[24] - Joselyn: Cambios

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Joselyn

Las fantasías de Milton no me dejan concentrarme en la película. Muerdo uno de los chocolates que me regaló mientras ando perdida en mis pensamientos lujuriosos. Tengo tanto calor. Antes de venir al cine, no debí haberlo escuchado tan atentamente. Capaz que estoy en las nubes, nubes llenas de éxtasis.

Oh, por dios, los protagonistas se besan y se sacan la ropa. Si estaba ardiendo, ahora me encuentro en llamas. ¿A dónde miro? ¡No sé a dónde mirar! Si lo observo a él, sabrá que me siento avergonzada, pero si presto atención a la película, tendré todavía más fuego en mi interior.

Soy tan malpensada, me quiero morir. No puedo dejar que lo descubra, al menos no hasta que me opere, me descubra o tenga las agallas para decirle que soy una mujer trans. Tengo tanto miedo, aunque este calor lo supera todo.

¡Ah, me agarró la mano!

Tranquilízate, Josy, son solo sus dedos. Dedos grandes, suaves, que pueden apretujarme cuando quieran. ¡Contrólate! Solo debo resistir un poco más. ¡Yo puedo, lo lograré! Es un reto, acepto el desafío.

No me queda de otra.

Cuando termina la película, salimos de la sala de cine y yo ando más perdida en mis pensamientos, con bastante calor en todo mi sistema.

—No sabía que esta peli tenía tanto sexo —opina Milton—. Ya ni se fijan en hacer tramas decentes, todo es calentura para los cineastas.

No sé qué responder, estoy en shock.

—Debería... irme.

—¿Quieres cenar? —consulta.

Suspiro cuando me percato de que no se ha dado cuenta de mis arranques de calor. Aunque con la primera acotación si me apagó un poco, o sea, ¿no le generó nada esa situación? Estoy indignadísima de ser la única afectada aquí.

—Eh... no sé, no podemos seguir gastando en restaurantes —aclaro, más para aprovechar en largarme.

—Podemos ir a mi casa y cocinar algo.

Mierda, ya estaba logrando huir.

—¿Tu... casa?

Mi cabeza ya empieza a imaginar cosas pervertidas.

—Sí, algo debe haber. ¿No quieres? —pregunta por las dudas, seguro por mis respuestas tan confusas o cortas.

—¡Sí, vámonos! —respondo rápido y nerviosa.

Creo que eso no lo pensé bien.

Vamos en coche hasta su casa y otra vez no hablo mucho en el transcurso del viaje. Tengo muy malos pensamientos, no podría acotar nada ahora mismo. Llegamos a su hogar, pero al bajar del vehículo, nos detenemos en la puerta, pues hay una pareja esperando allí.

—Mamá, papá —expresa Milton—. No me avisaron que venían.

—Supe que Ramir no iba a estar, así que aproveché y te traje una torta, la hice con mis propias manos. —Le muestra la mujer.

—Abre —exige el hombre canoso, serio—. Está helando aquí fuera, y ya vi gente desagradable.

—Hubieran avisado —aclara Milton, molesto—. Yo...

—¿Quién es la señorita? —lo interrumpe la mujer y me observa de arriba abajo, entonces termina por opinar—. Parece decente.

Quedo un poco petrificada, pues conozco la historia que hay detrás de estas dos personas. Se hacen los importantes, pero fueron capaces de echar a su hijo de su casa sin ningún remordimiento. De hecho, lo primero que mencionó la señora es evitar a Ramir.

No quiero estar con este tipo de gente, prefiero irme lo antes posible.

—Milton. —Lo miro a él—. Será mejor que me marche, conviene dejarlo para otro día.

—¡No, quédate! —vuelve a interrumpir la señora—. Eres la mujer más decente que he visto con mi hijo, las otras parecían gatas hambrientas —acota y se ríe, luego observa al rubio—. Cuánto me alegra que no salgas con bichos raros como ese otro, gracias a Dios.

—Mamá, no metas a Dios en esto —se queja Milton.

Frunzo el ceño.

—No lo oculta, ¿verdad? —pregunto.

—¿Disculpa? —La mujer me observa confusa por mi cuestionamiento.

—¿Por qué habla así de Ramir? Estoy segura de que no le ha hecho nada. Solo lo juzga por sus gustos, ni siquiera conoce a su hijo.

—Esa cosa no es mi hijo, pero te perdono que hables así, solo porque no vistes como prostituta.

—Mamá, por favor —intercede el rubio.

—Yo no planeo seguir hablando con homófobos y misóginos. —Me giro para retirarme, entonces Milton me sigue.

—Perdónala, no sabe lo que dice —expresa el hombre que hace un rato rondaba en mis fantasías, pero luego recordé que se junta con esa clase de gente—. Por favor, Josy. —Me detiene, tomando mi mano.

Me giro a mirarlo, indignada.

—¿Por qué no defendiste a tu hermano? Yo que soy una desconocida para él, lo protejo más que tú. Deberías echar a esas personas de tu vida, no le hacen bien a la cabeza de nadie.

—Son mis padres —me recuerda.

—¿Y? Eso no les da derecho a decir cosas horribles.

Suspira.

—Tienes razón, siento que tuvieras que oír esas cosas.

—No te disculpes conmigo, discúlpate con tu hermano.

—No estaba ahí. —Bufa.

—¡No importa! ¿Es que acaso no entiendes? Lo trataron de bicho raro. Dijiste que cambiaste, las acciones demuestran los cambios, y si ignoras eres igual que ellos, ¿no comprendes?

—Yo...

—¿Ves por qué no podemos tener algo nosotros dos? —Alzo la voz—. ¡¿Lo ves?!

—No sé qué quieres decir. —Entrecierra los ojos, confuso—. Pensé que hablábamos de Ramir.

—Yo no puedo salir con una persona que discrimina, no puedo —repito.

—¡Te juro que lo estoy intentando! —expresa desesperado.

—¿Por mí? ¿Por tu hermano? ¿O por ti? Mira que el cambio empieza por uno mismo. —Vuelvo a intentar irme, pero me detiene otra vez—. Ya déjame. —Quiero llorar.

Le digo todas estas cosas, pero... yo también debo cambiar. Soy una doble moral, exigiendo algo que no sabe. Solo debería rendirme, alejar este sentimiento y partir. Me siento demasiado atrapada.

—No puedo, no quiero dejarte. —Tironea de mi brazo y de repente termina rodeándome con los de él, así que me paralizo—. Estoy por completo enamorado, ya me atrapaste, no deseo escapar nunca. 

OH POR DIOS 😳 AAAHHH 🙈💕

Saludos, Vivi.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro