Al muchacho le recorría el sudor por la garganta, sabía que tenía que declararse ahora, pero tenía miedo, mucho miedo, ¿Y si le rechazaban?, ¿Y si lo aceptaba?, No tenía idea y no quería tenerla, el futuro le asustaba, siempre fue alguien tímido y por ello fue abusado muchas veces. Pero ahora no era el momento de ser débil, debía hacerlo si quería liberar esa carga.

—Mariana, me gustas.

Suspiró por dentro, al fin había liberado la carga, ahora solo faltaba esperar el golpe de la muchacha, que se había quedado en silencio.

—Lo se, lo sé desde hace dos meses, y realmente temía que este día llegará, estuve dudando de si era cierto, me quedé pensando en que responderte, pero después de meditarlo, solo me queda darte un rotundo no. No siento una sensación de amor hacia a ti, aceptarte y tener una relación que realmente no iría a ningún lado donde simplemente los dos sufriríamos no es lo que quiero.

Lo sabía, sabía que iba a terminar así, entonces, ¿Por qué le dolía?, ¿Por qué las lágrimas caían por sus ojos?

—Ja, es curioso, sabía que algo así iba a ocurrir, se supone me había preparado mentalmente para esto.

Se limpio las lágrimas, de seguro ahora se veía un poco patético frente a ella.

—Nadie está verdaderamente preparado para algo así, siempre duele el saber que quien amas no siente lo mismo y tal vez nunca lo sienta, entonces, ¿Amigos?

—Amigos.