Capítulo 9

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Capítulo dedicado a Firefly_Shadow que sé que lo ha estado esperando con ansias y me lo recuerda cada día jjjj. Muchas gracias 💜

          Con pasos apresurados y desordenados, Jungkook corrió a su habitación. No sabía muy bien qué hacer en una situación como esta, era la primera vez que algo así le pasaba. Tenía un conocimiento general de lo que estaba sucediendo, pero tocaría improvisar. Los celos agresivos de los alfas eran poco comunes, tenían que sentirse amenazados y estar en situaciones extremas para que su lobo tomara el control y perdieran la consciencia. En este estado, los supresores no surtían efecto. Debían ser tranquilizados y sacados del frenesí, para luego administrar una dosis máxima y hacerlos volver en sí.

          Abrió el cajón de la esquina de su armario, que siempre había reservado para emergencias. Esto lo era. No solía requerir de supresores cuando ayudaba a omegas en sus celos, o en los propios. Su autocontrol era su mayor orgullo, pero ser precavido nunca estaba de más. Toda su vida, mucho más desde la muerte de su padre, había procurado proteger a los omegas y brindarles un espacio seguro; no se perdonaría si lastimaba a alguno en un arrebato de descontrol durante un celo. Le gustaba tenerlos como medida preventiva. Hoy agradecía a su yo precavido.

          —Creo que estas serán la mejor opción. —Tomó dos jeringas cargadas con la dosis máxima y un par de tabletas.

          Se trataba de un supresor de olor y dos de celo, uno de cada clase de este último. Los inyectables no solían ser recomendados, pues podían provocar desde infertilidad, hasta pérdida del aroma por su uso continuo, pero una dosis aislada no debía suponer un problema. Las tabletas podían usarse para el celo, tal y como estaban diseñadas, pero también suprimían a sus lobos en condiciones normales, en un mayor grado. Este segundo efecto le sería de gran utilidad para poder acercarse. Las había usado algunas veces antes, en dosis mínima, a modo de medida preventiva, como cuando impartió la conferencia en la Universidad de Seúl.

          Además, no se encontraba en posición de escoger, la vida de Jimin peligraría si dejaba a su lobo en control por las próximas veinticuatro horas. La mayor advertencia de Jin había sido que no dejara abrir sus heridas. Por la cantidad de sangre que había visto, esa era una tarea perdida. Sin embargo, no podía permitirse dejarlo desangrarse continuamente, no sobreviviría.

          Tomó el supresor de olor y se lo administró. Sacó las tabletas del blíster y las ingirió. Bastaría menos de un minuto para que hicieran efecto. Ante un alfa fuera de control, lo mejor era mostrar la posición más sumisa posible. Si su aroma y su lobo eran la causa del estado de Jimin, los suprimiría al máximo para poder acercarse sin parecer una amenaza. El aroma y las feromonas de Jimin estaban impregnando la habitación, la había reclamado como su territorio. Jungkook era la última amenaza, todo estaba en mostrar que no lo era.

          Guardó la otra jeringa en su bolsillo. En cuanto el primer destello de consciencia apareciera en el joven Park, lo inyectaría para traerlo de vuelta. Con su lobo dormido y sus feromonas suprimidas hasta el límite, era hora de poner en marcha su plan, si es que se le podía llamar así a su despliegue improvisado de acciones. Cuando se trataba de Jimin, aparentemente, siempre acababa actuando por instinto.

          Frente a la puerta de su habitación de invitados, una vez más, inhaló profundamente, en busca de cualquier atisbo de su aroma o sus feromonas en el aire. No había nada. Puso la mano en la manija, cuando notó el temblor de sus dedos. Su lobo, a pesar de estar encerrado, se mostraba renuente a entrar. Ahora era Jungkook quien se encontraba en desventaja y en peligro. Con sus sentidos y su alfa reprimidos, cualquier cosa podía pasar ahí dentro. Era una apuesta demasiado arriesgada.

          —Jimin —anunció su entrada y se dejó ver, dando un paso lentamente hacia el interior.

          De inmediato, la atención del joven alfa se fijó en él. Sus ojos continuaban de color dorado brillante y gruñía por lo bajo, mientras seguía cada movimiento de Jeon con la mirada. La reacción había sido más sutil, esta vez no se había movido, ni había intentado atacarlo. Los supresores estaban cumpliendo su cometido. Si lograba acercarse lo suficiente hacia a Jimin y lo hacía volver en sí, su misión estaría cumplida.

          A medida que se acercaba, Jungkook podía ver los músculos tensos de Jimin, su rostro pálido y sudoroso y la sangre a sus pies; el charco se había hecho más grande. Sin importar que los sentidos alfas estuvieran alertas, el límite físico era una cadena que no podía ser rota, ni siquiera por un celo agresivo. No obstante, la postura del joven Park daba a entender que su lobo estaba más que listo para romper esos límites, si llegaba a sentirse arrinconado otra vez.

          —Jimin, soy yo: Jungkook. No voy a hacerte daño, quiero ayudarte —tanteó. Mantenía la cabeza baja y sus manos abiertas al lado del cuerpo.

          No había signos de reconocimiento, pero tampoco de alejamiento. Para Jungkook, el tamaño de su cuarto de invitados nunca se había sentido tan grande. Sentía que no avanzaba, por más que un pie continuaba poniéndose delante del otro.

          «¿Qué puedo usar para traerlo de vuelta?», pensó, estando casi a un metro de separación.

          El siguiente paso detonó el caos. Cual si el alfa de Jimin hubiese impuesto un límite invisible, al que había identificado como su espacio personal, que acababa de ser violado, entró en otra ola de frenesí. Agitaba sus brazos, en busca de asestar golpes o arañazos, gruñía y rugía. Sus ojos dorados cegados por la furia seguían cada acción de Jungkook por esquivarlo, a la vez que pasos torpes y tambaleantes intentaban mantenerlo en pie mientras atacaba. La sangre salpicaba el rostro de Jeon y el suelo con cada despliegue de movimiento.

          Cuando todo esto terminara, si es que llegaba a hacerlo, ¿qué quedaría de Jimin? ¿Acaso se desplomaría en la inconsciencia por la fatiga? ¿Quedaría solo un cadáver desangrado? ¿Habría forma de salvarlo? ¿Tendría tiempo de pedir ayuda? Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas.

          En medio de sus intentos de esquivar los ataques, Jeon sintió un cambio. Al observar a Jimin, el miedo lo recorrió. Con las pupilas dilatadas y el rostro sin expresión alguna, el dorado continuaba brillando, llevando el maltrecho cuerpo al extremo. En este instante, no quedaba nada de Jimin ahí, solo una maraña de quién sabe qué, lanzando ataques sucesivos que desangraban y debilitaban el cuerpo cada vez más. Todo parecía indicar que seguiría igual... hasta la muerte.

          «Qué hago. ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!».

          Sumido en la desesperanza, bajo las inútiles protestas de su suprimido lobo y en un intento desesperado y extremo por salvar a Jimin, Jungkook hizo lo único que pensó que podría generar una diferencia, y lo sacaría del radar de amenazas de Park: rendirse por completo.

          Dejó caer el peso de su cuerpo de rodillas, con las manos a los lados y las palmas hacia arriba. Ladeó su cabeza, exponiendo su cuello. De inmediato, Jimin se abalanzó sobre él y lo hizo caer, clavándole los colmillos en la unión de su hombro y cuello. Jungkook gimió de dolor. Su propio lobo gruñó en su interior, sintiéndose ultrajado y dominado por un inferior. Pero eso no era nada, si lo comparaba con todo lo que había sufrido Jimin. Si este era el precio por salvarlo, lo pagaría gustoso. Solo esperaba que hubiera funcionado.

          Jimin se irguió sobre él, sus ojos aún centelleando oro. Su expresión era orgullosa, se relamía los labios y colmillos limpiando la sangre, saboreando el triunfo. Observaba a Jungkook con condescendencia, sin aprensión, sintiéndose obviamente superior. El dorado comenzó a parpadear, hasta apagarse por completo, dejando el usual tono avellana en una mirada perdida. Jimin parpadeó un par de veces y pareció salir parcialmente de su aturdimiento, fijando su mirada en la persona bajo él.

          —¡Santa Luna! —Se horrorizó al ver su marca en el cuello de Jeon y saborear la sangre en su boca—. Jungkook...

          —Funcionó —musitó el detective, con una pequeña sonrisa complacida en sus labios.

          Era hora de retomar el plan. Sacó la jeringa y vació el contenido en el muslo de Jimin.

          —Lo lamento tanto, yo...

          Las palabras de Jimin se apagaron y su cuerpo inerte se desplomó sobre el de Jungkook, en el suelo. El supresor ahora circulaba por su sistema y la adrenalina se le había agotado. Jeon se incorporó con él en sus brazos, dispuesto a comprobar su estado, cuando sintió la piel fría y sudorosa al hacer contacto. El miedo lo invadió una vez más. Le tomó la muñeca, desesperado, en busca del pulso. Los latidos eran tan lentos y débiles, y no hacían más q disminuir su frecuencia.

          —Jimin. ¡Jimin! —No obtuvo respuesta—. ¡Mierda!

          Corrió con el joven en brazos y lo dejó en la cama, suavemente. Con los dedos ensangrentados, llamó a la única persona que podía ayudarlo en una situación así.

          —¿Hola? —le contestaron.

          —Hyung, ¡ayúdame! —imploró—. ¡Jimin se muere!

─━━━⊱✿⊰━━━─

          Con mirada acusatoria y haciendo sonar la puntera de su zapato en el suelo, Jin miraba a Jungkook como si le hubiese crecido una segunda cabeza. Lo había hecho salir corriendo del hospital, con un set de transfusión portátil de emergencia, y con el corazón en la mano, pensando que no llegaría a tiempo.

          —¿Y bien? ¿Tienes algo que decirme? ¡Tuve que inventar una mentira descabellada para dejar Cuerpo de Guardia!

          —Lo siento... —Jungkook lo miró, la honestidad cruda en sus ojos—. Era tanta sangre y estaba tan frío y pálido que pensé lo peor.

          Ver el semblante preocupado y arrepentido de su amigo, hizo que notara que su intento de bromear había sido un fracaso. Y es que incluso él, a pesar de estar acostumbrado a toda clase de escenarios sangrientos, se sorprendió ante la escena que presenció a su llegada. Por suerte, la hemoglobina de Jimin no había bajado demasiado a pesar del sangramiento, gracias a su reciente transfusión previa. No fue demasiado lo que tuvo que reponer.

          La habitación era un desastre, las salpicaduras de sangre estaban por todos lados y en el centro, un charco rojo se extendía en el suelo. Ya Jimin descansaba sedado en la cama, con los vendajes cambiados y una nueva dosis de sedantes administrados. Era increíble cómo la sucesión de desgracias no se detenía para el pequeño alfa.

          —Así que... entró en celo —reflexionó el beta, recordando las breves palabras de su amigo cuando hablaron por teléfono.

          —Sí. Un celo agresivo. Lo reconocí al instante, hemos tenido algunos sospechosos que entran en ese estado al estar acorralados en situaciones extremas. —Suspiró, su mirada se fijó en Jimin—. No tenía idea de que se sintiera de esa manera a mi alrededor.

          —No creo que sea ese el caso. Ha estado en una situación muy delicada, los instintos de supervivencia suelen manifestarse con más fuerza en ese tipo de circunstancias. Nos ha pasado con otros pacientes en el pasado, pero ha sido en casos de más gravedad.

          —¿Qué quieres decir? ¿Hay algo malo en él?

          —No. Quizás, su condición de alfa recesivo lo hace más propenso a sucumbir al estrés. Menos dominio, también implica menos control. Solo espero que no vuelva a entrar en el mismo estado cuando despierte, su cuerpo no aguantará.

          —No creo que pase, ya no soy una amenaza para él.

          —¿Cómo puedes asegurarlo? Dijiste que ni siquiera con la dosis máxima de supresores fue suficiente. Si estás pensando en inyectarte otra dosis, no lo permitiré. No sería seguro para ti.

          —No será necesario. —Jeon llevó su mano al apósito en su cuello, con intención de quitarlo. Mostrarlo sería más rápido que explicarlo.

          —¡Santa Luna! —exclamó el médico, acercándose para trazar con sus dedos la silueta de la mordedura, sin tocarla—. JK, ¿cómo pudiste? ¿Sabes lo que implica esto?

          En su sociedad, una mordida en el cuello solo significaba algo: enlazarse y ser la propiedad de alguien más. En los omegas, al menos en los emparejados, implicaba seguridad, era una advertencia a otros de que estaban tomados y que debían enfrentar las consecuencias si se acercaban. Sin embargo, en un alfa era diferente. Significaba debilidad, derrota, sumisión. Un alfa marcado, por un periodo de hasta dos semanas, estaría conectado emocionalmente con quien lo marcaba, transmitiendo sus sentimientos y pensamientos a través del lazo que se creaba inevitablemente. Además, se creaba una especie de obediencia obligatoria a quien lo había mordido.

          —No te preocupes, no es la gran cosa. Podré lidiar con ello.

          —¡Un lazo temporal sí es la gran cosa! Más para la parte marcada. Pero, en este caso, también para la que marca.

          —¿Por qué? ¿No debería afectarme negativamente solo a mí?

          —Piénsalo, Jimin ha estado siendo marcado y humillado innumerables veces en este último par de semanas. ¿Cómo crees que se sentirá cuando vea que por su culpa, su salvador está atravesando por lo mismo?

          —No es su culpa. Fue mi decisión. Prefiero eso a que hubiera muerto. En ese momento, no supe qué más hacer.

          —Sé que comprenderá, tienes el don de la palabra… —Suspiró y volvió a mirarle el cuello—. Te recomiendo que tomes supresores por los próximos días. Solo tabletas —enfatizó—. No creo que tu lobo vaya a comportarse dócil, sin importar qué tan fuerte sea tu autocontrol.

          —Eso haré, también creo que es lo mejor. —La inquietud enojada constante de su lobo suprimido lo corroboraba.

          —Bueno, creo que ya no soy necesario aquí. Regresaré al hospital, no puedo escabullirme por mucho.

          —¿Crees que Jimin estará bien ya?

          —Probablemente. Una vez que la parte agresiva se suprime, solo queda el celo estándar. En los alfas no es tan intenso como en los omegas, con supresores por vía oral, el dolor y la excitación deberían ser manejables. La resistencia física también aumenta de manera natural, debería acelerar la cicatrización de sus lesiones.

          —Gracias, hyung. No sé qué sería de mí sin ti.

          —Te hubieras muerto desangrado unas cinco veces durante tu carrera.

          —Sin dudas —coincidió—. Y hablando de sangre, lo mejor es que me ponga a limpiar todo esto, no quiero que Jimin lo vea cuando despierte.

          —Sería lo mejor. Pero no te excedas, las marcas pueden doler y sangrar mucho el primer día.

          A los poco minutos se despidieron y Jeon inició con su tarea, aprovechando el descanso de Jimin. Como en efecto, la marca dolía y sangraba, tuvo que cambiar el vendaje un par de veces. Tenía nociones básicas para los cuidados de una mordida de lazo, todos lo aprendían en preparatoria, pero siempre pensó en que curaría la marca que hiciera a su omega, no esto. Hubiera sido más efectiva una cura profesional, por Jin, pero la marca solía doler si era manipulada por alguien ajeno. Además, en su caso, su lobo, al sentirse humillado, podría agredir instintivamente a Jin, a pesar de los supresores.

          Cada lobo era responsable de su marca, era la regla no escrita de las castas. Era una cuestión de seguridad y privacidad.

          Un gemido adolorido, acompañado del sonido de un cuerpo revolviéndose en el colchón, se escuchó un par de horas después. Jungkook se puso de pie, abandonando el incómodo sillón que había usado demasiadas veces en los últimos días. Su cuello se sentía rígido y su cuerpo adolorido, sus movimientos eran torpes. Una extraña sensación de auto desprecio injustificado lo embargaba. Aunque, si lo pensaba bien, no era injustificado. El efecto de los supresores permanecía, a pesar de haber disminuido un poco, pero ya podía sentir a su lobo quejarse y gruñir por haber sido doblegado por otro más débil.

          «Debo ser cuidadoso», pensó.

          Con la fuerza de su alfa, romper forzosamente el lazo no sería imposible. Entonces, las consecuencias irían directamente a Jimin. No podía permitirlo.

          —Hola. ¿Cómo te sientes? —Se acercó a la cama, cauteloso.

          —Mejor, creo. No recuerdo bien lo que pasó. —Jimin miró al rostro de Jeon, pero de inmediato su atención se giró a su cuello vendado, la comprensión golpeándolo con fuerza. Abrió su boca una y otra vez, las palabras se habían perdido.

          —Estoy bien, antes de que digas algo.

          —Pero, yo... —¿Qué era este nudo en su garganta?

          —Ibas a morir si te dejaba en ese estado, fue la decisión más racional en ese momento.

          Culpa. Esa era la identidad de las torceduras internas de Jimin. ¿Cómo era posible que su lobo le hubiese hecho eso a Jungkook? ¿Acaso él y su alfa no estaban en sintonía? Atacarlo estaba totalmente fuera de cuestión. Se mordió el labio.

          —No fue racional, ¡fue estúpido! No sabes lo que es que te marquen, que te humillen y te opriman en tu propia mente, que otra persona tenga control total sobre ti y pueda espiar en tus pensamientos.

          —Tienes razón, no lo sé. Pero confío en que no me harás aprenderlo. —Sonrió tranquilizador.

          El aire escapó de los pulmones de Jimin. La honestidad cruda ya no estaba solo en el tono o la mirada de Jungkook, sino que llegaba en pulsos constantes a su mente, a través del lazo. Sintió como si el peso que le impedía respirar fuera levantado de sus pulmones con tanta brusquedad, que todo el aire contenido en su interior salió, a modo de una larga exhalación. Cada minuto que pasaba, Jeon demostraba ser el alfa más increíble que había conocido. Le corroboraba que era la imagen de lo que sería la perfección para él. ¿Alguien como Jimin, siquiera tenía derecho a pensar que podría asemejarse a una persona así en el futuro?

          Los ojos de Jimin se desviaron al cuello de Jungkook, una vez más. La sangre teñía de rojo una parte del vendaje más amplia que hace unos minutos. Debía doler. Jimin sabía mejor que nadie, y de primera mano, cuánto daño podía llegar a hacer una marca si no era bien cuidada. Él, como creador de esta, era el único capaz de ayudarla a sanar. Había hecho ya suficientes estragos a Jungkook, esta podría ser una manera de ayudarlo a sentirse mejor.

          —Está sangrando mucho, lo siento. —Sus ojos reflejaban su tristeza y arrepentimiento—. Ven aquí, te ayudaré a curarla. Es lo menos que puedo hacer.

          El cuerpo de Jungkook se tensó en su sitio. Solo entonces, Jimin comprendió lo que acababa de proponer. Quizás había pensado que sería una forma de ayudar, pero, antes que eso, era una forma de sumisión para el alfa de Jeon.

          —Lo siento —se apresuró a aclarar Jimin—. No se trata de eso, yo solo... Eso puede complicarse, y pensé...

          —Gracias, lo aprecio mucho. —Volvió a reír, restándole la connotación que obviamente tenía. Sus hombros aún tensos.

          Un nuevo pulso de amabilidad llegó a Park por el lazo. ¿Todo esto lo hacía por consideración a él? ¿Porque Jeon sabía que Jimin se sentiría culpable y como la mierda por haberlo mordido? Sus mejillas se colorearon tenuemente y sintió una oleada de calor instalarse en su centro. Entonces, pensando en que los supresores de emergencia debían estar cercanos a perder su efecto, una realidad obvia volvió a su mente:

          «Cierto... Estoy en celo».

¡Holiwis! Reportándome algo tarde porque estaba en apagón. Espero que les haya gustado el capítulo. Aunque todavía lo bueno está por venir. 😈

¿Se esperaban que JM mordiera a JK? ¿Qué pasará ahora? ¿Tienen alguna idea o teoría loca? Me encanta leerles jjj. 💜

Ah, y no se preocupen, como mañana es el cumple de Jimin acá en Latam, estaré subiendo otro capítulo, igual que cuando fue cumple de JK. 💜

Chao chan 😘

Hasta mañana.

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