que siempre despierta cuando me encuentro sentado en la cocina bajo la luz de una pequeña vela y siempre me ofrecía un té que yo aceptaba con gusto.

—Cualquiera que sea ese pasado que acarreas te tiene muy cargado, niño —comentó agregando hojas de laurel al agua— Eres demasiado joven y lleno de vida como para llevar tan tremenda carga.

—Lleno de vida no sería la palabra correcta para mi, Anne.

—No interesa que intentes aparentar que estás bien con tu vida cuando lo único que yo puedo observar en ti es tristeza. A quien sea que extrañes, créeme, ha de extrañarte a ti también, búscale.

Nos tomamos el té en silencio y luego de eso me marché a la pequeña habitación que tenía en la casa. Anne tenía razón, se que si me dieron por muerto una carta debió de llegar a manos de Naelea y por ende a manos de Alice, por lo que si la busco creo que esta vez si podría estar conmigo.

“Querida Anne y Víctor.
He decidido seguir un consejo que me han dado y buscaré a esa persona que tiene mis pensamientos cargados todas las noches. Espero volver en algún momento y contarles sobre ella, pero mientras tanto les describo al amor de mi vida.
Ella es alta con el pelo cobrizo más hermoso que encontrarán en ningún lugar, sus ojos claros le dan un toque de belleza a todo lo que usa y su voz mientras canta puede ocasionar ganas de llorar por lo hermoso que suena.
Su nombre es Alice y pronto será mi esposa.”