Megan
Prólogo.

Dos rayitas.

Una, dos.

Dos, una, una, dos.

Por más que cuento no cambia la secuencia de esas rayitas. Y si viene al caso ni desaparecen.

No, me estoy equivocando, siempre supe que no sabía contar. No pueden existir dos rayitas en esa cosa. Me niego.

Vuelvo a contar las rayitas que aparecen en el, siguen siendo dos.

—¿Meg?¿Cariño estás bien?

Miro a la puerta, no sé que responderle a Jen. Mi vista está nublada  por las lágrimas que salen sin control  de mis ojos.

Mi mejor amiga, casi mi hermana, entra al baño de su habitación en dónde me encuentro rodeada de más de trece pruebas de embarazo.

Se que parezco una exagerada por tantas pruebas pero... ¡Esto no me puede estar pasando a mi! Yo siempre me cuide con Aiden, siempre nos protegimos, si el no usaba condón yo me tomaba la píldora.

Nunca me descuide, entonces ¿Por qué a mí?

Habían señales desde hace un tiempo que me indicaban que algo iba mal, pero eso no significa necesariamente que yo pudiera estar embarazada.

Sollozó más fuerte que hace unos momentos al volver a mirar la prueba y notar que siguen estando las dos rayitas.

—Carajos meg, ven abrázame.

Jen me rodea con sus brazos y yo me dejó estrujar por ella un buen rato hasta que me empiezo a calmar.

—Estoy... Estoy... Estoy embarazada Jen— mi voz sale rota y cansada.

El peso de esas palabras me atropellan peor que la vez que fui lanzada de una liana. Siento que me liberan de una forma, aunque de otra me asfixian.

Estoy cansada por qué este día a logrado el récord de ser el más largo de mis veinte años de vida, y rota por qué se a lo que me voy a enfrentar a continuación.

Voy a ser madre soltera.

Mis padres me van a matar, mis hermanos me van a matar, yo misma me quiero matar.

—Shh meg ya pensaremos en algo mañana.

No, no puedo pensar mañana en que haré, hoy mismo tengo que empezar a buscar que hacer con mi vida.

Aunque... ¿Que pienso hacer?¿Volver a vivir con mis padres?¿Buscar a Aiden y decirle que va a ser padre?¿Dejar mi vida por un bebé?

Mi cabeza palpita mientras las preguntas atropellan mi mente.

Voy a ser madre.

Se que sueno repetitiva, pero no me lo termino de creer. Está mañana cuando el doctor Zalas me entrego los resultados de la prueba de embarazo —que a mi me pareció innecesaria por qué solo iba a una consulta de rutina— y me felicitó por mi embarazo, sali corriendo para comprar todas las pruebas caseras que me permitía lo que tenía en mi cartera.

Fue una mala idea, ya que la prueba de sangre no se había equivoca, claro está. Además de que solo cuatro de las dieciseis pruebas que compre de diferentes marcas salieron negativas, así que si, estoy embarazada.

Un mes de embarazo.

Aiden se fue hace hace dos semanas.

Hace tres semanas que no viene el irresponsable e irregular de mi período.

Asqueroso Andrés.

Más que nunca necesito al desgraciado para que me diga que no estoy embarazada y lo único que encuentro es que el indeseable de mi período no llega.

Me levanto a torpemente por culpa de mis músculos agarrotados dejando que Jen me acompañe al cuarto de al lado, busco mi celular en medio del desorden que es mi bolso y busco una única cosa.

El contacto de  Aiden aparece  a los pocos segundos de encender la pantalla, él  era la única persona que tenía en contacto favorito ya que siempre podía contar con él sin importar la hora y el día.

Era. Que difícil decir eso.

Marco varias veces pero me manda al buzón, así que decido ir a su Instagram a dejarle un mensaje, se que los ve, por qué los últimos que le envié —al igual que todo por está red social que le envío— fueron vistos a unas horas de ser enviadas.

Tomo aire varias veces, Jen me agarra la mano intentando transmitirme seguridad.

—Aiden soy Megan, necesito que te comuniques conmigo — mi voz tiembla y suena que he estado llorando, pienso si contarle lo que pasa, pero al final desisto—... yo... yo tengo que contarte algo, por favor contestame.

Quito mi dedo del botón que me está grabando, y ahora sí empiezo a llorar de verdad.

Se que el nunca me contestará.