20.-Un gesto de amistad

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—Estaba seguro que la había puesto aquí —dijo en un susurro el chico mientras retiraba unos cabellos húmedos de su campo de visión y hurgaba en su bolso para luego revisar nuevamente el interior de su casillero.

Faltaba al menos una hora para el comienzo del partido y el capitán del equipo de básquetbol de la universidad St. Briss, la más importante del South Blue, buscaba su cinta distintiva. En realidad no era indispensable en sí, puesto que la «C» de capitán estaba marcada en el mismo uniforme , pero sí era muy necesaria para él porque era su amuleto de la suerte. La usaba sin falta en cada partido.

Se había dado una ducha y tocaba ponerse el uniforme, pero estaba ocupado buscando la prenda. Pese a que era algo importante, no había prisa, ya que había tiempo. De hecho, ninguno de sus compañeros había llegado aún y el entrenador se encontraba en la cancha con la preparadora física afinando los detalles para el encuentro. 

Siempre era el primero en prepararse pues le gustaba estar allí antes que todos, luego entrarían en masa por esas puertas y se acabaría la tranquilidad.

—Por fin ¡ahí estas! —exclamó en tanto empuñaba una tela de color negro que encontró en uno de los bolsillos del bolso—. No, no es —comentó decepcionado tirando de vuelta un calcetín desconocido (probablemente de su hermano menor) al bolso abierto que ahora estaba dentro de su casillero.

La búsqueda había sido infructuosa; resopló, cerró sin delicadeza la puertecilla y un sonido metálico inundó el vestidor vacío.

Como si hubiera sido transmisión mental recibió un mensaje de texto en su móvil en ese mismo instante.

Sabo
«se te olvidó algo»

«sí, como lo supiste. Mi banda negra. La viste?»

Sabo
«la dejaste junto a tus llaves»

Una sensación de alivio recorrió su cuerpo. ¡Con que allí se le había quedado!...

Recordó al fin que por la mañana había salido tan entusiasmado por el día que iba a tener que olvidó sus cosas, aunque las había dejado «a mano» para que, paradójicamente, no se les olvidaran. Resopló resignado, tendría que encargarle que se las pasara a dejar.

Sabo
«Le pedí a Luffy que te la entregara. Se mas responsable, Ace»

«Sí, sí...no me regañes por mensaje. ¡Pero porque con Luffy! Sabo!  🙄»

Sabo
«ok.»

«¿Ok? Vaya humor», pensó el moreno. Siempre que Sabo se enojaba con él, las conversaciones eran más monólogos por parte suya, sea por escrito o en persona.

Ace no podía creer que estuviese molesto desde el incidente en clases de primera jornada y que no hubiese cambiado la actitud todavía. ¡Si alguien tenía que estar molesto era él! No tenía intención de indagar por qué su hermano se comportaba como amargado, así que cerró la conversación y buscó el contacto de Luffy. Si tenía mucha suerte esta vez podría cumplir a tiempo con un encargo.

«Luffy, tienes algo mío. dónde estás?

Luffy
...(escribiendo)

«Si andas por aquí, ven a los vestidores»

Luffy
...(escribiendo)

«Qué tanto escribes petiso?»

Ace se estaba empezando a impacientar, frunció el entrecejo y le dio un minuto más.

Luffy
Ok

«¡Por dios! ¡Lo que me faltaba!», pensó el pecoso, comenzando a perder la paciencia. No tenía nada en su contra, pero encargarle algo importante a Luffy había sido burrada de parte de su hermano. «¡Ese Sabo lo ha hecho a propósito! Todos sabemos que él no es confiable con los encargos», se dijo pasando la palma de su mano por la cara. «No puede estar tan enojado conmigo o sí?». Inhaló profundamente y escribió:

«OK QUE???»

Luffy
...(escribiendo)

Ya está, suficiente.

Ace buscó el número, llamó y una voz apenas entendible contestó del otro lado de la línea, era la voz de alguien con la boca llena.

Después de unos minutos y algo de esfuerzo, Ace logró traducir lo que decía: Luffy iba en camino a la universidad hasta que se desvió por un «delicioso aroma» que lo llevó a un puesto de churros, que estaba terminando e iría por (t/n) o estaba con ella. No pudo entender esa parte.

En resumen, el menor estaba al tanto del recado y estuvieron de acuerdo en que antes de encontrar un asiento en gradería, iría a los vestidores a dejarle la prenda y sus llaves.

Ace cortó la llamada y conforme decidió que ya llevaba demasiado tiempo solo con una toalla alrededor de su cintura. Se colocó los pantaloncillos de color rojo y se miró al espejo. Debía reconocer que ese color le favorecía, no es que se fijara en esas cosas realmente, pero se lo habían hecho saber en numerosas ocasiones.

Recorrió su reflejo con la mirada atenta. Al menos podía decir que tenía un cuerpo atractivo, algo que también se lo habían dejado en claro.

Ace, tenía fama entre las chicas del campus y siempre hacían comentarios sobre su apariencia. Una de las tantas razones por las que ninguna de ellas llamaba su atención.

Echó un último vistazo al espejo intentando arreglar uno de los mechones de su ondulado cabello negro que insistía con tapar su visión, sin mucho resultado.
Quizás sería bueno un corte, para variar. «Nah, mejor lo dejo así. Me gusta así», pensó fugazmente antes de ponerse la camiseta.

Posó sus ojos en el reloj de pared sobre los casilleros. «Deberían empezar a llegar», pensó un poco ansioso. Había resuelto que si no llegaban en diez minutos los iría a buscar personalmente y les haría dar una vuelta a la cancha por cada minuto de retraso.

El capitán del equipo era reconocido por ser muy meticuloso con los entrenamientos y quisquilloso con los tiempos. Podía ser irresponsable en cualquier otro aspecto de su vida, pero en cuanto al deporte, nadie podía negar que era el más confiable.

Era cierto que tenía una beca que mantener, sin embargo, el básquetbol era una de las cosas que más le apasionaban y procuraba dar lo mejor de sí.

Gracias a ella. La persona que no se rindió con él e insistió que siguiera los estudios. Sin ella no se hubiese animado jamás, probablemente, a meterse a algún deporte ni menos por una beca para la universidad. Era cierto que le debía eso y mucho más.

Terminó de atarse los lazos de sus zapatillas mientras la imagen de cierta chica de ojos (t/c) cruzó su mente, involuntariamente sonrió y se rasco la nariz mientras miraba al vacío.

Hace solo unos días había hecho las «paces» al fin, pero ¿ahora qué? Había hecho todos los esfuerzos para hacer las cosas bien, ¿qué es lo que quería ahora? Estaba claro para él que seguía sintiendo cosas por ella, pero ahora que por fin se había aclarado la situación, realmente no tenía idea que más hacer con respecto a eso.

Intentaría volver acercarse, ser su ¿amigo? No estaba seguro del todo, en vista y considerando que siempre estaba cerca de su hermano.
Sin darse cuenta apretó los puños y mandíbula, ¿qué eran estos sentimientos hacia Sabo?, Luffy también estaba siempre con ella y no le provocaba lo mismo.

En el pasado no se había entrometido cuando supo los sentimientos que el primero tenía hacia ella. Luego estuvieron lejos y lo había extrañado demasiado y, ahora que estaban por fin juntos ¿cómo era posible que le tuviese algún resentimiento? ¿Sería por (t/n)? 

Era posible que Sabo estuviera interesado en ella nuevamente...

«No, son sólo amigos», pensó Ace en tanto levantaba un balón que estaba a sus pies y se sentaba en la banca. 

Estuvo unos minutos sumido en sus pensamientos con el ceño fruncido pasando el balón de una mano a otra con un fuerte golpe. Cualquiera hubiera pensado que estaba enojado, enfrascado en una guerra de miradas con el casillero. 

Cuando se cansó de esa actividad se acomodó en la banca dejando que sus ojos se cerraran, una pequeña siesta hasta que llegara su equipo no sonaba nada mal.

—¡Ace! ¿Estás aquí?... Marco dijo que podía encontrarte aquí. Una suave voz femenina lo saco de sus pensamientos. Giró la mirada hacia la puerta vio una cabellera celeste asomarse por la puerta entreabierta.

Sonrió al reconocerla y se incorporó de prisa  dejando el balón en la banca para acercarse a la entrada.
—¡Vivi, hola! ¿Qué haces por aquí? —preguntó el moreno con curiosidad y algo de vergüenza. Después de todo no siempre aparecía una linda chica en el vestidor de hombres.

—E-estaba buscándote. De hecho, también buscaba a Luffy pero no lo encontré.

Con un leve sonrojo Ace abrió por completo la puerta y salió para conversar con la chica

—Me dijo que vendría al partido, debe estar por llegar, creo. Tiene algo que venir a dejarme... A menos que algo lo haya retrasado de nuevo— dijo Ace frotando su frente, incapaz de contener su preocupación.

—No sé por qué sospecho que tiene que ver con Nami o con comida —bromeó la chica.

—Con comida —aclaró el pecoso dejando escapar una carcajada.

Viendo que Viví también reía, tapándose tímidamente la boca, Ace se relajó. Lo mejor era tomárselo con humor. Había sido suerte que la chica hubiese aparecido y aligerara el ambiente. Siempre lo hacía.

«Que linda», pensó Ace sintiendo una extraña calidez. En cuanto esa sensación lo invadió, sacudió la cabeza para alejarla.

—¿Qué es lo que le tenías que decir? puede que lo vea luego y le pase el mensaje —dijo alzando la voz un poco, intentando disimular el leve sonrojo de sus pecosas mejillas.

—Oh,  nada importante Ace... Solo quería decirle que los invito la próxima semana a cenar. Mi padre me ha dicho que debería invitarte...invitarlos —mencionó la chica desviando la mirada, esperando que el chico no se hubiese dado cuenta de su desliz. Mientras, lo miraba esperando una respuesta, un mechón de su suave cabello cayó por sus hombros

—Te ha crecido bastante —murmuró Ace mientras se lo apartaba de la cara, lo recordaba más corto.
—Ace...yo —balbuceó la chica con las mejillas encendidas. Ese gesto la pilló desprevenida.

—Será mejor que empiece a concentrarme, es el primer partido de la temporada así que debemos empezar con el pie derecho —dijo Ace, ignorándola sin querer, con una mano en la cintura y la otra detrás de la cabeza mientras esbozaba una gran sonrisa.

—¿Le darás mi mensaje a Luffy? ¡Ahm...y a Sabo por su puesto! —le pidió juntando las manos, esperanzada.

Desde que los conoció había tenido solo buenos momentos con ellos. Cuando iban a casa no traían nada más que sonrisas. Su padre lo pasaba extraordinariamente bien con las niñerías de Luffy y las conversaciones con Sabo. Lamentablemente no podía decir lo mismo de Ace, solo lo toleraba por cortesía. Nada fuera de lo normal, había sido novio de su hija, al fin y al cabo. 

En cambio, Vivi le guardaba aprecio desde la primera vez que lo vio en aquella fiesta. Traía una mirada tan triste, necesitada de cariño. Había sido una real suerte para ella haber podido ayudarlo cuando se encontraba mal. Lamentablemente no estuvieron juntos más que unos meses, pero atesoraría el recuerdo toda la vida. 

—Sí claro, no te preocupes. Si no los veo ahora, los veré en casa de seguro.

—Gracias Ace, nos estamos viendo —se despidió la chica dándose la vuelta para salir de allí.

—¿Vendrás a ver el partido, Vivi? —Se apresuró en agregar el pelinegro antes de que la chica avanzará un paso más.

—Pues claro que sí, no me lo perdería por nada —dijo Viví dando media vuelta sonriendo —. Ah, lo olvidaba...—Se giró sobre sus talones por completo y avanzó rápido hacia Ace. Se puso de puntillas y le dio un suave beso en las mejillas. Esperó que el gesto no fuera muy atrevido de su parte.

—Gracias...—balbuceó un sorprendido Ace.

—Buena suerte. No es que lo necesites , pero te doy algo extra —dijo Viví mientras sacaba la lengua y ponía coquetamente un mechón de pelo detrás de una oreja.

Ace, sin saber que mas decir, la siguió con la mirada hasta que se perdió al doblar el pasillo que daba a la cancha. Se tocó la mejilla mientras miraba embobado al horizonte.

Por un segundo, el pelinegro sintió esa calidez que había sido imposible de disipar, expandirse por todos lados. Se vio incapaz de discernir a que correspondía esa sensación, pero estuvo resuelto a dejarlo ir. El tiempo con Vivi había pasado hace ya bastante tiempo y permitirse sentir algo solo traería problemas.

De pronto un codazo en su costado izquierdo acaparó su atención, estaba tan sumido en sus pensamientos que no había notado cuando se le había acercado alguien por ese lado.
—¿Podrías cerrar la boca-yoi? —bromeó alguien que se acercaba por su espalda.¡Ni siquiera se había dado cuenta de que mantenía la boca abierta! ¿En que estaba pensando? —. Pensé que ustedes ya no estaban juntos-yoi —añadió la voz familiar.

Un joven rubio de mirada adormilada, peinado extraño y bolso deportivo en los hombros le miraba con una sonrisa socarrona.

—A ver a ver que tenemos aquí, al alero y mi capitán favoritos. ¡Tan radiantes estas estrellas! —dijo un tercer joven tomando a los otros dos por el cuello de manera enérgica y afectiva

—Pff... hasta que apareces Thatch-yoi. Te estuve buscando.

—Estaba detrás de ti, Marco— dijo largándose a reír el chico de cabellos marrón y peinado extravagante dándole una palmada en la espalda—. Deberías usar lentes, viejo.

—Hola, Thatch— saludo Ace rascándose la nariz, aún conservaba un notable sonrojo.

—¿Y a éste que le pasa? —preguntó dirigiéndose al amigo rubio

—Nada fuera de lo común, solo Ace siendo Ace ...todo un playboy-yoi — respondió Marco conteniendo la risa.

Era verdad que había varias «admiradoras» pero él ¡no se andaba metiendo con todas!
—No pasa nada Marco. —respondió Ace a regañadientes, desviando la mirada.

—¿Otra vez t/n? —inquirió Thatch—. Porque camino para acá vi a...

—Nop, Vivi —aclaro el rubio, interrumpiendo y provocando que el pelinaranja emitiera un largo silbido

—¡Marco! ¿A quién viste Thatch? —preguntó el pecoso esperando que su amigo terminara la frase.

—¿Que? A mí no me parece nada. A mí me late que aún hay algo por aquí-yoi — dijo su amigo, ignorándolo en tanto le lanzaba una mirada de complicidad —. Ya sabes como dicen. Dónde hay cenizas, renace el fénix.
—¡Oh cállate! piña colada, ni siquiera te sabes los refranes— respondió Ace, olvidando su pregunta y jugando a tener voz seductora, moviendo las cejas añadió —: Tienes envidia porque soy más popular que tú.

Antes de reaccionar, Ace estaba riendo con autosuficiencia mientras su amigo le agarraba de la cabeza para desordenarle el cabello.
—No te pases solo porque eres el capitán, respeta a tus mayores — replicó el rubio mientras llevaba a rastras a Ace dentro del camarín.

—Sí, abuelito —respondió Ace a carcajadas.

Thatch solo suspiró moviendo la cabeza, probablemente lo mejor era no añadir nada más al tema y concentrarse en el partido.

En los vestidores, mientras escuchaba a sus amigos ponerse al día y viendo como entraba el resto del plantel entre risas y gritos,  Ace mantuvo su mente un tanto lejos.

¿Que había sido eso?

 Vivi había intentado acercarse al él en varias ocasiones. No era como Luffy como para no darse cuenta y probablemente  no era nada, después de todo ellos habían estado juntos por un tiempo corto hace mucho. Ahora solo era compañeros de universidad y amigos.

Sí, estaba seguro.

Ese pequeño beso había sido de amistad y ni él, ni ella, habían sentido algo diferente a una sana relación de amigos.

Sí, estaba muy seguro...

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Sí! por fin capitulo totalmente nuevo. He dejado por fin de editar lo que llevo de esta historia. 

Espero que lo que continúe sea de su agrado!... cualquier cosa me comentan ❤

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