BruHal

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"Allí estaba él.

Parado en el asiento de su coche, mirando por la ventana los rayos caer en el despejado cielo azul. Era tan brillante que casi le dolía la vista.

Se llevó los dedos al puente de la nariz, colocándose las gafas de sol por enésima vez. Siempre hacía eso cuando estaba nervioso, y eso era ... casi nunca.
Porque Bruce Wayne era el ser humano con más autodeterminación y disciplina del planeta, o eso pensaba él.

Hasta hoy.

Puede que si llegaba el ocaso, aquella luz sucumbiera al anochecer y las sombras le dieran el empujón que necesitaba.

Aún así, no se movía.

No sabía cómo había llegado a aquella situación. Carraspeó un poco. Ni siquiera fue consciente de en qué momento perdió el control de la situación, pero lo hizo.

¡Vaya, si lo hizo!

Quizás fuera su jovial sonrisa al principio, su despreocupación por todo, su visión a corto plazo o su espíritu temerario y aventurero.
Quizá fuera que nadie daba nada por aquella relación condenada al fracaso y en el fondo a Wayne le encantaba llevarle la contraria a la gente.
Tampoco pensó que sería algo más que un par de ardientes y esporádicos encuentros.

Pero allí seguía, observando los aviones aterrizar. Un zumbido molesto que comenzaba a irritarle, intuyendo que alguno de aquellos, podría ser el suyo y él no se había atrevido a afrontarlo.

Llevaban varias semanas sin verse. La excusa de ir de maniobras en misión de paz a Afganistán le sirvió de coartada para marcharse más lejos.

Otro planeta.

Otra galaxia.

Otro universo.

Años luz los habían separado, pero no sintió tanta distancia entonces, como la que trataba de poner ahora en su frío corazón.

Alfred se movió en el asiento delantero.

Aquel hombre había permanecido inmóvil y en silencio todo aquel espacio de tiempo detenido en la inmensidad de los pensamientos de Bruce.

¿Qué tan malo podía ser que alguien le esperara en casa?

Se hacía esa pregunta una y otra vez...

¿Otros héroes tenían pareja, amigos e incluso hijos?
Él ni siquiera se planteó tener más compañía que la de su viejo mayordomo que sucumbía al inexorable paso del tiempo.

Tiempo.

Quería pasar tiempo con aquel loco.

Loco por estar con él, por no huir de sus rarezas, de su frialdad, de su extrema incapacidad de mostrar afecto por otros.

Quería pasar el resto de su vida con aquel insensato.

Pero, al fin y al cabo, no se puede estar cuerdo y salir a enfrentar cada noche a la muerte.

Abrió la puerta y sintió el asfalto caliente bajo la suela de sus caros zapatos.

Caminó decidido, aunque no lo estuviera. Tan solo tenía que parecerlo. Una vieja costumbre arraigada, cortesía de Batman.

Alzó la vista.

Solo él se pintaría el símbolo de los Linternas Verdes en su propio avión de combate. Resultaba tan evidente a la vista, que la gente lo pasaba por alto.
La gente tiende a no ver lo que tiene ante sus narices.

Insensato.

Suspiró con fuerza cuando el aparato se detuvo y esperó impaciente a que el personal de tierra le pusiera las calzas a las ruedas mientras sentía los latidos de su corazón repicando en su pecho.

Esperaba que no fuera demasiado evidente.

La cúpula se abrió y Jordan se puso de pie sobre el ala de aquel amasijo de hierros que le había costado al gobierno millones de dólares, sin preocuparse por nada más, que por ser bañado por los rayos de sol de su amada Tierra.

Ya en el suelo se quitó el casco y miró hacia los lados.

Saludó a un par de pilotos que alzaron sus manos despidiéndose y entonces se percató de que él estaba allí.

Se quedó petrificado, pero reaccionó al instante mostrando su mejor sonrisa y avanzó corriendo por la pista hasta situarse frente a él.

Suponía que el piloto tampoco sabía qué hacer, temeroso de una reacción normal que el solitario millonario consideraría exagerada.

Sin embargo, su carácter imprudente y expontaneidad salieron a relucir y se lanzó a darle un beso apasionado que Wayne no hizo nada por evitar.

Aquel loco se dejaba llevar por sus sentimientos y sus instintos más básicos. Casi hacía que pareciera sencillo, pero no lo era.

Para Batman, no lo era.

- No te emociones Linterna – Dijo muy serio el murciélago– Esto no se volverá a repetir.
- ¡Por supuesto, señor Wayne! – Exclamó burlón dándole la mano– Pero para mi próximo cumpleaños, tráeme bombones "



Notas de la autora/dibujante

Este dibujo lo hice para Lure Irazabal , por su cumpleaños, Una imagen acompañada de un pequeño Drabble BatLantern.

Sé que le gustó y también quería recordarlo en mi perfil privado así que, disfrútenlo el que lo lea, y sean libres para comentarlo.

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